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26 de septiembre de 2013

Los Mártires de la Libertad, muertos el 28 de septiembre de 1868 durante la Revolución de “La Gloriosa”.



Discurso pronunciado por José Antonio Sánchez Paso en 2010


A lo largo del siglo XIX hubo en España varios alzamientos que pretendieron asentar el liberalismo y la democracia, pero el que de forma definitiva triunfó fue el que quedó con el nombre de Revolución de Septiembre de 1868, conocida como “la Gloriosa”, de la que Béjar fue protagonista principal y cuyos hechos, sucintamente, se desarrollaron de la siguiente manera. 


 Isabel II, con la maleta hecha, camino de Francia
  

El lunes 21 de septiembre se sublevó la Marina en la bahía de Cádiz. El martes 22 se constituyó en Béjar una Junta Revolucionaria que se hizo con el poder en la ciudad y se levantó contra el Gobierno. Ese mismo día había partido para Valladolid el cuerpo del ejército que estaba alojado en el palacio ducal desde el año anterior, cuando ya los demócratas bejaranos habían hecho otro intento de alzamiento. Al tener noticia de que la ciudad se había levantado en armas, los mandos militares ordenaron el inmediato regreso y aquel ejército se concentró en Sorihuela, incrementado con otras tropas venidas de Salamanca y Madrid, hasta un total de 1.500 hombres, mandados por el brigadier Nanneti. Frente a ellos, una milicia bejarana armada por la Junta Revolucionaria y compuesta por 300 jóvenes. Lo que siguió a aquello fueron “seis días de silencio”, como diría después la propia Junta Revolucionaria, porque esperaban que al unísono hubiera otros y suficientes alzamientos en toda España, pero Béjar fue un caso de resistencia civil único. 


11 de julio de 2012

Festival Internacional de Blues en Béjar: alma de blues


 *En internet me he encontrado con este ejemplo de la buena pluma de mi buen amigo José Antonio Sánchez Paso, sí aquél que nos dió a conocer en este mismo espacio las andanzas de don Francés de Zúñiga, bufón de Su Majestad Imperial. El texto ha visto la luz en la Revista Emociones nº 16, editada por la Diputación de Salamanca, que podréis bajar por completo pinchando en el enlace anterior. 

           Estamos a las puertas del guitarrazo negro que anuncia el comienzo de una nueva edición del Festival Internacional de Blues de Béjar, ese relámpago nocturno que incendia El Castañar, el monte umbroso a la vera de la ciudad textil, y que tarda en apagarse un par de días. 

             Intuyéndolo, el fibber -para entendernos, el seguidor habitual del festival- se enfunda en la ropa más cómoda, se desaliña de forma cuidadosa y se mira en el espejo antes de emprender la marcha hasta ese hervidero del blues en que durante una semana se convierte Béjar. El fibber, digámoslo, no es el británico que se nutre de cerveza ante un escenario playero de Benicassim, como el vulgo equivocadamente cree. El fibber bejarano es un blusero castizo que se alimenta de vino y calderillo -el humeante guiso de carne de vacuno y patatas pimentonadas típico de la ciudad ducal–; es también aquel que sestea bajo los castaños, mientras tararea en inglés meseteño romances de ausencia que un negro en un balancín musitaba en el delta del Mississippi, con un solo diente y una armónica. 

           Sirva todo lo dicho para hacerle memoria al lector de que vuelven las noches de blues un verano más a Béjar, en la cita inexcusable para todos los aficionados a la más popular música negra del último siglo. En esta edición 2012 una decena de artistas subirán a distintos escenarios de la ciudad los días 13 y 14 de julio para dar cumplida razón al XII Festival Internacional de Blues. Este acontecimiento musical se ha ganado a pulso un lugar de honor en el circuito blusero de nuestro país, y constituye al mismo tiempo una referencia cultural veraniega en las lindes serranas de Salamanca.



15 de junio de 2012

De avicornios y raras avis


No puedo pasar la ocasión de invitaros a todos a la presentación de la publicación "Avicornio" mañana a las 20.00 horas en el Museo Judío de Béjar. Sé que algunos no podréis asistir, pero podréis disfrutar igualmente de los textos y dibujos que esta figura mitológica ha inspirado a 20 artistas y escritores bejaranos. La idea partió de mi buen amigo y colaborador del blog (nos dió a conocer el personaje de don Francés de Zúñiga, bufón de Carlos I) José Antonio Sánchez Paso y el resultado ha sido espectacular. Además se le ha ocurrido fundar una editorial virtual en la que piensa colgar textos e imágenes relacionadas con Béjar llamada "La Alquitara Ediciones", de acceso libre, por supuesto. 


16 de abril de 2012

Reseña de la edición comentada de Historia maravillosa de don Bernardo de Zúñiga

Autora: Carmen Cascón Matas

¿Qué demonios tienen que ver un pueblo llamado Medinilla, cercano a Béjar aunque en la provincia de Ávila, y Alejandro Dumas padre? Eso me pregunté yo hace un tiempo, cuando a mis oídos llegaron rumores confusos de que el polifacético y prolífico escritor francés, autor de Los tres mosqueteros, había dejado huellas palpables de que conocía o había oído hablar de un santuario llamado Fuente Santa y de un personaje, apellidado Zúñiga, en su novela Historia maravillosa de don Bernardo de Zúñiga. Sugerente el hecho de que el protagonista de su novela porte el apellido de la familia nobiliaria que se enseñoreaba sobre Béjar desde el siglo XIV y aún más enigmático el que el lugar donde se produce parte de su acción se sitúe en el Santuario de Fuente Santa cuando, en un lugar llamado Medinilla, dentro precisamente de los dominios de los Zúñiga bejaranos, existe un templo con tal denominación.

            De desvelar el misterio se encarga José Antonio Sánchez Paso en la edición comentada de esta novela de Alejandro Dumas publicada por la Institución Gran Duque de Alba, dependiente de la Diputación de Ávila, que vio la luz el año pasado. El libro consta de dos partes bien diferencias: la introducción, es decir, el comentario de la novela llevada a cabo por José Antonio, y la novela en sí misma. 



4 de marzo de 2012

Don Francés de Zúñiga, un bufón en la corte de Carlos V (3ª Parte y final)




Autor: Jose Antonio Sánchez Paso




La Crónica





            En vida de don Francés, su Crónica nunca llegó a ser impresa. No lo fue hasta mediados del siglo XIX. Circuló hasta entonces, y con inusitada profusión, de forma manuscrita y en distintas versiones, unas más largas que otras. No es de extrañar que no llegara a ser impresa, ya que con seguridad no era esa la intención de su autor: no iba destinada al gran público lector sino a un círculo más cerrado: al emperador en primera instancia, puesto que a él está dedicada y dirigida y a él fue presentada como entretenimiento durante una convalecencia de cuartanas que padeció, pero es el público cortesano en última instancia el receptor de la sátira moral de la que ese mismo público es protagonista. Desde el momento en que se sabe que iba destinada a tan selecto grupo, se comprende que la obra no fuera ni una crónica en sí ni una obra histórica. El grado de corrupción de la verdad al que don Francés somete los aconteceres históricos hace que la obra haya que comprenderla como un ejercicio que se aproxima más a la amenidad y el entretenimiento de quien hubiera de leerla que a la divulgación, el conocimiento o la propaganda de la política carolina. Es más una subversión de la realidad que su reflejo, con continuos viajes de ida y vuelta entre lo serio y lo jocoso, lo formal y lo festivo, lo histórico y lo banal. A medio camino, pues, entre lo histórico y lo periodístico, donde mejor se plasma la burla de don Francés no es en la descripción de los grandes hechos históricos que vivió, sino en la ridiculización de los personajes concretos y la bufa individual. Con la misma tijera corta y cose chascarrillos y bromas de los de arriba y los de abajo, de nobles y villanos, nacionales y extranjeros, obispos, alcaldes, militares y criados; todos ellos son puestos en situación incómoda, para regocijo del lector, y cada cual se lleva su mote colgado del cuello, especialidad ésta en la que don Francés es maestro sin comparación en toda la literatura.

27 de febrero de 2012

Don Francés de Zúñiga, un bufón en la corte de Carlos V (2ª Parte)





Autor: Jose Antonio Sánchez Paso


             
              Apenas seis años estará al servicio de la Casa Real, pero serán los más fecundos e interesantes de su vida. La mano todopoderosa del emperador le protegerá y le permitirá lanzar sus más ponzoñosas y ágiles burlas hacia la Corte, que impotente (y no menos ella misma alentadora) se verá ridiculizada en la boca y la pluma del bufón. Esa misma Corte que, años después, no le perdonará las ofensas cometidas.

            En enero de 1523 llega a la Corte el marqués de Pescara, con quien trabará la excelente amistad que se hace patente en el «Epistolario» que nos ha quedado del bufón cronista. Un año después aquél le invitará a pasar a Italia, donde se encontraba el de Pescara, invitación que don Francés declinará con su natural poca belicosidad, ya que el marqués se encontraba por entonces al mando del ejército imperial que combatía la Liga hecha por el Papa y el rey de Francia.



            En agosto de 1523 el bufón acompaña al emperador en lo que habrá de ser su segundo viaje a Navarra: allí continuaba la guerra contra los franceses y allí permanecerá hasta los primeros días del año siguiente, tomando con humor sin par aquel grave conflicto, plasmando en esta Crónica el lado absurdo de los delicados aspectos de la naturaleza humana.

            A comienzos de 1524 tenemos noticia de una ausencia suya de la Corte durante tres meses, por motivos que nos son desconocidos (quizás algún enfado del emperador); al cabo, es el propio monarca quien le llama a su lado, estando en Burgos por el mes de mayo o junio. De allí a Valladolid, y de ésta a Madrid, donde Carlos V yace enfermo durante los últimos meses del año, tiempo que don Francés aprovecha para casar a su hija Mariana.


El marqués de Pescara

19 de febrero de 2012

Don Francés de Zúñiga, un bufón en la corte de Carlos V (1ª Parte)



Autor: José Antonio Sánchez Paso


Sobre su nombre

            El autor de la llamada Crónica burlesca del emperador Carlos V (1529) ha recibido, allí donde se le mencionaba, el singular nombre de Francesillo de Zúñiga. Aunque no se puede negar que en vida le dedicaran el diminutivo en cuestión, tampoco deja de ser cierto que, al menos en la documentación que a él se refiere, con tan familiar apodo no es mencionado sino después de su muerte, y quien definitivamente se lo encorsetó fue sin duda Adolfo de Castro, en el prólogo a la edición de la B.A.E. que hiciera Pascual de Gayangos (1855). Sin embargo, él mismo gustaba de llamarse conde don Francés de Zúñiga, su nombre real, salvo en lo de conde, por supuesto, y nombre un tanto más respetuoso para con el autor de esta entretenida obra, que no por que ésta sea divertida y su autor profesara de bufón cortesano ha de tenerse en menos su nombre.