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25 de diciembre de 2018

Presentación de la revista Estudios Bejaranos número XXII


Autora: Carmen Cascón Matas    

     El Centro de Estudios Bejaranos presume de editar una revista desde hace veintidós años de manera anual: Estudios Bejaranos. La tradición no escrita es que vea la luz a finales del mes de diciembre, coincidiendo con las navidades, y que congregue en sus páginas los trabajos de investigadores internos y externos del CEB, de temáticas variadas aunque teniendo siempre como foco Béjar y pueblos de su influencia histórica.



       El viernes presentamos el último número de la revista, costeada en su totalidad, como la del año pasado, por la Diputación de Salamanca. El acto, que tuvo lugar en el salón de actos del CIFP de Béjar, contó con la intervención de varios autores que pusieron voz a sus trabajos de investigación.

22 de agosto de 2016

Tomás Pérez Monroy y el retablo mayor de la iglesia de San Juan de Béjar (2ª Parte)



Autor: Roberto Domínguez Blanca
Publicado: Especial Béjar en Madrid, diciembre de 2010

Los desaparecidos retablo mayor y el púlpito de la iglesia de San Juan



         Lógicamente, el estudio de ambas obras lo hemos podido realizar a través de fotografía antiguas. Gracias a ellas se puede apreciar una concordancia estilística que las relaciona, pudiéndose catalogar dentro del estilo neoclásico, aunque como trataremos más adelante, con matices.

 Fotografía antigua del interior de la iglesia de San Juan

 Interior en la actualidad, sin retablo mayor


         El retablo [1] consistía en una pieza de tres calles y con un solo cuerpo entre predela y ático semicircular. En el cuerpo principal, con amplio banco y entablamento, las tres calles se dividen por medio de cuatro columnas lisas. La calle central estaba ocupada por un pequeño sagrario y en las laterales se abrían hornacinas para alojar imágenes. En el ático, la calle central toma forma de frontispicio rematado en frontón curvo, alojando otra hornacina más. El conjunto es sobrio, pues en la decoración dominan los elementos arquitectónicos, con frontones curvos, cajeados y molduras, que no hacen más que subrayar las líneas arquitectónicas de la traza. El ornato de talla se localiza en las calles laterales del ático y en la crestería del mismo con motivos de rocalla. En cuanto a las esculturas, parecen modernas y sin mérito artístico. En alguna fotografía realizada poco antes de su desaparición, se aprecia una intervención en el cuerpo principal, por la que se han eliminado motivos decorativos originales por otros modernos.

12 de enero de 2015

El retablo de Guijo de Ávila, obra del retablista Miguel Martínez de la Quintana


 Autor: Roberto Domínguez Blanca

 Guijo de Ávila es uno de esos pueblos que por azares del destino y por caprichos de la administración decimonónica ha visto cómo el apellido de su toponímico entra en contradicción con su situación administrativa actual, pues permanece dentro de la provincia de Salamanca. Un caso similar pero en sentido contario a los de San Bartolomé de Béjar y La Solana de Béjar, que hoy forman parte de la provincia de Ávila, si bien el último pueblo cambió su “apellido” rompiendo amarras con la historia, pasando a denominarse La Solana de Ávila. El caso es que Guijo pertenece a la actual comarca de Béjar desde 1833, aunque su vinculación secular con Ávila y con otros pueblos salmantinos (Guijuelo, Cespedosa de Tormes, Santibáñez de Béjar…) es más fuerte que con la ciudad textil. Sin embargo, en cuestiones de historia del arte, como vamos a ver, hay mayores afinidades. 

 Retablo mayor de la iglesia de Guijo de Ávila


El pueblo, o parte del mismo, se encuentra en un lugar elevado como corresponde a una población que contó con castillo (desaparecido durante el reinado de los Reyes Católicos, si bien su emplazamiento es recordado en el callejero del pueblo). Las vistas de Guijo son espectacularmente bellas desde Guijuelo y sobretodo en primavera, rodeado de praderas, colinas con el telón de fondo de la sierra nevada. Destacando entre el caserío su iglesia gótica del siglo XVI, de la que emerge poderosa su capilla mayor. Fue para esta capilla para la que se ideó el retablo mayor objeto de este texto, un retablo que Casaseca Casaseca[1] lo calificó como barroco y de mediados del siglo XVIII. Hoy podemos refrendar esa cronología y que además fue construido por uno de los arquitectos de retablos más importantes de la Salamanca barroca, Miguel Martínez de la Quintana, artista prolífico y de notable calidad, necesitado de una monografía que pondere su aportación al arte en Salamanca y otras provincias cercanas.

10 de abril de 2014

El castillo de Béjar y otras fortificaciones de su entorno: origen y arquitectura (2ª Parte)



Autor: Roberto Domínguez Blanca
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2013,  pp. 71-76.


Castillos del territorio castellano (II)      

     En una elevación al pie del río Tormes, el castillo de El Barco de Ávila o de Valdecorneja responde al modelo característico de castillo del siglo XIII. Contaba con recinto amurallado del que quedan algunos vestigios, destacando la puerta del Ahorcado. Su estructura es sencilla y diáfana: planta cuadrada con cubos cilíndricos guarneciendo las esquinas y una gran torre del homenaje en el medio de uno de los lienzos. Asimismo, tendría foso y contrafoso, y una vez atravesados, disponía de dos puertas en arco apuntado para su acceso, una que daba a la villa y otra al río. Repite modelos de la llamada escuela de Valladolid, como el de Villalonso (Zamora), adoptado a lo abulense, pues el referente más inmediato es el castillo de Arenas de San Pedro. Cooper advierte que las marcas de cantero de la torre del Homenaje son las mismas que las de la monumental iglesia gótica de Bonilla de la Sierra, por lo que tuvieron que trabajar los mismos constructores.

 Castillo de El Barco de Ávila (Ávila)

24 de agosto de 2012

Ponga un castillo en su vida

Autora: Carmen Cascón Matas

             Y, ¿por qué no? A veces los sueños se hacen realidad, a veces, sólo a veces. El espíritu guardado desde la infancia en el baúl de las esperanzas surge un día de pronto y los cuentos de caballeros y espadas con los que nos inspirábamos durante nuestros juegos resurge y nos hacemos partícipes de las leyendas y de la propia Historia. 



            La semana pasada tuve la oportunidad de visitar el castillo de Puente del Congosto (Salamanca), maciza fortaleza recortada en un horizonte que recordaba haber visto de niña mientras me sumergía en las aguas frías del río o al pasar junto a la carretera camino de Madrid o Piedrahíta. Nada más llegar aprecié su solidez, su planta alzada hacia el cielo, con un aire a las graves murallas de Ávila. Parecía que uno de los berroqueños torreones de la ciudad de Santa Teresa había sido desmontado piedra a piedra y vuelto a rehacer en esta localidad salmantina. El acceso, situado a la espalda de la fortificación, no permitía vislumbrar su cara más imponente, aquella que se asoma sobre el salmantino río Tormes, vigía incesante del paso secular de los hombres sobre el puente.