2 de septiembre de 2014

Del crimen de Matilla al crimen de Barrioneila. Las dos muertes de don Pepito Rodríguez Yagüe (1ª Parte)



Autor: Óscar Rivadenyra Prieto
Publicado: Béjar en Madrid, 02/05/2014, 4.702, p. 4.


Los vertiginosos cambios políticos que se operan en la España del siglo XIX y que suponen el desmantelamiento del antiguo régimen con la estructuración de un alternativo régimen liberal tienen en Béjar dos consecuencias: por una parte la aparición de la masa social como elemento operador cada vez más influyente, con el asociacionismo como bandera, y por otra parte la gestación de las grandes estirpes burguesas entre las que descollaban nombres y apellidos como referencia empresarial. Dentro de este segundo grupo surge una peculiar y paradigmática figura: la del “prohombre”. Se trata de personas que adquieren a lo largo de los años un notable prestigio a partir generalmente de una situación de privilegio económico y que acaba por trascender a las distintas clases sociales. Individuos como el filósofo Nicomedes Martín Mateos, JerónimoAbdón Gómez-Rodulfo o los hermanos Rodríguez Yagüe, pueden ser un buen ejemplo de esta figura tan propia del siglo XIX, pero que tendría también sus ejemplos en el XX con personajes (en cierto modo de reminiscencias decimonónicas) como Toribio Zúñiga [1] o Juan Muñoz

 José Rodríguez Yagüe en su época de alcalde de Béjar
Foto extraída del blog Los Abdones 



El calificativo de prohombre nos parece adecuado para la figura de la que vamos a tratar: el industrial, terrateniente, alcalde y senador del reino don José Rodríguez Yagüe. Nacido en 1844, era hijo de Nicolás Rodríguez Vidal, diputado, procurador y fiscal, que había sido alcalde de Béjar a mediados del siglo XIX [2], y de María Yagüe López, hija del famoso político Julián Yagüe Martín-Caballero, diputado a Cortes en 1836, procurador y tesorero del Estado en tiempos de Fernando VII. Con estos precedentes es posible comprender que nuestro protagonista llevara insertada en su ADN tanto la vocación industrial lanera como la predisposición política, al igual que su hermano varón Jerónimo, que hizo uso de sus grandes influencias en los gobiernos de la nación para lograr la llegada a Béjar del ferrocarril. A ellos hay que añadir otras dos hermanas Rodríguez Yagüe: Fidela, propietaria de los edificios hidráulicos de San Albín y de quien desciende la familia Oliva; y Luisa, casada con el abogado y juez de Béjar Ruperto Sánchez Gil, propietaria de La Illana y abuela, entre otros, de Manuel Sánchez Arcas, renombrado arquitecto a quien dedicamos recientemente varios artículos.

Ana López- Manzanares Yagüe, mujer de José Rodríguez Yagüe
Foto sacada del blog Los Abdones


La trayectoria industrial de José Rodríguez Yagüe debió de comenzar a cargo del obrador que sus padres tenían en el ex convento de la Piedad, en la plaza del mismo nombre,  y que había sido adquirido por su abuelo, el mencionado Julián Yagüe, en uno de los periodos de desamortización de los bienes del clero [3]. Fue en la última época del siglo XIX cuando comienza a construir la gran fábrica que se conocería como la Fabril Militar (estratégicamente situada junto a las vías del ferrocarril recién estrenado) y que era todo un alarde arquitectónico para la época con sus tejados a dos aguas, precedentes casi de los “dientes de sierra” tan característicos de las futuras instalaciones industriales, chapiteles, juego de falsos vanos ojivales, aleros troquelados y fachadas policromadas, respondiendo todo ello al auge del estilo historicista, preámbulo de lo que luego sería el modernismo arquitectónico. El aire romántico de las fuentes y los jardines, así como la vivienda del propio Rodríguez Yagüe —“Villa Ana” en honor a su esposa— conservada hasta hace pocos años, le conferían al predio un carácter de pequeña y elegante ciudad industrial. 

 
 Fábrica Textil de La Fabril Militar (Béjar)


Para esa época nuestro prohombre ya había dado de sí buena parte de su sapiencia emprendedora, y su carrera política era más que destacable: había sido alcalde de Béjar desde 1881 hasta 1885, diputado, y desde 1889 era también senador por la provincia de Salamanca. El apelativo cariñoso con el que todos los bejaranos le conocían, “Don Pepito”, parece definir la dualidad del personaje: por una parte el respetuoso, pero también distante, “don” hacia quien desde el púlpito patronal se hace acreedor de él [4]; y por otra parte el familiar diminutivo de su nombre, que denota una cierta complicidad hacia alguien con fama de benefactor, promotor de obras públicas y de empleo. Si repasamos su actividad municipal como alcalde desde que fuera nombrado el 2 de agosto de 1881 parece perfilarse frente a nosotros la personalidad de un político populista, empeñado en sacar adelante obras de interés general, preocupado por la suerte de los trabajadores y desvelado en el progreso de la industria básica de la ciudad [5]. Pero en cambio la versión difiere si nos atenemos a los hechos sucedidos en 1880 y en 1898 al sufrir “don Pepito” sendos atentados, el primero en el pueblo salmantino de Matilla de los Caños y el segundo en plena plaza Mayor bejarana [6]; y que podíamos enmarcar en las conflictivas relaciones laborales, la denuncia de las injusticias y la lucha secular por la apropiación de la tierra, características de ese final de siglo, y cuyo relato de los hechos y de las causas analizaremos en el próximo artículo.

Continuará






[1] Farmacéutico, científico y escritor, muy cercano a la Corte real de Alfonso XIII. Fue el fundador de este periódico en 1917.

[2] También era fabricante de paños y propietario de varios edificios y solares en la calle que después llevaría su nombre.

[3] Debo estos datos a Jerónimo Gómez-Rodulfo Barbero.

[4] La historia contemporánea de Béjar está plagada de dichos, apelativos, refranes, y leyendas urbanas alusivas al carácter acaparador y omnipotente de ciertos empresarios textiles.

[5] Una amplia y documentada referencia al desarrollo de los ayuntamientos presididos por Rodríguez Yagüe puede leerse en BEJARANO RUFAU, Lorenzo: Periódico Béjar en Madrid; marzo, abril y mayo de 2000.


[6] Las referencias al segundo de los atentados se las debo al profesor y gran historiador de la industria textil bejarana, Javier Ramón Sánchez.

39 comentarios:

  1. Muy típico de aquellos tiempos decimonónicos el recurrir a los atentados como método de eliminación del adversario. La crispación, la miseria,las injusticias, las diferencias sociales creaban un ambiente propicio para la radicalización y la violencia.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Las razones que esgrimireron sus fallidos asesinos no se alejaban de las que tú apuntas, Cayetano. La respuesta la tendremos en la próxima parte. En todo caso Don Pepito tenía todas las características para convertirse en un blanco fácil.
      Saludos

      Eliminar
  2. Por lo que leo promete ser interesante la historia de este Don Pepito y me quedo intrigado con el hecho de que sufriera un atentado nada más y nada menos que en Matilla de los Caños del Río.
    Un abrazo,

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Todo se desvelará en la siguiente parte aunque te adelanto que don pepito tenía propiedades en ese pueblo salmantino.
      Abrazos

      Eliminar
  3. Respuestas
    1. Cuando lo leí mi expresión fue idéntica a la tuya.
      Saludos

      Eliminar
  4. Hola Carmen:
    Me ha enganchado desde el principio...Una historia muy interesante.

    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los atentados atraen la atención de los lectores por la intriga que conllevaban: móvil, personajes, armas, circunstancias, resultado, etc. Me temo que don José era demasiado importante y muchos ojos se fijaron en él como objetivo.
      Un beso

      Eliminar
  5. Era época también de lucha obrera y de seguro don Pepito tuvo algún encontronazo con sus trabajadores, muchos cambios sociales se estaban gestando en el mundo y poco a poco iban llegando también a todos los rincones de España.

    Un beso y feliz vuelta de vacaciones Carmen

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Don José encarnaba el modelo de burgués fabricante y propietario detentador de gran poder económico y político, y como tal era objetivo de la admiración por un lado y del odio por el contrario.
      Muchas gracias y lo mismo te deseo.
      Besos

      Eliminar
  6. Nos quedamos intrigados con la historia. Conocía lo de Matilla, pero no lo de Béjar.
    ¿Qué pasará en la continuación? Esperaremos impacientes.
    Jero

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jero, a mí me pasaba justo lo contrario. Me habían contado lo de Béjar y no lo de Matilla, y en todo caso los datos eran confusos. Menos mal que contamos con el buen hacer de Óscar para enterarnos por fin de todos los pormenores.
      Un besazo

      Eliminar
  7. Bueno, Carmen, tras una pormenorizada y muy interesante genealogía del personaje nos quedamos preocupados con las consecuencias de ambos atentados, que creo que no serían los últimos, debido a la conflictividad laboral que trataba de equiparar ganancias con sueldos. Seguiremos tras los pasos de este nuevo personaje bejarano.
    Continuo con las anteriores publicaciones.

    Un cariñoso abrazo, querida amiga Carmen.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Esta parte, en efecto, nos sirve para encuadrar al personaj desde el punto de vista familiar, económico y político, mientras que la siguiente nos describirá pormenorizadamente los dos atentados, los protagonsitas del mismo, los lugares y el resultado. Te encantará.
      Un abrazo

      Eliminar
  8. Me imagino que en la segunda parte se resolverá la trama que promete ser de lo más interesante.

    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Dan ganas de colgarlo de inmediato, pero me gusta mantener la intriga durante unos días más, jejeje
      Un beso

      Eliminar
  9. Esta biografía promete:-) Me gusta esto de las dos caras del personaje que se revela muy actual como político. Si que me he quedado intrigada. Era un poco bajito o la mesa muy alta. Me gusta las fotos antiguas, muestran detalles que escapan alas palabras.
    Bss

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La foto de donPepito le retrata cuando tiene 25 años y ya es alcalde de Béjar. ¿Bajito? No tengo ni idea, aunque es probable. De todas formas los muebles de entonces tenían tanto empaque como los retratados a su lado, ¿no te parece?
      Un beso

      Eliminar
  10. Carmen, parece una novela del siglo diecinueve, de Galdós para ser más concretos...buena pluma, buenas fotos...
    Besos desde Caracas

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me has dado donde más me duele, María, porque Galdós es uno de mis escritores favoritos. Es una lástima que no le dieran el Nobel por esa extraña pugna entre los partidarios españoles entre él y Ángel Guimerá que se saldó en que ninguno recibió el premio. En fin, hemos cambiado poco.
      Un beso

      Eliminar
  11. La formación de este nuevo patriciado urbano es una de las muestras más evidentes de los grandes cambios sociales del XIX.

    Seguiré con interés este estudio.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  12. Otra interesante historia que conoceremos. Y yo viviendo ahora en la Fabril;))
    Buen finde.
    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchos de los lugares que pisas a diario lo pisó en su momento don Pepito.
      Besos

      Eliminar
  13. Una historia muy interesante que promete, así que espero la segunda parte.
    Un abrazo Carmen.

    ResponderEliminar
  14. Caramba, dos atentados significa que el personaje era de los que se mojaba de verdad, en lugar de pretender caer bien a todo el mundo. Curioso ese apelativo de "Don Pepito". Dice mucho sobre él, en efecto. Resulta muy descriptivo de esa combinación tan difícil de respeto y cercanía que debía de inspirar.

    Feliz domingo, madame

    Bisous

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Se mojaba, trabajaba en pro de los intereses de Béjar y de los suyos propios, es decir de sus negocios fabriles. Como buen fabricante supo acaparar cargos políticos y ello no le granjeó simpatías entre las clases obreras, me temo.
      Un beso.

      Eliminar
  15. Por lo que se deduce era una persona cercana y ,a la vez temida. Por eso a algunos les incomodaba y que mejor que quitarlo de en medio.

    Unas fotos estupendas por los años que tienen son de una excelente calidad.

    Deseando saber la segunda parte.

    Un beso Carmen, feliz inicio de curso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En aquella éopoca en que la burguesía acaparaba la economía y la política, muy pocos eran los cambios que se podían realizar desde las bases. El atentado era una de ellas.
      Un beso

      Eliminar
  16. (...)me encanta el cambio del encabezamiento del blog!

    ResponderEliminar
  17. Eran tiempos revueltos. Ni aún los mejor intencionados, pese a sus obras estaban a salvo del fanatismo anarquista.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. También hay que tener en cuenta que al cargo de alcalde se llegaba por el método del pucherazo y no del voto democrático, pero las pistolas y las bombas no son un recurso para cambiar el mundo.
      Abrazos

      Eliminar
  18. Como no todo es lo que parece, a pesar de sus obras sociales en Béjar, este alcalde creo tiene detrás una historia tan interesante como inquieta. Y la manera que narrarlo de Óscar, ha conseguido despertar esa curiosidad. Enhorabuena.
    Esperaremos a esa segunda parte de intrigas y revolucionaria característica del XIX español.

    Saludos, Carmen.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tus felicitaciones habrán llegado al autor que te habrá leído, Marisa. Me alegro de volverte a ver por el mundo bloggero.
      Un abrazo

      Eliminar
  19. El”Prohombre” era una figura decimonónica que me gustaba porque solía llegarse a esa consideración tras aportar algo beneficioso a la comunidad, aunque lógicamente también el personaje saliese beneficiado. Vamos a ver con qué nos sorprende Óscar.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buena apreciación, Ana Mª. Don Pepito, por tanto, era un prohombre del siglo XIX.
      Un beso

      Eliminar

"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.