Amigos de Béjar y sus historias

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2/14/2025

Pueblos sin gente / 1 (adenda). Casas del Fraile, cerca de Navacarros (ca. 1528-1946)

Autor: José Muñoz Domínguez

     Toda investigación científica está sujeta al progreso en el conocimiento, abierta a nuevas aportaciones que confirmen, completen o refuten las hipótesis, y eso supone actualizar lo ya publicado cuando se conocen nuevos datos, máxime si el principal propósito del trabajo es tratar de que aflore el conocimiento disperso sobre lugares preteridos, recuperando su lugar en la historia comarcana para el público del siglo XXI. Con la tercera y última parte de la primera entrega, dedicada al despoblado de Casas del Fraile, creí haber cerrado capítulo para poder estudiar un nuevo asentamiento, el de la Redondilla, pero el conocimiento me persigue tenaz (con la inestimable complicidad de Ángel María Ridruejo y Miguel García) y, por fortuna, no queda otra que mostrarlo aquí y ahora en forma de adenda. Estas son las novedades. 

 

Fig. 1. Folio 1r del padrón de 1631, con las anotaciones de los vecinos de Navacarros, «Casa fraile» (parte media de la columna derecha) y Palomares.


1. UN PADRÓN DE 1631 

          Además de los censos y vecindarios ya reseñados, contamos con un padrón local del siglo XVII (1). Quizá esté relacionado con la toma de datos para el vecindario de 1646, pues ambos documentos resultarían coherentes si las cifras del vecindario se refieren únicamente a Navacarros, donde se anotaban 50 vecinos (200 habitantes). El padrón, que en realidad es un borrador o toma de notas en sucio, incluye los lugares de Navacarros y sus anejos, así como los colindantes de Vallejera y la Hoya. En lo que aquí nos interesa, se contabilizan 71 vecinos para Navacarros, 14 para los Palomares y 8 para «Casa fraile», equivalentes a 284, 56 y 32 habitantes, respectivamente. La mala caligrafía del amanuense dificulta mucho la identificación que se hace de cada casa familiar (desarrollando las abreviaturas, vagamente se lee «La de Francisco García de ...», «La de don José Díaz ...», etc.), así que un buen paleógrafo tendrá la excusa perfecta para entretenerse dejando la vista en la fig. 1: si da con el nombre de los ocho cabezas de familia, que comparta su transcripción, por favor.

2/07/2025

Pueblos sin gente / 1 (3ª parte). Casas del Fraile cerca de Navacarros (ca. 1528-1946)

Autor: José Muñoz Domínguez

4. Decadencia durante el siglo XIX

         La documentación de los siglos XIX y XX ofrece particular interés en los aspectos gráficos, pero muestra ya la decadencia de Casas del Fraile, su inevitable condición de despoblado y la consiguiente desaparición después de siglos de asentamiento humano. 

 
          Pasado el paréntesis de la Guerra de Independencia, la nueva centuria se estrenaba con las novedades administrativas de 1833, aquella forzada reforma promovida por Javier de Burgos a costa de las demarcaciones históricas de antecedentes medievales. En el documento que oficializaba el despiece, de 1834, se registra Casas del Fraile dentro del nuevo partido judicial de Béjar, sin más información (1). 

 1. Mapa nº 1 del Itinerario de Béjar a Ávila, por Otero García y Blake Orbaneja, 1852 (debajo, esquema de posición entre las localidades más cercanas).


        Mayor interés reviste la descripción del lugar que se recoge en el Diccionario Geográfico de Pascual Madoz, de 1847 para esta localidad, con entrada propia al margen de la cabecera del concejo, y que transcribo aquí desarrollando todas las abreviaturas: 

1/31/2025

Pueblos sin gente / I (2ª parte). Casas del Fraile cerca de Navacarros

Autor: José Muñoz Domínguez

 

 3. La recuperación  demográfica en el siglo XVIII.

         Las referencias dieciochescas son más abundantes y concretas que en los siglos anteriores. De 1711 y gracias a un documento de propiedad, conocemos el nombre de otros cuatro vecinos de Casas del Fraile: Toribio López, poseedor de una vivienda en ese lugar, pidió un certificado de tasación en el que el escribano incluyó los nombres del tasador, Pedro Matías, y de los propietarios de las dos casas colindantes, Juan Recio y Pedro Moreno, todos ellos vecinos casafraileños; la vivienda se tasaba en 450 reales y su probable disposición entre medianerías sugiere una agrupación urbana compacta y no dispersa, salvo que los linderos no se refieran a los edificios, sino a conjuntos de construcciones y corrales (14). 

 El marqués de Campoflorido

        Por entonces, según el Vecindario General de España de 1712, o Censo de población del marqués de Campoflorido, vivían en Navacarros 49,5 vecinos (recordemos que cada viuda computaba y tributaba como medio vecino), en torno a 198 habitantes repartidos entre los cuatro núcleos de población de aquel concejo, que en estos primeros decenios se mantenía en cifras de población parecidas a las del siglo XVII (15). Unos años después, de nuevo se registra Casas del Fraile junto a los Palomares como anejo de Navacarros en las inspecciones o juicios de residencia realizados por Joaquín Morante de la Madrid, corregidor de Béjar, entre 1737 y 1739 (16). 

1/17/2025

Pueblos sin gente / 1 (1ª Parte). Casas del Fraile cerca de Navacarros (ca. 1528-1946)

 Autor: José Muñoz Domínguez

          Este despoblado se encontraba en la parte noreste del actual término municipal de Navacarros, a unos 850 metros del conjunto urbano y en el camino hacia La Hoya, San Bartolomé y El Barco de Ávila. Si todavía existiera, se localizaría en las coordenadas geográficas 40o 24' 01,08'' N / 5o 42' 27,93'' W, tomadas en el ángulo sureste de la mayor de sus edificaciones conocidas, a 1160 metros de altitud (figs. 1 y 2). 

 
       Como enseguida veremos, la búsqueda de referencias en vecindarios y censos antiguos, junto con otro tipo de documentos de ámbito local, así como en mapas históricos y actuales, aporta datos relevantes para situar en el tiempo y en el terreno la realidad humana que fue Casas del Fraile. Estas fuentes históricas serán de uso recurrente en los demás casos de estudio, así que el lector acabará familiarizándose con ellas. La documentación consultada y la cartografía disponible permiten acreditar la pervivencia de este pequeño lugar habitado, o de algunos de sus restos, a lo largo de 412 años, los que median entre 1534 y 1946, aunque su origen pudiera ser algo anterior. 

Localización del antiguo despoblado de Casas del Fraile cerca de Navacarros. con círculo en color y punto azul para el ángulo del que se proporcionan coordenadas (elaboración propia sobre imagen satelital de Google Maps, 2024).

1/10/2025

Pueblos sin gente/0. Los despoblados de la antigua tierra de Béjar entre el final de la Edad Media y el siglo XXI

Autor: José Muñoz Domínguez

       La despoblación del territorio en el interior de la Península Ibérica no es una novedad de nuestro tiempo, no sólo ese pasaje del penúltimo éxodo rural, revisitado de forma tan certera por Sergio del Molino en La España vacía (1), sino un fenómeno recurrente que se documenta apenas consolidada la Repoblación de los siglos XII al XIV, ya bajo la presión señorial –como sucediera en el Campo Charro salmantino (2)– o por causas menos imperiosas, y que se reactiva cada vez que las frágiles condiciones de vida amenazan la viabilidad de las poblaciones, reduciendo el número a sus cifras actuales a golpe de sequías, incendios, desastres del cielo, epidemias, guerras y otras calamidades o de competencias e incompetencias, mal gobierno, deslocalización y globalización: hasta que una nueva oleada provoque el abandono y consiguiente desaparición de los asentamientos más vulnerables que todavía subsisten, los nuevos despoblados (fig. 1). 

 FIGURA 1.  El reciente despoblado de Casas de la Sierra, a corta distancia del antiguo alfoz de Béjar en el área de Solana de Ávila. Izquierda: estado de conservación en 1957, dos décadas antes de despoblarse (fotograma aéreo, IGN). Derecha: estado actual en ruinas (imagen satelital del PNOA, 2024, Oficina Virtual del Catastro).

 
       En esta serie de artículos que me propongo publicar, estudio una veintena de núcleos de población de la antigua tierra de Béjar que desaparecieron hace más de un siglo, pero cuyo rastro en la documentación, la cartografía, la toponimia o el registro material todavía se puede reconocer. En su mayor parte responden al concepto geográfico e histórico de despoblado, otros más bien al de falso despoblado y todavía restan algunos casos dudosos que, no obstante, he decidido incluir en el elenco. Acerca de estas categorías del hábitat rural, me remito a la discusión expuesta por Morales Becerra en un artículo muy reciente donde confronta las aportaciones de Cabrillana Ciézar, Anes Álvarez, Martínez Carrión y Rodríguez Llopis, Diago Hernández, Porras Arboledas, Gómez Vozmediano, Sánchez Sánchez, Sánchez Benito y Herzog (entre otros autores) para concluir con una definición de síntesis que se cumple en la mayor parte de los casos de estudio del área bejarana (3). Así, de acuerdo con Morales Becerra, nuestros despoblados serían lugares que estuvieron poblados tiempo atrás por un número de vecinos pecheros (4) superior a cinco, organizados como comunidades con entidad jurídica propia y algún tipo de gestión municipal (concejo de aldea o equivalente) que, por diversas causas, perdieron su población o una parte significativa de ella, incluso si su término seguía en explotación por los mismos vecinos (ya desplazados a núcleos más o menos próximos) o por vecinos de distinta procedencia, hasta quedar sin vecindario e incluso sin explotación alguna. En cuanto al concepto de falso despoblado, y de acuerdo con Sánchez Benito, podemos asignarlo a «lugares que nunca se consolidaron como aldeas y que no fueron más que granjas o pequeños hábitats, seguramente no más que poblamiento disperso» (5), una categoría aplicable, por ejemplo, a las pequeñas agrupaciones sin cuerpo de poblado que se registran en el término municipal de Becedas.

12/19/2020

De cuando en Béjar llovieron millones mientras se lanzaba el Apolo VIII a la Luna

 Autor: Ignacio Coll Tellechea

Publicado en http://collcenter.es/50-anos-del-segundo-premio-del-sorteo-de-navidad-en-bejar/

 Título original: "50 años del segundo premio del Sorteo de Navidad en Béjar"

Las Navidades de 1968 no se olvidan en Béjar. Ese año el gerente de Seguros Santa Lucía repartió en la ciudad y comarca el equivalente a 35 millones de euros a través del segundo premio de la lotería de Navidad, que vendió íntegramente. Es el más importante obtenido en la provincia de Salamanca en toda la historia del sorteo.


Fue un sorteo atípico, entre otros detalles porque hacía el número 150 y porque no se celebró el día habitual, sino uno antes, al caer el 22 en domingo. Coincidió, además, con el lanzamiento de la misión Apolo VIII a la Luna.

12/04/2019

"Unos ojos extrañados con los que mirar el mundo"


Autor: Antonio Gutiérrez Turrión

Presentamos ayer mismo un nuevo volumen de la colección “Don Francés de Zúñiga”. Al fondo, el Centro de Estudios Bejaranos. Su título, este: “Unos ojos extrañados con los que mirar al mundo”. La autora de este nuevo volumen es Laura Pascual Matellán, doctora en Derecho y gran conocedora del personaje y de la obra que estudiaba, el penalista Pedro Dorado Montero. En la exposición, llena de conocimientos, de entusiasmo y de trabazón lógica, se entreveraron elementos biográficos con el esquema fundamental de ideas que están en la base del pensamiento del autor de Navacarros. Gracias le sean dadas por su extraordinaria exposición.

 Pedro Dorado Montero

Seguramente, los elementos biográficos de este filósofo del Derecho sean más conocidos; acaso, llamen más la atención a primera vista: origen muy humilde, desgracia física, estudios brillantes, becas, estancia en Salamanca e Italia, vuelta a Granada y Salamanca, enfrentamientos con la sociedad pacata de provincias y con el poder del clero, escarceos con sus colegas universitarios, amor por la naturaleza y por sus orígenes rurales… Todo un cúmulo de elementos que nos dan la pista para conocer aquello que realmente más nos interesa: su legado, su pensamiento, su visión del mundo, su manera de enfrentarse cara a cara con las cosas, “esos ojos extrañados con los que mirar al mundo”.

12/26/2016

La revista número XX de Estudios Bejaranos fue presentada en el Casino Obrero con la inclusión de cinco desplegables y doce trabajos de investigación



 Autora: Carmen Cascón Matas

            Un año más el Centro de Estudios Bejaranos ha tenido el privilegio de presentar su revista anual de Estudios Bejaranos en su edición número XX. El acto transcurrió en el Casino Obrero de Béjar el miércoles 21 de diciembre a las 8 de la tarde y se inició con unas palabras de bienvenida pronunciadas por el presidente esta  institución cultural más que centenaria, Ramón Hernández Garrido. 



Tras su intervención, tomó la palabra Josefa Montero García, presidenta del Centro de Estudios Bejaranos, quien desglosó brevemente el contenido de la revista. Sin demorarse dio paso a distintos colaboradores de este año, entre los cuales se encontraba la autora de la portada de la publicación y artista, Charo Jiménez (Mundo Sirasul), quien fundamentó  a los asistentes el motivo principal de ésta: una vista del castillo de Montemayor del Río, su localidad natal, para ella siempre una inspiración, una de las tres propuestas que envió ante la amable invitación del CEB de participar en este número y en las que estaba trabajando en ese instante para ilustrar un libro de cuentos que verá pronto la luz. 

10/10/2016

Tomás Pérez Monroy y el retablo mayor de la iglesia de San Juan de Béjar (6ª parte y final)



Autor: Roberto Domínguez Blanca
Publicado: Especial Béjar en Madrid, 2009.

El clan artístico de los Pérez Monroy

            Tomás Pérez Monroy forma parte de una saga de artistas que al menos se remonta a su bisabuelo. Éste se llamaba Diego Pérez Monroy y era de oficio pintor con taller abierto también en la ciudad del Tormes. A través de su testamento redactado en 1708 [1], sabemos que contrajo dos veces matrimonio, y de su primera mujer, Águeda Fernández, tuvo dos hijos, Antonio y Ramón. En el catastro del marqués de la Ensenada, realizado en 1753 [2], Antonio es citado como oficial ensamblador y Ramón, abuelo de Tomás, como maestro carpintero

 Retablo mayor de la iglesia de Navacarros (Salamanca) de Agustín Pérez Monroy

         Su padre fue Agustín Pérez Monroy, un importante ensamblador y tallista salmantino de la segunda mitad del siglo XVIII. Junto a Miguel Martínez de la Quintana [3] y Manuel Vicente del Castillo [4] divulga el tipo característico de retablo rococó salmantino por toda la provincia de Salamanca y limítrofes (Zamora, Ávila, Cáceres). Las primeras obras de Tomás son idénticas a las del padre, hasta que la necesidad de adecuarse a la nueva estética neoclásica le obliga a irse distanciando de lo aprendido durante su formación, presumiblemente junto a su progenitor. Realmente es complicado poder evidenciar a simple vista diferencias entre la obra de los cuatro maestros citados. A fin de cuentas, todos hacen suyo un diseño que crea el arquitecto Andrés García de Quiñones hacia 1760 para dos retablos colaterales de la iglesia del Colegio Real de la Compañía de Jesús de Salamanca, materializados finalmente por Agustín Pérez Monroy [5].

8/22/2016

Tomás Pérez Monroy y el retablo mayor de la iglesia de San Juan de Béjar (2ª Parte)



Autor: Roberto Domínguez Blanca
Publicado: Especial Béjar en Madrid, diciembre de 2010

Los desaparecidos retablo mayor y el púlpito de la iglesia de San Juan



         Lógicamente, el estudio de ambas obras lo hemos podido realizar a través de fotografía antiguas. Gracias a ellas se puede apreciar una concordancia estilística que las relaciona, pudiéndose catalogar dentro del estilo neoclásico, aunque como trataremos más adelante, con matices.

 Fotografía antigua del interior de la iglesia de San Juan

 Interior en la actualidad, sin retablo mayor


         El retablo [1] consistía en una pieza de tres calles y con un solo cuerpo entre predela y ático semicircular. En el cuerpo principal, con amplio banco y entablamento, las tres calles se dividen por medio de cuatro columnas lisas. La calle central estaba ocupada por un pequeño sagrario y en las laterales se abrían hornacinas para alojar imágenes. En el ático, la calle central toma forma de frontispicio rematado en frontón curvo, alojando otra hornacina más. El conjunto es sobrio, pues en la decoración dominan los elementos arquitectónicos, con frontones curvos, cajeados y molduras, que no hacen más que subrayar las líneas arquitectónicas de la traza. El ornato de talla se localiza en las calles laterales del ático y en la crestería del mismo con motivos de rocalla. En cuanto a las esculturas, parecen modernas y sin mérito artístico. En alguna fotografía realizada poco antes de su desaparición, se aprecia una intervención en el cuerpo principal, por la que se han eliminado motivos decorativos originales por otros modernos.

1/12/2015

El retablo de Guijo de Ávila, obra del retablista Miguel Martínez de la Quintana


 Autor: Roberto Domínguez Blanca

 Guijo de Ávila es uno de esos pueblos que por azares del destino y por caprichos de la administración decimonónica ha visto cómo el apellido de su toponímico entra en contradicción con su situación administrativa actual, pues permanece dentro de la provincia de Salamanca. Un caso similar pero en sentido contario a los de San Bartolomé de Béjar y La Solana de Béjar, que hoy forman parte de la provincia de Ávila, si bien el último pueblo cambió su “apellido” rompiendo amarras con la historia, pasando a denominarse La Solana de Ávila. El caso es que Guijo pertenece a la actual comarca de Béjar desde 1833, aunque su vinculación secular con Ávila y con otros pueblos salmantinos (Guijuelo, Cespedosa de Tormes, Santibáñez de Béjar…) es más fuerte que con la ciudad textil. Sin embargo, en cuestiones de historia del arte, como vamos a ver, hay mayores afinidades. 

 Retablo mayor de la iglesia de Guijo de Ávila


El pueblo, o parte del mismo, se encuentra en un lugar elevado como corresponde a una población que contó con castillo (desaparecido durante el reinado de los Reyes Católicos, si bien su emplazamiento es recordado en el callejero del pueblo). Las vistas de Guijo son espectacularmente bellas desde Guijuelo y sobretodo en primavera, rodeado de praderas, colinas con el telón de fondo de la sierra nevada. Destacando entre el caserío su iglesia gótica del siglo XVI, de la que emerge poderosa su capilla mayor. Fue para esta capilla para la que se ideó el retablo mayor objeto de este texto, un retablo que Casaseca Casaseca[1] lo calificó como barroco y de mediados del siglo XVIII. Hoy podemos refrendar esa cronología y que además fue construido por uno de los arquitectos de retablos más importantes de la Salamanca barroca, Miguel Martínez de la Quintana, artista prolífico y de notable calidad, necesitado de una monografía que pondere su aportación al arte en Salamanca y otras provincias cercanas.

5/04/2013

Arquitectos y canteros en la arquitectura bejarana del siglo XVIII (1ª Parte)



Autor: Roberto Domínguez Blanca.
Publicado: especial del semanario Béjar en Madrid de 2009.

La presencia de maestros canteros de procedencia gallega (en especial de la villa pontevedresa de La Guardia) trabajando en Béjar y los pueblos de su comarca fue una constante durante los siglos XVIII y XIX, como ya documentara Ros Massana para la década que transcurre de 1828 a 1838 se registran varios viajes a Galicia de canteros de esta procedencia, tras el trabajo estacional en Béjar y en otras zonas de Castilla[1]. Junto con los canteros locales trabajarían en todo tipo de tipo de obras propias de su oficio, desde el empedrado de calles hasta la construcción de iglesias. 

 Candelario (Salamanca)

12/08/2011

Algunas notas sobre el pensamiento de Dorado Montero



Autor: Javier R. Sánchez Martín 
Publicado: “Béjar en Madrid”, nº 4.414 (20/10/2006) 




"El Cristo de la sangre" de Ignacio Zuloaga
Un científico es una persona con preparación adecuada, que estudia cualquier rama de la ciencia para comprenderla y, si puede, hacerla progresar. A la vista de esto no cabe duda de que Dorado Montero fue un destacado científico que construyó una teoría del Derecho Penal completamente innovadora, casi revolucionaria, hasta el punto de ser calificada de utopía. Hoy día, cuando el tiempo ha demostrado que las teorías de Dorado eran correctas, estamos en condiciones de afirmar que, aparte de ser uno de nuestros juristas más prominentes y europeístas, se adelantó en muchos años a su tiempo.


Pero quizá sea más desconocida su obra filosófica, más irregular pero también muy interesante. Como muestra, hablaré de un artículo que publicó en 1912 en la revista “La España Moderna”, titulado Religión y Ciencia, Razón y Fe. Según se indica en la revista, el texto había sido escrito varios años antes y, cuando enviaron las pruebas a Dorado, ni siquiera recordaba haberlo escrito. Añade -y parece aquí que la revista refleja la opinión que les había transmitido el autor-, que “sólo en alguna parte coincide con lo que ahora se diría si hubiera de nuevo que redactar este escrito, pero traduce, al cabo, un estado mental”.

12/04/2011

D. Pedro Dorado Montero, un penalista salmantino nacido en Navacarros (3ª Parte)


Autor: Javier R. Sánchez Martín
Publicado en  “Béjar en Madrid”, nº 4.413, 13/10/2006.


Desde principios del siglo XX, y poco a poco, Dorado Montero se irá replegando cada vez más sobre sí mismo, dedicándose a una agotadora actividad intelectual. Así, sólo el epistolario que posee el Archivo Histórico de la Universidad está compuesto por unas 2.300 cartas y tarjetas postales que le fueron escritas entre los años 1890 y 1918. Por ejemplo, se cartea con frecuencia con Giner de los Ríos, con Azorín, con el criminalista Rafael Salillas, con el político Joaquín Costa, y un largo etcétera. Además de contestar a su mucha correspondencia, se dedicaba a escribir artículos para revistas especializadas, que constituían una de sus fuentes de ingresos para complementar su precaria economía, aunque a veces se queja del poco rendimiento económico que obtenía de ellos en comparación con el gran esfuerzo que le costaba elaborarlos. Otro complemento económico lo consigue mediante la realización de  traducciones especializadas, pues domina el alemán y el italiano, cosa poco frecuente en la época.

Volvía a Navacarros en los veranos buscando la tranquilidad del campo, y gustaba de ir todos los días hasta un huerto que tenía al lado de la Casa del Concejo, que la familia donó al municipio para zona de recreo. Iba allí para su esparcimiento y distracción, pero también para pensar y, quizá, para hallar la paz de espíritu que no encontraba en Salamanca. Algunas veces le acompañaron hasta el pueblo amigos salmantinos, entre los que dicen que estaba Unamuno.

Aula "Pedro Dorado Montero" en las Escuelas Mayores

Su carácter, cada vez más retraído, y su apartamiento voluntario de la vida social durante un largo período de tiempo, harán que muera casi olvidado el 26 de febrero de 1919, a las ocho y media de la mañana. Pero fue precisamente su muerte la que le rescató del olvido social. En efecto, narra El Adelanto que a su entierro civil asistieron miles de personas, a pesar de la mañana lluviosa, con gran despliegue de banderas socialistas. Entre ellos, muchos estudiantes y obreros. La comitiva partió de su casa, cercana al río Tormes, atravesando la Plaza Mayor, camino del cementerio civil. Allí fue enterrado en una sencilla fosa, precisamente al lado de Mariano Arés, su antiguo profesor de Metafísica. Entre los asistentes estaba Unamuno, quien improvisó un corto pero sentido discurso, que comienza: «Enterramos hoy, los ciudadanos de Salamanca, a este hombre civil, amigo, maestro y consejero de todos; a este hombre que trabajó por la redención de los delincuentes, porque sabía entender, mejor que nadie, aquellos versículos de “no juzguéis para no ser juzgados, porque en la medida que juzgaréis seréis juzgados”. Y lo enterramos en esta tierra sagrada y bendita, tierra bendecida y sagrada por los que aquí reposan, bajo el mismo cielo que a todos cobija, bajo su luz, que a todos nos ilumina por igual.»


11/23/2011

D. Pedro Dorado Montero, un penalista salmantino nacido en Navacarros (2ª Parte)



Autor: Javier R. Sánchez Martín
Publicado: “Béjar en Madrid”, nº 4.412 (06/10/2006) 


            El joven Dorado cursa simultáneamente las carreras de Derecho y de Filosofía y Letras, gracias a una beca del Colegio Mayor de San Bartolomé que consiguió por oposición. Ya en cuarto curso consigue, también por oposición, una nueva beca de las creadas por iniciativa del catedrático de Metafísica, Mariano Arés. Precisamente la muerte sin sacramentos de Arés y su posterior entierro en el cementerio civil (privado por decreto episcopal de sepultura eclesiástica), entierro al que asistió Dorado, conmovió a la conservadora Salamanca de finales del XIX, que por aquellas fechas veía llegar a un joven catedrático cuya intención inicial era permanecer poco tiempo allí, Miguel de Unamuno


Francisco Giner de los Ríos
En 1882 Dorado concluye Derecho y en 1883 Filosofía, ambas con la calificación de Sobresaliente en los ejercicios de grado, trasladándose entonces a Madrid, a la Universidad Central, para cursar el doctorado en Jurisprudencia. Allí entra en contacto con Francisco Giner de los Ríos y su "Institución Libre de Enseñanza", que comienza ya a despuntar y a atraer a los intelectuales más relevantes de la época. Giner fue amigo y consejero de Dorado durante toda su vida, hasta el punto de enviarle varias de sus obras más relevantes para que Giner las corrigiera antes de publicarlas.

            Una vez concluido el doctorado, Dorado, hombre inquieto y con expectativas de formación poco comunes en la época, ve conveniente trasladarse al extranjero para completar su formación. Para valorar este gesto que hoy parece tan corriente, hay que situarse en la España de finales del siglo XIX y pensar en la precariedad de medios de Dorado. Nuevamente por méritos consigue una pensión, que le otorga el rector de la Universidad Central, para ingresar en el Colegio Español de San Clemente, de Bolonia, en Italia, institución fundada por el cardenal Albornoz. Allí entró en contacto con los criterios doctrinales de la conocida como “Escuela Positiva”, que tanto influirían después en su concepción de lo que debía ser el derecho penal, basado más en la rehabilitación del delincuente que en los aspectos punitivos. Permaneció en Italia entre 1885 y 1887, período que coincidió con el florecimiento de la mencionada escuela positiva.

11/20/2011

D. Pedro Dorado Montero, un penalista salmantino nacido en Navacarros (1ª Parte)


Autor: Javier R. Sánchez Martín
Publicado: “Béjar en Madrid”, nº 4.411, 29/12/2006.

       Mis padres son de Navacarros y, aunque vivíamos en Béjar, cuando yo era pequeño subíamos con cierta frecuencia a este pueblo a ver a mis abuelos. De aquel tiempo recuerdo con nostalgia la campiña, que configuraba un entorno natural privilegiado. Entonces no había comenzado aún la desordenada construcción de chalés en prados y huertas de los alrededores que, en mi opinión, ha estropeado en parte la belleza serrana de este pueblo. Recuerdo también las fiestas de la Magdalena, en julio, en las que bailábamos hasta agotarnos. Y, cómo no, la figura de un sacerdote extremeño recién llegado, don Manuel García Tovar, que por sus cualidades humanas y religiosas pronto sería un personaje popular en toda la zona. Don Manuel ofició el funeral por mi padre, me casó y, sobre todo, me honró con su amistad mientras vivió. 

            Y, entre otras muchas cosas, hay una que me llamó poderosamente la atención: en una pequeña plaza del pueblo había una casa con una placa que decía escuetamente: “Recuerdo de sus convecinos a don Pedro Dorado Montero”.

Pedro Dorado Montero


4/24/2010

Obras en la ermita de Navacarros



Autor: Roberto Domínguez Blanca

Publicado: Béjar en Madrid, Marzo de 2010

A finales del pasado mes de febrero, tuvo que ser desmontado el pórtico de la ermita del Cristo de Navacarros por peligro de derrumbe. El pórtico, levantado para proteger la entrada al edificio, ya venía desde hacía meses dando señales de su inestabilidad al irse separando cada vez más del muro de la fachada, y desprotegiendo a ésta de la lluvia que se filtraba por la abertura que quedaba.

Vista de Navacarros
Foto extraída de aquí

         Del desmonte del pórtico, reparo y nueva construcción se está haciendo cargo la Fundación Premysa, quien ha puesto la mano de obra gratuita, quedando a cargo de la parroquia el coste de los materiales (madera, tejas, cemento…) y el alquiler de la maquinaria necesaria, en definitiva, unos 3.000 euros.

La ermita del Cristo del Humilladero de Navacarros se fundó en el año 1645 y se reedificó entre los años 1724 y 1725. Esta reconstrucción la promovió el que fuera sacerdote de la parroquia de Navacarros D. Miguel Sánchez Castaño, que ejerció su labor pastoral y de mecenas entre 1717 y 1750.