Autora: Carmen Cascón Matas
A raíz de una investigación sobre el derribo de la Puerta de Ávila[1], me fueron surgiendo al paso datos sobre el alcalde que regentaba los destinos de Béjar en 1876. En ese momento, la industria textil funcionaba a pleno rendimiento y la ciudad estaba sufriendo una transformación urbanística sin precedentes. El desarrollo imponía cambios en una población de calles estrechas, escasa vivienda para tanta mano de obra y deficientes medidas higiénicas y sanitarias. La tarea para el consistorio era ingente y los dineros, como siempre, escasos. La sensibilidad para la conservación del patrimonio era nula porque se imponía el progreso y la modernidad sobre cualquier criterio de valoración histórica o artística. Por entonces se derribaban murallas, conventos y palacios por doquier, ya bien fuera en Barcelona, Madrid, Salamanca o Béjar. Así ocurrió con la Puerta de Ávila o de la Villa. Los vecinos del barrio de La Corredera, esgrimiendo la peligrosidad por la estrechez de las calles en ese punto, solicitaron al consistorio un derribo que fue aprobado en el pleno de 4 de agosto de 1876[2]. Las protestas del gobierno provincial de Salamanca no impidieron su desaparición[3].
Línea de casas frente a la iglesia de San Gil, parte de ellas pertenecientes al suegro de Vicente Ferrer, Juan Hernández Bueno
Años después M.ª Carmen Martín y Juan Carlos Aguilar investigaron sobre aquel suceso, desvelando el nombre del alcalde demoledor: Vicente Ferrer Vidal[4]. Algunos datos que he ido encontrando sobre su figura nos acercan al personaje.