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29 de junio de 2019

Cuatro vergeles en el Béjar del siglo XVI (1ª Parte)


Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

El vergel es el estadio intermedio entre el huerto medieval, que era un espacio doméstico y de abastecimiento frutícola para la vivienda contigua, y el jardín moderno, ya un terreno evolucionado de ordenación arbórea cuyos usos son más contemplativos y estéticos que agrícolas. La aparición paulatina de este último a partir sobre todo del siglo XVI se relaciona con el nuevo espíritu y vínculo del ser humano con la naturaleza emprendido por el  Renacimiento y que evolucionaría estilísticamente con el paso de los siglos y el cambio de los gustos. 

 Casa de Clavijo en la Calle de Las Armas

28 de abril de 2019

De los doce Duques de Béjar que pudieron ser diecisiete

 Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

      Tal vez por el arquetipo de los Doce Pares de Francia u otra razón, éste ha sido el número con que tradicionalmente se ha contado a los individuos de la misma familia y apellido que desde 1485 hasta 1777 se sucedieron como titulares del ducado de Béjar. La causa de tan singular y estricta progresión procede de casi un siglo antes, 1397, cuando Diego López de Estúñiga y Orozco (Diego López era el nombre de pila y el apellido Estúñiga, antes también Stúñiga y en 1476 castellanizado Zúñiga), primer señor de Béjar y de muchas otras villas, instituyó sobre todas ellas un mayorazgo que condicionaba legalmente el usufructo al apellido y lo estableció en su testamento. Más adelante, en 1565, doña Teresa de Zúñiga, III duquesa de Béjar, declararía en el suyo lo siguiente: 

        Yten declaro y señalo por sucesor en la casa de Béjar y estado con el derecho de presencia a don Francisco de Zúñiga mi hijo mayor, el cual (sic) y sus sucesores encargo, así hayan mi bendición, que cumplan todos mis vínculos y condiciones que la dicha Casa tiene, y especialmente de traer las armas y apellido de Zúñiga a solas, sin traer otras ni otro apellido, porque haciendo lo contrario pierde la sucesión, según lo instituyó y mandó Diego López de Zúñiga, mi señor, institutor de la dicha Casa, en su testamento… (Rojo Vega, Anastasio: Documentos sobre los seis primeros duques de Béjar, 2008) Ambos testamentos están en el Archivo Histórico Nacional, Sección Nobleza, etiqueta OSUNA, y el de Diego López de Estúñiga/Zúñiga se puede leer completo en la red  

Primer folio, de 102, del testamento de Diego López de Estúñiga/Zúñiga, Valladolid 24/02/1417. BNE 


29 de mayo de 2018

La biblioteca del Duque de Béjar

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

A Isaura Zúñiga Mercado, bibliófila y librera 

        En el largo capítulo que Joaquín González Manzanares dedica a Juan de Zúñiga y Pimentel en La pasión libresca extremeña, 2009, se lee que: Hablar de Renacimiento en Extremadura es hablar de la familia Zúñiga. Este linaje, proveniente de Navarra pero vinculado a Plasencia por entronques diversos, forma la nueva nobleza extremeña con inquietudes intelectuales Y más adelante, aludiendo a los padres del maestre, dice: Don Álvaro de Zúñiga, conde de Plasencia (post duque de Béjar), poseyó una buena biblioteca de la que conservamos un inventario... Se casó con doña Leonor Pimentel (y Zúñiga), hija del conde de Benavente, uno de los principales bibliófilos de la época. La propia doña Leonor fue amante de los libros y protectora de las letras. 

 

     Más crítico es el fallecido académico vallisoletano Anastasio Rojo Vega, que en Documentos sobre los seis primeros duques de Béjar, 2008, apunta: No solamente los de Béjar (los Zúñiga), toda la nobleza española mostró un gran interés por los libros a lo largo del llamado Siglo de Oro, por lo que lejos de intentar ver en los duques una excepción, debemos contemplar un uso, una costumbre que llevó a los privilegiados por nacimiento al trato íntimo con poetas y escritores

29 de octubre de 2017

Catalina Dorantes: la amante con licencia del II Duque de Béjar Álvaro de Zúñiga y Pérez de Guzmán




Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez


      Este caso, que merecería figurar en Con la Z de Stúñiga; Curiosidades (y excentricidades habría que agregar) sobre el Ducado de Béjar de Antonio Sánchez Sánchez, publicado en Archivo Fotográfico y Documental de Béjar, 2009, lo trae el genealogista y heraldista Julio de Atienza y Navajas, barón de Cobos de Belchite, en su trabajo El Marquesado de Águilafuente, incluido en la revista Hidalguía, 1993, del Instituto Salazar y Castro (CSIC) de Madrid:

 



Emblemas del marquesado de Aguilafuente en el antiguo palacio de Aguilafuente, Segovia. Casadelpalacio.com



Viéndose sin sucesión legítima don Álvaro de Zúñiga, II duque de Béjar, III conde de Bañares, I marqués de Gibraleón, Justicia y Contador mayor de Castilla, de su mujer y tía doña María de Zúñiga, acudieron ambos al rey Carlos I (el emperador Carlos V) haciéndole presente que, además de los bienes de su mayorazgo, tenían otros libres adquiridos algunos de ellos durante su matrimonio, y careciendo de descendencia suplicaban se les diese licencia y facultad para poder fundar un mayorazgo o dos, con condición precisa que no pueda revocarse, añadirse, disminuirse o alterarse durante la vida de los fundadores, y para mayor firmeza, verificada la muerte de uno, no pueda el otro revocarlo, modificarlo ni condicionarlo, quedando siempre en el estado que tenía cuando falleciese uno de los fundadores, excepto si el sobreviviente fuese el expresado don Álvaro, a quien le había de quedar libre la facultad de poderlo alterar según y cómo tuviese a bien. Esta licencia y expreso consentimiento les fue concedido en todo, considerando los bienes que constituyesen el mayorazgo como inalienables e indivisibles, y así les fue despachada en Burgos a 20 de diciembre de 1527, refrendada por don Francisco de los Cobos (Seis meses antes había nacido Felipe, hijo y sucesor de Carlos, cuyos padrinos de bautismo fueron Álvaro de Zúñiga y la reina Leonor, hermana del emperador)


22 de octubre de 2017

Béjar, Plasencia y Yuste: una relación interesante

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez


       La pintura es ilustrativa porque muestra al emperador Carlos V llegando a su retiro de Yuste sobre una litera, similar a la réplica que hoy se muestra a los visitantes del palacio adjunto al monasterio, a hombros de cuatro portadores. Lo acompaña una breve comitiva de asistentes domésticos, y es recibido en la puerta del cenobio por una procesión de monjes jerónimos ataviados litúrgicamente. No obstante en el Museo del Prado existe otra pintura, de José María Alarcón Suarez, que muestra al monarca llegando a pie acompañado de una numerosa comitiva de nobles y cortesanos, y recibido bajo palio, en esta ocasión, por los monjes. Ambas pinturas son del siglo XIX.
 
Entrada del Rey Carlos V (sic) en el Monasterio de Yuste, por Antonio Casanova y Estorach. Museu Nacional d´Art de Catalunya.  elmundo.es

16 de mayo de 2016

La duquesa de Béjar María de Zúñiga y Pimentel, y su legado a la Universidad de Salamanca



*Durante unos días permaneceré alejada de Internet, así que os dejo un par de entradas programdas para que disfrutéis con las historias de la Casa Ducal narradas por mi buen amigo en la distancia Jorge Zúñiga Rodríguez. 

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

      María de Zúñiga y Pimentel, hija y esposa respectivamente de los dos primeros duques (y tía además del que fue su esposo), gobernó sola durante el breve período de dos años entre la muerte de su marido y su propio fallecimiento, dejando como legado una generosa provisión para edificar un hospital para los pobres que sean de esta mi villa de Béjar y lugares de su tierra, excepto si no pasare alguno y enfermare yendo de camino (testamento de doña María en Documentos sobre los seis primeros duques de Béjar, Anastasio Rojo Vega, 2008)




Fachada del Hospital de San Gil, hoy Museo Mateo Hernández, Béjar



      Otro de sus legados fue la provisión de seiscientos mil maravedís de renta, más cien mil eventuales, para la edificación de un colegio en la ciudad de Salamanca dedicado a San Guillermo, en el cual perpetuamente recibirían instrucción teológica y mantenimiento cincuenta frailes franciscanos, o en su defecto agustinos. De hecho era una facultad de teología, por lo que el colegio debía construirse en la Universidad de Salamanca (El convento de San Agustín y el colegio de San Guillermo, Teófilo Viñas Román, 2002) y albergar una iglesia y capilla donde se haga mi entierro humilde y sin curiosidad…