Autor: Juan Antonio Frías Corsino
Publicado: Actas
de las IV Jornadas El Bosque de Béjar y las Villas de Recreo en el
Renacimiento. Béjar 2002. Grupo
Cultural San Gil, Salamanca, 2003.
Arquitectura del frío en Sitios Reales, Palacios y Villas.
Las
propiedades reales fueron provechosamente utilizadas para el comercio de nieve
y hielo[1]. La
madrileña Casa de Campo se utilizó para recoger la nieve cuando era abundante y
permitía una cosecha limpia; se encerraban el hielo que de sus estanques Grande y Del Niño y de otros más pequeños en los dos pozos de que disponía
junto a la pequeña edificación denominada Casa
de Neveros, como se recoge en la visión cartográfica de Pedro de Texeira
de1656.
El
sitio del Buen Retiro, muy frecuentado por los monarcas durante todo el año, se
construye además con grandes aportaciones provenientes de la renta de la nieve
de las Indias[2], según
cuentas del Receptor del Consejo de Indias. Desde su concepción arquitectónica
original se dotan las cavas reales y un pozo de nieve. Ya en 1678, bajo las
condiciones del aparejador del real sitio Manuel del Olmo se construye otro
más, situado próximo al estanque de la Casa de Fieras y la sima de San Bruno.
Palacio del Buen Retiro
El sitio de Aranjuez acogía a los monarcas y la Corte fundamentalmente en
primavera, y su abasto lo resolvía la Casa Arbitrio de la Nieve que desde
Madrid hacia llegar el producto. El aumento de la población y las prolongadas
estancias de los monarcas desequilibraban el abasto de los pozos de Ontígola,
Ocaña y Villamiel, planteando ciertos
problemas. Por ello, siguiendo las indicaciones del Gobernador del Sitio, se proyecta el primer pozo, construyéndose en
1724, y el segundo bajo las condiciones del arquitecto real Manuel Serrano, en
1775. Se llenaban con el hielo precedente de las 31 charcas o balsas diseñadas
por Carlos de Wite, ingeniero director de las obras de la Real Acequia del
Jarama. Más tarde se construyen otras 10 charcas bajo la dirección del
arquitecto hidráulico Vicente Fornells. Estas balsas se alimentaban mediante
una cacera desde el embalse del Mar de Ontígola, ejemplo constructivo de época
de Felipe II que aún existe. Todo este conjunto aseguró el abasto del Real
Sitio hasta el s. XIX. No quedan restos de tales artificios tan solo el
recuerdo del jardín municipal que se levanta sobre ellos y que lleva por nombre
Jardines del pozo de la nieve [3]. Este enclave fue, sin duda, un alto demandante de nieve y
hielo, pues su entorno jardinero y recreativo en torno al Tajo hizo del Real
Sitio un lugar indicado para ceremonias, fiestas y recibimientos diplomáticos en
los que se hacía necesaria la nieve.