Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez
Remitimos a un artículo anterior de este mismo blog para completar información sobre arquitectura y poder en el linaje de los duques de Béjar.
Los escudos,
junto con los apellidos, habrían comenzado a aparecer en España en el siglo XI,
para distinguir los bandos de los nobles en las batallas los primeros, y para
asegurar los bienes a sus descendientes en caso de no sobrevivir, los segundos.
Ambos elementos, escudo y apellido, coinciden en tiempo de aparición en la
historia del linaje de los duques de Béjar, pero el origen del linaje es aún
más antiguo. Se remonta a la dinastía Íñiga de los primeros reyes de Pamplona,
más tarde reino de Navarra, fundada en 824 por Íñigo Arista que le dio el
nombre. Quienes se dedican al estudio de la heráldica aseguran que el primer
escudo del linaje constaba de un campo de gules (rojo)
cruzado por una banda de oro, colores que representaban a la realeza navarra (Muñoz,
Miguel Ángel: El escudo de Gibraleón.
Heráldica Onubense, 2013)
Primer escudo
del linaje ancestral de los duques de Béjar, siglo XI
Al identificarse
el linaje en 1080 con el apellido Stúñiga, el escudo pasó a representar al
apellido y sus portadores ejercieron el derecho de modificarlo (también
más adelante el apellido), agregándole en primera instancia una
cadena de ocho eslabones de oro en orla. La razón residió en la participación
de los Stúñiga en la batalla de Las Navas de Tolosa (1212),
donde Íñigo de Stúñiga fue parte del pequeño grupo de caballeros que saltó
sobre las cadenas pretendidamente de oro que rodeaban la tienda del califa
Muhammad an-Nasir (Miramolín) para protegerlo.