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11 de septiembre de 2016

Tomás Pérez Monroy y el retablo mayor de la iglesia de San Juan de Béjar (5ª Parte)



Autor: Roberto Domínguez Blanca
Publicado: Especial Béjar en Madrid, 2009

Tomás Pérez Monroy, entre el rococó y el neoclasicismo



         Nuestro retablista regentaba un prestigioso taller en la Salamanca de la segunda mitad del siglo XVIII junto a su padre Agustín. Su evolución artística la podemos seguir casi sin salir de nuestra comarca, pues antes de hacer el retablo de Béjar materializó el mayor y un colateral para la iglesia de Gallegos de Solmirón (Salamanca), rococós, y después concluyó el mayor de Sorihuela (Salamanca), neoclásico


Fotografía antigua del desaparecido retablo de la iglesia de San Juan Bautista de Béjar



            El retablo mayor de Gallegos de Solmirón se contrató en 1786, once años antes que el bejarano, y afortunadamente nos han llegado tanto el retablo como su contrato [1]. Por él sabemos que de su mano también salió el retablo colateral del Santo Cristo, que debía acometerse en consonancia estilística con el mayor. Ambos sumaron 12.000 reales de gasto, en los que hay que incluir otras pequeñas piezas (dos credencias) y algunos arreglos.


            En los dos ejemplos estamos ante retablos paradigmáticos del rococó salmantino. El mayor es tetrástilo, es decir, se levanta sobre cuatro soportes de orden compuesto, generalmente columnas, aunque en este caso por la estrechez del espacio los extremos se reducen a pilastras. El tipo de fuste de columna es marca de la retablística salmantina rococó, con un anillo en el tercio inferior al que se adosan cintas avolutadas y motivos vegetales; sin embargo el fuste no está estriado, sino que es liso, más propio del posterior estilo neoclásico. Por supuesto, la rocalla y las sartas vegetales talladas en relieve cubren casi todos los paneles y el entorno de las hornacinas. Éstas son escasamente profundas y con peanas muy voladas para las imágenes de los santos. Por otro lado, sorprende la estrechez del retablo, que no ocupa los tres paños de la cabecera poligonal, sino simplemente el frontal, pero fue por expreso deseo de Francisco Alonso, mayordomo de la iglesia: (…) y esta obra [el retablo], se ha de hacer en línia [sic] paralela y no en tres ochavos [2].