Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto
Publicado: Béjar en Madrid
Los antecedentes en la industria textil de Nicolás Rodríguez Vidal procedían tanto de su familia paterna como materna. Sirva como ejemplo que una de sus abuelas, María Antonia de Lucio Sánchez-Masedo descendía directamente de uno de los grandes fabricantes del siglo XVIII, Gerónimo de Lucio, y este a su vez tenía como tío-abuelo al célebre Gerónimo González de Lucio, párroco del Salvador y Comisario del Santo Oficio en el siglo XVII.[1] Tampoco podemos olvidarnos entre los familiares más cercanos de don Nicolás a su tía Antonia Rodríguez de Lucio, hermana de su padre, acaudalada anciana que alcanzó los 101 años de edad, algo casi inédito en aquella época (nació en 1773 y murió en 1884). Gracias a la foto que de ella conservan los hermanos Huebra en su archivo de Salamanca, el rostro de la venerable viuda nos sigue mirando desde el pasado.[2]
Foto de la fábrica de García y Cascón, en el predio de La Illana o La Noriega, en el siglo XIX propiedad de Nicolás Rodríguez Vidal.
Política e industria caminaron a la par en las dedicaciones de nuestro protagonista, al menos al principio en lo que se refiere a la política municipal, lanzadera para más altas ambiciones. Solo a partir de 1856, cuando contaban ya con 47 años, es cuando Nicolás Rodríguez emprende su carrera como empresario y fabricante. Lo haría junto con su hermano Bonifacio (eran, ni más ni menos, que catorce hermanos) con el que en octubre del año indicado lograba la autorización para construir una fábrica de paños en la orilla izquierda del río Cuerpo de Hombre, aguas abajo del puente de San Albín, figurando ya como fabricante al siguiente año. Ambos fundaron la razón social denominada “Nicolás Rodríguez y hermanos” que después pasaría a tener otros nombres.