Autor: José Muñoz Domínguez
1. Breve historia de las Casas del Robledo entre la Baja Edad Media y la crisis del siglo XVII
Como en la mayor parte de los casos de estudio de esta serie, el origen del despoblado se pierde en los tiempos de la repoblación medieval del territorio, y en este ni siquiera podemos ir más allá de 1479, cuando el topónimo se menciona indirectamente en el nombre de un tal Juan García de las Casas, representante concejil de Santibáñez de Béjar que quizá era oriundo del lugar de las Casas del Robledo (1), dos asentamientos con términos limítrofes y núcleos distantes apenas 9,5 km en línea recta. Así lo interpreta González Calle y lo mantiene Moreno Arribas, aunque sin tener en cuenta la existencia de las Casas del Fraile, el despoblado con el que iniciábamos este trabajo e igualmente cercano a Santibáñez (unos 12,5 km), en cuyo caso sería esta la primera referencia documental casafraileña. No obstante, me inclino por la primera posibilidad, no tanto por su relativa cercanía como por el hecho de que al despoblado navacarrense nunca se le retiró el apelativo frailuno, mientras que el que ahora nos ocupa perdió muy pronto la referencia al monte de roble original.
El siguiente dato sobre las Casas del Robledo ya es directo y fehaciente, pues consta de forma expresa en el Censo de pecheros de Carlos V, de 1527-1528 (2), como entidad local independiente y con un total de 43 vecinos registrados (ca. 172 almas o habitantes, repartidos en 44 casas), mientras que en San Bartolomé se contabilizaron 81 vecinos (ca. 324 almas y 83 casas habitadas), es decir, algo menos del doble que el futuro despoblado. En el Censo de 1534 (3) las cifras se mantienen invariables, pero la proporción comenzaría a cambiar en pocas décadas, a finales del siglo XVI y durante el primer tercio del siguiente. Así, en el Censo de población de 1591 (4) se anotan ya 50 vecinos para las Casas (200 almas y 51 viviendas) frente a los 89 vecinos de San Bartolomé (356 almas, incluido un clérigo, y 91 viviendas), hasta superar la proporción de dos tercios de la entidad menor respecto de la mayor en el Padrón local de 1632 (fig. 1 y nota 5), con nada menos que 62 vecinos en la primera (248 almas y 63-64 casas) respecto de los 90 vecinos de la segunda (360 almas y 92 casas), cifras que marcan el máximo histórico que he podido documentar para ambas localidades antes de la crisis demográfica del siglo XVII.
Fig. 1. Padrón de vecinos de las Casas del Robledo en 1632, fol. 1v (disponible en https://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/5213155?nm).
Por su interés para conocer el nombre de los primeros «casarrobleños» documentados (excepción hecha de Juan García de las Casas), recojo el listado completo de los que constan en este padrón de vecinos, casi todos cabezas de familia, con no pocas dudas de transcripción debido a la pésima caligrafía del amanuense y su afán por las abreviaturas: