Autor: Agustín García Gómez
El desorden histórico existente en el Archivo Histórico de la Nobleza, a pesar de los múltiples intentos realizados por los Zúñiga para su buena conservación y ordenamiento, hace que su investigación requiera de muchas horas de dedicación, a cambio de sorpresas como la que hoy se expone.
Paraje de la Peña de la Cruz. Imagen extraída del blog https://grancalili.blogspot.com/2016/01/llano-alto-pena-de-la-cruz-pena-negra.html
Buscando información para otro asunto, el que esto escribe se encontró con un legajo compuesto de ochenta y nueve folios con documentos de diversa correspondencia entre el XI duque de Béjar, don Juan Manuel II y su esposa, María Ana de Borja Centelles Fernández de Córdoba, con sus contadores en Béjar sobre la administración y gobierno de sus estados entre los años 1734 y 1735. Tiene hasta cinco hojas de catalogación de la inconfundible mano del contador archivero, el bejaranizado José de Tapia Osorio, quien nos explica, añade y resume, según su costumbre, el contenido de los documentos del legajo [1].
Aunque las cinco hojas de catalogación son interesantes, es la tercera la que más llama poderosamente la atención y la que transcribimos a continuación:
“N Béjar. Leg. Litª Barquillo.
Hermita [2] en la Peña de la Cruz para evitar tormentas.
Memorial dado el año 1651 al Sr. Duque Don Alonso 2º por el Licenciado Miguel Estanislao Fernández, presbítero notario eclesiástico que fue en esta villa, y Miguel Ciprés, escultor, en que le suplican les conceda licencia para hacer una Hermita en lo alto de Monte y sitio llamado La Peña de la Cruz, donde se colocara un crucifijo y pedir limosna para esta obra en esta Villa y Lugares de S. E. para que por el medio tan devoto, se consiguiera el alivio que esperaban, evitándose las tormentas (que suponían) se levantaban todos los años, con que experimentaban el daño de la destrucción de los frutos en qué consistía la mayor parte de Hacienda del País. Y estaban todos con buen ánimo de acudir con sus limosnas.
Este instrumento prueba la regalía de los Duques en dar, o denegar, sitios y terrenos para Iglesias, como siempre usaron como señores solariegos de todo este estado por virtud de su Privilegio de Trueco y cambio, de Tierra poblada, despoblada, pastos, aguas, ríos, etc. Y ninguno puede apropiarse tierra para casa, heredad y otro edificio sin su licencia.
La que piden los suplicantes no se concedería, respecto de que no hay la Hermita, ni en sus inmediaciones señal de construcción algunas, más que fragmentos del Castillo. Por qué se notarían varios inconvenientes.
Otras Iglesias Parroquiales y Hermitas inmediatas se han mandado arruinar con órdenes del Prelado Diocesano para evitar irreverencias, acogimiento de bandidos, y otros daños. Estas han sido desde el año del 1720 hasta 1775. Parroquias San Pedro, San Andrés, San Nicolas, Santo Domingo, Hermita de los Mártires San Fabian y San Sebastián, San Lázaro, la Madalena que en lo más antiguo eran Parroquias. Y hoy solo permanecen Nuestra Señora del Castañar, Nuestra Señora de las Huertas, Santa Ana, Santa Marina, San Miguel y San Albín; aunque la de San Lázaro mantiene la puerta cerrada, pero hay licencia para demoler su edificio”.
A pesar de que este documento no lleva fecha, el contador Tapia la sitúa en 1651, lo que supone que se encuentra traspapelado en un grupo de documentos de 1734 a 1735 que no le corresponde, hecho muy frecuente en el desordenamiento del archivo de Osuna.
A continuación transcribimos el memorial o carta de los suplicantes a don Alonso II, VIII duque de Béjar:
“Excmo Sr. Miguel Stanislao Fernández presbítero y Miguel Ciprés criados de V.E. besamos los pies de V.E. y decimos que los vecinos de esta Villa y Tierra tienen con largas experiencias que de lo alto del monte en el sitio que llaman La Peña de la Cruz se levantan todos los años muchas tempestades que hacen daño y destrucción notoria de los frutos en que la mayor parte consisten las haciendas y en orden a ocurrir tan grave y común perjuicio desean se funde en dicho sitio una hermita en que se ponga un Santo Crucifijo que yo el dicho Miguel Ciprés tengo ofrecido para este efecto persuadiéndose a que por medio tan devoto querrá Dios que los tiempos se mejoren cesando dichas tempestades. Y porque la obra y perfección de ella están todos con muy buen ánimo de acudir con sus limosnas, suplicamos a V.E. se sirva de tenerlo por bien dando licencia para que se edifique y se pida limosna por los lugares de V.E. en fe de que por los efectos que se esperan hará V. E. un general beneficio a sus vasallos y un gran servicio a […] que guarde a V. E. los largos años que todos hemos de menester.
Humilde Capellán de V. E. a sus excelentísimos pies besa, Miguel Stanislao Fernández. El más humilde criado de V. E. Miguel Ciprés.
Posterior: Suplican a V. E. se sirva de darles licencia para edificar una ermita en el sitio de la Peña de la Cruz y para pedir por los lugares limosna para esta obra”.
El obispo de la diócesis de Plasencia, que ordenó el derribo de las ruinas de las parroquias y ermitas bejaranas reducidas en 1568 a las tres resultantes, debió de ser don Diego de Arce y Reinoso, quien lo fue desde 1640 a 1652.
Aunque en el Archivo de Osuna no vuelven aparecer ninguno de los dos solicitantes, Miguel Estanislao Fernández y Miguel Ciprés, se han podido localizar a ambos hasta en cinco ocasiones el primero y en nueve ocasiones el segundo, en los registros parroquiales de bautizo de otros tantos bejaranos sin relación aparente entre ellos en la misma época de 1636 a 1658, sin que la fuente de información diga de qué iglesia, sino genéricamente de Béjar [3].
Foto sacada de wikilog
Es más concreta Carmen Cascón, quien en un trabajo de investigación sobre la antigua iglesia de San Pedro, reseña a Miguel Estanislao Fernández como teniente de Cura de la desaparecida iglesia bejarana hacia 1639 [4]. Por su parte Roberto Domínguez Blanca nos reseña al escultor Miguel Ciprés como perteneciente a una familia de tallistas salmantinos que llega a Béjar hacia 1638 contratado para dorar el retablo de la iglesia de Santa María; en 1655 realiza un monumento de Semana Santa para la iglesia de San Juan Bautista y en 1658 se encarga del retablo de la ermita del Castañar, entonces en construcción [5], aunque para este trabajo parece haber cierta confusión con el nombre de Francisco, sin quedar claro si se trata de un hermano o un error de nombre. Asentado en Béjar, una de sus hijas fue apadrinada en 1645 por Juan Manuel de Zúñiga Manrique, marqués de Valero, hermano del duque de Béjar.
Hay tres cosas que llaman la atención. La primera es la pretensión de estos dos personajes de edificar una ermita nada menos que en la Peña de la Cruz a 1387 metros de altitud, y que ya en 1651 tenía ese mismo nombre, para aplacar las muchas tempestades que arrasaban con el fruto de los campos y de la hacienda de los habitantes de la Villa y Tierra con el gran perjuicio económico, estando seguros: “que por medio tan devoto querrá Dios que los tiempos se mejoren cesando dichas tempestades”.
Hay que recordar que la conocida fiesta de la romería de la Peña de la Cruz, que se celebra cada martes de Pentecostés desde al menos 1446, tiene su origen en la bendición de los campos y rogativa para buenas cosechas: “Y después dice el Señor Abad (del Cabildo Eclesiástico) otra (misa) cantada por los buenos temporales” y “sale a bendecir los caminos a la Peña de la Cruz”, siendo también cierto que en el imaginario popular bejarano se han temido a las tormentas “que entran por la Peña de Cruz” o el sudoeste, que son las que traen mucha agua, mientras que las tormentas que “entran por la sierra” o el este con su clásica baca sobre la misma, suelen traer más frío que agua. Para financiar tal ermita piden permiso para recurrir a las limosnas de los lugareños que saben que están predispuestos ”con muy buen ánimo de acudir con sus limosnas”.
Foto antigua de la romería de la Peña de la Cruz. Foto de Documentos Béjar
Más adelante comenta Tapia que no debió de concederse la licencia solicitada por no encontrarse ninguna “respecto de que no hay la Hermita, ni en sus inmediaciones señal de construcción alguna, más que fragmentos del Castillo”. ¿A que castillo se refería? No se ha encontrado ninguna referencia a ningún castillo ni edificación defensiva en el sitio de la Peña de la Cruz, por lo que se entiende que se trata de una forma de interpretación y descripción de las peñas existentes en el paraje.
En el documento aprovecha Tapia el tema de las ermitas bejaranas para relatar que las ruinas de las antiguas parroquias de San Pedro extramuros en la puerta del mismo nombre, San Andrés aunque siempre se ha creído en la parte baja de Barrioneila en realidad estaba donde la antigua fábrica de Palma cerca del Túnel, San Nicolás en el jardín privado junto al escalerón de la calle Ramón y Cajal a la calle Colon, Santo Domingo en Ronda de Navarra frente a la calleja del Churribiri y las ermitas de San Fabián y San Sebastián [6] al otro lado del Puente Viejo o Puente de la Corredera, San Lázaro extramuros en el extremo oeste de la muralla junto a la puerta del mismo nombre y la Magdalena también en sitio desconocido, fueron derribadas entre 1720 y 1775 por orden del obispo de Plasencia para evitar irreverencias, acogimiento de bandidos y otros daños. La piedra de estas ruinas fue vendida al mejor comprador, algo habitual, de forma que no restan ni sus cimientos. De esta manera solo quedaban en la villa de Béjar en aquel momento las ermitas del Castañar, que ya gozaba de la categoría de Santuario, Las Huertas hoy desaparecida, Santa Ana actual, Santa Marina en el paraje de La Centena hoy desaparecida, San Miguel en la calle Mariano Zúñiga Rodríguez desaparecida y San Lázaro extramuros al oeste, pendiente de demoler, hoy desaparecida [7].
Interesante información que hoy traemos la ofrecida por el contador ducal José de Tapia Osorio, verdadero artífice del Archivo Ducal de Béjar al que dedicó más de cuarenta años de su vida como archivero y cuyo reconocimiento merece. Su actividad escribiendo las numerosas hojas de catalogación sobre hechos ordinarios le hacen ser el primero en esta actividad de contar y explicar hechos y cosas de la vida cotidiana de nuestra ciudad en tiempos pretéritos.
Agustín B. García Gómez.
Marzo 2025.
1 AHNOB. OSUNA,C.260,D.32-34, de 1734. “Cartas remitidas a Juan Manuel López de Zúñiga Mendoza Sotomayor, XI duque de Béjar y a su esposa, María Ana de Borja Centelles Fernández de Córdoba, XII duquesa de Gandia y XI duquesa de Béjar en las que se trata sobre el derecho de sacar la nieve de las sierras y ventisqueros de la jurisdicción de Béjar; sobre la construcción de una Ermita para colocar allí la imagen de Nuestra Señora de la Salud y se fundase una cofradía; la incorporación a la casa y estado señorial de los duques de Béjar de los bienes de todos aquellos que habían fallecido sin hacer testamento según se contemplaba en sus privilegios; y la explicación que se da a la duquesa de Béjar de lo que son las “bañaduras” de Béjar”.
2 Se mantiene la palabra “hermita” por ser la utilizada en el documento.
3 https://www.familysearch.org/es/home/portal/ Hay que estar registrado para acceder a esta fuente de información.
4 Carmen Cascón, Óscar González y Roberto Domínguez. Historia de una iglesia desaparecida. 3ª Parte, Béjar en Madrid. Especial de Navidad de 2007.
5 Roberto Domínguez Blanca y Carmen Cascón. El arte en Béjar desde el medievo hasta 1900. Historia de Béjar, volumen II. Centro de Estudios Bejaranos, pp. 481-547.
6 Los Santos Mártires San Fabián y San Sebastián fueron los patrones de Béjar junto con San Miguel.
7 Estas localizaciones han sido ofrecidas por Óscar Rivadeneyra como ciertas según sus estudios del Catastro de Ensenada de 1753.
Imagen 1: Plano de José Muñoz Domínguez. Los añadidos en rojo son de Óscar Rivadeneyra Prieto según sus investigaciones en el Catastro de Ensenada de 1753.
Buenas tardes a los bejaranos de bien, y que bien se enorgullecen de su paisaje y de su patrimonio, y enhorabuena a D. Agustín García por este hallazgo documental. Por la curiosidad de esa ignota localización de la ermita de la Magdalena, mi primera ocurrencia ha sido el puente, dizque romano, de la Malena sobre el río Cuerpo de Hombre ¿podría ser?
ResponderEliminarHace años que se dio noticia de esta ermita en la Peña De la Cruz y del misterioso castillo. Si no recuerdo mal, lo hizo Juan Muñoz García en un artículo publicado en el semanario Béjar en Madrid (lo buscaré), bien es verdad que ahora vemos transcrito y ampliamente comentado el documento, lo que es muy de agradecer.
ResponderEliminarCasi todas las iglesias y ermitas que se mencionan fueron representadas por Ventura Lirios en su "Vista de Béjar" de 1726-1727, incluso alguna más como la de San Antonio en pleno monte, no lejos de la de Santa Marina. No pintó la de la Magdalena porque quedaba lejos (próxima al puente de la Malena, efectivamente, aunque mucho más cerca, en la zona de los Picozos, discurre el arroyo de la Magdalena: ¿hubo allí otra ermita con el mismo nombre?). Tampoco pintó la ermita de la Peña De la Cruz, pero sí la peña y su cruz, así que tal vez no llegó a construirse la ermita o ya estaba arruinada en el primer cuarto del siglo XVIII.
Manejando el Catastro de Ensenada, Respuestas Particulares, junto con alguna inspección visual, yo propondría una ubicación distinta para la iglesia de San Nicolas, coincidente con un edificio burgués del siglo XIX situado en la calle de La Solana, frente al Murallón y muy cerca de la embocadura sur de la calleja de San Nicolas; en el interior de este edificio se conservan uno o varios arcos diafragma de amplia luz como los de otras iglesias bejaranas. Por supuesto, podría tratarse de una reconstrucción decimonónica sobre los restos de la Iglesia o de un traslado y reaprovechamiento de las dovelas de tales arcos (me inclino por lo primero).
José Muñoz
Gracias por la revelación acerca de la situación posible de la iglesia de San Nicolás, que la hacía en el solar del actual edificio de Correos, una idea particular y sin ningún fundamento por mi parte.
EliminarGracias por tanta información intetesante sobre los edificio religiosos en Béjar, muchos ya desaparecidos y sobre la Peña de la Cruz, a dónde tantas veces hemos subido y preguntado la razón de esa Cruz en lo alto del monte. Soeprenden estas costumbres centenarias tan poco conocidas. Gracias.
ResponderEliminarMuy interesante todo lo que habéis puesto sobre las iglesias existentes en Béjar y que en la actualidad son menos de la mitad.
ResponderEliminarLa localización que propongo está a menos de 30 metros del edificio de Correos y enfrente de la calleja de San Nicolas. En la década de los 90, la planta baja del edificio decimonónico fue utilizada durante un tiempo como oficina de la empresa Obrascon, Huarte y Laín (OHL) con motivo de alguna obra en Béjar, y aproveché en un descuido para meter el hocico y observar su interior; fue entonces cuando me sorprendí al ver esos arcos diafragma que aparentemente abarcaban todo el ancho del inmueble sustentando la armadura de madera del primer piso. Como digo, podría tratarse de un aprovechamiento in situ de la fábrica medieval de la iglesia de San Nicolás, sobre la que se habría edificado la planta primera y abierto vanos ordenados conforme a los estándares compositivos de la arquitectura burguesa bejarana, o bien de la reutilización de piezas procedentes de la misma iglesia traídas desde otro emplazamiento cercano. Tengo pendiente volver a meter el hocico allí, pero con permiso de sus propietarios, para hacer fotos y mediciones.
ResponderEliminarJosé Muñoz
En la foto de la Peña de la Cruz se ven restos de una antigua explotación de cantería (muy evidentes en el corte de la piedra del primer plano). Cantería que, a tales altitudes y lejanías, no sería eficiente ni explicable si no fuese para su aprovechamiento in situ ¿para ese misterioso castillo, seguramente con función de almenara o similar...? es cuestión de buscar restos... ¿alguien se anima?
ResponderEliminarApuesto a que nadie se había fijado en ese corte. Ahora que Ángel señala a esa luna y puedo elegir no mirar el dedo, me recuerda mucho al material preparatorio que utilicé para unas ilustraciones sobre el castro abulense de Ulaca. Si el misterioso castillo De la Peña De la Cruz no era un castro, sino una construcción medieval más modesta, los vestigios de la cantera no serían muy diferentes. Yo si me animo a indagar, pero no inmediatamente, que tengo cosillas por resolver.
ResponderEliminarJosé Muñoz
En este articulo si algo parece quedo claro es el poder que la nobleza tenía, en este caso el duque de Béjar, incluso mas que la iglesia ya que le tenían que pedir permiso para construir una ermita en sus dominios.
ResponderEliminarPor lo que se nos dice la romería a esa montaña es el próximo martes y lo que se suele hacer desde tiempo inmemorial es bendecir campos como se hace hoy día en la festividad de San Isidro.
Saludos.
Siempre es bueno cualquier debate con los diferentes puntos de vista y el que parece que ha suscitado este artículo, también lo es; aunque como autor del mismo nunca pensé en ese “castillo sí, castillo no”.
EliminarSobre las rocas partidas que se aluden entiendo que se trata de un fenómeno natural, por otra parte frecuente en los berrocales de la zona. Al lado mismo de La Peña existe una gran roca partida por la mitad con ambas partes en el suelo al mismo nivel mostrando su caras de corte totalmente planas ¿Cómo pudo hacerse ese corte y quedar colocadas de tal foma?... ¿o cómo pudo equilibrarse la gran roca basculante en la que todos alguna vez nos hemos fotografiado?
Hay que conocer el lugar para saber el frio que puede llegar hacer ahora en invierno a esa altura de 1387 m.s.n.m. Recordemos como en este tiempo actual es frecuente que la estación meteorológica de La Covatilla, a 1960 m.s.n.m., señale bajas temperaturas extremas a nivel nacional; como también hay que pensar otros tiempos geológicos pasados con grandes periodos de glaciaciones, donde la temperatura fue capaz de romper este tipo de roca granítica.
Tampoco es de extrañar que esos “cortes” en la piedra aludidos sean producto de extracción ¿por qué no?, pero de ahí a dar pie a la existencia de un castillo… hay mucho trecho. Es fácil que Tapia Osorio, con total buena voluntad, “confundiera” las ruinas de alguna edificación anterior o corral de ganado con los restos de un supuesto castillo.
Haciendo un recorrido por los antiguos topónimos bejaranos hoy en desuso, nunca ha existido ninguno referente a un “castillo”, por lo que opino que es una opción claramente a descartar (gracias, Oscar).
A Ángel Mª Ridruejo, decirle que la Ermita de la Magdaleno no pudo situarse cerca del Puente de la Magdalena, por el simple hecho que eran y son términos municipales distintos y en la época sobre la que se escribe, incluso eran jurisdiccionales diferentes, el Ducado de Béjar y el Marquesado de Montemayor (del Rio), cuyo limite fue siempre la calzada romana. Es más fácil la propuesta de José Muñoz de que estuviera en la zona de Los Picozos mucho más cercana a la Villa; recordemos que Los Picozos eran zona cultivable en huertos, viñas y majuelos.
A José Muñoz, decirle que me sorprendió y mucho la situación de la Iglesia de San Miguel en la calle Zúñiga Rodríguez en la actual zona de la Corredera. Siempre entendí que la esa iglesia estuvo al otro lado del Puente de la Corredera o Puente Viejo donde sitúas la iglesia de San Fabian y San Sebastián sobre el actual edificio ruinoso de la antigua panadería, por eso lo del Cementerio de San Miguel y del antiguo Hospital de San Miguel, incorporado hacia el 1750 al Hospital de San Gil, y que dependían de dicha antigua iglesia El duque don Juan Manuel el 2º mando reedificar ambos dada su situación de ruina hacia el 1732.
Veo que los comentarios se animan. Seguro que todo ello redunda en nuevas líneas de investigación y de conocimiento.
EliminarSigo opinando lo mismo que Ángel acerca del corte de cantería en la zona de la Peña, aunque se pueda llegar a confundir con las fracturas naturales de rocas cristalinas como el granito (al fin y al cabo, la forma en que los canteros cortan y extraen los bloques siguen el mismo principio), pero insisto: hay gran semejanza entre esa posible cantera y la del castro de Ulaca y otros, con el añadido simbólico de una peña caballera en ambos lugares, un signo de gran atracción en el paisaje que llevó a sacralizar buen número de asentamientos en la Antigüedad. El berrocal en el que se asienta la peña caballera y la cruz sería una excelente base para un pequeño castro de unos 2000 m2 de superficie, que además contaría agua, caza y madera en abundancia a su alrededor, pero ciertamente no se aprecian restos de fábrica ni materiales de derrumbe de los posibles muros; tampoco la toponimia ni la tradición refrendan la existencia de un castillo, en el concepto más amplio y abierto de la palabra así que la cuestión sigue abierta y merecería la pena investigar un poco.
En cuanto a la ermita de la Magdalena, su localización es bien conocida y se encontraba dentro de la antigua tierra de Béjar (después ducado) y no en la de Montemayor, precisamente por estar situada al este de la Vía de la Plata, concretamente dentro del término municipal de Puerto de Béjar. En un documento gráfico de la segunda mitad del siglo XVII, estudiado por Juan Felix Sánchez Sancho, se representa e identifica dicha ermita de forma explícita; otra cuestión es si la ermita recogida en la relación del artículo de Agustín se refería a esa Magdalena distante, pero siempre bejarana, o a otra más próxima a la ciudad y junto al arroyo homónimo. Otra cuestión abierta.
Y termino con el asunto de la iglesia de San Miguel: ¿cuándo me he referido yo a esa iglesia? En todo momento he hablado de la de San Nicolas para proponer una ubicación algo diferente de las planteadas. En todo caso, la iglesia de San Miguel, que fue parroquia hasta 1568 y contaba con su hospital anejo, era uno de los templos extramuros del arrabal de la Corredera y estaba situado en la manzana donde actualmente se encuentra el supermercado Lupa, entre las calles de Merinas (norte), Zúñiga Rodríguez (sur) y sendas travesías a este y oeste, según se puede deducir de lo representado por Ventura Lirios en 1726-1727. La construcción del cementerio de San Miguel es muy posterior (creo recordar que de 1861) y nada tiene que ver con la iglesia medieval del mismo nombre, salvo que ambos casos se encomiendan al santo patrón de Béjar. La ermita de los Santos Mártires estaba justo en el extremo norte del puente de la Corredera o Puente Viejo, como queda demostrado en las Ordenanzas de Béjar de 1577, creo recordar que también en el documento de autorización del Tinte del Duque en 1592 y, sobre todo, en otro documento de 1635 sobre el empedrado del camino de El Bosque desde la ermita de los Mártires. Aquí no hay cuestión abierta.
José Muñoz Domínguez
Corrijo una errata de mi comentario anterior: donde mencionaba el documento gráfico en el que aparece la ermita de la Magdalena junto al emplazamiento del Puente de la Malena, escribí que era de la segunda mitad del siglo XVII y en realidad es de la segunda mitad del XVIII.
EliminarJosé Muñoz
Estupendo artículo. Miguel Ciprés, además de lo explicado por Agustín y las informaciones que cita dadas por Roberto Domínguez Blanca, figura en algunos documentos como criado del marqués de Valero, que lo apodera en algunas ocasiones 'para hacer gestiones.
ResponderEliminarY el dicho Marques de Valero, fue padrino en el bautizo de una de las hijas de Miguel Ciprés.
Eliminar
ResponderEliminarA José Muñoz: En ningún caso he replanteado la situación de la iglesia de San Nicolas sugerida por ti como más cierta aunque eso supone que estaría extramuros (¿…?), ni nada que añadir a las situaciones que apuntas de la Ermita de la Magdalena, pero me inclino a pensar que estaría en el límite de la Villa y no en Puerto (de Béjar).
Lo que he planteado es mi sorpresa a la situación de la Iglesia de San Miguel en La Corredera en el lugar donde sugieres, cuando siempre entendí que estaba al otro lado de Puente de la Corredera, donde indicas la situación de la Iglesia de San Fabian y San Sebastián (hace años leí algo que relacionaba la iglesia de San Miguel con el Cementerio de San Miguel quizás ese sea el origen de mi creencia errónea; lastima no recordar en que documento). Y estoy hablando de tu Plano de elaboración propia con los elementos defensivos de Béjar (siglos XII-XIX).
En la preciosa acuarela Mapa del Bejarano Rio Cuerpo de Hombre, en ese mismo lugar Ventura Lirios dibuja un edificio que bien parece una ermita o iglesia con su atrio y cruz en lo alto del tejado y que señala con la letra T, pero indica que es el Tinte de Su Excelencia; bien puede ser un error del pintor puesto que sabemos que ese no era el sitio del Tinte del Duque.
Agustín B. García Gómez.
Aclarado el asunto De la Iglesia de San Miguel. Si te refieres al plano que hice hace tiempo, me ratifico en todo o casi todo (siempre conviene revisar lo investigado). Por cierto, en tu artículo mencionas ese plano como Imagen 1, incluyendo correcciones en rojo de Óscar, pero Carmen no lo ha llegado a incluir y andamos aquí como tuertos.
ResponderEliminarEfectivamente, San Nicolas era parroquia extramuros.
En el dibujo del "Mapa del Bejarano Río Cuerpo de Hombre", de 1720, al pobre Lirios se le acababa el papel por la derecha y no podía incluir la ermita de los Mártires (si es que aún estaba en pie: recordemos que en 1726-1727 no la pintó en su "Vista de Béjar", y tampoco se ve en otro dibujo referido al mismo pleito que el dibujo de Lirios anterior). Sí que dibuja e identifica el Tinte con cierto aspecto de ermita –cruz y pórtico– en el poco hueco que le quedaba, no muy distante de su localización real ; no obstante, hasta 2000-2001 se conservaron las dos columnas de ese pórtico.
José Muñoz Domínguez
Respecto a la ermita de La Magdalena aporto el dato de que en el entorno de La Gloria, ya cerca del término de Cantagallo, hay un paraje que según el Catastro se llama "La Magdalena", y al camino que va desde detrás de la fábrica de Gómez Rodulfo hasta las casas de La Gloria, le rotula como "Camino de La Magdalena" (coord. aprox.: -5,794644 40,383767). A este camino, en el plano del Instituto Geográfico y Estadístico de 1902 se le llama "Camino de Béjar a Montemayor o Camino de la Puerta del Pico".
ResponderEliminarJosé Manuel Sánchez Sánchez.
A ese pago me refería yo, cercano a Picozos, pero en la otra orilla del río, pues el arroyo desemboca más o menos donde está la depuradora. La cuestión es si el pago, el arroyo y el camino recibían su nombre por una hipotética ermita de la Magdalena en ese mismo lugar o por conducir (sólo el camino) hasta Montemayor pasando por la ermita de la Magdalena que dio nombre al Puente de la Magdalena, vulgo de la Malena; y que está perfectamente probado que se encontraba a pocos metros del río y el puente, en la ladera norte del valle y siempre en término de Puerto de Béjar, justo en la confluencia de ese mismo camino de Béjar a Montemayor que en el plano de 1902 sólo llega hasta el Llano Moral, por bajo de Navarredonda, pero que proseguía paralelo al río por su margen izquierda hasta enlazar con el camino real y vía romana.
ResponderEliminarJosé Muñoz
Quise decir la ladera sur del valle, pero orientada hacia el norte, o sea, la que baja desde Puerto de Béjar hacia el río y el puente. La ermita de la Magdalena se encontraría en un prado muy próximo al camino empedrado (sea romano o no lo sea, que hay cierta controversia en ello) y a un par de curvas desde ahí al puente. El camino de Montemayor rozaba la ermita, se confundía unos metros con el camino romano-no romano y, pasado el puente, seguiría paralelo al río coincidiendo aproximadamente con la carretera actual.
ResponderEliminarJosé Muñoz
Bueno, aquí hay polémica, a lo que parece. Durante la romería que (deduzco) se celebre mañana, algún bejarano lector tendrá la curiosidad de mirar la tal piedra cortada y ver si quedan marcas de las perforaciones que los canteros obraban para introducir las cuñas que creaban el plano de fractura; marcas que en el bolo de la derecha sí creo ver, sin que este bolo llegase a ser finalmente cortado. Me pilla pelín lejos para acercarme... y apelo a la buena voluntad de algún romero...
ResponderEliminarEn cualquier caso, son rocas que me parecen de muy antigua erosión, con demasiadas redondeces como para que aparezcan puntos susceptibles de concentración de esfuerzos que hubiesen originado diaclasas posteriores, pues se echa de ver que la fractura es muy posterior a la erosión de la roca; opinen los versados en geomorfología. O los versados en arquitectura castral, como nuestro estimado José Muñoz, que dice haber contemplado similares modelos de cantería en similares entornos. Obviamente, no apostaré por la existencia de un castro vetón ni por una construcción medieval (aunque intuyo que la fundación de Béjar, en un lugar imposibilitado para la observación de lejanías, hubiese precisado de un cinturón de atalayas en las alturas circundantes).
Sí apostaré contra que el escribiente quisiera interpretar un castillo en esa disposición pétrea, que le hubiese obligado a interpretar castillos en las tropecientas formaciones semejantes que debe de haber en el entorno de Béjar. Incluso en la elección de la palabra "fragmentos" para referirse al castillo podríamos adivinar que, en este caso, contemplaba restos diferenciados.
Saludos a todos.
P. S.: San Albín es típica advocación visigoda. ¿Se puede atestiguar la existencia de una Béjar, o lo que hubiera entonces, altomedieval?
Ya quisiera yo tener el día libre para ir de romería y relajarme en esas alturas con pleno disfrute pagano de sus orígenes: sol, monte, vino, comida y buena compañía. Tendrá que ser en otro momento.
ResponderEliminarDel pasado visigodo de Béjar hay más invenciones que realidades, exactamente como del pasado musulmán: cero vestigios (correspondientes a nula presencia), por más que se venga empeñando la erudición local. Sí que hay restos visigodos en las inmediaciones del cerro del Berrueco, por ejemplo.
No recuerdo si la ermita de San Albín se menciona en el libro de Regla del Cabildo eclesiástico de Béjar (creo que sí), pero eso no nos lleva más atrás del último tercio del siglo XV. En el cuadro de Lirios se ve bastante bien dónde se encontraba y cómo era en el primer cuarto del siglo XVIII. Debió de ser derruida para construir en su lugar un fielato y parte de sus restos (cornisas, basas de remates de bola, etc.) sirven como piezas reaprovechadas en el puente del mismo nombre, un puente gótico del siglo XIII que debe tener la misma cronología que la ermita.
José Muñoz
Muchas gracias. Dios nos libre de la erudición local.
EliminarCreo que en esta cuestión del famoso "castillo" habría que preguntar a nuestro querido amigo José Francisco Fabián. En su capítulo sobre arqueología del volumen primero de la "Historia de Béjar" identificaba en este punto un santuario rupestre prerromano, es decir, un lugar sagrado al aire libre que ha sido considerado como tal a lo largo de los siglos y cristianizado posteriormente. Y si nos ponemos a pensar un poco en este dato tendría todo el sentido que nuestros antepasados identificaran un "castillo" con ¿un castro?, ¿un santuario vetón? Lo mismo se me va la pinza, pero...
ResponderEliminarPues sí, pocos como Fabián para reorientar estas disquisiciones como arqueólogo y buen conocedor de la zona. Yo no veo descabellada la idea del castro, interpretados sus restos como castillo por los bejaranos del Antiguo Régimen, ni tampoco la del santuario: es un lugar donde destaca su peña caballera y ha sido sacralizado desde hace siglos en torno a fechas vinculadas con el final de la primavera, la Santa Cruz, etc., lo que remite a la posible superposición de un culto cristiano sobre otro pagano. Y, por cierto, pocas fiestas más paganas y salvajes en Béjar que el día de la Peña De la Cruz.
EliminarJosé Muñoz
Por alusiones. Me parece una noticia muy interesante la encontrada por Agustín García Gómez, a quién de momento no conozco. Mi opinión es esta que la fragmento en partes para que pueda entrar en el formato:
Eliminar1A.- En la Prehistoria (incluso en la Historia) el desconocimiento científico de determinados fenómenos en la Naturaleza, del tipo que fueran, llevó a las gentes a interpretarlos de alguna manera que fuera satisfactoria para con su concepción del mundo y sus cosas. Y allí donde toparon con la imposibilidad de darle una explicación estuvo la de atribuirlo a lo divino o a algún tipo de más allá. Con ello crearon un "compendio" de explicaciones que satisfacían su curiosidad y sus miedos que fueron pasando de generación en generación hasta que el avance de la ciencia fue interpretando de otra manera los fenómenos, quitándole cada vez más poder a los dioses y al más allá.
En ese contexto, determinadas rocas, por lo pintorescas que resultaban (por su magnitud, su forma, su protagonismo en el paisaje...) solo podían ser interpretadas como obras de alguien sobrenatural. Si lo habían creado seres sobrenaturales tenían que ser motivo de adoración, de convocatoria de gentes en torno a su obra o quién sabe qué otras acciones. Muchas de estas piedras fueron objeto de algún tipo de trabajo en ellas (talla de entalles a modo de pequeños escalones, excavación de pilas, adaptación para llevar a cabo rituales donde determinados líquidos pudieran deslizarse...) con cuya acción les conferían la distinción necesaria sobre el resto. (Si queréis ver algunos testimonios abulenses y salmantinos podéis descargar este artículo en mi página web: https://jfranciscofabian.com/pdf/santuarios_rupestres2010.pdf).
(J. Francisco Fabián)
Continua...
1 B.- Estos lugares fueron objeto de culto, protección y peregrinación a ellos de las gentes durante miles de años, de una forma parecida a lo que hacemos todavía con nuestras romerías a las ermitas campestres. Cuando el cristianismo fue religión oficial a partir de Teodosio, a finales del siglo IV, estos lugares que seguían siendo sitios de culto desde miles de años atrás, se convirtieron motivo de controversia porque el cristianismo los consideraba paganos y la religión era la que era y no otra. Pero la gente continuó yendo a ellos porque las religiones pueden cambiar oficialmente de un día para otro, pero la concepción religiosa de las gentes es más lenta. Tal fue así que un obispo llamada Martín de Braga, de principios del siglo VI, que no era un cualquiera en el cristianismo de aquella época, se quejaba, casi siglo y medio después de la oficialidad del cristianismo, de que las gentes seguían acudiendo a venerar a las piedras. Eso era en el mundo rural, donde los cambios de mentalidad son más lentos. Lo que se les ocurrió en ese momento fue, además de prohibir, levantar iglesias en los lugares donde se peregrinaba para eso y así, poco a poco diluyeron lo pagano en favor de lo cristiano. Hay multitud de casos de estos. En Ávila, en un pueblo llamado Navarrevisca, se investigó no hace mucho un caso de libro de estos, donde acudimos a ver las ruinas de una ermita del siglo XIV en plena sierra y nos encontramos con los cimientos de toda una ermita visigoda, luego románica, que había surgido por la presencia de un altar rupestre impresionante... Dicho esto vayamos a la Peña de la Cruz. En la Peña de la Cruz hay una roca impresionante por su impacto en el paisaje, por posición dando vista a todo un amplio territorio al norte, que no puede haber pasado desapercibida desde la antigüedad nunca. Sobre todo porque por allí pasaba la ruta para acudir a Peña Negra, donde pasaron cosas que tuvieron que ver con la ritualidad en un momento de la dura crisis de aridez del llamado Evento 4.0.ka (podéis saber algo más de ello en: https://bejar.biz/paseos-arqueologia-comarca-bejar-7-pena-negra-pena). Esa roca y otra que había muy cercana que se halla partida a la mitad como si hubiera sido cortada a cuchillo (¿un rayo tal vez? ¿Un rayo en tiempo prehistórico que provocó un relato de interpretación fantástica o una leyenda desde el suceso a los que frecuentaban la zona?). Algo representaba la gran roca donde está la actual cruz para que, mucho tiempo después, se colocara la cruz que hay hoy, seguramente sucesora (esto no sé si es así) de alguna otra cruz más antigua que santificaba un lugar pagano con su presencia y la autoridad de la religión oficial que desechaba y prohibía el paganismo anterior.
Eliminar(J. Francisco Fabián)
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1C.- La cruz en estos casos santifica, cristianiza y si se construye una ermita más aún, pero a veces no se necesita una ermita para santificar un lugar cuando no hay en él presencia muy frecuente, que pudo ser el caso de la antigüedad de la Peña de la Cruz, debido a sus circunstancias de acceso. (No hay que olvidar que en la antigüedad esa zona sería más aún un bosque denso de vegetación, en el que crear un camino estable no era factible si solo se iba por allí de vez en cuando. Ello haría que solo se fuera en determinadas circunstancias, en las que se hacía lo que fuera necesario, pero sin la necesaria inversión de esfuerzo (requería una cantidad de gente para ello) que crear un acceso cómodo implicaba).
EliminarEn el siglo XVII, según ha averiguado Agustín García, se quiso edificar una ermita para ahuyentar las tormentas. Curioso. El siglo XVII, después de la derrota del luteranismo y como consecuencia con lo que se ha llamado desde la historiografía la Contrarreforma se edificaron muchas nuevas ermitas de nueva planta, en un clima de gran auge de la religiosidad tal vez provocado por la crisis que sobrevino después de los esplendores del siglo XVI. No es extraño que un cura pidiera esa edificación. Lo interesante es que lo hiciera para ahuyentar las tormentas que tantos daños causaban, una justificación que me hace pensar en que aún quedaban muchos restos de las supersticiones del pasado para determinados elementos y circunstancias de la Naturaleza. Es decir, muy alejado todo de lo que podría llamarse hoy "Catolicismo racional" (puesto entre comillas intencionadamente). Otro detalle es que haya una romería actual al lugar. Me pregunto si no tiene que ver con una antiquísima tradición perdida en el tiempo que empezó con la roca propiamente dicha y luego se cristianizó, perviviendo la romería, aunque no haya habido nunca ermita, cosa que llama la atención y suscita reflexiones.
(J. Francisco Fabián)
2.- En cuanto a lo que plantea Pepe sobre un misterioso "castillo" allí mismo, me parece muy sospecho de algo que habría que buscar en la zona, por ver si hay pistas. No se le dan nunca nombres gratuitos a las cosas en el paisaje. Que no hubiera un castillo propiamente dicho parece normal, porque algo hubiera sobrevivido de él, en pie o como un evidente derrumbe y, además, habría documentación sobre ello. Algo se interpretó como tal en un determinado momento a partir de un indicio. Concederle a las rocas naturales allí presentes el carácter de "castillo", me parece raro. En mi experiencia profesional he conocido en numerosas ocasiones que cuando algo se nombra así , hay algo que permite interpretar con el tiempo que fue un castillo, sin que lo fuera. ¿Fue una construcción arruinada ligada a la roca y los cultos u otro tipo de acciones que alli se practicaron? ¿Fue una construcción evidente pero no una gran construcción que no dejaba un derrumbe monumental? ¿Se quitó para dignificar la roca donde se puso la cruz con objeto de limpiar la zona?.... Podremos hacer muchas conjeturas. Yo particularmente pienso que la palabra "castillo" allí aplicada no es gratuita. Creo que un castillo como tal no hubo, pero una construcción determinada que era evidente y tenía una cierta entidad, sí.
¿Hubo un castro de la Edad del Hierro? Eso en mi opinión no lo hubo. Primero, porque no era un sitio para tal cosa en los contextos de la segunda Edad del Hierro. Los castros de la Edad del Hierro responden a una serie de circunstancias que nada tienen que ver con lugares tan abruptos como la Peña de la Cruz. Y, en segundo lugar, porque si hubiera habido un castro los restos serían muy evidentes, tanto en lo que se refiere a cultura material (infinidad de restos cerámicos), como a construcciones derrumbadas. Desde mi modesta opinión, lo que hubo y pasó allí no tuvo que ver con la cotidianidad de un sitio de habitación, sino como un sitio de evocativo, recurrente, especial al que acudían para algo no habitual las gentes de los lugares cercanos.
J. Francisco Fabián
Bienvenidas sean las observaciones y precisiones de Fabián, sobre todo por tratarse de alguien experto en este tipo de lugares, a lo que añade preguntas clave que conviene hacerse para, quizá algún día, avanzar en el conocimiento del verdadero referente del misterioso "castillo". Algunas de esas cuestiones ya se habían planteado en comentarios anteriores, así que no íbamos tan desencaminados. Con todo, no me acaban de convencer algunas afirmaciones de Fabián, quizá porque me falta conocimiento y contexto para entender las condiciones de un castro de la Edad del Hierro. Si una de ellas no es lo abrupto del terreno, ¿qué decir de los asentamientos castreños situados en tantos cerros tanto o más abruptos que la Peña de la Cruz en la provincia de Ávila? Vayamos a uno de los ejemplos más cercanos a Béjar, con varios milenios ininterrumpidos de ocupación humana en su cima y sus laderas, castro incluido. Me refiero al Cerro del Berrueco, a casi 22 km de la Peña de la Cruz (en línea recta de cima a cima), un lugar elevado hasta los 1352 m frente a los 1387 m de la Peña de la Cruz (sólo 35 metros más), bastante más abrupto (como se percibe simplemente caminando entre sus berrocales y se constata en la proximidad de las curvas de nivel de los mapas), mucho más inhóspito por la escasez de vegetación y de agua (recordemos que la Peña de la Cruz, en cambio, está rodeada de castañares y robledales a pocos metros, que tiene muy cerca un manantial y un estanque al oeste –a menos de 200 metros de terreno alto, pero llano– y los manantiales de La Sarda, Pastores, Cuberos y Milagritos en el vallejo de Monte Alto situados unos 400 m al este, origen del sistema de abastecimiento de agua de Béjar desde mediados del siglo XV), también es zona abundante de caza menor, con excelente visibilidad sobre otras elevaciones y pasos cercanos, etc. Sigo pensando que era un buen lugar para un castro, quizá chiquito, interpretado mucho después como "castillo".
EliminarY, sin embargo, no queda el mínimo rastro que pudiera esperarse de tal tipología defensiva y habitacional, ni cimientos, ni muros en sus primeras hiladas, ni la acumulación de derrumbes que cabría esperar de la ruina de aquella hipotética construcción. Tampoco se conoce ni se conserva ninguna edificación posterior en la que se hubieran utilizado esos abundantes materiales del derrumbe, ni siquiera en la mampostería de las cercas de piedra de la zona, que precisamente escasean en esa finca bejarana por tratarse de una propiedad unitaria bastante grande y sin particiones. Desconozco si se ha realizado alguna prospección superficial en la que se hallaran restos cerámicos antiguos, más o menos abundantes.
Quizá el "misterio" se reduzca a una pequeña torre asociada a un lugar sacralizado, pero merece la pena seguir indagando por si pudo haber algo más en aquel lugar que sigue atrayendo la concurrencia de los bejaranos a la fiesta más pagana que por estos lares se conoce, pese al barniz cristiano de la cruz, la bendición de los campos y la misa de campaña.
José Muñoz Domínguez
Pepe, empecemos por el principio. Conocemos en arqueología como castros de la Edad del Hierro (hay gente que hace esta denominación extensible a otras cronologías, pero sin motivo) al tipo de hábitats característicos de la II E. Del Hierro , en el tiempo inmediatamente anterior a la dominación romana. Se caracterizan por estar en sitios un tanto abruptos para dificultar el acceso y casi en la totalidad amurallados, lo cual da idea de las circunstancias que rodeaban a ese tiempo, generalmente entre el 500-450 a.C. y el siglo I-II a.C. La Peña de la Cruz no reúne características para ser un castro. Es un lugar abrupto, sí, pero su abruptez (si se puede decir es palabra) no es la de los castros de la Edad del Hierro. Para nada responde al conjunto de características estratégicas y logísticas de los castros vetones. En absoluto. No vale la comparación con el Cerro del Berrueco, en primer lugar porque en el Berrueco no hubo un castro en lo alto del cerro (Cancho Enamorado), sino un yacimiento del final de la Edad del Bronce, seguramente obedeciendo a unas razones que no eran las mismas que las de los castros vetones (y, por cierto, agua había en lo alto del cerro. En los años 30 del siglo XX los pastores que frecuentaban la zona conocían entre 15 y 20, lo dice el Padre Morán. Yo he llegado a conocer en los años 70 cuatro fuentes en lo alto); los castros de las Paredejas y Los Tejares, asociables al complejo arqueológico del llamado Cerro del Berrueco, están en la base del cerro precisamente, no en lo alto del cerro. En el castro abulense de Ulaca viven en lo alto, pero es la posición del cerro en el valle Amblés, el control de la ruta que llega a él desde el sur y la logistica económica y de dominio en todos los sentidos lo que determina la elección de ese sitio, rodeándolo, además de murallas muy evidentes a pesar de lo abrupto del cerro.
EliminarLo que pudo haber en la P. de la Cruz fue otra cosa y seguramente no fue para vivir, sino para ir alli en determinadas circunstancias. Ese misterioso "castillo" lo buscaremos o por lo menos buscaremos la razón por la que se usó esa palabra. allí precisamente. Y si lo averiguamos, lo contaremos. Será una razón más para subir allí arriba de nuevo. (Incluso podemos organizar una "redada" con más gente. Ahí lo dejo).
J. Francisco Fabián
Aclarado. Y si hay que apuntarse a la "redada", nos apuntaremos (pero no en verano...).
EliminarPepe Muñoz
Servidor se apunta, pero preferiblemente en verano a la hora de la siesta con 40º. En otras condiciones no sobrevivo.
EliminarEstá claro que habría que hacer dos batidas: yo no soy persona por encima de los 30º, y 36,5º ya es fiebre...
EliminarJosé Muñoz
Respecto a lo que dice Fabián de si había otra cruz anterior a la actual, así es. Se puede ver en documentosdebejar.blogspot.com, concretamente en https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgArBk0_2AQfVELRczz4sqgXkZZz8NJUVTANQOq1HvYvpOP-k2eD8Q99eXYqoMmz_-xdDBWxn9Ai_cT_OWQ3ruzGN3TpkNJqoum2azCes_8ODJ70ytCU_u1IsaPqyC5Byk3C5rV3lC2g4/s1600/paisanos-4.jpg
ResponderEliminarJosé Manuel Sánchez Sánchez.
Hay que agradecer al autor, Agustín García, el trabajo realizado para sacar a la luz esta historia de la fallida construcción de una ermita en la Peña de la Cruz, y que a su vez nos ha hecho conocer las antiguas ermitas e iglesias con las que contaba la población, de las que muchos bejaranos desconocíamos su existencia.
ResponderEliminarMuy interesante el hallazgo del documento referido a la solicitud de construcción de la ermita en la Peña de la Cruz, por el valor de ofrecer la ubicación de una ermita alejada del casco urbano, en un lugar significativo para los bejaranos, pero lo que me llama también la atención, es el objetivo de construcción, ya que se va a realizar para aminorar las consecuencias de las tormentas en los cultivos de la zona.
ResponderEliminarEs habitual en España desde el siglo XII la construcción de ermitas en lugares que tengan una significación natural, ya sea, por que se encuentre enterrada una imagen sagrada, como ocurre en el volcán Santa Margarita en la zona de Olot para que proteja a los habitantes de la zona de los terremotos; o para que les proteja de las tormentas, como la ermita de San Ginés (también llamado Deodato) en Peracense y Ródenas (Teruel), o la ermita de Santa Bárbara en Salzadella (Castellón).
El hallazgo también nos permite observar la continuidad de la mentalidad medieval de los habitantes de la zona durante el siglo XVII, periodo al que hace referencia la ermita de la Peña de la Cruz, que no irá cambiando hasta el desarrollo e influencia de la Ilustración..