Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto
Publicado: Béjar en Madrid
A mediados del siglo XIX la clase fabricante bejarana parecía decantada políticamente por el liberalismo pero indefinida en cuanto a las distintas tendencias que esta corriente planteaba. La apertura comercial y empresarial que el liberalismo propiciaba resultaba idónea para las aspiraciones de expansión de los industriales textiles. Años antes, alguno de los bejaranos ligados a la actividad fabril había sufrido la cruenta represión que contra los liberales más significados organizaron los gobiernos de Fernando VII tras el regreso al absolutismo. Entre ellos no faltaron personas vinculadas familiarmente a Nicolás Rodríguez Vidal como es el caso de Joaquín Martín Caballero, Diego López y Juan Sánchez de Adrián, tenidos algunos de ellos como «constitucionales», «exaltados» o «esparcidores de malas ideas»[1].
Pero ya a partir de 1833 con la regencia de María Cristina y el reinado de Isabel II el liberalismo termina por institucionalizarse lo que supone un espaldarazo para las aspiraciones de los industriales. Nuestro protagonista parece situarse al comienzo de esta etapa como liberal moderado, es decir dentro de las tendencias dominantes, al igual que hizo la mayor parte de la burguesía nacional. Tal filiación se entiende, en primer lugar, porque el régimen liberal le había permitido acceder, entre otras, a la propiedad de bienes que habían sido de la Iglesia, lo que de otro modo hubiera resultado imposible[2]. A nivel político ese posicionamiento intentaba compatibilizar las rémoras del antiguo régimen, adaptándolas al momento que ya se vivía, con el impulso parlamentario. El objetivo era doble: lograr colocar bajo llave a la propiedad privada, todo un símbolo del empuje burgués, y evitar levantamientos de carácter radical o netamente revolucionarios.
Isabel II
Nicolás Rodríguez Vidal fue evolucionando hacia posicionamientos del liberalismo progresista. Ello parece deducirse ya en 1854 cuando ayudó a sufragar los gastos del monumento que Madrid dedicó en marzo de ese mismo año a los políticos Argüelles, Calatrava y Mendizábal, referencias nacionales del progresismo y aun de las relaciones con la masonería[3].