Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.730 (5/06/2015), p. 6.
En
enero del pasado año se presentó en Salamanca el libro que contiene los trabajos
de investigación conmemorativos al V centenario de la construcción de su
Catedral Nueva. Coordinada por Mariano Casas y auspiciada por la diputación de
Salamanca, la publicación lleva por título La
Catedral de
Salamanca. De Fortis a Magna y en ella he tenido el gusto de participar con
un artículo dedicado a un bejarano desconocido, Bernardo Ordóñez de Lara. Para
aquellos que no dispongan de la oportunidad de hacerse con este libro, y con el
fin de difundir someramente la vida del biografiado, escribo estas líneas que
son una sombra de las andanzas de Bernardo, un leal siervo a las órdenes de la
nobleza y de la Iglesia
salmantina, como le he definido en el título del trabajo no sé si acertada o
erróneamente.
Portada del libro
La
Catedral de
Salamanca. De Fortis a Magna
Por
aquello de reunir los datos del personaje de manera cronológica iniciaremos el
relato de su vida por su nacimiento. Bernardo Ordóñez de Lara vio la luz en
Béjar en el año 1620, hijo menor de Paulo Ordóñez de Lara y de Águeda Fernández
de Castañares [1],
hidalgos ambos, de rancio abolengo él según prueban las escrituras de
probanza de su estatus. El linaje paterno procedía de Salas de los Infantes [2]
y su pertenencia al estamento nobiliario había permitido a Paulo introducirse
entre la servidumbre funcionarial y administrativa de la
Casa Ducal bejarana. Así Ordóñez de Lara
desempeñó los cargos de alcalde mayor de la fortaleza o palacio ducal de Béjar
y secretario de los duques Francisco III, Alonso I y Francisco IV, lo cual le posicionaba
cerca de la familia Zúñiga. Dentro de la compleja corte ducal, compuesta
por decenas de personas tanto en Madrid (lugar de residencia habitual de los
duques) como en Béjar, Paulo ocupaba una posición preponderante. Por su parte, Águeda Fernández
de Castañares, de su mismo nivel social, era sobrina- nieta del cura rector de
la parroquia de Santa María la
Mayor y comisario del Santo Oficio de la Inquisición, Pedro
Fernández de Castañares [3].
La pertenencia a una familia de tales características fue determinante en la
vida del pequeño Bernardo Ordóñez de Lara, como veremos posteriormente.