Autor: Antonio Gutiérrez Turrión
Presentamos ayer
mismo un nuevo volumen de la colección “Don Francés de Zúñiga”. Al fondo, el
Centro de Estudios Bejaranos. Su título, este: “Unos ojos extrañados con los que mirar al mundo”. La autora de este
nuevo volumen es Laura Pascual Matellán, doctora en Derecho y gran conocedora
del personaje y de la obra que estudiaba, el penalista Pedro Dorado Montero. En
la exposición, llena de conocimientos, de entusiasmo y de trabazón lógica, se entreveraron
elementos biográficos con el esquema fundamental de ideas que están en la base
del pensamiento del autor de Navacarros. Gracias le sean dadas por su
extraordinaria exposición.
Pedro Dorado Montero
Seguramente, los
elementos biográficos de este filósofo del Derecho sean más conocidos; acaso,
llamen más la atención a primera vista: origen muy humilde, desgracia física,
estudios brillantes, becas, estancia en Salamanca e Italia, vuelta a Granada y
Salamanca, enfrentamientos con la sociedad pacata de provincias y con el poder
del clero, escarceos con sus colegas universitarios, amor por la naturaleza y
por sus orígenes rurales… Todo un cúmulo de elementos que nos dan la pista para
conocer aquello que realmente más nos interesa: su legado, su pensamiento, su
visión del mundo, su manera de enfrentarse cara a cara con las cosas, “esos
ojos extrañados con los que mirar al mundo”.
Biografía publicada por el
Centro de Estudios Bejaranos
De cualquier autor
debemos considerar sobre todo su vertiente creativa, y, si hay lugar, también
la personal; pero primero la creativa, que es la que queda para la posteridad.
Tengo que confesar, sin embargo, que, aunque la teoría dice eso, a mí los
pensadores y creadores de todo tipo que terminan por interesarme son aquellos
en los que puedo observar un paralelismo entre su vida y su obra; esos me dejan
huella y confianza, me conmueven y me empujan a seguirlos en mi pensamiento y
en mis actuaciones. Los otros, los de solo la creación, me dejan un poco vacío,
como con falta de aire, por mucho que sus pensamientos o su legado me parezcan
importantes.
Pedro Dorado
Montero es uno de ellos y, a medida que voy conociendo más su pensamiento y su
persona, más me conmueve y me emociona.
Laura Pascual Matellán en su conferencia
sobre Dorado Montero
Pero no es lo
mejor quedarse solo en la emoción de la persona, sino acercarse a la lectura de
sus obras, para entender su pensamiento (compartirlo o no es otro asunto
distinto y posterior), para deducir consecuencias y para actuar a continuación.
La última consideración cuando se presenta a una persona y su obra es la
incitación a la lectura y al conocimiento directo de su pensamiento y de su
forma de ver el mundo: nada hay como la consideración personal desde el
contacto directo.
Cuando se hace
esto y se acude a las fuentes directas, se abren veneros que manan por todas
partes y que te llenan de curiosidad y de razonamiento.
Casa de Pedro Dorado Montero en Salamanca
Con todo, al
final, la base de un pensamiento completo suele estar sustentada por dos o tres
principios esenciales que dan agua y fuego para todo lo demás. En el caso de
Dorado Montero, se trata de darle vueltas y de darle la vuelta a la idea
simplona de que un delito merece una pena y ya está. Como si el esquema fuera
tan sencillo. Nuestro autor abre los ojos, con esa otra forma más amplia y
panorámica de ver el mundo, con esos ojos
extrañados con los que mirar al mundo, y cree descubrir que hay algo más
importante que explica los hechos, que hay causas en el subsuelo que empujan a
que crezcan los árboles, que los delitos obedecen a motivos anteriores, y que,
si somos capaces de reconocer y de controlar esos motivos anteriores, tal vez
estemos en el camino real de eliminar la comisión de esos delitos a los que
solo nos enfrentamos con el castigo. Esa es la apuesta de Dorado Montero, ese
es el envite de su Correcionalismo como doctrina filosófica, social, política y
jurídica. Nada menos que dibujar un cuerpo jurídico que atendiera y protegiera
a los criminales para que no volvieran a cometer delitos, y a todos los demás
para que no se encontraran con el ambiente propicio para cometer ninguno.
¡Hasta dónde vamos a llegar!, clamará el pacato, que no ve más allá que la pena
cada vez más dura para el delincuente.
Pues ahí lo
tenemos, a nuestro paisano, a un pensador que se enfrenta a los hechos de la
vida con una mirada diferente, el catalejo abierto para mirar más allá de sus
narices, para intentar poner la inteligencia al servicio de la comunidad y no
el instinto vengador a favor del castigo ejemplar y de alimentar conciencias
primarias.
¿Cuáles son esas
causas que pueden motivar la comisión de delitos? Ahí ya le duele a la
sociedad, porque se siente concernida y con el culo al aire. Enseguida se abren
las puertas de la pobreza, de la injusticia, de la desigualdad de
oportunidades, la dependencia de valores no racionales… Para qué seguir.
Estamos ya en un Derecho Penal hecho pensamiento y no solo código, traspasado por
los razonamientos filosóficos y no por los instintos vengadores de una sociedad
primaria. Este ya es otro nivel, que supera la simple codificación, la estaca y
el tente tieso; esta es otra forma de ver el mundo, su desarrollo y su escala
de valores.
Casa de Dorado Montero en su pueblo natal, Navacarros
Dorado Montero
analizaba su propia realidad y la de su entorno. Tampoco necesitaba hacer
demasiadas abstracciones. Lo que veían sus ojos y analizaba su conciencia y su
razonamiento no se le podía ir por los aires.
¿Qué puede hacer
cada uno de los lectores o curiosos con el pensamiento de Dorado Montero? Pues
cada cual sabrá hasta dónde se siente concernido y en qué medida comparte sus
razonamientos. Uno, que no es maestro de nada, pero que sí quiere ser aprendiz
de casi todo, y que ha repasado muchos cientos de páginas de criterios
filosóficos, termina por pensar que el esquema no es tan difícil: mirar,
observar, considerar, pensar, relacionar ideas, deducir, actuar. Acaso no de
manera tan brillante como Dorado Montero, pero tal vez de manera tan lógica y
eficaz como él. Al menos en el pequeño contexto en el que cada uno se mueve.
Pues eso, que a
leerlo y al rincón de pensar.
Y a Dorado
Montero, en su centenario y siempre, gloria y honor. Sirvan las palabras de
Unamuno en su entierro: “Enterramos hoy (…) a este hombre civil, amigo, maestro
y consejero de todos; a este hombre que trabajó por la redención de los
delincuentes, porque sabía entender mejor que nadie aquellos versículos de “No
juzguéis para no ser juzgados, porque con la medida que juzgáis seréis juzgados”
y lo enterramos en esta tierra sagrada y bendita, tierra bendecida y sagrada
por los que aquí reposan, bajo el mismo cielo que a todos cobija bajo su luz,
que a todos ilumina. (…) Recojamos el ejemplo de su vida y la enseñanza de sus
obras, ya tierra, para hacerlas, dentro de nosotros, semillas que fructifiquen,
con ansias de libertad”.
Conozco bien la casa de Dorado Montero en Navacarros. En unos poyos de granito, frente a ella, asistía en mi infancia, acompañado de mi abuelo, a las tertulias vespertinas que allí se montaban.
ResponderEliminarUn abrazo,
Esa mirada diferente provocaría el odio de los que no pensaban como él.
ResponderEliminarBesos
Siempre es un placer hacer una buena lectura y llegar a una buena conclusión de ella.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ideas maravillosas que sólo pueden manar de un sensible y gran corazón, son las de este personaje que, Laura Pascual, ha sabido homenajear en su conferencia y perpetuar su recuerdo. Bien merecido lo tiene Dorado Montero por esa visión tan amplia de ver el mundo.
ResponderEliminar¡Preciosas palabras las de Unamuno en su entierro!
Cariños.
Kasioles
Cariños.
Kasioles
Pedro Dorado, para mi era un gran pensador, adelantado a su tiempo, y un pionero de los derechos humanos.
ResponderEliminarMucho éxito con su libro a Laura Pascual, y un abrazo para ti, Carmen.
Sin duda, otra forme de abordar estas cuestiones. Magníficas las palabras de Unamuno. Buen fin de semana. Saludos
ResponderEliminarNo juzguéis, para no ser juzgados... Unas simples palabras, que haría del mundo un lugar mejor.
ResponderEliminarDesconocido para mi este personaje, que sin embargo, tiene todavía mucho que enseñar.
Besos Carmen
Interesante post ya hacía días que no pasaba por su blog Saludos
ResponderEliminar·.
ResponderEliminarAborrece el delito y compadece al delincuente.
Una vez juzgado, la visión de tu personaje creo que es la correcta. Hacer luz para entender las causas y evitar nuevos delitos. Conseguido esto sería una gran avance para la vida en sociedad.
Buen trabajo, Carmen.
Un abrazo
.·
LMA · & · CR
Creo deducir que lo que proponía como solución de un problema es ir a la raíz del mismo.
ResponderEliminarSaludos.
Dos respuestas extremas podrá expresar la sociedad ante el delito: La Ley del Talión o girar el rostro y ofrecerle al delincuente su comprensión y la otra mejilla.
ResponderEliminarSeguro que cada prójimo tiene su propia solución. Como debía tenerla Dorado Montero al exponer sus teorías jurídicas de positivismo.
Saludos.
Vengo para agradecerte las palabras de apoyo que has dejado en mi espacio recordando a mi querida amiga Ámbar.
ResponderEliminarSu entereza con la que afrontó su final y su fe, son dignas de imitar.
Te deseo unas felices Navidades en compañía de familiares y amigos.
Y te dejo cariños en abrazos.
kasioles
Una característica que ensalza a este hombre es la coherencia. Unas palabras dichas al principio del texto acerca de que el interés que despiertan algunos pensadores o creadores se basa en el paralelismo entre su vida y su obra, van en esa línea elogiosa. Y ello porque es tan raro ver conductas así.
ResponderEliminarSaludos.