Autor: Ramón Martín Rodrigo
La condesa de las Navas, María del Carmen Pizarro Ramírez, se trasladó en 1862 a Béjar para vender su palacio a José Regidor por 120. 000 reales. Cuatro años después de nuevo se encontraba en nuestra provincia. Entonces habló en Salamanca de la expedición que proyectaba: “Ir a plantar su bandera en el corazón de las Batuecas” por ser su propietaria por herencia. Aunque el redactor del viaje dice que este ilustre viajera era “nieta” de Francisco Pizarro, el conquistador del Perú, no hay que tomarlo al pie de la letra, sino que lo dijo para enfatizar su audacia. En Salamanca un pariente le proporcionó un guía, el Tío Rojas, que conocía hasta los caminos menos frecuentados.
Paisajes de la llanura del río Sangusín
Ya en Béjar se fue completando la comitiva para hacer la marcha. Además de la condesa, se unieron una de sus hermanas, la suegra del administrador de la hermana, los criados de la casa, que capitaneaba un antiguo voluntario de Luchana, cazador de oficio, Ramón Regidor, un francés, que pudo ser Antonio de Latour (que escribió en francés la crónica del viaje) y un sacerdote joven, don Juan Manuel, que hizo oficio de capellán y de aposentador, y parece que era el más culto del conjunto, y tenía en La Alberca un hermano, Antonio Hernández. En total unas doce personas.