Mostrando entradas con la etiqueta La Abadía. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta La Abadía. Mostrar todas las entradas

26 de febrero de 2022

Avance del catálogo de pozos de nieve en Salamanca y Cáceres (4ª Parte y final)

Autor: Juan Antonio Frías Corsino

Publicado: El Comercio del Frío. Actas del II Congreso Internacional sobre la utilización tradicional del hielo y de la nieve natural. Museo Valenciano de Etnología, Diputación de Valencia, 2009, pp. 237-244.

 

Pozos en las provincias de Ávila y Cáceres

No podemos precisar la existencia de pozo en la localidad de Barco de Ávila, pero sí el consumo de nieve, pues Pascual Madoz recoge en su Diccionario Geográfico que “la localidad exporta exquisitas truchas del Tormes a Madrid y otros puntos, entre nieve o escabechadas”. Es curiosa la permanencia, desde el siglo XVII, en el callejero de Barco de Ávila de la calle del Pozo y la plaza del Pozuelo, muy próximas ambas a la entrada medieval a la villa por la que se accedía desde las rutas camineras desde la sierra. Creemos que no puede entenderse que dicho pozo y pozuelo fueran depósitos de agua, pues la población cuenta con una amplia red de agua de uso doméstico en fuentes públicas, motivo que nos hace concluir que existió pozo de nieve.

 

Palacio de los Alba en Piedrahíta (Ávila)

Piedrahíta contó con su respectivo pozo para abastecimiento de la población, que giraba en torno a la Casa Ducal de Alba. Esta construyó a mediados del siglo XVIII un palacio con jardines para sus retiros veraniegos, donde suponemos que los nobles seguirían la moda del momento en lo que respecta al consumo de nieve en todas sus variedades. Conserva aún el nombre de la calle de “Las Neverías”.

1 de junio de 2019

Uso, consumo y arquitectura de la nieve en torno al jardín (4ª Parte)


Autor: Juan Antonio Frías Corsino

Publicado: Actas de las IV Jornadas El Bosque de Béjar y las Villas de Recreo en el Renacimiento. Béjar 2002.  Grupo Cultural San Gil, Salamanca, 2003. 

Arquitectura del frío en Sitios Reales, Palacios y Villas.

 


   Las propiedades reales fueron provechosamente utilizadas para el comercio de nieve y hielo[1]. La madrileña Casa de Campo se utilizó para recoger la nieve cuando era abundante y permitía una cosecha limpia; se encerraban el hielo que de sus estanques Grande y Del Niño y de otros más pequeños en los dos pozos de que disponía junto a la pequeña edificación denominada Casa de Neveros, como se recoge en la visión cartográfica de Pedro de Texeira de1656.


    El sitio del Buen Retiro, muy frecuentado por los monarcas durante todo el año, se construye además con grandes aportaciones provenientes de la renta de la nieve de las Indias[2], según cuentas del Receptor del Consejo de Indias. Desde su concepción arquitectónica original se dotan las cavas reales y un pozo de nieve. Ya en 1678, bajo las condiciones del aparejador del real sitio Manuel del Olmo se construye otro más, situado próximo al estanque de la Casa de Fieras y la sima de San Bruno.

 Palacio del Buen Retiro


   El sitio de Aranjuez acogía a los monarcas y la Corte fundamentalmente en primavera, y su abasto lo resolvía la Casa Arbitrio de la Nieve que desde Madrid hacia llegar el producto. El aumento de la población y las prolongadas estancias de los monarcas desequilibraban el abasto de los pozos de Ontígola, Ocaña y Villamiel, planteando ciertos problemas. Por ello, siguiendo las indicaciones del Gobernador del Sitio, se proyecta el primer pozo, construyéndose en 1724, y el segundo bajo las condiciones del arquitecto real Manuel Serrano, en 1775. Se llenaban con el hielo precedente de las 31 charcas o balsas diseñadas por Carlos de Wite, ingeniero director de las obras de la Real Acequia del Jarama. Más tarde se construyen otras 10 charcas bajo la dirección del arquitecto hidráulico Vicente Fornells. Estas balsas se alimentaban mediante una cacera desde el embalse del Mar de Ontígola, ejemplo constructivo de época de Felipe II que aún existe. Todo este conjunto aseguró el abasto del Real Sitio hasta el s. XIX. No quedan restos de tales artificios tan solo el recuerdo del jardín municipal que se levanta sobre ellos y que lleva por nombre Jardines del pozo de la nieve [3]. Este enclave fue, sin duda, un alto demandante de nieve y hielo, pues su entorno jardinero y recreativo en torno al Tajo hizo del Real Sitio un lugar indicado para ceremonias, fiestas y recibimientos diplomáticos en los que se hacía necesaria la nieve.

13 de abril de 2013

El "duque fabricante" don Juan Manuel II: breve biografía (4ª Parte y final)




Autores: Alberto Bravo Martín y Carmen Cascón Matas

En cuanto a su preponderancia económica, el Duque de Béjar poseía grandes rebaños de ganado lanar (20.000 cabezas) en Segovia cuya lana era vendida en todos los lugares de la geografía española[1].

No lejos de su idea de la prosperidad de sus estados, el Duque de Béjar sostenía con sus rentas tres colegios de niñas huérfanas en Béjar y en 1725 se redactó el reglamento para organizarlos. El primero de los edificios, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Concepción, Santa Isabel de Hungría y Santa Isabel de Portugal, se situaba en la Plaza Mayor de Béjar, en unos terrenos pertenecientes al Duque y muy próximos a su palacio, en la llamada “Casa de las Beatas”. Don Juan Manuel se comprometía a mantener a 12 niñas pobres o huérfanas de entre 6 y 9 años elegidas por los eclesiásticos de la Villa por su conocida necesidad. El segundo se encontraba en Navalmoral de Béjar y, bajo la protección de Nuestra Señora de la Soledad y varios santos más, acogía a otra docena de niñas del lugar y alrededores. El último, el Colegio de Niñas Pobres de Nuestra Señora de la Asunción, se alzaba en Neila. En las disposiciones redactadas por el Duque de Béjar se especificaba de manera minuciosa la vida, costumbres, horarios, vestidos y educación que debían seguir estas niñas acogidas bajo el amparo señorial, desglosando pertinentemente los presupuestos anuales en concepto de manutención de casa uno de estos colegios[2]

Soportales de las "Casas de Su Excelencia". Plaza Mayor de Béjar.

La obsesión por el embellecimiento de sus estados llevó a don Juan Manuel II a encargar al economista francés Manuel Jovin una serie de estudios para embellecer la villa. En su informe hacía imprescindible construir en la Plaza Mayor casas de piedra de cantería, portales y arcos para el comercio (como luego se llevó a cabo) para obtener un espacio más simétrico y acorde con la importancia de la villa, así como la edificación de casas al estilo de la existentes en San Juan de Luz (Francia) entre la iglesia de Santa María la Mayor y Santiago por encontrarse en ruinas[3]. Además permitió que se construyera en el monte de Béjar una plaza de toros de cantería para sustituir la antigua de madera que se alzaba con los peculios de la cofradía de la Virgen del Castañar con el fin de celebrar corridas de toros el día de la fiesta de la patrona, proceso constructivo que se llevó a cabo entre 1706 y 1711. El Duque venía así a oponerse a la famosa prohibición de correr toros expedida por su abuela doña Teresa Sarmiento de la Cerda en 1667[4]. En 1707, con motivo del nacimiento del Príncipe de Asturias, luego Luis I, se celebraron toros en la Plaza de Toros del Castañar. Según algunos indicios tomados por Juan Muñoz García soldados que se hallaban en la villa debido a la Guerra de Sucesión fueron obligados a trabajar en la edificación del coso bejarano[5].

30 de enero de 2010

La recuperación de los jardines del Palacio de la Mosquera en Arenas de San Pedro (Ávila)

Autor: Roberto Domínguez Blanca
 
Con razón es numerosa la historiografía bejarana dedicada al palacio suburbano de El Bosque y sus jardines, por la singularidad e interés que tiene dentro de su categoría en el ámbito español. De entre la misma, destacan los cuatro volúmenes de actas de los sucesivos congresos dedicados a El Bosque y las villas de recreo en el renacimiento, aunque también los jardines urbanos y otros espacios verdes históricos de Béjar han ocupado a investigadores como José Muñoz Domínguez, Manuel Carlos Jiménez González y Ana Rupidera Giraldo [1].

Además, en la propia comarca bejarana contamos con otro jardín de interés, el conocido como “Coto de Nuestra Señora del Carmen” en el término municipal de Peñacaballera, y no muy lejos de Béjar existen o existieron otros como el de la Abadía, en la provincia de Cáceres, o el desaparecido del palacio de los Alba en Piedrahíta, cuyo solar lo ocupan hoy el parque y la piscina municipales. Está claro que la bonanza de las tierras del Sistema Central, beneficiadas por su suave clima estival y la abundante disponibilidad de acuíferos y los beneficios de éstos sobre la vegetación, determinaba la construcción de estos espacios para el ocio y el recreo. Otro de estos lugares es el palacio de la Mosquera en Arenas de San Pedro, que tras diversos usos se está iniciando su rehabilitación, tras la adquisición municipal, incluida la de sus jardines. Ésta me parece una noticia que debe confortar a todos los interesados en la protección y puesta en valor de nuestros tesoros artísticos, y visto que, como he expresado al principio, el tema de los jardines históricos está íntimamente ligado a la historia bejarana, le propuse a Carmen colgar esta noticia en su blog.

Palacio de Mosquera. Arenas de San Pedro (Ávila)

Pude visitar en agosto el palacio de la Mosquera (fig. 1) al asistir a un curso de verano sobre arte español de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX que se impartió en sus dependencias. Estas clases veraniegas estaban organizadas para el Ayuntamiento de Arenas de San Pedro por Dª. Sophie Domínguez-Fuentes, doctora de la Universidad París IV-Sorbona, encargada de la conferencia inaugural y autora de una monografía del palacio titulada “El palacio de la Mosquera del infante don Luis en Arenas de San Pedro”, que fue editada en 2009 por el consistorio arenense. El curso contó con la participación de reputados profesores y especialista en la materia como D. Antonio Bonet Correa, D. Oliver Meslay, Dª. Camille Faggianelli y Dª. Isadora Rose de Viejo.