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21 de septiembre de 2012

Con los huesos en el calabozo



Autora: Carmen Cascón Matas
    

     El actual edificio que alberga el ayuntamiento, levantado en el siglo XVI, aglutinó en su primer momento constructivo y hasta mediados del siglo XIX diversas funciones, tales como la sala de reuniones del concejo, el pósito o almacén de granos para repartir entre los vecinos en tiempos de escasez, el archivo concejil o la Cárcel Real. Bien es verdad que la sede del poder civil ha danzado a lo largo de los siglos, posándose en construcciones no carentes de significado. Así ha residido en la crujía baja del mediodía del Palacio Ducal a partir de 1869 o en el antiguo Hospital de San Gil, para regresar a su lugar de origen allá por los años 80 del pasado siglo. Sin embargo, y a pesar de que la sala de reuniones y archivo municipal se han mudado de tiempo en tiempo, la Cárcel Real ha permanecido inamovible en los oscuros y húmedos subterráneos del edificio consistorial primigenio. Los calabozos se situaban en el piso inferior por debajo del nivel del suelo si miramos a la construcción desde su fachada principal, es decir, desde la Plaza Mayor, abriéndose al exterior por su parte posterior debido al desnivel del solar. 


Constantin Flavitsky. La princesa Tarakanova en su celda.


28 de junio de 2012

Sobre pleitos curiosos


Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado : Semanario Béjar en Madrid nº  4.677 (04/XI/2011)

               En ocasiones los archivos nos descubren curiosidades sobre el pasado que no podemos dejar de lado porque son muestras del día a día, de la cotidianeidad de nuestros ancestros. Los documentos nos los aproximan y los liberan del yugo de las brumas del olvido. Incluso su lectura nos provoca alguna que otra carcajada interna. Quiero descubrir en este artículo algunas muestras de pleitos curiosos, jocosos a ojos actuales, pero no tan lejanos a nuestros problemas como nos pueda parecer.

            Antes de nada quisiera aclarar que, para los pleitos que normalmente se presentaban ante la Real Chancillería de Valladolid, jurisdicción a la que pertenecía nuestra villa en materia legal, era preciso entregar amplios poderes a un abogado para que éste representase a los clientes ante el tribunal. Los poderes se formalizaban ante un escribano de Béjar y éste los archivaba entre los protocolos notariales del año que, por suerte, se conservan actualmente en el Archivo Provincial de Salamanca