5 de diciembre de 2020

De cuando, en ocasión de una epidemia de peste, atendió a los enfermos don Mateo Jareño de la Parra, un médico de gran valía y posterior fama (1679)

 Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.845 (20/03/2020), p. 4.

 

 Prolija es la documentación generada en Béjar durante el largo periodo de la guerra hispano portuguesa de independencia de Portugal, la llamada Guerra de Restauración Portuguesa, que duró 28 años entre 1640 y 1668. Al ubicarse nuestra villa en las proximidades de la frontera entre las dos coronas, bajo el cetro de la Monarquía Hispánica, no estuvo exenta de los embates de uno y otro bando, sobre todo por el tráfago de soldados. La desolación y la violencia, el hambre y la miseria se cebaron entre nuestros conciudadanos.


¿Irían los médicos de Béjar de esta guisa para tratar a los enfermos de peste?

 

            Una de las secuelas más funestas del conflicto residió en la propagación una epidemia cuyo origen se trasladó por unanimidad a las tropas extranjeras que pululaban por doquier. En efecto, entre 1678 y 1681 se desató uno de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, la peste[1]. Los enterramientos contabilizados de personas adultas por este mal en las parroquias de la Villa, sin contar los conventos, ascendieron a 507 y en el conjunto de la Villa y Tierra a 1.386.

28 de noviembre de 2020

Leonor de Pimentel y Zúñiga y la misteriosa muerte del infante Alfonso de Castilla

 Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez      

 

       No es menor la información que a través de textos contemporáneos y modernos se puede obtener de esta notable mujer, de quien lamentablemente no hay retratos, como tampoco de su tío carnal, padrino de bautismo y esposo. El apellido que compartía con su marido, treinta y tres años mayor, fue Stúñiga hasta la avenencia firmada entre este y los Reyes Católicos, y la dignidad de ser la primera duquesa consorte de Béjar, tan anhelada por ella, sólo la pudo disfrutar pocos meses antes de su fallecimiento.

 

Enrique IV de Castilla

       Curiosamente, la unión de los dos principales linajes de Leonor se originó en el asesinato del condestable Álvaro de Luna, en el que participaron su padre Juan Alonso Pimentel, I conde de Mayorga; su abuelo materno y suegro Pedro de Zúñiga, I conde de Plasencia; y su tío y esposo Álvaro de Zúñiga, futuro I duque de Béjar. El grado de consanguinidad y la corta edad de Leonor (diecinueve años) escandalizaron a la corte, pero la pareja obtuvo el apoyo del también cuestionado monarca Enrique IV, desatando en Roma una ola de sobornos y corrupciones que alcanzó al mismísimo pontífice (Pío II), con el fin de obtener la dispensa.      

 

21 de noviembre de 2020

Sobre el mecenazgo musical de la Casa de Zúñiga

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

          No ha sido este un linaje de ejecutantes del arte musical, sino más bien de admiradores y mecenas. Los hay, sí, como el joven pianista Edwin Zúñiga Flores, que triunfa hoy en Plasencia, conocido en este extremo del mundo por el bejarano-placentino Jerónimo Gómez-Rodulfo y traído a colación en el postulado de que, en este caso, linaje y apellido son sinónimos por tener un único origen (Menéndez Pidal de Navascués, Faustino: El linaje y sus signos de identidad, 2006). 

 


 
         Pasando a los duques, la licenciada en Historia y Ciencias de la Música, María Dolores González Canalejo, dice lo siguiente en su conferencia La música en la villa y tierra de Béjar hasta el siglo XXI, presentada en febrero de 2015 en el Espacio Cultural Bizarte: Otro de los elementos que singularizan la historia de Béjar es la presencia en la ciudad de la familia noble que rigió sus destinos a lo largo de varios siglos, los Zúñiga o Stúñiga. Pues bien, esta familia se distinguió, entre otras cosas, por sus aficiones artísticas, entre las cuales se encontraba la música.

 

14 de noviembre de 2020

Pedro Dorantes Arias: un conquistador bejarano en el Río de la Plata (3ª Parte y final)

Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.750 (1/04/2016), p. 4.

     Tras la apertura de caminos inexplorados en el sur de Brasil y en las fronteras de Argentina y Paraguay, y tras haber recorrido incansables las márgenes de legendarios ríos como el Paraná y el Iguazú, los hombres de Pedro Dorantes Arias rindieron pleitesía al gobernador del Río de la Plata, Alvar Núñez Cabeza de Vaca[1], con quien habían llegado desde España con el fin de no dejar un palmo de tierra sin conquistar ni un nativo sin someter. La tradición dice que en aquellas tierras los conquistadores españoles se desmontaban de sus caballos y los lanzaban desbocados y a todo galope camino del horizonte, para después marcar la frontera de sus posesiones allá donde el equino, rendido, se detenía. 

 


7 de noviembre de 2020

Pedro Dorantes Arias: un conquistador bejarano en el Río de la Plata (2ª Parte)

Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.749 (18/III/2016), p. 6. 

 

       En el diccionario enciclopédico Espasa-Calpe, en su célebre edición de mediados del siglo XX que lustra tantas bibliotecas españolas, solamente encontramos referenciados a cuatro personajes bejaranos. Solo cuatro paisanos que hayan hecho méritos o logrado notoria fama como para merecer figurar en sus ilustres páginas. A saber: el marqués de Valero Baltasar de Zúñiga, Francés de Zúñiga, Mateo Hernández y Pedro Dorantes Arias, protagonista de esta serie de artículos. El personaje es descrito como gran conquistador español del siglo XVI y citados sus descubrimientos en el Nuevo Mundo, los cargos que tuvo, así como una referencia a la recopilación de los escritos en los que dejó constancia de su aventura vital en ese continente[1]. Así mismo, su presencia en toda crónica histórica de aquellos acontecimientos nos da cuenta de la notoriedad del personaje y de su importancia mayúscula dentro del Descubrimiento. 

 

 De los montes bejaranos a tierras americanas

Foto de Manuel Álvarez-Monteserín

 

31 de octubre de 2020

Pedro Dorantes Arias: un conquistador bejarano en el Río de la Plata (1ª Parte)

Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

Publicado: Semanario Béjar en Madrid, nº 4748 (4/03/2016), p. 4. 

 

     La fortuna histórica de que alguien termine dando nombre a una calle, por modesta que esta sea, otorga al beneficiado algo semejante a la inmortalidad. A la inmortalidad o a la perdurabilidad de un nombre, que no de la persona ni de su historia pues ésta suele terminar devorada por la sentencia del olvido y del tiempo. Por tales decisiones en el callejero de nuestra ciudad la figura de Andrés Dorantes nos resulta hoy, al menos, familiar, mientras que la de su pariente Pedro Dorantes Arias ha quedado en el completo anonimato, por más que la historia y los hechos de este segundo sean, si cabe, más legendarios y trascendentales en la compleja y duradera etapa de la conquista de América

 

Andrés Dorantes de Carranza, el otro conquistador de la familia.

Dibujo encontrado aquí


         ¿Quién era este hombre que las crónicas de Indias recuerdan como conquistador en Méjico y Guatemala, descubridor de las tierras del río de la Plata y al que sitúan ocupando importantes cargos públicos en Paraguay? Sin duda uno de los conquistadores más renombrados en su época, prototipo de castellano entregado a la pasión de la aventura del nuevo continente, hombre de espada y sacristía, impenitente en el campo de batalla y sumiso ante Dios. Después de haber servido en España al Emperador Carlos V con su participación en la Guerra de las Comunidades, es nombrado factor u oficial real para viajar a América donde comenzaría su aventura de poder y conquista. Era el año 1529.

24 de octubre de 2020

Buscando el lema perdido del escudo de los duques de Béjar

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

       Cuando en el siglo XI Sancho, duque y señor de la villa y valle de Stúñiga, comenzó a firmar Sancho de Stúñiga legando el apellido a sus descendientes, habría surgido también el escudo del linaje, que en principio fue una banda de oro cruzada sobre campo de gules (rojo), colores de la realeza navarra, al que después de la batalla de las Navas de Tolosa Íñigo de Stúñiga agregó una cadena de ocho eslabones de oro en memoria de su participación destacada en la gesta (Muñoz, Miguel Ángel: El escudo de Gibraleón. 2013)  

 

Escudo original del linaje de los duques de Béjar.  

huelva24.com

 

          Más adelante Diego de Stúñiga, hijo de Íñigo de Stúñiga, cambió el rojo por plata y el oro por negro en señal de duelo por la muerte de Teobaldo II de Navarra, su pariente, aunque una segunda opinión dice que, ya instalado el linaje en Castilla, los colores fueron cambiados por Diego López de Estúñiga, I señor de Béjar, por la muerte de Pedro I el Cruel. Al constituirse el ducado de Béjar en la persona de Álvaro I de Zúñiga, al escudo del linaje se le sobrepuso la corona ducal (Surribas Parra, Antonio: Escudos de armas de los duques de Béjar en su señorío de Burguillos del Cerro. 2015). En ninguna de estas versiones se habla, no obstante, de que el escudo contara con un lema.