El monte del Castañar es lugar ideal para el descanso y para
compartir experiencias en buena compañía. Y esto no lo hemos descubierto los
bejaranos de hoy día, sino que desde tiempo inmemorial el monte santo, por
albergar el santuario de la patrona, es también paraje de fiesta. El mismo 8 de
septiembre, día de la Virgen del Castañar, la tarde es amenizada con festejos
taurinos desde la lejana fecha de 1667, año en que se lidiaron toros en este lugar por vez primera según la documentación. De la afición bejarana por el toro da
buena cuenta el hecho de que se construyera la plaza de toros en piedra más
antigua de España, datada en 1711, asentando sus sillares sobre otra más
antigua de madera. Cerca del coso se situaba el desaparecido “Teatro de
Comedias” donde se representaban obras teatrales del más variado pelaje con el
fin de hacer pasar un buen rato al público congregado. En los siglos XIX y XX
surgieron en el fresco monte “hotelitos”, casas de recreo, chalets y adosados, así
como bares y chiringuitos, para escapar de los apretones del calor veraniego. Y
esa doble función religiosa y festiva aún se mantiene, ya que la Plaza de Toros
del Castañar sirve para la función taurina y también como escenario para el
Festival Internacional de Blues.
Amigos de Béjar y sus historias
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7/31/2012
1/16/2012
La festividad de San Antón, conocida por estos lares como la Fiesta del Chorizo
Autora: Carmen Cascón Matas
Creo recordar que esta historia ya la conté el año pasado. Perdonad si resulto un poco pesada o reiterativa, pero las tradiciones dan consistencia a las gentes asentadas en un determinado lugar, reconociéndose en ellas como si en un espejo se mirasen.
Celebrar en Béjar el día de San Antonio Abad no es nada extraño, pues corriente era en las sociedades vinculadas a la agricultura y la ganadería que se festejase al santo patrón de los animales domésticos. Con la expansión de la vida urbana y del laicismo es lógico que se abandonen ciertas prácticas que ya no tienen sentido para la mayoría de los habitantes de una región. La mayoría de las familias ni vivimos en el campo, ni poseemos animales domésticos, y sí somos habituales usuarios del metro y poseemos ordenador, teléfono móvil e internet, de los cuales todavía no se han hallado patrones dentro del calendario litúrgico, puestos a mencionar cuestiones religiosas.
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