10/03/2025

¡¿El castillo de Burgos...?! ¡A los Zúñiga nunca más!

 Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez 

A mi nieto Adriano

  

          La historia relacionada con el título comienza en 1391, cuando el rey Enrique III entregó la autoridad sobre el castillo de Burgos a Diego López de Estúñiga, ricohombre y señor de varias villas en Castilla y Navarra, y miembro de su Consejo, que en 1396 obtuvo la villa de Béjar por intercambio de Frías con el rey. Desde el siglo anterior se consolidaba el linaje de Diego en la corte castellana, donde él mismo había sido compañero de juventud del padre de Enrique, el anterior monarca, y luego también su consejero, detentando ahora el título de Justicia Mayor del reino.    

 

Entrada al recinto del castillo de Burgos. Diariodeburgos.es

 

          La siguiente autoridad del castillo fue Pedro de Estúñiga, I conde de Plasencia, II señor de Béjar e hijo de Diego, de quien heredó el cargo de Justicia Mayor. Ejercía la tenencia de la fortaleza Íñigo de Estúñiga, primo de Pedro, cuando este y su primogénito Álvaro planificaban desde Plasencia la caída de Álvaro de Luna, poderoso valido del rey Juan II, que se albergaba en Burgos. Premunido de una orden de arresto proporcionada por la reina, Álvaro de Estúñiga reunió tropas en Curiel para dirigirse a Burgos, y con apoyo de las fuerzas del castillo a cargo de su tío, apresó al valido y lo llevó a Valladolid, donde fue decapitado.   

 

Sendero al sector de las murallas. Turismo.aytoburgos.es

 

        Prueba de la autoridad de los Estúñiga sobre el castillo, fue que poco tiempo antes vino el propio rey a visitar al valido y decidió alojarse en la fortaleza, cuyas puertas encontró cerradas. Ordenó que las abriesen; pero el centinela, sin hacer caso que era el mismo rey quien daba la orden, se limitó a avisar al alcaide lo que ocurría. Apareció un oficial en lo alto del adarve, y preguntó si era efectivamente el rey quien allí estaba. Contestóle don Juan II mandando que se le abriesen luego las puertas, porque quería entrar en su castillo y aposentarse en él. En lugar de obedecer, contestó el oficial diciendo que no estaba acomodado el hospedaje para su alteza, y que en otra posada podría estar mejor y de manera más conveniente a su rango. Insistió el rey, y entonces el oficial manifestó rotundamente que sin orden expresa del conde de Plasencia (Pedro de Estúñiga), su señor, que estaba a la sazón en Curiel, no podía dar entrada al monarca. Al fin, después de mucho insistir, pudo el rey entrar y alojarse en el castillo.

 

Vista de Burgos desde un torreón del castillo. Turismo.aytoburgos.cl

 

        Heredero de su padre y de su abuelo, Álvaro de Estúñiga, I duque de Arévalo, II conde de Plasencia y III señor de Béjar, detentó la sucesiva autoridad sobre el castillo de Burgos. En su tiempo se desarrolló la Guerra de Sucesión castellana, en la que Álvaro y su familia jugaron en los bandos equivocados. Después de levantar al infante Alfonso, que murió, contra su medio hermano Enrique IV, se decantaron por la princesa Juana la Beltraneja contra su tía la futura reina Isabel, y uno de los escenarios del final anunciado fue el castillo burgalés.

        Ejerciendo la tenencia del castillo Juan de Estúñiga -hijo menor de Álvaro, de dieciséis años al momento- se concentró en la fortaleza parte de las fuerzas adictas a la princesa Juana, amenazadas por las de Fernando de Aragón que apoyaban a Isabel. Los del castillo, que contaban como adversarios también a los burgaleses, pidieron ayuda al rey Alfonso V de Portugal, que invitado por Álvaro de Estúñiga, duque de Arévalo entonces, y otros nobles y prelados, ya había traspasado la frontera y desposado a su sobrina la princesa Juana -proclamándose “reyes de Castilla- y acababa de enfrentar al ejército de Isabel en Toro.

 

La catedral de Burgos desde el mirador del castillo. Turismo.aytoburgos.es

 

        Alfonso no acudió a la demanda, y el ejército de Fernando mantuvo un feroz asedio del castillo que duró meses. Cuentan las crónicas que el Rey (Fernando) mandó poner gran diligencia en las minas que iban por debajo de tierra ahondando para llegar al pozo del castillo, pues pensaba que éste sería tomado en cuanto se quitase el agua. Los trabucos y las lombardas gruesas no cesaban de disparar contra el fuerte, de noche y de día. Algunas veces salían los sitiados a pelear con los sitiadores, cayendo sobre su campo, y otras veces, a un mismo tiempo, iban los de dentro por debajo de tierra, valiéndose de sus contraminas, en acometida contra los que minaban; de manera que muchos días acaeció pelear, a la vez, por debajo de tierra por dos sitios, y encima de tierra por tres o cuatro.

        En un enfrentamiento -en que como siempre mueren los de a pie- hubo un episodio en que quedó demostrado que las elites tienen sus propios códigos de sobrevivencia: capturado por el bando del castillo Rodrigo Pimentel, conde de Benavente y capitán de una facción isabelina, resultó ser pariente de Leonor Pimentel y Zúñiga, sobrina y segunda esposa de Álvaro de Estúñiga, joven mujer -treinta y tres años menor que su esposo- de ambición desmedida, que había alentado el conflicto. Demás está decir que poco tardó en recobrar la libertad el conde Rodrigo, por empeño de la duquesa de Arévalo, Leonor, que era prima suya. 

 

Obras de recuperación en el castillo de Burgos. Elcorreodeburgos.com

 

      La familia de Álvaro de Estúñiga se dividió y algunos pasaron al bando isabelino. Fue el caso de Pedro, su primogénito, que abogó ante la reina por su padre, que había sido declarado traidor por Isabel, cesado en sus cargos oficiales, suspendida la obediencia de sus vasallos y secuestrados sus bienes. Pero la reina tenía otros motivos más que la piedad para reconciliarse con Álvaro, y era que la Casa de Zúñiga -entonces Estúñiga- tenía posesiones en Béjar, Plasencia, Peñaranda de Duero, Arévalo y Burgos fuertemente armadas, y era en esta zona omnipotente, por lo que era mejor tenerlo de aliado.  

 

Zona las murallas del castillo habilitada para visitas. Komoot.com

 

         El pacto de avenencia entre la reina Isabel y Álvaro de Estúñiga, celebrado y firmado el 10 y el 13 de abril de 1476, y justificado por la reina con que los Zúñiga (Estúñiga) le habían prestado innegables servicios que compensaban la rebelión inicial y no podían ser olvidados, dispuso, entre otras cláusulas, que el castillo de Burgos revertía  a la corona y que, sobre juramento, jamás se les volvería a dar a los Zúñiga (el castillo fue dinamitado en la Guerra de Independencia).

            Se quitaba también a Álvaro el ducado de Arévalo, se elevaba a ducado el condado de Plasencia -arrebatado después por Fernando el Católico al nieto homónimo de Álvaro- en compensación, y nueve años más tarde la reina otorgaba el mismo rango nobiliario al señorío de Béjar. Se vincula además este pacto con la castellanización del apellido Estúñiga -que sonaba a la reina demasiado navarro y podía ser potencial de una nueva traición- cambio aceptado por los relativos de Álvaro, a quien consideraban pariente mayor con poder para hacerlo (las otras ramas familiares eran en ese momento los condes de Monterrey y los condes de Miranda del Castañar).

 

Lecturas:

Balaguer i Cirera, Víctor. El castillo de Burgos. 1889 (en la red, por la U. Complutense de Madrid).

Menéndez Pidal, Ramón. Historia de España (t. XXVII, vol. I, pgs. 167-169).

5 comentarios:

  1. Menudo linaje. Y la reina también. A veces entre bueyes hay cornadas.

    ResponderEliminar
  2. Un bonito recordatorio de la historia de la corona de Castilla del siglo XV y que cambio el rumbo de la historia al unirse con la corona de Aragón.
    Esas fotos del castillo burgalés me recuerdan muy poco al que en mi adolescencia visite en una excursión escolar y creo que también a una un poco mas cercana en el tiempo.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  3. Precisamente mi asignaatura pendiente es visitar la ciudad de Burgos. Tuve posibilidad de ir en un viaje programado, pero decidí no ir por ser en un mes del año en donde más frío hace.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  4. Gracias por compartir este interesante relato de la nobleza de la época, y su encarnizada lucha por conseguir este bastión, en el que tuvieron que morir cientos o miles de personas, de los de a pie, como tu bien dices, para gloria de unos pocos.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Historia muy interesante la que no proporcionas Carmen. Las imágenes desde el castillo me gustan mucho.

    Un abrazo

    ResponderEliminar

"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.