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11 de marzo de 2023

Fábrica y jardín: el vínculo de Juan Téllez de Meneses en Béjar

Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto  

Avanzado el siglo XVIII el furor por la fundación de nuevos mayorazgos ya había pasado, y las rentas que permitían vivir y acrecentar fortunas a los hombres más acaudalados empezaban a basarse en la intensidad de las actividades empresariales y de los nuevos negocios. En la tercera década de aquella centuria Béjar comenzaba a sentir los resultados de la promoción industrial ducal, que había tenido en la llegada de los artesanos flamencos a la villa en 1692 su hito más simbólico. Quizá la figura más ejemplar de este renovado modelo de fabricante se personifique en Juan Téllez de Meneses.

Conjunto de propiedades de Juan Téllez bajo la iglesia de Santa María y con el obrador de Arias a la derecha de la imagen

 

Como en otras ocasiones, empecemos por el final.

La muerte de don Juan, afectado por la enfermedad de la gota, tuvo lugar el 9 de septiembre de 1739. Los autos judiciales que se dieron tras el hecho nos sirven para tener una visión bastante precisa del patrimonio que había acaparado a lo largo de su vida, ejemplo magnífico y paradigmático del estilo de vida de un fabricante textil dieciochesco en Béjar. La ocupación de Téllez durante su existencia se dividió entre el alto servicio al duque Juan Manuel II y la propia actividad textil

12 de noviembre de 2022

Breve historia del primer conde de Malladas, el bejarano José Díaz-Agero (2ª Parte y final)

        Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

        Publicado: Béjar en Madrid.

        La calle de las Armas, como ya hemos recalcado en otras ocasiones, era desde la Edad Media la calle hidalga por excelencia; en su manzana meridional parece que se forjaron algunas de las características más particulares de la arquitectura civil bejarana con su apertura diáfana hacia el paisaje y la presencia contigua junto a cada edificio de generosos huertos y jardines. Hacia mediados del siglo XIX la calle conservaba todavía parte de ese pedigrí noble. 

 Calle de las Armas de Béjar engalanada para el Corpus. Foto i Béjar

        En su zona central vivía la familia de nuestro protagonista, el Conde de Malladas, y, pared con pared, tenía una de sus casas el conde de las Navas[1]. Desde esta calle histórica, hoy apartada del mundo, a la representación política nacional y a la adquisición de la nobleza median en José Díaz-Agero unos años de ejercicio apasionante del oportunismo comprador y de la estrategia política. Es la época del afianzamiento de una nueva clase social, la burguesía terrateniente y agraria, en la que el oficio que constaba tenían muchos de los mayores hacendados era simplemente el de “propietarios”, un grupo social pasivo y absentista que se afanaba en la búsqueda de los mayores beneficios. La política vendría luego por inercia.

5 de noviembre de 2022

Breve historia del primer conde de Malladas, el bejarano José Díaz-Agero (1ª Parte)

      Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

     Pensemos en un Madrid casi galdosiano, fervoroso de convulsiones políticas y anhelos sociales, antesala de revoluciones pendientes y muestrario de provincianos y cortesanos. Imaginemos una capital castiza poblada de pensiones, palacios sin dueño, pedigüeños a la hora de misa, y organilleros poniendo sintonía a la turbamulta de linajes perdidos.

Grabado de la época del Ateneo de Madrid

        Paseemos por las calles de mediados del siglo XIX capitalino, todavía laberinto de los Austrias, para tropezarnos con la representación política  y comercial que Béjar enviaba a la Corte en esos años, emisarios industriales desarrollando su influencia en un Madrid deseado, siempre difícil de seducir. Se trataba de un grupo blindado, con fuertes nexos familiares e intereses comunes, que desarrollaba su carrera política al amparo de la poderosa personalidad de José Sánchez Ocaña, Ministro de Hacienda[1]. Los miembros de este grupo frecuentaban la corte o vivían en ella en representación de las razones sociales más lucrativas del textil bejarano. Entre ellos hay rostros, o al menos nombres, conocidos: Juan y Jerónimo Gómez Rodulfo, Cipriano Arias, Agero, Rodríguez y Hermanos, Francisco Campo, Asensio, un ya anciano Julián Yagüe[2], o José Díaz-Agero.

8 de abril de 2022

Referencias históricas de un edificio singular: el Museo Judío "David Melul" de Béjar

Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto.

Publicado: Semanario Béjar en Madrid.

          La historia más reciente del edificio que alberga el Museo Judío “David Melul” es bien conocida por todos. Tras la rehabilitación comenzada en 2003 dirigida por el arquitecto bejarano José Luis Rodríguez Antúnez el abandonado inmueble renació y desde la inauguración del museo se ha convertido en lugar de cita obligada para los amantes de la historia del judaísmo de la región y en general para todos los interesados por la historia de Béjar. No está de más recordar la interesante colección que alberga, con piezas arqueológicas de gran valor como la reproducción de la lápida hebrea de doña Fadueña, escudos de los duques de Béjar y elementos de la cultura y el rito judío.[1] Pero nos gustaría hablar ahora no del contenido sino del continente. ¿De quién fue y qué fue este edificio? 

 

 Edificio del Museo Judío "David Melul".


          Ciertamente hasta el siglo XVIII las referencias que conocemos no son muchas y todo lo que podamos decir sobre en qué fecha se construyó será deducción resultante del análisis estilístico del inmueble. La robustez de su construcción así como los detalles decorativos en dinteles con relieves conopiales o la base de las columnas adosadas de su puerta principal nos remiten, indudablemente, al gótico y por lo tanto a finales del siglo XV, época de la que datan los pocos edificios civiles que en Béjar se han conservado de ese estilo. Por lo tanto de tal fecha, escasamente concreta eso sí, suponemos su construcción.

19 de noviembre de 2021

Una estatua en Béjar para don Francés y nueva odisea libresca transatlántica

  Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

    Representado no como un bufón, sino como un bejarano corriente. De pie, tal vez arrimado a una de las columnas de la que fue su casa en la plaza Mayor, o frente al Casino Obrero o en cualquier otro lugar, en fin. La razón: que es el más universal de los considerados bejaranos ilustres y hasta de los de su linaje familiar, incluido el duque de Béjar al que Cervantes dedicó la primera parte del Quijote.


 Antiguo emplazamiento de la casa de don Francés en la plaza Mayor de Béjar, con su escudo de armas familiar en las columnas. Docplayer.es

 

La idea surge al terminar de leer El mayorazgo de don Francés de Zúñiga. Historia de una estirpe bejarana, de Óscar Rivadeneyra Prieto (dibujante, pintor, diseñador, escritor, investigador y novelista histórico y de ficción), presentado el 29 de octubre de 2021 en el Casino Obrero de Béjar en el contexto del programa Béjar, Otoño entre libros. Organizó el Centro de Estudios Bejaranos y la introducción estuvo a cargo de Luis Francisco Martín, gestor de la editorial bejarana TGC Cultural, que ha tenido a su cargo tres obras anteriores de Rivadeneyra: Historia en la pared, 2018, registro de las calles de Béjar; Sucedió en Béjar (1493-1910), 2019, crónica negra de la ciudad; y la novela ambientada en Béjar Las calles tienen tu nombre, 2010, hoy agotada.

 

5 de noviembre de 2021

El edificio del colegio salesiano de Béjar: del "muño maior" a doña Felisa Esteban (3ª Parte y final)

 

 Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

La historia posterior de este inmueble es un poco más conocida: fue adquirido por la comunidad religiosa de los Salesianos en 1895 contando con la ayuda benefactora de dos relevantes bejaranas de la época, Manuela Rodríguez-Arias y Felisa Esteban[1], considerándose a esta última como la fundadora del colegio. En este sentido el periódico santanderino de la Atalaya, haciendo referencia a los distintos establecimientos pedagógicos indicaba lo siguiente: 

Inscripción dedicada a Felisa Esteban a la puerta del colegio Salesiano

29 de octubre de 2021

El edificio del colegio salesiano de Béjar: del "muño maior" a doña Felisa Esteban (2ª Parte)

 Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

¿Cuál había sido la historia anterior de este edificio, la casa del muño mayor, situada en lo que luego fue colegio salesiano de Béjar? El documento más remoto al que hemos tenido acceso data de 1718 y determina la fecha en que la casa ducal adquiere el inmueble. El 4 de septiembre de aquel año

«Antonio Carlos Manrique, hortelano del Bosque de Béjar, ante el escribano Tomás de Silva, vende al duque [Juan Manuel II][1] una casa con parral y majuelo grande en la parroquia de Santa María por 3700 reales». 

Casa del duque a mediados del siglo XVIII. Pincha para ver con detalle. Elaboración de Óscar Rivadeneyra

 

22 de octubre de 2021

El edificio del colegio salesiano de Béjar: del "muño maior" a doña Felisa Esteban (1ª Parte)

 Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

Pocos de nuestros lectores desconocerán la existencia del pintor italiano Ventura Lirios y, sobre todo, de su obra «Vista de Béjar», pintada entre 1726 y 1727, en la que representa una amplia panorámica de la villa ducal. Muchos de ellos tendrán, además, en sus hogares una reproducción de este cuadro. Desde que don Emilio Muñoz la descubriera para el gran público hasta la actualidad no han sido escasos los investigadores que han hecho de esta pintura un recurso de primer orden para sus trabajos, no tanto por los méritos artísticos, que no son mayúsculos, sino por tratarse de un testimonio fundamental para conocer el pasado de la ciudad y tener un idea más diáfana del aspecto que tenía a principios del siglo XVIII. 

 "Vista de Béjar" de Ventura Lirios. Imagen extraída de aquí

Aparte de ello el cuadro está lleno de guiños al espectador y al patrocinador de la obra, el duque Juan Manuel II. Con un peculiar sentido del humor, que ya se trasluce en las cartas que se conservan de su puño y letra[1], el artista italiano redacta en la parte inferior derecha del lienzo una jugosa leyenda donde describe cada uno de los puntos numerados a lo largo y ancho del cuadro. El primero de ellos, el número 0, resaltado con una estrella, se describe como «punto visual primero y habitación del Muño Maior»[2]. Como se puede ver en la imagen que adjuntamos se trata de un pequeño edificio, aparentemente humilde, que asoma a la derecha del campanario de Santa María[3]. Este punto coincide exactamente con el centro geométrico del cuadro lo que implica, quizá, que el pintor inició la obra desde él o que quiso dar relevancia a tal sitio. ¿De qué se trata? ¿Quién era el Muño Maior?

15 de octubre de 2021

Hechuras de un vestido de la Virgen del Castañar confeccionado en el siglo XVII

Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

Publicado: Béjar en Madrid, 2020.

 

      Es sabido que la devoción por la imagen de la Virgen del Castañar, patrona de la ciudad, está muy extendida entre los subscriptores y compradores de Béjar en Madrid. Como no hemos dedicado apenas renglones a tan espirituales asuntos en esta página del periódico lo compensamos con el presente artículo dedicado a algunos aspectos materiales del templo y de la imagen en la segunda mitad del siglo XVII.

         En esa época el barroco vivía su apogeo y tenía su escenario de manifestación más palpable en los ritos sacramentales del catolicismo y en el más perdurable de las imágenes y templos religiosos construyéndose o reformándose en la época. El ingente archivo ducal recoge un buen número de documentos que versan sobre disquisiciones alrededor del templo, sus construcciones adyacentes, la imagen de la Virgen o las celebraciones que se daban

Este año se celebran los 75 años de la Coronación de la Virgen del Castañar y por este motivo la Cofradía y los Padres Teatinos han organizado una exposición conmemorativa. En ella se muestras fotografías, documentos, cuadros, esculturas y también mantos y vestidos. 

      

12 de junio de 2021

El largo proceso de construcción del edificio consistorial de Béjar: el Ayuntamiento versus Villafañe (4ª Parte y final)

 Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

Publicado: Béjar en Madrid, 2021.

 

        El singular edificio de Luis de Villafañe, que diera lugar a conflictos entre este y el concejo bejarano, permaneció durante años contiguo al ayuntamiento por su fachada oriental como un apéndice testimonial o una reliquia urbana del pasado. Sin duda el elemento más significativo de esa vivienda y de otras que enmarcaban la plaza Mayor fue su porticado adintelado y sostenido con recias columnas, tal vez de madera, que como el resto de la construcción contrastaba por su sencillez con el noble conjunto del nuevo consistorio. En la década de los años veinte del siglo XVIII aún permanecía en pie ya como un anacronismo constructivo, incluso como un estorbo, tal y como se puede apreciar en un fragmento del famoso cuadro de Ventura Lirios «Vista de Béjar»[1] que adjuntamos. Esta imagen nos permite darnos una idea aproximada del aspecto de la vivienda (señalada con flecha verde) y también imaginar cómo debieron ser las que antes habían ocupado el espacio del propio ayuntamiento. Para cuando Lirios la representó (año 1726) la propiedad ya no correspondía a la familia Villafañe y además el inmueble comenzaba a amenazar ruina. 


Casa de licenciado Villafañe en el cuadro "Vista de Béjar" de Ventura Lirios

29 de mayo de 2021

El largo proceso de construcción del edificio consistorial de Béjar: el Ayuntamiento versus Villafañe (3ª Parte)

Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

Publicado: Béjar en Madrid, 2021.     

 

        La relación entre el licenciado Luis de Villafañe y el Ayuntamiento no fue buena desde el mismo momento en que los regidores locales consideraron necesaria la demolición de una de sus casas a fin de hacer posible la amplitud ideada en el nuevo edificio municipal. El conflictivo proceso de expropiación, que se elevó a instancias judiciales y fue resuelto por la Chancillería de Valladolid, retrasó las obras más de lo que el Ayuntamiento esperaba y supuso un verdadero quebradero de cabeza para sus regidores y alcaldes. Cuando los pleitos entablados entre ambas partes parecían solucionados y las obras del nuevo consistorio iban a buen ritmo el licenciado volvió a la carga. Era el año 1580.
 

Edificio del ayuntamiento de Béjar construido en el siglo XVI

      Como ya hemos dicho en la parte más oriental del actual edificio (la izquierda según se mira hacia la fachada principal) Villafañe tenía dos casas parejas, una de ellas fue la adquirida por el Ayuntamiento para ser demolida, mientras que la otra, que hacía esquina con la salida hacia la calle de las Armas, siguió en pie y en posesión de dicho vecino [1]. Tal vez esta fue la equitativa resolución judicial que había logrado el tenaz licenciado frente a las mayores ambiciones del Ayuntamiento que en primera instancia debió desear aun más espacio para su nueva sede[2]. La rapidez con que el Ayuntamiento demolió y quiso empezar con la nueva obra denota la urgencia de aquel proyecto pero también la necesidad de no demorarse ante los continuos desafíos de aquel vecino. Tal rapidez resultó a la larga precipitada pues Villafañe interpondría nuevo pleito contra el consistorio, esta vez quejándose de los perjuicios que el derrumbe de su antigua casa y la nueva construcción estaban provocando en la que allí le quedaba. 

22 de mayo de 2021

El largo proceso de construcción del edificio consistorial de Béjar: el Ayuntamiento versus Villafañe (2ª Parte)

 

 Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

Publicado: Béjar en Madrid, 2021.


Hacia el año 1560 el concejo bejarano contaba en la plaza Mayor con dos casas contiguas entre sí. Al menos una de ellas no tenía más función administrativa que servir de vivienda para el pregonero de la villa, oficio en cualquier caso vinculado con la institución. Parece ser que el uso público que se le daba a la otra, que acababa de ser adquirida de la ilustre familia Dorantes, era el de carnicería, al que se le uniría más tarde el de alhóndiga o almacén de granos[1]. Ambos inmuebles ocupaban la parte occidental de la fachada del actual edificio consistorial. En la parte oriental de ese bloque, la que da a la entrada de la calle de las Armas, había dos inmuebles más, propiedad del licenciado Luis de Villafañe, de los que después hablaremos. Es posible que todo el conjunto se sostuviera sobre un soportal de columnas de madera como era tradicional desde la Edad Media en las plazas castellanas, precedente del hermoso porticado pétreo que luciría después. 

 


Desde mediados del siglo XVI el Ayuntamiento[2] soñaba con la construcción de un edificio que aunara todas sus dependencias y que, adscribiéndose a los cánones del momento, representara con toda la dignidad posible a su institución. Esta había conseguido elevar su prestigio en enconada rivalidad con el señorío ducal intentando que el inevitable sometimiento a él no fuese excesivo. Pero no había prestigio ni obra posible sin la posesión de un espacio físico suficiente. Por ello a principios del año 1577 el Ayuntamiento, en reunión ordinaria, determina «se compre la casa de Villafañe»[3]. El licenciado Luis de Villafañe, como hemos dicho, tenía un par de viviendas colindantes entre sí: la más oriental hacía esquina con la salida de la plaza hacia la calle de las Armas, y la otra, la que iba a comprar el Ayuntamiento, lindaba a su vez con el resto de propiedades consistoriales.

15 de mayo de 2021

El largo proceso de construcción del edificio consistorial de Béjar: el Ayuntamiento versus Villafañe (1ª Parte)

 Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto
Publicado: Béjar en Madrid, 2021

A lo largo de la Edad Media y del siglo XVI se desarrolla en Béjar, como en otras villas castellanas, el proceso de consolidación de su Concejo que tuvo que confrontarse con los organigramas de poder de los señoríos jurisdiccionales y de los cabildos eclesiásticos, estos últimos en el orden espiritual. El Concejo equivalía al actual Ayuntamiento, es decir a la administración pública representante del interés vecinal, frente a la defensa parcial que de los privilegios de un solo estamento realizaba la nobleza[1]. Antes de generalizarse el uso del término «Ayuntamiento» se lo conocía indistintamente como concejo o justicia y regimiento, y sus miembros eran llamados regidores[2]. Del mismo modo durante aquellos años, además de las pugnas locales, los concejos competían por obtener su espacio de  representatividad en las Cortes frente al poder del rey.

El edificio consistorial un día de Corpus, al sur de la Plaza Mayor

 

14 de noviembre de 2020

Pedro Dorantes Arias: un conquistador bejarano en el Río de la Plata (3ª Parte y final)

Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.750 (1/04/2016), p. 4.

     Tras la apertura de caminos inexplorados en el sur de Brasil y en las fronteras de Argentina y Paraguay, y tras haber recorrido incansables las márgenes de legendarios ríos como el Paraná y el Iguazú, los hombres de Pedro Dorantes Arias rindieron pleitesía al gobernador del Río de la Plata, Alvar Núñez Cabeza de Vaca[1], con quien habían llegado desde España con el fin de no dejar un palmo de tierra sin conquistar ni un nativo sin someter. La tradición dice que en aquellas tierras los conquistadores españoles se desmontaban de sus caballos y los lanzaban desbocados y a todo galope camino del horizonte, para después marcar la frontera de sus posesiones allá donde el equino, rendido, se detenía. 

 


7 de noviembre de 2020

Pedro Dorantes Arias: un conquistador bejarano en el Río de la Plata (2ª Parte)

Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.749 (18/III/2016), p. 6. 

 

       En el diccionario enciclopédico Espasa-Calpe, en su célebre edición de mediados del siglo XX que lustra tantas bibliotecas españolas, solamente encontramos referenciados a cuatro personajes bejaranos. Solo cuatro paisanos que hayan hecho méritos o logrado notoria fama como para merecer figurar en sus ilustres páginas. A saber: el marqués de Valero Baltasar de Zúñiga, Francés de Zúñiga, Mateo Hernández y Pedro Dorantes Arias, protagonista de esta serie de artículos. El personaje es descrito como gran conquistador español del siglo XVI y citados sus descubrimientos en el Nuevo Mundo, los cargos que tuvo, así como una referencia a la recopilación de los escritos en los que dejó constancia de su aventura vital en ese continente[1]. Así mismo, su presencia en toda crónica histórica de aquellos acontecimientos nos da cuenta de la notoriedad del personaje y de su importancia mayúscula dentro del Descubrimiento. 

 

 De los montes bejaranos a tierras americanas

Foto de Manuel Álvarez-Monteserín

 

31 de octubre de 2020

Pedro Dorantes Arias: un conquistador bejarano en el Río de la Plata (1ª Parte)

Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

Publicado: Semanario Béjar en Madrid, nº 4748 (4/03/2016), p. 4. 

 

     La fortuna histórica de que alguien termine dando nombre a una calle, por modesta que esta sea, otorga al beneficiado algo semejante a la inmortalidad. A la inmortalidad o a la perdurabilidad de un nombre, que no de la persona ni de su historia pues ésta suele terminar devorada por la sentencia del olvido y del tiempo. Por tales decisiones en el callejero de nuestra ciudad la figura de Andrés Dorantes nos resulta hoy, al menos, familiar, mientras que la de su pariente Pedro Dorantes Arias ha quedado en el completo anonimato, por más que la historia y los hechos de este segundo sean, si cabe, más legendarios y trascendentales en la compleja y duradera etapa de la conquista de América

 

Andrés Dorantes de Carranza, el otro conquistador de la familia.

Dibujo encontrado aquí


         ¿Quién era este hombre que las crónicas de Indias recuerdan como conquistador en Méjico y Guatemala, descubridor de las tierras del río de la Plata y al que sitúan ocupando importantes cargos públicos en Paraguay? Sin duda uno de los conquistadores más renombrados en su época, prototipo de castellano entregado a la pasión de la aventura del nuevo continente, hombre de espada y sacristía, impenitente en el campo de batalla y sumiso ante Dios. Después de haber servido en España al Emperador Carlos V con su participación en la Guerra de las Comunidades, es nombrado factor u oficial real para viajar a América donde comenzaría su aventura de poder y conquista. Era el año 1529.

16 de noviembre de 2019

El tesoro bejarano del moro Muza


Autor: Oscar Rivadeneyra Prieto
Publicado: Semanario Béjar en Madrid nº 4.826 (7/06/2019), p. 6.


         Sostienen con reiterada insistencia los historiadores que las leyendas, fruto de la imaginación, son una perversión popular y adornada de la historia, que sin sostén documental nada puede ser tenido por cierto y que sin la fe de un escribano o la sentencia de un juez todo carece de credibilidad. Todos los pueblos y ciudades tienen salpicada su pequeña historia con relatos fantásticos que pretenden ser tenidos por verdaderos. El medievalismo que dominó algunas facetas del siglo XIX, momento álgido de la creación de tantas ficciones, configuró un universo increíble de batallas remotas y sangrientas, amores apasionados, muertes inesperadas y tesoros escondidos para, de manera atractiva y simple, explicar nuestro pasado.

 La cara norte del casco antiguo de Béjar se alza sobre la muralla y una colina que se utilizó con carácter defensivo



        Una de las creencias más extendidas en Béjar es la que supone que el subsuelo del antiguo palacio ducal, y aun el de la plaza Mayor y su entorno, está repleto de túneles y pasadizos de extensión casi ilimitada que pondrían en comunicación la residencia de los duques con lugares muy distantes. Que existen esos túneles es una realidad demostrada siendo sus dimensiones, en todo caso, mucho más reducidas que las que la fantasía les otorga. 


      La prueba de su certeza y de que la historia muchas veces adquiere tintes y destellos legendarios quedó reflejada en los autos judiciales que contra el bejarano Agustín de Bonilla se desarrollaron en el año 1662 «por haber extraído un cofre con piezas de oro que encontró en los muros de la ciudad, a las espaldas de las casas del duque de Béjar»[1], en los que, sin duda, adquiere protagonismo uno de los famosos túneles del palacio. 

13 de julio de 2019

Cuatro vergeles en el Béjar del siglo XVI (3ª Parte y final)


Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto


Es posible deducir la localización aproximada de los vergeles que estamos estudiando, pero no resulta fácil recrear el aspecto y contenido que tuvieron, la traza de sus parterres o la distribución vegetal. Podríamos intuir en ellos el ordenamiento y simetría propios del Renacimiento, así como una primera ausencia de grandes árboles (sí, en cambio presencia de frutales) primando los setos de boj y los consabidos parrales. Quizá ciertas plantas trepadoras hacían ya acto de presencia en el aprovechamiento del terreno escalonado y de los altos muros que limitaban aquellos jardines, precedente de los jardines  casi colgantes hacia los que evolucionaron en la Edad Contemporánea.

Probable espacio que ocupó el vergel de Cristóbal de Zúñiga en la actual calle de Rodríguez Vidal


Un buen ejemplo de ello podría ser el vergel de Cristóbal de Zúñiga, localizado junto a la iglesia de Santa María, justo en el lado opuesto de la plaza en el que estuvo el de la familia Oviedo, tal y como expresamos en el anterior artículo.

 En rojo localización posible sobre el mapa de la casa y vergel de Cristóbal de Zúñiga

6 de julio de 2019

Cuatro vergeles en el Béjar del siglo XVI (2ª Parte)


Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

       Hubo dos momentos en la historia de Béjar en que la villa, desde el punto de vista urbano, fue pensada globalmente, es decir como un proyecto estético común, unitario y ambicioso. El primero de ellos tiene lugar en el siglo XVI auspiciado, claro está, por el ducado de Béjar. Es el momento en que no solo se erigen los edificios simbólicos del poder de la nobleza o se consolidan los enclaves religiosos, sino que también se establece  hacia ellos una relación armónica desde el resto de la población y su casco urbano civil[1]

 Muros y jardines de la calleja del Duque, antiguos vergeles de los Oviedo.

         El segundo se sucede en diferentes fases del siglo XIX con el desmantelamiento de la estructura señorial y la rápida alternativa burguesa que reinterpreta el casco urbano adaptándolo a los nuevos estilos y mentalidades. En ambos momentos Béjar se define y se presenta como una especie de villa o ciudad-concepto. Al respecto del primero de esos periodos históricos Miguel Sobrino afirmó, en su trabajo «La conservación de la arquitectura popular», que «en su antigua configuración, Béjar era por sí misma una gran obra de arte, una pieza maestra del urbanismo y de la adecuación de la arquitectura al paisaje. Contemplada como conjunto Béjar parecía el sueño de un urbanista del Renacimiento»[2].

29 de junio de 2019

Cuatro vergeles en el Béjar del siglo XVI (1ª Parte)


Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

El vergel es el estadio intermedio entre el huerto medieval, que era un espacio doméstico y de abastecimiento frutícola para la vivienda contigua, y el jardín moderno, ya un terreno evolucionado de ordenación arbórea cuyos usos son más contemplativos y estéticos que agrícolas. La aparición paulatina de este último a partir sobre todo del siglo XVI se relaciona con el nuevo espíritu y vínculo del ser humano con la naturaleza emprendido por el  Renacimiento y que evolucionaría estilísticamente con el paso de los siglos y el cambio de los gustos. 

 Casa de Clavijo en la Calle de Las Armas