Autor: Roberto Domínguez Blanca
Publicado: Revista de Fiestas y Ferias de Béjar, 2013, pp. 71-76.
Reconquista y Repoblación: el origen de los castillos medievales
A la muerte del
rey castellano-leonés Alfonso VII en 1157, éste había decidido dividir el reino
entre sus dos hijos: León para Fernando II
y Castilla para Sancho III. En
el sur de ambos reinos, al sur de la actual provincia de Salamanca y norte de
la de Cáceres, la frontera la marcaba la vía de la Plata, de forma que Béjar y
el territorio que conformará su alfoz pasaron a Castilla, mientas que el resto
de la zona salmantina que la rodeaba, Monleón, Salvatierra de Tormes,
Montemayor del Río y Miranda del Castañar, quedó integrado en el reino leonés.
Esto sucede a finales del siglo XII mediante el tratado de Tordehumos de 1194,
con Alfonso IX dirigiendo los destinos de León, por el que no podía adentrarse
en la Sierra
de Béjar. Antes que Béjar, Alfonso VIII de Castilla repobló Plasencia en 1186 y
ascendiendo al norte fundó Oliva de Plasencia y Segura de Toro. Entonces
repuebla Béjar entre 1186 y 1196, apostando
De Santos Canalejo [1] por
fechas como 1194 ó 1195, posterior al tratado y a la instauración del alfoz
bejarano por Alfonso VIII en 1193). Sin embargo, parece ser que en 1190 ya lo
estaba, y con población suficiente como para enfrentarse junto con el concejo
de Plasencia al de Ávila en La toma de
las torres de Puente del Congosto, hecho
que se fecha entre 1182 y 1190 [2]. Tras Béjar, seguidamente
Alfonso VIII se encamina hacia el este para controlar Valdecorneja: El Barco de
Ávila, Piedrahíta, El Mirón y La
Horcajada; si bien en algunos casos, como en Piedrahíta o
Barco, ya existiría población cristiana asentada, pues su fundación es de los
tiempos del señorío de doña Urraca; o mucho antes en el caso de Piedrahíta,
pues según la leyenda del monte de la
Jura ya estaba fortificada en 918.
Monumento a Alfonso VIII en Plasencia (Cáceres)