*En internet me he encontrado con este ejemplo de la buena pluma de mi buen amigo José Antonio Sánchez Paso, sí aquél que nos dió a conocer en este mismo espacio las andanzas de don Francés de Zúñiga, bufón de Su Majestad Imperial. El texto ha visto la luz en la Revista Emociones nº 16, editada por la Diputación de Salamanca, que podréis bajar por completo pinchando en el enlace anterior.
Estamos a las puertas del guitarrazo negro que anuncia el comienzo de
una nueva edición del Festival Internacional de Blues de Béjar, ese
relámpago nocturno que incendia El Castañar, el monte umbroso a la vera
de la ciudad textil, y que tarda en apagarse un par de días.
Intuyéndolo, el fibber -para entendernos, el
seguidor habitual del festival- se enfunda en la ropa más cómoda, se
desaliña de forma cuidadosa y se mira en el espejo antes de emprender la
marcha hasta ese hervidero del blues en que durante una semana se
convierte Béjar. El fibber, digámoslo, no es el británico que se nutre
de cerveza ante un escenario playero de Benicassim, como el vulgo
equivocadamente cree. El fibber bejarano es un blusero castizo que se alimenta de vino y calderillo -el humeante guiso de carne de vacuno y patatas pimentonadas típico de la ciudad ducal–; es
también aquel que sestea bajo los castaños, mientras tararea en inglés
meseteño romances de ausencia que un negro en un balancín musitaba en el
delta del Mississippi, con un solo diente y una armónica.
Sirva todo lo dicho para hacerle memoria al lector de que
vuelven las noches de blues un verano más a Béjar, en la cita
inexcusable para todos los aficionados a la más popular música negra del
último siglo. En esta edición 2012 una decena de artistas subirán a
distintos escenarios de la ciudad los días 13 y 14 de julio para dar
cumplida razón al XII Festival Internacional de Blues. Este
acontecimiento musical se ha ganado a pulso un lugar de honor en el
circuito blusero de nuestro país, y constituye al mismo tiempo una
referencia cultural veraniega en las lindes serranas de Salamanca.