Autora: Mª del Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, nº4505, 18 de Julio 2008
¿Cómo sería la corte de los Duques de Béjar?,¿tendrían muchos sirvientes?, ¿habría damas y caballeros? , ¿quizá enanos?. Estas preguntas me asaltaban cada vez que leía la vida de los Duques de Béjar, sus hazañas, su importancia en la corte de Madrid, la ostentación de sus cargos.
Si hacían gala de sus riquezas, de sus posesiones, mecenazgo, batallas ganadas, honores e insignias, sin lugar a dudas les rodearía un ingente número de sirvientes y criados, proporcional al menos a la acumulación de títulos políticos, militares y nobiliarios. En estos dos artículos se pretende acercar a los lectores los cargos vinculados a la administración y serviciodoméstico de la casa ducal bejarana, citando los nombresconcretos de algunos de ellos, con la idea de sacarlos de las tinieblas del tiempo.
La corte de los Duques de Béjar en la Edad Moderna guardaba semejanzas asombrosas con las cortes reales de esa misma época (no en vano los señores actuaban como reyes en sus propios estados, administrando justicia o recaudando impuestos, prerrogativas adquiridas y fortalecidas a lo largo de la Edad Media), situación similar a la que se daba en la organización de otros señoríos peninsulares. Las cortes nobiliarias adoptaron la etiqueta borgoñona característica de la monarquía de los Austrias, caracterizada por la complejidad, solemnidad y fastuosidad. Rastreando los archivos de la iglesia de Santa María, parroquia a la que pertenecía el palacio ducal, hemos encontrado algunos nombres y cargos de personajes que rodearon a los Duques en los siglos XVI, XVII y XVIII.
Palacio Ducal de Béjar
Podemos estructurar a la servidumbre en dos rangos: oficiales con funciones administrativas y servicio doméstico. Vamos a ocuparnos en este primer artículo del primero de ellos, formado por distintos personajes dedicados en su mayor parte a labores de tesorería, administración de Justicia y gobierno civil y militar.
La gestión de los bienes del señorío correspondía a los tesoreros, teniendo estos a su cargo a varios contadores y contadores mayores, dedicados a la administración de los beneficios y gastos los dominios ducales. La lista de nombres es ingente (no en vano nos estamos refiriendo a tres siglos), pero es reseñable destacar a personajes como Francisco de Béjar, su hijo Miguel de Béjar, su nieto Diego Ignacio de Béjar y su bisnieto Ignacio de Béjar Guedeja (que llegaría a ser secretario de los Reyes Carlos III y Carlos IV). Como vemos miembros todos ellos de una familia que durante varias generaciones ejercieron este cometido (siglos XVII y XVIII), hecho que puede hacernos suponer una cierta hereditariedad del cargo y a los que ya dedicamos un artículo en este mismo semanario. También Juan del Carpio Gijón, Abogado de los Reales Consejos, presidentey oidor del Consejo Ducal y Corregidor (Feria- Béjar, 1720), persona de gran relevancia en el Béjar del momento.
El veedor del duque tenía como cometido vigilar las mercaderías y transacciones en los mercados de la Villa, constatando el correcto pago de los impuestos señoriales. En el siglo XVI ejercían este cargo Fernando Ramírez o Juan de Morales, así como en 1680 Francisco de Mesa.
El Secretario asumía la función de emitir y recibir la correspondencia del palacio, además de dar fe de los acuerdos y dictados del duque. Citaremos algunos de ellos: el Capitán de Infantería Española Juan de Capilla (Capilla- Béjar, 1658); Félix de Guzmán Santoyo (- Béjar, 1639), Caballero de la Orden de Santiago, o Pablo Ordóñez de Lara (casado con una sobrina del Licenciado Castañares, párroco de Santa María) los tres en el siglo XVII.
Patio del Palacio Ducal. Béjar
Por otro lado, en lo que se refiere a la administración civil y de Justicia, el Corregidor era el oficial representante del Rey en el Concejo, ejerciendo una potestad legislativa, militar y judicial en el concejo. No era un cargo vinculado a la casa señorial de Béjar, pues estaban directamente nombrados por el Rey por un periodo de cinco o seis años, aunque después del señor era la máxima autoridad en la Villa y Tierra. Como en el caso de los tesoreros y contadores, numerosos personajes hicieron gala de este título, aunque en la mayoría de los casos es curioso constatar dos cosas: su naturaleza extraña a Béjar y su gran preparación, pues la mayoría de ellos eran licenciados, bachilleres e incluso Abogados de los Reales Consejos (título que les daba especial potestad para impartir justicia). En el siglo XVI Juan López Calderón o el bachiller García de Frías, en el siglo XVII Diego de Torres Toyuela o Pedro de Valdivia y Ortigosa, en el siglo XVIII Juan Manuel Fernández Saavedra (natural de Belálcazar), Joaquín Morante de la Madrid (natural de Aguilar de Campoo) o Javier Jofré y Cevadera (natural de Plasencia), por citar a algunos.
El Consejo Ducal estaba formado por un presidente y varios oidores, oficiales nombrados directamente por el señor encargados de la administración de la justicia ducal en sus señoríos. Algunos de ellos fueron el Licenciado Aponte y Alonso de Armenteros en el siglo XVI o el Doctor León de Ayala, Diego Hernández de Herrera y Pedro Martínez de Salvaleón en el siglo XVII.
Posible retrato de la duquesa Juana de Mendoza. Foto Oronoz |
El alcaide de Palacio era un vestigio de la Edad Media que se mantuvo a lo largo de la Edad Moderna. En su origen tenía un carácter eminentemente militar para pasar a ser meramente honorífico. Suponemos que se encargaría de la vigilancia y defensa de la casa ante cualquier posible revuelta o ataque. Este cometido lo ejerció Gaspar Cerezo de Losada, Diego Pérez de Valenzuela, Andrés Núñez de Prado y Quevedo (casado con Ana María de Zúñiga y Monroy) o Luis del Peral y Vereterra (Burguillos, Béjar, 1780) que acaparó los títulos de Alcaide del Palacio y Casa Fuerte del Duque y Secretario. El bosquero se encargaba de la finca de verano de El Bosque, de su cuidado en las ausencias invernales o del confort en el estío. Ese fue el cometido de Alonso Hernández Caballoso hacia 1590, seguramente uno de los primeros que ocupó este cargo.
(Continuará)
No habia etiqueta como esa heredada de los borgoñones, y que tan bien arraigo en España, no solo en la realeza, al parecer.
ResponderEliminarEl tema es muy de mi gusto, madame :)
Un saludo
Carmen, lo leeré más despacio, con calma, pero lo que he leído por encima me parece muy interesante.
ResponderEliminarSaludos.
Madame Minuet: me alegra que le guste el tema. Saludos
ResponderEliminarJuan Carlos: una de mis ideas al hacer el blog consistía en que los artículos pudiesen ser consultados en cualquier momento, sin prisas y accesibles para todos los interesados en el tema, aunque sea localista.
ResponderEliminarSaludos
¿Te extrañaría si te dijese que si tuviera una máquina del tiempo me gustaría formar parte de una de esas cortes? Me gustaría estar cerca de la duquesa, claro, ya sabes que me encanta saber cosas de las mujeres. Las fotos son también preciosas. Saludos cordiales.
ResponderEliminar¡Hola Carmen! tu blog sigue tan interesante como siempre.
ResponderEliminar¿Qué tal van las prácticas?
Un abrazo,
Celeste
Isabel Romana: no me extraña nada. A mí también me gustaría colarme en aquélla época, al menos unas horas, para poder ver los rostros, oler los aromas, oir el crujido de las ropas,... Y tu honor te gustará que te diga que también me apuntaría a un pequeño viaje a la Roma Imperial o de finales de la República. ¿Te apuntas?
ResponderEliminarSaludos
Celeste, cuánto tiempo. ¿Qué tal salió todo? Espero que muy bien, seguro que ya estás recuperada.
ResponderEliminarLas prácticas muy bien, me tratan como a una reina, jajaj. Me han animado a que investigue sobre la Historia de la Cámara. Y no te preocupes, que yo sigo aquí, dando la lata con el blog.
Un abrazo
Excelente trabajo, como siempre.
ResponderEliminarRoberto: muchas gracias por el piropo.
ResponderEliminarSaludos
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