19 de diciembre de 2016

El Brujo Torralba y el Duque de Béjar



 Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

       Eugenio de Torralba nació en Cuenca en 1485 y se le recuerda como el mago más célebre de todo el Renacimiento español (Joaquín Moreno Pedrosa, Universidad de Sevilla). De sus andanzas por Europa y de los hechos extraordinarios que realizó, dan cuenta varios autores (Luis Zapata de Chaves en Carlo Famoso, 1566; Ramón de Campoamor en El Licenciado Torralba, poema, 1887; Julio Caro Baroja en Vidas Mágicas e Inquisición, 1992) fundamentándose en lo que él mismo declaró al Santo Oficio en el proceso que se le siguió entre 1527 y 1531 en su ciudad natal.  




Cuenca (foto hotelexecuenca.com)



       A Torralba lo evoca Miguel de Cervantes en el capítulo 41 de la segunda parte de El Quijote, con motivo de la aventura del caballero y su escudero sobre Clavileño, el fantástico caballo de madera: -No hagas tal, respondió don Quijote, y acuérdate del verdadero cuento del licenciado Torralba, a quien llevaron los diablos en volandas por el aire caballero en una caña, cerrados los ojos, y en doce horas (la mayoría de los relatos fija el trayecto en una hora) llegó a Roma, y se apeó en Torre de Nona, que es una calle de la ciudad, y vio todo el fracaso y asalto y muerte de Borbón, y por la mañana ya estaba de vuelta en Madrid, donde dio cuenta de todo lo que había visto; el cual asimismo dijo que cuando iba por el aire le mandó el diablo que abriese los ojos, y los abrió y se vio tan cerca, a su parecer, del cuerno de la luna, que la pudiera asir con la mano, y que no osó mirar a la tierra por no desvanecerse (ed. Silvia Iriso y Gonzalo Pontón, 1998.

12 de diciembre de 2016

La invisibilidad de las obreras del textil (1900-1960) (3ª Parte y final)



Autora: Mª Teresa López Hernández
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2016, pp. 48-53. 

Dos de las principales reivindicaciones de la clase obrera fueron la reducción de la jornada laboral y el descanso dominical.

El descanso dominical para todos los trabajadores fue reconocido por Ley de 3 de marzo de 1904, porque para las mujeres y los menores ya se contemplaba en la Ley de 1900. No obstante, el incumplimiento era patente incluso bastantes años después de su promulgación. 

 Trabajadoras textiles en una fábrica de Nueva York
Foto sacada de aquí


Quedaba constatado que en Béjar, en 1913, “el descanso dominical sólo se observaba en el textil por los varones”. Los menores también trabajaban en domingo y más horas de las permitidas, aunque se reconocía que las condiciones eran menos penosas que en Cataluña[1].
 

El primer límite de jornada se estableció en 1902 sólo para mujeres y menores  con un máximo de 11 horas diarias.

5 de diciembre de 2016

La invisibilidad de las obreras del textil (1900-1960) (2ª Parte)



Autora: Mª Teresa López Hernández
Publicado: Revista de Ferias y Fiesta de Béjar, 2016, pp. 48-53.

La lucha obrera por conseguir una mejora de las condiciones laborales generó una gran conflictividad social que, unida al cambio de la legislación internacional, obligó a los países a incorporar los avances para no peder competitividad y condujo a reformas institucionales y legales[1].

En 1903 se creó el Instituto de Reformas Sociales y más tarde, en 1920, el Ministerio de Trabajo, a la vez que se fue configurando una legislación laboral que pretendía “proteger” a la mano de obra más frágil: mujeres y niños,  extendiéndose posteriormente al resto de trabajadores.



Una “protección” que muchas veces las mujeres no vieron como tal, puesto que no se las tuvo en cuenta a la hora de elaborarlas y les produjeron perjuicios que condujeron a incumplimientos no sólo por parte de la patronal, sino por parte de las mismas trabajadoras que veían como esas normas les privaban de trabajo sin aportarles ningún beneficio a cambio.

28 de noviembre de 2016

La invisibilidad de las obreras del textil (1900-1960) (1ª Parte)



Autora: Mª Teresa López Hernández
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2016, pp. 48-53.

Una de las características fundamentales del mundo laboral a finales del siglo XIX, que continuaría durante la primera mitad del siglo XX, fue la masiva incorporación de las mujeres a talleres y fábricas, no significando ello que hasta entonces hubieran permanecido apartadas del trabajo o sólo se hubiera circunscrito al ámbito doméstico.


Se emplearon sobre todo en aquellas actividades que tradicionalmente habían ejercido para los que no se requería mucha formación y sí bastante habilidad, como fue el sector textil.

 Monumento dedicado a las obreras bejaranas y titulado "A ti, mujer", 
del escultor Pedro Requejo Novoa. Béjar.


Béjar, centro industrial textil, contó con un buen número de trabajadoras de las que apenas tenemos noticias. Es cierto que las noticias sobre los obreros del textil en la prensa se limitaban a dar cuenta de los numerosos conflictos laborales que protagonizaron. Las obreras no permanecieron ajenas a esos conflictos, pero se las menciona en sus inicios desapareciendo toda referencia posterior en los procesos de negociación y conclusión.


Así sabemos, que en noviembre de 1911, en la huelga declarada por los obreros cardadores, ante la negativa de los patronos a aceptar las bases de un nuevo contrato en el que se pedía aumento de jornal, todos los obreros abandonaron la fábrica  incluso las mujeres[1].


 Obreras de una fábrica textil catalana. 
Foto sacada de aquí

21 de noviembre de 2016

Santos Neira, el Quijote y el Duque de Béjar




Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

     Algunos de los que celebramos (y seguimos celebrando) el fantástico relato Don Quixote en Béjar de José Francisco Fabián García, ganador del XLVII Concurso Literario del Casino Obrero de Béjar publicado en cuatro capítulos en Pinceladas de Historia Bejarana en abril pasado (2016), nos preguntamos si no habría en la trama del Quijote cervantino alguna alusión velada al duque de Béjar, aparte de la evidente dedicatoria y los versos de cabo roto.


Retrato de Miguel de Cervantes Saavedra , Barcelona, Espasa Hermanos Editores, 1879


      Santos Neira Gutiérrez vive en Valdepeñas (Ciudad Real), Castilla-La Mancha. Con estudios de máster en otras disciplinas en la Universidad de Salamanca, estudia actualmente Geografía e Historia en la UNED. Durante la preparación del 400° aniversario de la muerte de Cervantes, la Agencia Efe dio a conocer una novedosa propuesta suya: El Quijote es un libro de acertijos en el que Cervantes oculta desde sus primeras líneas que la ciudad es Toledo, la única con permiso de culto de las tres religiones en el siglo XVI, con lo que los musulmanes comían lentejas el viernes, los judíos ayunaban el sábado y los cristianos comulgaban el domingo. Es lo que defiende Santos Neira, que no es "un lector empedernido" ni un experto en literatura o lengua, sino un diseñador de interiores manchego, amante de la historia y del siglo XVI, que el año pasado se topó con el Quijote oculto "por auténtica casualidad", buscando la indumentaria que utilizaba el hidalgo. Se percató, según ha explicado a Efe, de que Miguel de Cervantes escribió "un libro de jeroglíficos" en el que cada capítulo lleva por título el enunciado de una adivinanza.