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11 de marzo de 2023

Fábrica y jardín: el vínculo de Juan Téllez de Meneses en Béjar

Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto  

Avanzado el siglo XVIII el furor por la fundación de nuevos mayorazgos ya había pasado, y las rentas que permitían vivir y acrecentar fortunas a los hombres más acaudalados empezaban a basarse en la intensidad de las actividades empresariales y de los nuevos negocios. En la tercera década de aquella centuria Béjar comenzaba a sentir los resultados de la promoción industrial ducal, que había tenido en la llegada de los artesanos flamencos a la villa en 1692 su hito más simbólico. Quizá la figura más ejemplar de este renovado modelo de fabricante se personifique en Juan Téllez de Meneses.

Conjunto de propiedades de Juan Téllez bajo la iglesia de Santa María y con el obrador de Arias a la derecha de la imagen

 

Como en otras ocasiones, empecemos por el final.

La muerte de don Juan, afectado por la enfermedad de la gota, tuvo lugar el 9 de septiembre de 1739. Los autos judiciales que se dieron tras el hecho nos sirven para tener una visión bastante precisa del patrimonio que había acaparado a lo largo de su vida, ejemplo magnífico y paradigmático del estilo de vida de un fabricante textil dieciochesco en Béjar. La ocupación de Téllez durante su existencia se dividió entre el alto servicio al duque Juan Manuel II y la propia actividad textil

14 de mayo de 2022

Un día de caza y fiesta en El Bosque madrileño del duque de Béjar (3ª Parte y final)

 Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2020, pp. 30-36.

 

             El pintor Toribio Álvarez, en su cuadro Cacería en la Moraleja organizada por el Duque de Béjar en honor de los hijos de Felipe V en 1729, resuelve el lienzo con la representación de distintos momentos de la jornada a modo de cómic con la familia real y los duques como protagonistas. Alrededor de estas escenas se despliega una vorágine de caballos, ojeadores y cazadores entre la arboleda y las zonas de monte, y en la parte derecha dos testigos mudos: el palacio y el jardín a sus pies

 El Palacio de La Moraleja, propiedad del duque de Béjar. 

Fragmento del cuadro de Toribio Álvarez.

     Su lectura se realiza comenzando de izquierda a derecha y en el sentido contrario a las agujas del reloj, de arriba abajo. La primera recoge el momento en que don Juan Manuel y su esposa María Ana, junto a su hijo don Joaquín[1], un futuro duque de doce años, aguardan a la familia real acompañados de músicos tocando instrumentos. Un poco más abajo, Felipe V, a quien distinguiremos por su casaca roja, y la reina Isabel de Farnesio, de negro y blanco, son cumplimentados por los duques y el heredero, una vez que los primeros han descendido de su carruaje. Un grupo de infantería hace salvas al rey.

29 de abril de 2022

Un día de caza y fiesta en El Bosque madrileño del duque de Béjar (1ª Parte)

Autora: Carmen Cascón Matas

Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2020, pp. 30-36. ISSN 1889-6421.


            Érase una vez un pequeño duque, huérfano de padre, cuyos héroes no eran El Cid, ni el Gran Capitán, ni siquiera don Juan de Austria, sino su padre fallecido. De él apenas recordaba un atisbo de ternura guardado al otro lado de la memoria. A falta de progenitor se encargaron de su crianza sus parientes femeninas más próximas. De su abuela, Teresa Sarmiento de la Cerda, heredó su recio carácter y el gusto por las artes, y de su madre, Mª Alberta de Castro y Portugal, quizá la ternura y el saber estar. Si existía un espejo masculino de carne y hueso en el que reflejarse, una especie de padre redivivo, éste era su tío. Baltasar de Zúñiga y Guzmán, marqués de Valero (1658-1727), había tomado las riendas de la educación de su sobrino tras la muerte en 1686 de su hermano don Manuel, X Duque de Béjar (1657- 1686) en el sitio de Buda[1], como sus dos tíos, Ruy Gómez de Silva y Diego Sarmiento de la Cerda, lo habían hecho con ellos mucho tiempo atrás. El marqués aunaba la inteligencia con la diplomacia y el gusto por las armas, cualidades que inculcaría a su querido sobrino.

Cacería en la Moraleja organizada por el Duque de Béjar en honor de los hijos de Felipe V en 1729. Palacio de Riofrío de Segovia. Foto Alamy 

 

            Armas y religión, los dos pilares de su crianza, y un sueño por delante: engrandecer el nombre de la Casa aún más si cabe. Bajo el paraguas y los atentos consejos del marqués de Valero, don Juan Manuel II (1680-1747) recorría las calles de Béjar admirando las trazas de su palacio Ducal, maravillado por el trajín de los maestros extranjeros contratados para implantar el arte de la pañería fina, escuchando el toque brillante de las campanas, apreciando el verde fragante del monte del Castañar tras un día de lluvia, paseando por sus jardines de El Bosque, soñando con batallas en defensa de la cruz, apreciando el arte de la mano de su abuela, escuchando de boca de su madre las excelencias de su progenitor, recordando los hechos de armas de sus antepasados en el ducado[2]

13 de julio de 2019

Cuatro vergeles en el Béjar del siglo XVI (3ª Parte y final)


Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto


Es posible deducir la localización aproximada de los vergeles que estamos estudiando, pero no resulta fácil recrear el aspecto y contenido que tuvieron, la traza de sus parterres o la distribución vegetal. Podríamos intuir en ellos el ordenamiento y simetría propios del Renacimiento, así como una primera ausencia de grandes árboles (sí, en cambio presencia de frutales) primando los setos de boj y los consabidos parrales. Quizá ciertas plantas trepadoras hacían ya acto de presencia en el aprovechamiento del terreno escalonado y de los altos muros que limitaban aquellos jardines, precedente de los jardines  casi colgantes hacia los que evolucionaron en la Edad Contemporánea.

Probable espacio que ocupó el vergel de Cristóbal de Zúñiga en la actual calle de Rodríguez Vidal


Un buen ejemplo de ello podría ser el vergel de Cristóbal de Zúñiga, localizado junto a la iglesia de Santa María, justo en el lado opuesto de la plaza en el que estuvo el de la familia Oviedo, tal y como expresamos en el anterior artículo.

 En rojo localización posible sobre el mapa de la casa y vergel de Cristóbal de Zúñiga

6 de julio de 2019

Cuatro vergeles en el Béjar del siglo XVI (2ª Parte)


Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

       Hubo dos momentos en la historia de Béjar en que la villa, desde el punto de vista urbano, fue pensada globalmente, es decir como un proyecto estético común, unitario y ambicioso. El primero de ellos tiene lugar en el siglo XVI auspiciado, claro está, por el ducado de Béjar. Es el momento en que no solo se erigen los edificios simbólicos del poder de la nobleza o se consolidan los enclaves religiosos, sino que también se establece  hacia ellos una relación armónica desde el resto de la población y su casco urbano civil[1]

 Muros y jardines de la calleja del Duque, antiguos vergeles de los Oviedo.

         El segundo se sucede en diferentes fases del siglo XIX con el desmantelamiento de la estructura señorial y la rápida alternativa burguesa que reinterpreta el casco urbano adaptándolo a los nuevos estilos y mentalidades. En ambos momentos Béjar se define y se presenta como una especie de villa o ciudad-concepto. Al respecto del primero de esos periodos históricos Miguel Sobrino afirmó, en su trabajo «La conservación de la arquitectura popular», que «en su antigua configuración, Béjar era por sí misma una gran obra de arte, una pieza maestra del urbanismo y de la adecuación de la arquitectura al paisaje. Contemplada como conjunto Béjar parecía el sueño de un urbanista del Renacimiento»[2].

29 de junio de 2019

Cuatro vergeles en el Béjar del siglo XVI (1ª Parte)


Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

El vergel es el estadio intermedio entre el huerto medieval, que era un espacio doméstico y de abastecimiento frutícola para la vivienda contigua, y el jardín moderno, ya un terreno evolucionado de ordenación arbórea cuyos usos son más contemplativos y estéticos que agrícolas. La aparición paulatina de este último a partir sobre todo del siglo XVI se relaciona con el nuevo espíritu y vínculo del ser humano con la naturaleza emprendido por el  Renacimiento y que evolucionaría estilísticamente con el paso de los siglos y el cambio de los gustos. 

 Casa de Clavijo en la Calle de Las Armas

9 de junio de 2019

Uso, consumo y arquitectura de la nieve en torno al jardín (5ª parte y final)

Autor: Juan Antonio Frías Corsino
Publicado: Actas de las IV Jornadas El Bosque de Béjar y las Villas de Recreo en el Renacimiento. Béjar, 2002. Grupo Cultural San Gil. Salamanca, 2003.


Simititud con otros países en torno a esta industria 

      La cámara de Lisboa en 1619 establece un contrato de abastecimiento con el neveiro real Paolo Domíngues, fijando que dispusiera diariamente al menos de 96 arrobas de nieve para que el rey y su corte pudiesen consumir, “dulces helados y beber agradables refrescos” allí donde estuvieren del 1 de junio al 30 de septiembre. Las residencias reales en esta epoca del año estan fuera de la capital en unos entornos jardineros espectaculares, como Queluz, Sintra, etc. Otras villas como Fronterira, Villareal y numerosas quintas lusitanas se beneficiaron de las nieves de la Sierra de la Estrella, Montejunto y Lousa. 

    Francia, con un organizado comercio del frío, estableció numerosas rutas comerciales por la gran parte de su territorio, favorecido por un medio físico que le garantiza el recurso. Posee un catalogo importante de pozos, de los que sólo citaremos algunos de los que cumplen la condición de estar en posesiones relacionadas con los jardines. Estas construcciones ponen de manifiesto los gustos estéticos del momento, e incluso las fantásticas, tanto de constructores como de propietarios, en la zona visible de la obra, pues la parte de la denominada arquitectura subterránea no es objeto de análisis ahora. Estos rasgos arquitectónicos se deben al interés de integrar la construcción del pozo en el medio natural, de que participe en el juego de armonías estéticas del jardín, es decir la propia arquitectura del jardín; como en el Palacio de los Papas de Avignon en el vergel de Urbano V, el jardín de Monceau en París, con características de un pequeño templo gótico. Y los directamente relacionados con el châteaux destacando el que ordena construir M. De Monville junto al bosque de Marly (Yveline) de forma piramidal emulando una capilla sepulcral, el de los jardines del Château de Postdam con aspecto de una ermita, y el del Gran Duque de Bade presenta un aspecto de cenador estilo turco, destacando el de Versalles con un aspecto de pabellón de jardín de estilo rústico, documentado ya en el s. XVII. 

 Glaciar o pozo de nieve de Versalles (Francia) 

1 de junio de 2019

Uso, consumo y arquitectura de la nieve en torno al jardín (4ª Parte)


Autor: Juan Antonio Frías Corsino

Publicado: Actas de las IV Jornadas El Bosque de Béjar y las Villas de Recreo en el Renacimiento. Béjar 2002.  Grupo Cultural San Gil, Salamanca, 2003. 

Arquitectura del frío en Sitios Reales, Palacios y Villas.

 


   Las propiedades reales fueron provechosamente utilizadas para el comercio de nieve y hielo[1]. La madrileña Casa de Campo se utilizó para recoger la nieve cuando era abundante y permitía una cosecha limpia; se encerraban el hielo que de sus estanques Grande y Del Niño y de otros más pequeños en los dos pozos de que disponía junto a la pequeña edificación denominada Casa de Neveros, como se recoge en la visión cartográfica de Pedro de Texeira de1656.


    El sitio del Buen Retiro, muy frecuentado por los monarcas durante todo el año, se construye además con grandes aportaciones provenientes de la renta de la nieve de las Indias[2], según cuentas del Receptor del Consejo de Indias. Desde su concepción arquitectónica original se dotan las cavas reales y un pozo de nieve. Ya en 1678, bajo las condiciones del aparejador del real sitio Manuel del Olmo se construye otro más, situado próximo al estanque de la Casa de Fieras y la sima de San Bruno.

 Palacio del Buen Retiro


   El sitio de Aranjuez acogía a los monarcas y la Corte fundamentalmente en primavera, y su abasto lo resolvía la Casa Arbitrio de la Nieve que desde Madrid hacia llegar el producto. El aumento de la población y las prolongadas estancias de los monarcas desequilibraban el abasto de los pozos de Ontígola, Ocaña y Villamiel, planteando ciertos problemas. Por ello, siguiendo las indicaciones del Gobernador del Sitio, se proyecta el primer pozo, construyéndose en 1724, y el segundo bajo las condiciones del arquitecto real Manuel Serrano, en 1775. Se llenaban con el hielo precedente de las 31 charcas o balsas diseñadas por Carlos de Wite, ingeniero director de las obras de la Real Acequia del Jarama. Más tarde se construyen otras 10 charcas bajo la dirección del arquitecto hidráulico Vicente Fornells. Estas balsas se alimentaban mediante una cacera desde el embalse del Mar de Ontígola, ejemplo constructivo de época de Felipe II que aún existe. Todo este conjunto aseguró el abasto del Real Sitio hasta el s. XIX. No quedan restos de tales artificios tan solo el recuerdo del jardín municipal que se levanta sobre ellos y que lleva por nombre Jardines del pozo de la nieve [3]. Este enclave fue, sin duda, un alto demandante de nieve y hielo, pues su entorno jardinero y recreativo en torno al Tajo hizo del Real Sitio un lugar indicado para ceremonias, fiestas y recibimientos diplomáticos en los que se hacía necesaria la nieve.

19 de junio de 2017

Salamanca se exhibe en Madrid




Autora: Berta Baz
Publicado: La Gaceta de Salamanca (4/06/2017)

     María Josefa Alonso Pimentel y Téllez Girón, decimotercera duquesa de Béjar, ha pasado a la historia como una de las mujeres ilustradas más renovadoras de su época. Mecenas de artistas y toreros, sentía verdadera pasión por la cultura, las artes y las ciencias. El palacio de verano que construyó en Madrid, conocido como El Capricho, es el primer jardín de tipo paisajista de España.

La duquesa de Béjar y su oasis en Madrid

    El Capricho, considerado un museo al aire libre, alberga un abejero único, un embarcadero con pinturas de Tadey, o el primer puente de hierro que se construyó en España.

El Capricho
Dirección: Paseo Alameda de Osuna, 25
Horario: Sábados, domingos y festivos de 10 a 21 horas.
Construcción: 1787

      La decimotercera duquesa de Béjar, conocida en Madrid como IX duquesa de Osuna, fue una renovadora. Nacida en 1752, María Josefa Pimentel y Téllez-Girón perteneció a la más alta aristocracia. De educación ilustrada y espíritu emprendedor, fue una gran defensora de la cultura española. Protegió a pintores, poetas y dramaturgos, y promovió una asociación para el fomento de la ópera. De ella partió la iniciativa de integrar a las mujeres notables en la Real Sociedad Matritense de Amigos del País. Toda esta labor le valió el nombramiento de Dama de de la Orden de la Reina María Luisa.

 Fachada del palacio de verano de los duques situado en El Capricho. Foto Berta Baz

25 de noviembre de 2010

Pequeño acercamiento a la historia de la Villa Renacentista de El Bosque de Béjar



Autora: Carmen Cascón Matas


“Es el Bosque un sitio al oriente respecto de Béjar, a distancia de quinientos pasos, que junta las circunstancias más diferentes, porque tiene la amenidad del valle, el piso de prado, lo inculto de monte, alamedas, huertas, jardines y vista de la sierra siempre nevada. Nacen en él muchas fuentes y habiéndole el duque mejorado las dimensiones de las calles, plazuelas y cenadores cubiertos, en una recreación no breve ni de una sola manera. La casa es proporcionada a la vivienda de los veranos y correspondiente a la de los oficios. La plazuela capaz de las fiestas del campo y lo más señalado que tiene es un estanque de gran tamaño en cuadro perfecto, guarnecido de calles a sus pretiles. Por el mediodía a la fachada interior de la casa y el estanque en hondo, por septentrión a la falda del monte y el agua al nivel del suelo. Por el oriente calles costeadas contra las subidas de las huertas y por el poniente siendo pensiles altos sobre los planos de las arboledas, que es posición singular y de muy dificultosa imitación en otra parte.”

El palacete reflejándose en el estanque


20 de octubre de 2010

El conjunto palaciego de La Mosquera de Arenas de San Pedro (Ávila) será declarado BIC


Hoy volvemos con muy buenas noticias sobre este conjunto palaciego, pues hemos recibido la noticia de que la Junta de Castilla y León ha incoado el pasado 7 de agosto el expediente BIC del palacio de Arenas que incluye los jardines y la casa de Oficios. Y todo no hubiera sido posible sin el inestimable esfuerzo del ayuntamiento de la localidad y de Sophie Domínguez-Fuentes, doctora de la Universidad París IV-Sorbona y autora del libro El palacio de la Mosquera del infante don Luis en Arenas de San Pedro”, editado en 2009.

Y es que Béjar está muy atenta a este tipo de noticias, pues no en vano poseemos una de las únicas villas renacentistas de recreo que se conservan en Castilla y León. Nos referimos al palacete de “El Bosque”, construido por la Casa Ducal de Béjar y del cual se hicieron cuatro excelentes volúmenes de los congresos dedicados a esta construcción, organizados por el Grupo Cultural San Gil.





30 de enero de 2010

La recuperación de los jardines del Palacio de la Mosquera en Arenas de San Pedro (Ávila)

Autor: Roberto Domínguez Blanca
 
Con razón es numerosa la historiografía bejarana dedicada al palacio suburbano de El Bosque y sus jardines, por la singularidad e interés que tiene dentro de su categoría en el ámbito español. De entre la misma, destacan los cuatro volúmenes de actas de los sucesivos congresos dedicados a El Bosque y las villas de recreo en el renacimiento, aunque también los jardines urbanos y otros espacios verdes históricos de Béjar han ocupado a investigadores como José Muñoz Domínguez, Manuel Carlos Jiménez González y Ana Rupidera Giraldo [1].

Además, en la propia comarca bejarana contamos con otro jardín de interés, el conocido como “Coto de Nuestra Señora del Carmen” en el término municipal de Peñacaballera, y no muy lejos de Béjar existen o existieron otros como el de la Abadía, en la provincia de Cáceres, o el desaparecido del palacio de los Alba en Piedrahíta, cuyo solar lo ocupan hoy el parque y la piscina municipales. Está claro que la bonanza de las tierras del Sistema Central, beneficiadas por su suave clima estival y la abundante disponibilidad de acuíferos y los beneficios de éstos sobre la vegetación, determinaba la construcción de estos espacios para el ocio y el recreo. Otro de estos lugares es el palacio de la Mosquera en Arenas de San Pedro, que tras diversos usos se está iniciando su rehabilitación, tras la adquisición municipal, incluida la de sus jardines. Ésta me parece una noticia que debe confortar a todos los interesados en la protección y puesta en valor de nuestros tesoros artísticos, y visto que, como he expresado al principio, el tema de los jardines históricos está íntimamente ligado a la historia bejarana, le propuse a Carmen colgar esta noticia en su blog.

Palacio de Mosquera. Arenas de San Pedro (Ávila)

Pude visitar en agosto el palacio de la Mosquera (fig. 1) al asistir a un curso de verano sobre arte español de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX que se impartió en sus dependencias. Estas clases veraniegas estaban organizadas para el Ayuntamiento de Arenas de San Pedro por Dª. Sophie Domínguez-Fuentes, doctora de la Universidad París IV-Sorbona, encargada de la conferencia inaugural y autora de una monografía del palacio titulada “El palacio de la Mosquera del infante don Luis en Arenas de San Pedro”, que fue editada en 2009 por el consistorio arenense. El curso contó con la participación de reputados profesores y especialista en la materia como D. Antonio Bonet Correa, D. Oliver Meslay, Dª. Camille Faggianelli y Dª. Isadora Rose de Viejo.