Mostrando entradas con la etiqueta Duques de Alba. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Duques de Alba. Mostrar todas las entradas

21 de julio de 2023

Leonor de Toledo: un destino trágico nimbado por la belleza

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

 

Bisnieta de Álvaro de Zúñiga, I duque de Béjar, y de Leonor Pimentel y Zúñiga; y nieta de Fadrique Álvarez de Toledo, II duque de Alba, y de Isabel de Zúñiga y Pimentel, Leonor Álvarez de Toledo nació en 1522 en Alba de Tormes, Salamanca, y murió de tuberculosis, agravada por la malaria, en Pisa, Italia, a los cuarenta y dos años de edad.

 

Leonor de Toledo, por Agnolo Bronzino. Es.wikipedia.org

 

Sus padres fueron Pedro Álvarez de Toledo y Zúñiga, que fue virrey de Nápoles, y María Osorio Pimentel, II marquesa de Villafranca del Bierzo, por lo que su niñez y la de sus siete hermanos se desarrolló en el ámbito de la alta aristocracia española.

3 de mayo de 2023

El rinoceronte que llegó al Escorial por un bisnieto del duque de Béjar

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

A Anita Zúñiga, médico veterinario

 

           Este relato es tan cierto como el del Perro Negro del Escorial, publicado en Pinceladas de Historia Bejarana el 06/02/2017. Es el caso que cuando los portugueses llegaron a Java encontraron en la isla al rhinoceros sondaicus, la especie más pequeña del género rhinoceros. Fascinados con el hallazgo, comenzaron a repartir ejemplares por el mundo y uno fue destinado al papa León X, pero el barco que lo llevaba naufragó frente a las costas de Italia y el pobre animal se ahogó junto con la tripulación.

 

La abada en De varia conmensuración para la escultura y arquitectura de Juan de Arfe, 1585. todocoleccion.net 

24 de diciembre de 2021

La relación entre Felipe II y tres miembros del linaje Zúñiga a través del arte

 Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

       Al entonces príncipe Felipe no le gustó el retrato que le hizo Tiziano en Augsburgo -el rostro pintado de prisa y mal acabado, dicen que dijo-, por lo que el pintor le envió otro en el que el rostro era el mismo, pero había ciertos cambios como la ausencia de la gran mesa cubierta de terciopelo rojo. No sucedió igual con la composición Venus y Adonis, que Felipe aceptó de inmediato y con agrado cuando ya era rey de Nápoles y Sicilia. La nueva obra de Tiziano, sin embargo, no era más que copia de otra suya anterior, pintada cuando Felipe aún no había nacido, en la que el artista reemplazó la cabeza de Adonis por la del monarca y la de Venus por la de su amante, la burgalesa Isabel Osorio.    

 

Venus y Adonis, por Tiziano. Museo del Prado

 

       Descendiente del rabino Shlomóh Haleví -Pablo de Santamaría y obispo de Burgos después de convertirse-, Isabel, algunos años mayor, fue dama de la madre de Felipe y luego de su hermana Juana. Los amantes se habrían conocido en la corte de Juana en Toro, donde se crio el primer hijo legítimo de Felipe, pero se dice también que la relación venía de cuando el príncipe tenía quince años y estaba aún en manos de su preceptor, Juan de Zúñiga, que la habría informado en sus cartas al emperador. Otra línea de investigación conduce a que el vínculo se habría consumado y hecho permanente en una finca cercana al palacio Magalia, Ávila, de Pedro de Ávila y Zúñiga, I marqués de Las Navas, contador mayor de Castilla, miembro del Consejo de Hacienda del emperador y nieto de Álvaro de Zúñiga, I duque de Béjar (el II duque de Béjar, nieto homónimo del I, era padrino de bautismo de Felipe).

3 de abril de 2020

Leonor de Pimentel y Zúñiga, primera duquesa consorte de Béjar

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

     Sorprende el interés que, en diversas épocas y ámbitos, han despertado la vida y el círculo familiar de esta mujer, como aquel que relata el autor anónimo de la Crónica del rey Enrique IV, 1454-1474, contemporáneo suyo, implicando al papa Pío II:  



      "Y entre otras cosas que hizo exorbitantes otorgó dispensación a don Álvaro de Estúñiga, conde de Plasencia, para que casase con doña Leonor Pimentel, fija de su hermana, su comadre, e su ahijada de pila; la cual dispensación al conde había sido denegada por Nicolao e después por Calisto... Las cuales cosas todas parecieron livianas al Santo Padre Pío, en respecto de recibir doce mil ducados que recibió por esta dispensación."

Pío II

     De ello se hace eco Luis Salazar y Castro, que en Advertencias históricas sobre las obras de algunos doctos escritores modernos, expresa que "cuando don Álvaro de Zúñiga, primer duque de Béjar, casó el año 1459 con doña Leonor Pimentel, hija de su hermana doña Elvira de Zúñiga, y de don Juan Pimentel, conde de Mayorga, se escandalizó Castilla porque semejante vínculo de parentesco nunca se había visto dispensado". 

10 de diciembre de 2017

A poca distancia de Béjar... Miranda del Castañar



     Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez 

        Son 36.6 kilómetros al NO por la carretera SA-220 para ser exactos, trayecto que se recorre en 44 minutos en automóvil según las páginas dedicadas a informar distancias en la red (por la SA-225 son 47.7 km y 57 m)


Google.com

       La localidad pasó en 1457 a poder de los Zúñiga cuando Enrique IV creó el condado de Miranda del Castañar para Diego López de de Zúñiga (nombre de pila igual que su abuelo), hermano menor de Álvaro de Zúñiga, futuro I duque de Béjar. Tiene un castillo que conserva la inscripción Esta obra mandó facer el conde don Pedro Estunyga en anyo de MCCCLI, por lo que podría deducirse que el constructor fue el padre de Diego y de Álvaro, o que la inscripción es apócrifa. Debajo hay un ángel que sostiene el escudo de los Estúñiga/Zúñiga, el mismo de los duques de Béjar.

Inscripción y ángel con el escudo en el castillo de Miranda del Castañar. Galeon.com

14 de noviembre de 2016

De cómo un descendiente del primer duque de Béjar acabó siendo rey de Francia (2ª Parte y final)



Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid nº 4.756 (1/07/2016), p. 6.

            Isabel de Zúñiga y Pimentel murió en 1520, a los cincuenta años de edad, mientras el linaje de los Alba iba engrandeciéndose cada día. Su esposo Fadrique Álvarez de Toledo, segundo Duque de Alba, además de otros títulos y señoríos, era capitán general de Andalucía y miembro del Consejo de Estado. Tras la muerte de la reina Isabel había continuado siendo la mano derecha del rey Fernando y, una vez muerto este, de su nieto y sucesor Carlos I, a quien acompañó en sus numerosos viajes por Europa junto a su segundo hijo Pedro y su nieto Fernando, hijo de su primogénito muerto y futuro heredero del ducado. En el año del fallecimiento de la reina Isabel la corona había honrado a don Fadrique con la dignidad de Grandeza de España y después, a la llegada al trono de Carlos I, con la concesión de la Orden del Toisón de Oro. Tras la muerte de su primera esposa, nuestra Isabel de Zúñiga, Fadrique casó de nuevo con Leonor Pimentel y Zúñiga.


 Pedro Álvarez de Toledo, virrey de Nápoles y marqués de Villafranca

            Sin embargo, el ambicioso Fadrique Álvarez de Toledo no centró su política de linaje únicamente en su nieto y heredero, sino también en sus hijos Pedro, Juan, Diego y Aldonza Álvarez de Toledo y Zúñiga. Nos fijaremos en el primero para continuar con los sucesores de nuestra retratada, Isabel de Zúñiga. Pedro[2] llegó a ser nombrado virrey de Nápoles 1532 justo un año después de la muerte de su padre en Alba de Tormes. Es entonces cuando se embarca con su mujer, María Osorio y Pimentel, segunda marquesa de Villafranca, y los siete hijos habidos en el primer matrimonio rumbo a su nuevo destino italiano. La labor que desarrolló en Nápoles durante los 20 años de su virreinato destacó por su intensa labor diplomática y su sentido de la justicia, frenando conflictos armados y ejerciendo de digno príncipe del imperio, además de demostrar un fino gusto artístico. En este sentido los historiadores alaban su labor como mecenas de artistas y literatos desatacados del Renacimiento y embellecedor de Nápoles hasta su muerte en 1553.

7 de noviembre de 2016

De cómo un descendiente del primer duque de Béjar acabó siendo rey de Francia (1ª Parte)

Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid nº 4.755 (17/06/2016), p. 6.

 
          La dama del retrato parece muy joven. La imagino de dieciocho años, poco más, por su aire inocente y su tez de una blancura inmaculada, ajena aún al paso del tiempo y de las grietas de la edad. Rehúye nuestra mirada quién sabe por qué embeleso, sin que un leve rubor rose su palidez casi de muerte. El cabello aparece recogido en un complicado trenzado enmarcando el óvalo de su rostro. Ojos huidizos, labios finos en forma de corazón que no pueden resistirse a esbozar una leve sonrisa, nariz larga y aristocrática, son los rasgos más sobresalientes de ese rostro cuasi perfecto. Me detengo escasamente en el vestido pues es probable que las manos del pintor solo se centrasen en sus rasgos, dejando para el aprendiz los detalles de su traje a la moda española, similar al que puede contemplarse en los retratos de la emperatriz Isabel de Portugal. De hecho, si desconociésemos la identidad de la retratada, dudaríamos de si no estamos ante la propia emperatriz, pues en ambas se dan rasgos similares. La colocación de sus manos (cuajadas de anillos menos el anular, el del amor y el casamiento, de lo que se infiere que es una mujer soltera) dicen mucho de la retratada: en la izquierda porta un ramillete de tres flores rojas, pequeñas y delicadas; en la derecha un abanico compuesto por varias plumas rojas de ave exótica enlazadas entre sí. 


 Isabel de Zúñiga y Pimentel, segunda duquesa de Alba 
Foto Oronoz


            La identidad de Isabel de Zúñiga y Pimentel se oculta tras el retrato de esta dama nacida alrededor de 1470. Era hija del primer duque de Béjar, Álvaro de Zúñiga y Guzmán, y de su segunda esposa Leonor de Pimentel y Zúñiga[1]. Como era habitual en las políticas matrimoniales entre linajes aristocráticos, se buscó desde su nacimiento un enlace ventajoso, no para ella, sino para su familia. A finales del siglo XV, cuando los Reyes Católicos iniciaban la andadura de su reinado, la monarquía necesitaba de nuevas familias nobiliarias que aupasen una corona maltrecha tras la guerra civil entre los partidarios de Juana la Beltraneja (a quien las malas lenguas le atribuían como padre a Beltrán de la Cueva, amante de la reina, y no a Enrique IV) e Isabel de Castilla. Don Álvaro, conde de Plasencia, se había equivocado de bando: durante el conflicto había sido uno de los partidarios declarados de la supuesta hija de Enrique IV y Juana de Avis. Cuando Isabel de Castilla asciende al poder en 1474, don Álvaro de Zúñiga comprende que ha perdido y que debe claudicar ante los dictados de la nueva reina. Isabel le otorga el perdón a cambio de dos castigos en las Cortes de Madrigal de 1476: debe entregar a la corona el ducado de Arévalo, y terminar de una vez con las luchas intestinas a través de una boda con un linaje del bando contrario, entre otras contrapartidas como la entrada de dignidades para sus hijos varones. Tras la aceptación de don Álvaro, qué otro remedio le quedaba, la Casa de Zúñiga es rehabilitada en el nuevo orden político, basado en la paz entre las antiguas familias aristocráticas enfrentadas entre sí. La corona le premia concediéndole primero el título de duque de Plasencia en 1480 y después el ducado de Béjar en 1485, ascendiendo de categoría a sus señoríos. Pero todavía queda un paso para obtener el perdón real de manera definitiva: la política matrimonial con una casa nobiliaria del antiguo bando enemigo.