Autor: Roberto Domínguez Blanca
Publicado: Especial Béjar en Madrid, 2009.
El clan artístico de los Pérez Monroy
Tomás
Pérez Monroy forma parte de una saga de artistas que al menos se remonta a su bisabuelo.
Éste se llamaba Diego Pérez Monroy y era de oficio pintor con taller abierto
también en la ciudad del Tormes. A través de su testamento redactado en 1708 [1],
sabemos que contrajo dos veces matrimonio, y de su primera mujer, Águeda Fernández,
tuvo dos hijos, Antonio y Ramón. En el catastro del marqués de la Ensenada, realizado en
1753 [2],
Antonio es citado como oficial ensamblador y Ramón, abuelo de Tomás, como
maestro carpintero.
Retablo mayor de la iglesia de Navacarros (Salamanca) de Agustín Pérez Monroy
Su
padre fue Agustín Pérez Monroy, un importante ensamblador y tallista salmantino
de la segunda mitad del siglo XVIII. Junto a Miguel Martínez de la Quintana [3] y
Manuel Vicente del Castillo [4] divulga
el tipo característico de retablo rococó salmantino por toda la provincia de
Salamanca y limítrofes (Zamora, Ávila, Cáceres). Las primeras obras de Tomás
son idénticas a las del padre, hasta que la necesidad de adecuarse a la nueva
estética neoclásica le obliga a irse distanciando de lo aprendido durante su
formación, presumiblemente junto a su progenitor. Realmente es complicado poder
evidenciar a simple vista diferencias entre la obra de los cuatro maestros
citados. A fin de cuentas, todos hacen suyo un diseño que crea el arquitecto
Andrés García de Quiñones hacia 1760 para dos retablos colaterales de la
iglesia del Colegio Real de la
Compañía de Jesús de Salamanca, materializados finalmente por
Agustín Pérez Monroy [5].
En
el catastro del marqués de la Ensenada [6] se
nos desvela que Agustín Pérez Monroy tenía 39 años y estaba casado con Josefa
Velázquez. Tenían cinco hijos: Ramón, José, Manuela, Bernarda y Tomás, nuestro
artista, que por entonces tenía cuatro años. Primas de Agustín eran María
Teresa y Antonia Pérez Monroy, casada la primera con el escultor Gregorio
Carnicero [7],
hijo del insigne imaginero salmantino Alejandro Carnicero.
Retablo de La Cabeza de Béjar (Salamanca)
Un Ramón Pérez
Monroy, seguramente no su abuelo sino su hermano mayor, crea sobre 1765-1766 un
dibujo de la imagen de Nuestra Señora del Castañar para su cofradía [8].
Su presencia en esta documentación hace sospechar a la profesora Emilia
Montaner que pudiera ser el autor de las cuatro pequeñas pinturas con temas de la Virgen, seguramente
adquiridas entre 1767 y 1773, y colocadas en las enjutas del camarín [9]. A
fin de cuentas, los marcos arrocallados de las mismas los hizo Agustín Pérez
Monroy [10].
De
los Pérez Monroy, el de mayor fama fue Agustín. A él se debe el
retablo-baldaquino del convento de las Bernardas de Salamanca, compendio de su
arte, o los encargos que cumplió para la parroquia de Navacarros, entre ellas
su retablo mayor [11]. De su mano también
pudieron salir otros retablos rococó de nuestra comarca. Muy relacionado
estilísticamente con el mayor de Navacarros, está el de la iglesia de
La Cabeza de
Béjar.
[1]
MONTANER LÓPEZ, E.: La pintura barroca...
ob. cit., p. 101.
[2] Archivo Provincial de Salamanca:
C.M.E. 2055, f. 248 vº y 272.
[3]
Sobre este artista ver NIETO GONZÁLEZ, J. R. y PAREDES GIRALTO, C.:
“Contribución al estudio del retablista Miguel Martínez (1700-c. 1783)”, en Cuadernos abulenses, nº 8, Ávila, 1987,
pp. 93-113.
[4]
Sobre este artista ver GÓMEZ
GONZÁLEZ, Mª V.: Retablos Barrocos… ob.
cit., pp. 171-174.
[5] RODRÍGUEZ
G. DE CEBALLOS, Alfonso. “El retablo barroco en Salamanca: materiales, formas,
tipología, en Estudios sobre
arquitectura… ob. cit., pp. 268-269
[6] Archivo Provincial de Salamanca:
C.M.E. 2055, f. 264-264 vº.
[7]
Agradezco este dato a Virginia Albarrán Martín, investigadora que está
concluyendo su tesis doctoral sobre el escultor salmantino Alejandro Carnicero.
El profesor Rodríguez G. de Ceballos apuntó sin embargo que Gregorio Carnicero y
Agustín Pérez Monroy eran cuñados (RODRÍGUEZ G. DE CEBALLOS, Alfonso. Estudios del barroco salmantino. El Colegio
Real de la Compañía
de Jesús de Salamanca (1617-1779), (3ª ed.), Salamanca, Centro de Estudios
Salmantinos, 2005, p. 120).
[8] Archivo
Parroquial de San Juan de Béjar. Libro de
la Cofradía
de la Virgen
del Castañar 1708- 1863, f. 175 vº.
[9]
MONTANER LÓPEZ, E.: La pintura barroca...
ob. cit., p. 146.
[10] Archivo
Parroquial de San Juan de Béjar. Libro de
la Cofradía
de la Virgen
del Castañar 1708- 1863, f. 197.
[11]
Sobre la obra de este artista en Navacarros, ver DOMÍNGUEZ BLANCA, R. y CASCÓN
MATAS, C.: “El proceso constructivo…”, ob. cit., pp. 74-78.
Mi querida Carmen, ya he regresado, aunque sigo delicada, pero con un pequeño respiro.
ResponderEliminarSon preciosos ambos retablos, son verdaderas joyas de Salamanca.
Gracias
Un gran abrazo
Nunca se valorarán lo suficiente obras de este calibre, tanto por lo que tienen de valor artístico, como por todo el volumen de preparación previa que conllevan, coste económico y trabajo desarrollado.
ResponderEliminarSaludos.
Son preciosos esos retablos y me alegro de haberlos vistos ya que estos lugares no los he visitado.
ResponderEliminarBesos
En general todos los retablos son preciosos, pero estos después de tus explicaciones los valoro mucho más.
ResponderEliminarUn abrazo
Esa fotografía de la iglesia de Navacarros tiene el encuadre justo para mostrarme y recordarme cuál es el lugar que la tradición otorga a mi familia pues, allí, al parecer, están enterrados mis ancestros más remotos.
ResponderEliminarUn abrazo,
Bonitos ambos retablos y al parecer esa saga de artistas fue mas larga que la de los Berruguete de Paredes de Nava en Palencia, que tan solo fueron tres Pedro (Abuelo), Alonso (hijo) e Inocencio (nieto del primero).
ResponderEliminarSaludos.
Unos retablos de gran valor Carmen, que pasan desapercibio muchas veces.
ResponderEliminarBesos
Son piezas que encierran y se trabajan muchas técnicas que por desgracia se están perdiendo:no por el tiempo que requiere; sino por lo costosas que son, por eso si tienen la suerte de poder conservarse es una gozada contemplarlas.
ResponderEliminarUn beso feliz semana
Cuántas veces contemplando una de estas obras nos habremos preguntado por su autor, por cómo aprendió el oficio y de dónde vendría. Es tema para una buena novela.
ResponderEliminarSaludos.
Tanto el retablo de Navacarros como el de La Cabeza de Béjar son muy hermosos. Gracias por compartir tanta historia Carmen.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz fin de semana.
Gracias por esta entrada Roberto y Carmen. Y pido perdón por no conocerlo. Pero los visitaré.
ResponderEliminarBesos.