*Dado que ha habido un gran número de visitas a la entrada anterior, aquella que hacía referencia a la presentación del libro de Emiliano Zarza "La participación del X duque de Béjar, D. Manuel de Zúñiga, en el sitio de Buda (1686)", y que han llegado correos preguntando sobre la vida de este duque valiente, retomamos aquí un texto ya publicado, pero que ahora toma nuevos bríos. Se trata del artículo escrito por Alberto Bravo Martín que se publicó en su momento en su blog, Reinado de Carlos II, al que os invito visitar.
Autor: Alberto Bravo Martín
Don Manuel Diego López de
Zúñiga y Sotomayor, que
pasaría a la historia como el “Buen
Duque”, nació en el Palacio Ducal de Béjar el 4 de enero de 1657. Además de
duque de Béjar, fue también duque de Plasencia, Grande de España, VI duque de
Mandas y Villanueva, XI marqués de Gibraleón, VI de Terranova, XIV conde de
Belalcázar, XI de Bañares, XIV Vizconde de la Puebla de Alcocer, Justicia Mayor
y Alguacil Mayor Hereditario de Castilla, así como Primera Voz de la Nobleza de
Castilla, títulos que heredó de su padre, don Juan Manuel de Zúñiga, IX duque
de Béjar, tras la muerte de éste el 14 de noviembre de 1660, siendo don Manuel
Diego aún un niño.
Su madre, la duquesa viuda doña Teresa Sarmiento de Silva, hija de los
Duques de Híjar, fue su tutora y curadora durante su minoría de edad. En 1667,
contando don Manuel Diego 10 años de edad, se celebraron los desposorios con su
prima doña María Alberta de Castro y Borja, nacida en 1665 e hija de don Pedro
Antonio Fernández de Castro y Portugal, X conde de Lemos y virrey del Perú.
1. Fuente de la Sábana en la villa renacentista de El Bosque (Béjar)
Don Manuel Diego fue investido, con tan sólo once años de edad, caballero de la insigne Orden del Toisón de Oro por Carlos II, o más bien, por la reina regente doña Mariana de Austria, el 27 de febrero de 1668 en el Real Alcázar de Madrid. Era ésta una tradición entre los Duque de Béjar desde que el emperador Carlos V nombrase caballero del Toisón al II Duque de Béjar en el capítulo que la Orden celebró en la Catedral de Barcelona en marzo de 1519.
Don Manuel Diego pasó a servir como piquero a Flandes con “muy tierna
edad”, donde participó con valentía en diversos hechos de armas en las guerras
contra Francia. Siendo ya maestre de campo del Tercio de Infantería Española,
cargo que ocupaba desde 1681, tomó parte en el sitio de Oudenardee (23/26 de
diciembre de 1683) donde, con sus propias manos, apartó algunas bombas
encendidas que habían caído en un polvorín, demostrando así su gran coraje. El
alférez de su tercio de infantería llevaba la bandera con el escudo de armas
del Duque de Béjar. Finalmente, España tuvo que capitular frente a las armas de
Luis XIV firmándose el 15 de agosto de 1684, en Ratisbona, una tregua de 20
años.
Don Baltasar de Zúñiga, marqués de Valero y hermano de don Manuel Diego
Tras la firma de la tregua con Francia, don Manuel Diego volvió a España a finales de 1684, para hacerse cargo personalmente de sus estados. Tras la llegada de los Duques a Béjar en 1685, la villa organizó en su honor un grandioso recibimiento que incluyó arcos triunfales, danzas y actuaciones de todo tipo (1).
Sin embargo, el espíritu guerrero del Duque no le haría permanecer mucho
tiempo en tierras españolas. Como vimos en la serie de entradas anteriores
dedicadas a la participación de España en la llamada Guerra de la Liga Santa,
por estos años el emperador Leopoldo I y sus aliados, se encontraban sumergidos
en una gran ofensiva contra el Imperio Turco tras la debacle de éstos a las
puertas de Viena en 1683. Por este tiempo, la lucha se dirimía en suelo húngaro
donde el duque Carlos V de Lorena, generalísimo de las fuerzas imperiales, puso
por segunda vez a sitio, a mediados de junio de 1686, a la antigua capital del
Reino, Buda, ayudado por tropas del Elector de Baviera y del Margrave de Baden,
así como voluntarios de diversas nacionalidades. Como sabemos, la participación
de Carlos II en estas campañas se limitó a ofrecer ayuda económica y alentar el
paso de algunos de sus generales a suelo húngaro, así como de voluntarios de
todo tipo atraídos ya sea por su afán de aventura o su Fe. Dos de los más
destacados voluntarios españoles que pidieron licencia para acudir a la lucha
contra el Turco, fueron el Marqués de Villena y Duque de Escalona, y el Duque
de Béjar, ambos Grande de España.
2. Asalto a Buda en 1686. Al fondo se distingue la brecha en la muralla de la ciudad donde perdió la vida el Duque de Béjar.
Don Manuel Diego partió de España en 1686 acompañado de su séquito, entre los que se encontraban su hermano, Baltasar de Zúñiga Guzmán Sotomayor y Mendoza, II marqués de Valero y futuro virrey de Navarra, Cerdeña y la Nueva España; y su primo, don José Antonio de Zúñiga y Ayala, VI marqués de Aguilafuente.
El 13 de junio el Duque de Lorena pasó el puente sobre el Danubio con las
tropas imperiales abriendo así el asedio de Buda. El 13 de julio a las 19 horas
se decidió hacer el asalto final sobre la brecha abierta por la artillería
imperial. El Duque de Béjar con sus compañeros y voluntarios españoles
demostrando su valor intrépido fueron los primeros en subir a la brecha y
tratar de conquistar la plaza, pero fueron recibidos por una fuerte lluvia de
balas, bombas, flechas y piedras. La lucha duró más de dos horas. Don Manuel
Diego fue herido por una bala de mosquete que le atravesó el brazo izquierdo y
le salió por el espinazo, su hermano don Baltasar recibió un flechazo en la
tetilla y un fuerte golpe con una piedra en el estómago, el Duque de Escalona
quedó también herido, el Marqués de Aguilafuente recibió un balazo en la
cabeza, de todos sus servidores y camaradas sólo cuatro quedaron sin heridas,
los demás muertos o heridos de gravedad. El duque don Manuel Diego falleció el
16 de julio de 1686, perdiendo su vida para ganar fama y gloria eterna, quizás
el objetivo que siempre había buscado.
Finalmente, Buda fue tomada el 2 de septiembre de ese mismo año. Su hermano
don Baltasar, quien también fue herido el 13 de julio se repuso y trajo a
España el cadáver del don Manuel Diego, que fue enterrado en la capilla del
convento de Nuestra Señora de la Piedad de Béjar, fundado por los IV Duques de
Béjar, don Francisco de Zúñiga y Sotomayor y su esposa doña Brianda Sarmiento
de la Cerda. Ya desaparecida la capilla, años más tarde fueron sus restos
trasladados al cementerio de San Miguel donde reposan hoy. Su corazón fue
enterrado en la capilla de la Iglesia del Real Monasterio de Nuestra Señora de
Guadalupe, Cáceres, como consta por acta notarial del 24 de septiembre de 1686.
3. Tumba del Duque de Béjar en el cementerio de San Miguel de Béjar.
Foto del blog "Los Abdones"
Foto del blog "Los Abdones"
El Duque de Lorena, generalísimo de las tropas imperiales, fue el encargado de informar a Carlos II por carta de 20 de julio de 1686 desde el campo de batalla, sobre la pérdida del Duque de Béjar en el asedio de Buda, carta en la que reconoce sus grandes méritos, así como los de su hermano y de los caballeros españoles que le acompañaban. El emperador Leopoldo I por carta del 25 de julio de 1686 a su sobrino Carlos II, expresa su profundo sentimiento por el sacrificio del Duque de Béjar en el sitio de Buda y le pide ayudar y asistir a su viuda y a sus hijos. Además, por carta de condolencia del 31 de julio de 1686, Leopoldo I afirma al Marqués de Valero, hermano de don Manuel Diego, profesar siempre en todas ocurrencias su benevolencia y gracia cesárea a la viuda y a los hijos del difunto duque de Béjar. El papa Inocencio XI, a su vez, escribió una carta de condolencia de fecha 18 de noviembre de 1686 a la Duquesa viuda, incluyendo un documento de última voluntad, legitimado por la curia, y firmado por el Duque de Béjar, estando herido de gravedad el 14 de julio de 1686, por el que nombra a su heredero y sucesor a su hijo Juan Manuel Diego, conde de Belalcázar, y dejando como tutora y curadora a su esposa María Alberta, X duquesa de Béjar.
4. Monumento en memoria de los españoles muertos en la toma de Buda de 1686 en uno de los bastiones de la muralla de Budapest.
El duque don Manuel Diego había otorgado testamento el 1 de marzo de 1681 ante el notario Francisco Arcipreste, nombrando a su hijo primogénito don Juan Manuel Diego López de Zúñiga Sotomayor y Castro, hasta entonces Conde de Belalcázar, su legítimo heredero. Su esposa doña María Alberta comunica por carta del 4 de septiembre de 1686 a la Secretaría de la Cámara de Castilla el fallecimiento del X Duque de Béjar don Manuel Diego, su marido, y de haber sucedido en su casa su hijo don Juan Manuel Diego.
5. "Sucinto y verdadero elogio de
la heroyca vida, y gloriosa muerte del Excelentísimo Duque de Béjar...",
obra del capitán don Antonio de Somoza y Quiroga.
Su valor y arrojo en la batalla le valieron fama y gloria en toda Europa. Sobre él corrieron ríos de tinta en sonetos y crónicas que alababan sus hazañas, convirtiéndole en paradigma del caballero cruzado, como este soneto de don Pedro de Medrano y Echauz en su “Elogio Funeral, en que se descrive parte del ardimiento generoso con que en todas ocasiones sobresalió el señalado Valor del excelentísimo señor Duque de Béjar, siendo el primero en el Assalto de Buda, con general aclamación de las naciones, y no inferior dolor de todas en su pérdida” (1686):
Aún si triunfar, venciendo,
conseguiste
Lo mismo, Duque Excelso, à
que aspiraste;
Pues el Timbre mayor te
fabricaste,
Del Frágil Mortal Polvo en
que caíste.
No te llore el Dolor, à que
resiste
La Eterna Feliz Vida, que
lograste;
Pues se debe al vivir, que
despreciaste
La Corona inmortal, que te
ceñiste.
Descansa, de Esplendores
coronado;
Pues es Clarin Sonoro de tu
Historia
La persuasión del Ejemplo
tan Sagrado.
Descansa, pues que al Cebo
de la Gloria,
Aun con motivo menos elevado
Basta la viva Voz de tu
Memoria.
Notas:
(1) López Álvarez, Alejandro: “En torno
a la cultura aristocrática del antiguo régimen: Fiestas, símbolos y ritos en la
entrada a los estados de Béjar, 1685”, en
Revista de Estudios Bejaranos 2-3 (1996).
Fuentes:
* Ceballos-Escalera y Gila, Marqués de la Floresta,
Alfonso de: “La Insigne Orden del Toisón de Oro”. Fundación Carlos III
edición. Madrid: Palafox & Pezuela, 2000.
* Ponce de León y Corruchaga, Bartolomé: “Romances
y Sonetos a la feliz, cuanto temprana muerte del...Señor Don Manuel Diego López
de Zúñiga...en el asalto de la plaza de Buda”. Madrid, 1686.
* Muñoz García, Emilio: “Historia del Buen Duque
don Manuel de Zúñiga”. Béjar, 1976.
* Muriel Hernández, Manuel: 300 Aniversario de la Reconquista de Buda, 1686-1986. Madrid, 1986.
Una entrada que ya tuve el gusto de leer en su día.
ResponderEliminarUn saludo.
Con ella completas toda su historia para quienes no la conocemos.
ResponderEliminarVeo que desde muy joven fue apto a ser valiente y llegar lejos.
Un abrazo.
En muchas de tus entradas he leído alusiones a este buen señor, ahora ya puedo decir que conozco por lo menos parte de la vida de este alma inquieta. un saludo y gracias.
ResponderEliminarMuy interesante. Veo que se cita a don Pedro Antonio Fernández de Castro de quien se guarda memoria en la ciudad de Puno (Perú) de la que fue fundado a las orillas del lago Titicaca.
ResponderEliminarUn abrazo,
Carmen, algún día se te recordará a tí como "La buena Historiadora y Divulgadora".
ResponderEliminarAbrazos. Jero.
Hola Carmen:
ResponderEliminarRecordando lo leído, y volviendo a descubrir la vida de este caballero.
Besos
Carmen, muy interesante lo que has publicado sobre este personaje.
ResponderEliminarSaludos
Carmen muchísimas gracias por recuperar esta entrada que publiqué en mi blog, tengo un especial cariño por este personaje.
ResponderEliminarUn beso
Me llama la atención la tumba tan modesta en la que está depositado sus restos, generalmente las fmilias de rango tenían panteones de su propiedad.
ResponderEliminarBesos
Una magnífica Historia de un hombre pleno de pundonor y valentía que dejó huella imborrable en el asedio de Buda y otras batallas.
ResponderEliminar¡¡¡Gracias por tus Comentarios llenos de carño, implicación y complicidad!!!
Eres un Encanto y sabes que te admiro un montón.
Abrazos y Besines.
Ya sabía la historia, la leí en tu blog y vi el monumento hace años en Budapest. Hay personas que nacen con el carisma de valerosos y valientes y es justo que se les reconozca este sacrificio de u vida en pos de un ideal, sea cual fuera este.
ResponderEliminarBss
Un hombre de acción, no cabe duda. Béjar ha contado con personalidades de muy diversos perfiles, variedad quel sin duda ha de constituir uno de los deleites de su trabajo.
ResponderEliminarFeliz tarde
Bisous
Hizo realidad sus anhelos es, pena que perdiera la vida tan joven.-Pero se llenó de Gloria para la eternidad.
ResponderEliminarSe agradece que la hayas vuelto a publicar.
Un abrazo Carmen.
Ley en su momento aquel interesante artículo sobre unos pocos pero señalados españoles en tierras del Turco.
ResponderEliminarUn abrazo, Carmen.
De lo que cuentas se deduce que fue un hombre de valía y fue una lástima que no hubiera vivido más en época de paz, colaborando al buen gobierno.
ResponderEliminarPorque hay episodios bélicos que se comprenden a la perfección, como nuestra guerra contra la invasión napoleónica o similares, mientras otros pasajes sólo podemos explicarlos por intereses de las altas esferas, ya que no suponen una repercusión positiva para el pueblo.
Abrazos.
Nos encanta este blog. Enhorabuena, siempre es bueno conocer más sobre nuestra ciudad
ResponderEliminarPuntos Suspendidos
Una estupenda idea, doña Carmen.
ResponderEliminarQuizás hubiese sido un gran duque. Era valiente y osado. Aunque claro, eso mismo fue lo que le llevó a encontrar una temprana muerte tan lejos de Béjar.
ResponderEliminarGracias por ampliarnos la información de este duque, Carmen.
Y gracias también a Alberto Bravo y su blog tan bien documentado.
Abrazos!!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarOtro bejarano insigne Carmen. Cumplió sus deseos,pena que muriera tan joven. Buena lista de títulos tenía.
ResponderEliminarUn beso
Amiga Carmen, tan interesante como unos hechos que fueron decisivos para la Historia moderna. Una biografía de un personaje que debe estar presente siempre en la mente de los bejaranos. Personalmente, creo que su tumba debería ser más elocuente. No más o menos grandiosa, simplemente que recordase con solo mirarla que un hombre valiente y de importante significado mundial se encuentra en ella, un homenaje en piedra como el que existe en Buda, tan difícil de asaltar en aquella época, tan compleja en la unión con Pest. Mis sinceras felicitaciones a Béjar y sus hijos.
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo, querida amiga Carmen.