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13 de junio de 2018

No todos los días ocurre un milagro (cárcel de Béjar, 1481)

Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.791 (15/12/2017), p. 4.


       Hace un par de años Alberto Bravo Martín me envió la referencia de un curioso hallazgo encontrado por casualidad, quizá consultando bibliografía para alguna de sus publicaciones por internet (es el fundador y autor de un blog dedicado al reinado de Carlos II). El documento narraba la curiosa historia de un milagro ocurrido en la prisión de Béjar por medio de la intercesión de la Virgen de la Peña de Francia (término municipal de El Cabaco, Sierra de Francia, Salamanca) en 1481 y estaba recogido en un libro escrito por el padre Alberto Colunga O.P. y editado en Salamanca en 1968[1]

 Virgen de la Peña de Francia. Siglo XVII. Autor desconocido
Colección Museo de la Historia Mexicana
Imagen sacada de aquí

13 de junio de 2016

Cuatro ejecuciones y un perdón



Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Semanario Béjar en Madrid nº 4.749 (18/03/2016), p. 4.


            Al igual que en otros lugares de España, Béjar fue escenario de ejecuciones sumarias aunque parezca que un tupido velo haya desterrado de nuestro imaginario colectivo que tales sucesos pudieran haber tenido lugar en nuestro lugar de nacimiento. Dependiendo de si nos retrotraemos a la Edad Moderna o la Contemporánea, debemos caer en la cuenta de que la impartición de la justicia cambió de manos al albur de las transformaciones institucionales y políticas que fue alumbrando nuestro país, no sin derramamiento de sangre. En la primera, y hasta que se produce la abolición total de los señoríos en 1837, con algún intento fugaz en 1812, los duques administraban la justicia en sus dominios como señores de estas tierras y en su nombre el corregidor que atendía a causas civiles y criminales, dependiendo siempre de la Real Chancillería de Valladolid en la ejecución de la pena máxima. A partir de 1837 se van implantando paulatinamente los jueces de partido y jueces de paz, con un poder poco a poco más independiente del nivel municipal. 

Este Calvario, que luce hoy día en la Sala de Concejales del ayuntamiento de Béjar, presidió la capilla de la Cárcel Real desde la Edad Moderna por lo que estamos seguros de que, arrodillados ante él, pidieron perdón por sus pecados los ajusticiados antes de ir camino del cadalso. 


Vamos a retrotraemos al siglo XIX y a esos convulsos años de conflictos políticos y guerras civiles constantes en la lucha por el poder entre carlistas y liberales. Es una época de progreso económico, de fábricas en pleno esplendor, de aluvión de mano de obra, de inmigración y de pobreza. Béjar se estaba transformando a pasos agigantados sin que apenas diese tiempo de alojar a tal cantidad de inmigrantes procedentes de otras regiones de España, la mayoría de las veces sin oficio ni beneficio, prestos a ganarse la vida como fuese, aún a riesgo de caer en la ilegalidad. En los libros de actas del consistorio, y hasta que se implanta una Justicia completamente independiente del poder local, aparecen consignadas algunas ejecuciones de presos que pasaremos a relatar. 

21 de septiembre de 2012

Con los huesos en el calabozo



Autora: Carmen Cascón Matas
    

     El actual edificio que alberga el ayuntamiento, levantado en el siglo XVI, aglutinó en su primer momento constructivo y hasta mediados del siglo XIX diversas funciones, tales como la sala de reuniones del concejo, el pósito o almacén de granos para repartir entre los vecinos en tiempos de escasez, el archivo concejil o la Cárcel Real. Bien es verdad que la sede del poder civil ha danzado a lo largo de los siglos, posándose en construcciones no carentes de significado. Así ha residido en la crujía baja del mediodía del Palacio Ducal a partir de 1869 o en el antiguo Hospital de San Gil, para regresar a su lugar de origen allá por los años 80 del pasado siglo. Sin embargo, y a pesar de que la sala de reuniones y archivo municipal se han mudado de tiempo en tiempo, la Cárcel Real ha permanecido inamovible en los oscuros y húmedos subterráneos del edificio consistorial primigenio. Los calabozos se situaban en el piso inferior por debajo del nivel del suelo si miramos a la construcción desde su fachada principal, es decir, desde la Plaza Mayor, abriéndose al exterior por su parte posterior debido al desnivel del solar. 


Constantin Flavitsky. La princesa Tarakanova en su celda.