7 de enero de 2009

Francisco y Antonio Pizarro (1ª Parte)



Autora: Mª Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, nºs 4462. Septiembre de 2007


Todo bejarano, que se precie de serlo, al que se le mencione el apellido Pizarro, relacionado con un lugar de nuestra ciudad, le viene a la cabeza la imagen de los Portales que se alzan en la Plazuela de la Piedad. Pero estoy segura de que la mayoría ignora el motivo de esta denominación y la historia familiar que conlleva. Quizás algunos respondan que tiene que ver con Francisco Pizarro, el famoso conquistador del Perú, pero nada más lejos de la verdad.

A finales del siglo XVII un hidalgo proveniente de la ciudad de Gibraleón, enriquecido y emparentado con la nobleza, hace su aparición en Béjar. Sobra decir que con seguridad viene llamado por el Duque de Béjar, pues entre sus muchos títulos y señoríos poseía el de señor de Gibraleón. El hidalgo se llamaba Francisco Pizarro y Pedraza. Su nombre empieza a aparecer en la documentación que manejamos a partir de 1679, citándosele como poseedor de numerosas rentas, tierras, (viñas, huertas, .molinos..) beneficios y títulos de carácter civil, tales como alcalde de los hijosdalgo (representante de la nobleza de la Villa de Béjar en el consistorio) o teniente de Corregidor.

De su vida privada conocemos bastante: casó en primeras nupcias con Ana María Sevilla, de la cual tuvo una hija llamada María Francisca, y tras la muerte de ésta, casó de nuevo en Béjar con Ana López Dávila del Castillo en 1675. Esta señora era natural de Béjar y pertenecía asimismo a una de las familias de mayor prestigio en nuestra villa. Había nacido en 1653 y era hija de Juan López del Castillo López Dávila y de María González. La realización de este matrimonio por parte de Francisco Pizarro poseía una intención claramente integradora y una voluntad de lograr el reconocimiento social entre la nobleza bejarana, maniobra además que se refuerza por partida doble, pues una hermana de Francisco, María Pizarro y Pedraza, casará con un hermano de Ana, Manuel López Dávila. Otro de los hermano de Ana, Antonio era sacerdote beneficiado de la iglesia de El Salvador.

Casas de los portales de Pizarro


  Como era habitual en la época, el matrimonio tuvo numerosos hijos, cuyas partidas de bautismo hemos encontrado en el archivo de la iglesia de El Salvador, a la cual pertenecían. El primer hijo les nació allá por 1679 y se le puso por nombre Juan Vicente Pizarro, llegando a poseer el grado de Teniente Coronel. Pronto se trasladó a Gibraleón, donde casó con María Camacho. El segundo, Manuel, nació en 1681, fue destinado a la Iglesia e ingresó en la Compañía de Jesús. En 1683 Doña Ana dio a luz a una hija, María Francisca (Béjar, 1683- Béjar, 1733) que casó con Alonso Sotelo y Galarza en 1715. Entre 1685 y 1693 les nacieron varios hijos (Pedro, 1685; Andrés, 1686; Felipe, 1690; Rosa Mª, 1692) de los cuales no volvemos a tener noticias, por lo que deducimos que murieron a temprana edad, hecho habitual en una demografía de la Edad Moderna caracterizada por la alta mortalidad infantil. A ello hemos de sumar el hecho de que los párrocos no anotaban las muertes de niños menores de 8 años hasta finales del siglo XVII o principios del siglo XIX. En 1698 Doña Ana alumbra a Ángela (Béjar, 1698- Béjar, 1724) que sobrevivirá, matrimoniando con Francisco Barahona y Chaves, vecino de Plasencia en 1719. En 1729, mismo año en que muere Doña Ana a los 54 años, da a luz a Joseph Antonio (Béjar , 1729- Béjar 1743) que llegará a ser Sargento Mayor de Infantería. Un hijo del cual tenemos noticias, pero del que no hemos encontrado partida bautismal en Béjar (quizás naciera en otro lugar), Francisco, fue sacerdote y murió en Béjar en 1734, dejando dispuesto en su testamento nada menos que 14300 misas por su alma.

Como es natural todos los nacimientos, matrimonios y defunciones de esta familia se pueden encontrar, como ya hemos comentado, en los archivos de la iglesia de El Salvador. Nos ofrecen en su totalidad pinceladas de lo que pudo ser la sociedad de la época e integran plenamente a la familia Pizarro en la demografía de la Edad Moderna: alta natalidad, alta mortalidad infantil, matrimonios forzosos y por interés a edades dispares. No nos resulta extraño encontrar que los padrinos de los hijos de Francisco y Ana ejercían cargos de importancia en la Villa, cercanos al Duque y naturales de otros estados y señoríos ducales: de Manuel es Don Diego Arias de Castro, Corregidor de Béjar (representante de la justicia real); de Andrés, Don Sebastián de Potestad, Contador de Su Excelencia (administrador de rentas ducales); de Rosa Mª, Don Francisco de Babiano Aliseda y Capilla, consultor del Santo Oficio del Reino de Toledo, Corregidor de Béjar y del Consejo y Cámara del Señor Duque de Béjar, natural de Capilla; de Ángela el Licenciado Don Juan del Carpio Gijón que fue también Corregidor, presidente del Consejo del Duque de Béjar y Abogado de los Reales Consejos, natural de la ciudad de Feria.



En 1729 muere Doña Ana López Dávila según la partida de defunción de repente y se cita que era viuda de Don Francisco Pizarro; luego éste debió morir anteriormente, aunque no hemos encontrado la evidencia de que fuera en nuestra ciudad. Deja numerosas misas a santos de su devoción con rentas destinadas a sus gastos. Entre ellos estaban Nuestra Señora del Castañar; San Francisco, Nuestra Señora de Francia, Santa Gertrudis y Nuestra Señora de la Misericordia (con culto en la iglesia de Santa María), Nuestra Señora de la Antigua (en la iglesia de Santiago), San Antonio de Padua (en la iglesia de El Salvador), San Miguel, Cristo del Sepulcro (el yacente de la capilla de San Gil), Nuestra Señora de las Huertas ( en su ermita desaparecida), Cristo del Amparo (en el Convento desaparecido de la Anunciación)...

La importancia de esta familia continuará y se consolidará en generaciones posteriores, ligándose a la Casa Ducal hasta que desaparezca su presencia en nuestra Villa.

(Continuará)

2 comentarios:

  1. Me encanta la idea de escribir de forma erudita acerca de la comarca de Béjar.
    Felicidades.
    Jesús

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  2. Me fascina todo lo que leo y máxime cuando se trata de una parte de mi familia. Gracias a todos los que hacen posible este encuentro con una parte de los míos, parte que era totalmente desconocida para mí y seguro para otros también.

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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.