Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez
Por encargo de
Pedro Rodríguez, conde de Campomanes y ministro de Hacienda de Carlos III, el
historiador y pintor Antonio Ponz Piquer recibió el encargo de inspeccionar los bienes artísticos de la
Compañía de Jesús recién expulsada (1), experiencia
que vertió en su Viage (sic) de España o Cartas en que se da Noticia
de las Cosas más Apreciables y Dignas que hay en Ella,
publicado en dieciocho volúmenes entre 1767 y1794.
Antonio Ponz,
autorretrato en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid
En el volumen
octavo, y viniendo Ponz de Hervás y Baños de Montemayor, localidad esta última que anota como
jurisdicción del
duque de Béjar, pasa por Puerto de Béjar y Cantagallo dedicándoles algunas
líneas y describiendo el camino con mucho
recreo de la vista por entre arroyuelos, castañares y otros diferentes árboles…
copioso de aguas y regaladas frutas, pero de una penosísima subida, no tanto por su rapidez como por el indigno
piso que tiene hasta llegar a lo alto.
Puerto de Béjar
(web http://www.i-bejar.com/) y Cantagallo
Dice enseguida
que la villa de Béjar está puesta sobre
una alta loma entre las sierras, que llaman también de Béjar, incomparablemente
más elevadas, y son en la que tiene fin, por el lado opuesto, el valle de
Plasencia, unidas al puerto de Tornavacas. La subida a la villa es rápida y
penosa. La mayor parte está cercada de un río, que llaman Cuerpo de Hombre, y
nace en un paraje de la serranía llamado Navanuño. Consta Béjar de mil vecinos,
aplicados la mayor parte al arte de la lana. Tejen paños de todas suertes, con
que hacen un comercio considerable en las dos Castillas, Extremadura y
Andalucía, y aun en Cádiz para embarcarlos. Es igual su aplicación al cultivo
de las tierras, que es de los mejores que hay en España, porque siendo la mayor
parte breñas y derrumbaderos, aprovechan aquellos cortos espacios formando
bancales, unos sobre otros con paredes que los mantienen, lo que es gusto de
ver y puede asegurarse que no ceden en este ingenioso aprovechamiento a los
catalanes y florentinos.
El
palacio del duque está situado en el castillo, que es el paraje más alto de la
villa. Hay junto a él una casa, o colegio de niñas, mantenidas y educadas a
expensas de dicho señor. Dos lienzos del patio del palacio tienen galería alta
y baja, con columnas de orden dórico en el primer cuerpo y del compuesto en el
segundo. En medio de una fachada hay una fuente entre dos columnas corintias, y
otros adornos. En las piezas de la habitación, que es muy espaciosa, se ven
varias pinturas así en cuadros como en las paredes, y representan asuntos de
batallas y otros diferentes. Las hizo un italiano llamado Ventura Lirios (acaso
sería Ligli), que dicen trajo uno de los duques difuntos... Vi un cuadro de una
santa en gloria, obra muy bella de Carreño.
Vista de Béjar de
Ventura Lirios, 1726, ahora en Sevilla. Elcorreodebejar.com
En
la armería de este palacio se guardan más de cincuenta armaduras enteras, entre
ellas las hay de muy curiosas labores, y es particular una de las que dicen
usaban los incas, o por ventura los emperadores de México (bien que otros dicen
ser maniobras de la China), muy parecida a otra que hay en esa armería real,
pero mejor conservada. Vi también en una arca porción de flechas, espadas,
alfanjes y otras armas curiosas y extrañas. De cualquier parte de este palacio
por donde uno se asome, presentan un aspecto hermoso los alrededores de la
villa por los grandes castañares, huertas de frutales y viñas puestas entre
aquellos riscos. Béjar sería muy fuerte en lo antiguo, pero se van cayendo sus
murallas. Tiene tres parroquias y tres conventos, dos de monjas y uno de
frailes.
Claustro del antiguo convento
de San Francisco
A
menos de un cuarto de legua de la villa tiene el duque una deliciosa casa de
campo, que llaman El Bosque, y por aquel lado, que es hacia oriente, camino de
Ávila y Madrid, están los lugares de Val de S. Gil, Palomar Bajo, Palomar Alto,
Navacarros, Casas del Fraile, Hoya, Vallesera, Neila y Medinilla, todos en la
distancia de tres leguas hacia Piedrahita.
El
Bosque
A
una legua de Béjar, más al mediodía, está entre aquellas sierras el lugar de
Candelario, famoso por los chorizos que en él se hacen, tan estimados en la
Corte como lo son los perniles, que de allí llevan a Madrid y a otras partes.
Toda Extremadura logra esta ventaja sobre las demás tierras de España,
particularmente las serranías, donde el ganado de cerda es más copioso y su
carne de superior sabor… Tuve mucho gusto de ver en las cercanías de la villa
diferentes muchachas guardando sus ganadillos, ocupadas al mismo tiempo en
hilar o en hacer otras labores.
Preparando los
chorizos en Candelario. http://www.nosabiasque.net/
En Candelario se ataban los perros con longaniza, de
donde proviene el decir, y el tapiz titulado El choricero, que se exhibe en el Museo del Prado, representa al
lugareño Tío Rico, que con sus
productos aplacó el hambre de Carlos IV cuando el monarca se encontraba de caza
por la región.
El Choricero de Francisco y Ramón
Bayeu, 1780,
Museo del Prado
El titular del
ducado de Béjar en los días de la visita de Pons, era el decimosegundo de su
apellido y linaje, Joaquín de Zúñiga y Castro, que residía en Madrid y
eventualmente en París, pero se preocupaba del fomento y desarrollo de la producción de paños finos de calidad alta y
de tintes, haciendo observar las ordenanzas e instrucciones dadas (por su
padre) para las fábricas y tintes (2) de Béjar. En
cuanto a Antonio Ponz, nombrado luego académico de la Historia, secretario de
la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y miembro de la Real Sociedad
Bascongada y de la Económica de Madrid, se le considera hoy el promotor de concienciar a las élites de la necesidad de
dar a conocer y proteger el patrimonio artístico nacional (3).
----------------
(1) Frank, Ana
Isabel: El Viage de España de Antonio
Ponz. 1997
(2) Documento en
Archivos Españoles en Red
(3) Géal,
Pierre: Ficha Biográfica de Antonio Ponz. Fundación de Amigos del Museo del
Prado
Buen paseo se dió Don Antonio por estas tierras serranas, y como bien relata penosas por sus subidas, que no faltan en ninguna de ellas.
ResponderEliminarGran crónica Jorge.
Besos.
No sé que es subir por la ciudad de Béjar, pero sí lo que supone llegar hasta lo alto del pueblo en Candelario.
ResponderEliminarBesos
Ameno relato de viajes el que hace don Antonio Ponz y en el que me ha llamado la atención la frase "Béjar sería muy fuerte en lo antiguo, pero se van cayendo sus murallas", pues me ha hecho ver que los males de Béjar no son recientes, sino que los arrastramos desde hace siglos.
ResponderEliminarUn abrazo,
Hola Carmen:
ResponderEliminarImagina a Don Antonio, ahora. Lo que vieron sus ojos y como lo compararía.
Estoy en un grupo que recaba fotos e imágenes antiguas de mi pueblo, Casarrubios. Me gusta ver los cambios, sin etiquetarlos de buenos o malos, del pueblo.
Besos
La estampa de esas gentes corrientes haciendo chorizos me retrotrae a otros tiempos familiares para mí, donde se elaboraban diversos productos caseros y artesanos a partir de la matanza del cerdo. Toda una fiesta para la familia que podía permitirse ese lujo.
ResponderEliminarUn saludo.
Que bien narró todo lo que vio y anduvo por estas tierras tan estimadas de Béjar.
ResponderEliminarBonita descripción.
Un abrazo.
Un recorrido muy ameno a pesar de la penosísima subida. Encontrarse los ricos chorizos y jamones de la zona era para subir esas cuestas y más.
ResponderEliminarUn abrazo
Espero que lo que conoció Don Antonio no sea muy diferente a lo que podemos ver hoy día en esa zona y el resto que conoció.
ResponderEliminarSaludos.
Dieciocho volúmenes escritos en 27 años de trabajo. Así se entiende que enumerase con toda propiedad desde el choricero, al tejido y comercio de lanas. Eso sí que es un catálogo.
ResponderEliminarSaludos.
Béjar tendrá sus caminos con fuertes pendientes pero, Candelario, donde he estado hace años probando ese rico chorizo que mencionas, no se queda atrás, hoy creo que ya las subiría con dificultad, siempre digo que tengo que salir a andar para estar en forma para cuando viaje y, por una u otra razón, aquí me quedo, quizás me guste más venir a tu espacio, admirar las bonitas fotos que acompañan a tu entrada y dejarte mis cariños en un fuerte abrazo.
ResponderEliminarkasioles
Gracias a cronistas como D. Antonio, hoy podemos conocer fielmente como se vivía en este país, en otra época. La narración es una maravilla.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Carmen.