Amigos de Béjar y sus historias

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3/14/2025

Pueblos sin gente / 2 (3ª Parte) La Redondilla cerca de La Garganta (ca. 1446-1900)

 Autor: José Muñoz Domínguez

3. De lugar despoblado a ruina entre los siglos XIX y XX


        Si en el último tercio del siglo XVIII se documenta la condición de despoblado, en el XIX se certifica la ruina material de la Redondilla, que ya no figura en la relación de aldeas y lugares de la tierra de Béjar en torno a 1820 (vid. adenda sobre Casas del Fraile, fig. 2 y nota 2) ni en el elenco de poblaciones de la nueva división territorial de 1834 (1). Tampoco consta ninguna referencia en el Diccionario de Madoz, aunque, paradójicamente, cual Guadiana, se rotuló como despoblado en su anexo cartográfico, el Atlas de Coello, que salió de la imprenta dos décadas después. En la entrada correspondiente al municipio de la Garganta, publicada en 1847, ni siquiera se menciona como agregado o pedanía, pero curiosamente se hace referencia a su iglesia como la única de aquella localidad, ignorando –sin duda por error u omisión involuntaria– la de la Asunción en pleno casco urbano, que sí se reconocía como tal en la carta de Pérez de Soto a Tomás López seis décadas antes. Según lo publicado por Madoz: 


        hay 1 iglesia parroquial, dedicada á San Antonio Abad, con curato perpetuo y de provisión ordinaria: el edificio está situado al norte fuera del pueblo y á su inmediación el cementerio (2).

 

Fig. 1. Mapa provincial de Salamanca por Francisco Coello, 1867, con los topónimos «D. de la Redondilla» y «Desp. de Casas Viejas» (Planoteca del IGN)


        En el mapa de la provincia de Salamanca incluido en el Atlas de Coello, de 1867, se localiza correctamente en sus coordenadas y se le identifica como «D[espoblado] de la Redondilla» (fig. 1 y nota 3). También aparece rotulado otro asentamiento del que no se conserva más rastro documental que el proporcionado por Coello, el «Desp[oblado] de Casas Viejas», de ubicación imprecisa debido a la ausencia de punto indicador. Sin descartar nuevas noticias, como su posible huella en los topónimos de «las Casas» y «Casarejo» que se localizan al oeste de la Garganta, me inclino por la misma confusión entre San Antón y la Redondilla, que también se conocía como el «pueblo viejo» y sería equivalente, por tanto, al de «Casas Viejas»: ¿se trata del mismo despoblado, repetido por el cartógrafo bajo dos denominaciones diferentes, o verdaderamente hubo un segundo despoblado en el término actual de la Garganta? La respuesta quizá la tengan los garganteños de mayor edad, como mejores conocedores del terruño y transmisores del saber acumulado durante generaciones. 

3/07/2025

Pueblos sin gente / 2 (2ª parte) La Redondilla cerca de La Garganta (ca. 1446-1900)

 Autor: José Muñoz Domínguez.

2. Evolución del asentamiento en los siglos XVII y XVIII

       A pesar de la penuria general del siglo XVII, o quizá por ello, no faltan noticias sobre algunos despoblados de la zona en la documentación de archivo. En el caso de la Redondilla, hay referencias desde la primera década del siglo y continúan en las siguientes. 

        De 1610 y 1635 constan sendas solicitudes de merced presentadas a distintos duques de Béjar por parte de los sacristanes de las iglesias de la Asunción en la Garganta y de San Antón en la Redondilla, de las que se ocupaban simultáneamente. Ambos residían en la Garganta y venían a solicitar parecidas exenciones por su vinculación a la actividad religiosa en las dos iglesias: Diego Martín, en 1610, pretendía librarse de cualquier representación en los oficios del Concejo; Alonso Marín, en 1635, solicitaba evitar el pago de cargas tributarias. Cada duque resolvió favorablemente, aunque como gracia particular y no como reconocimiento de un derecho, por el tiempo en que sirvieran como sacristanes. En la carta de 1610, el peticionario aduce varios argumentos sobre su exención para ocupar cargos concejiles, entre ellos en el hecho de que «en un pueblo de ducientos vecinos hay muchas personas que pueden hacer los dichos oficios», lo que añade un dato demográfico no oficial que, no obstante, conviene tener en cuenta, pues no contradice las cifras de población registradas en el censo inmediatamente anterior, de 1591: la Garganta habría pasado de tener 188 vecinos (752 almas y 193 casas) a unos 200 (800 almas y 205 casas), de modo que la Redondilla rondaría cifras proporcionales, no muy diferentes de las del último censo del siglo XVI. El segundo peticionario, para poner al destinatario a su favor, añadía un hecho hasta ahora desconocido al vincular el culto a la protección ducal, pues una de las parroquias correspondía a «la iglesia de la Redondilla donde vuestra excelencia es patron» (1). 

Panorámica del cerro en el que se encuentran los restos del despoblado de la Redondilla, visto desde la carretera de Candelario a la altura del Corral de los Lobos (imagen tomada de Google Streetview, 2024).

        En los censos y vecindarios del siglo XVII, la Redondilla no consta como entidad de población propia, diferenciada de la localidad vecina, de modo que hay que considerar su evolución demográfica integrada en la de la Garganta como posible cabeza de aquel concejo rural, tan montuoso y preñado de castañares (fig. 1). En el censo de 1646 no se registra ni una ni otra población y en el de 1684, la Garganta se muestra como lugar (no como aldea) y con sólo 98 vecinos (o 392 almas) dedicados a pasto y labor: de nuevo se constata el severo descenso demográfico que se produjo en la zona de Béjar y en casi toda España, en este caso con menos de la mitad de efectivos en 74 años (2). 

3/05/2025

El Tumulto del Entierro de la Sardina (febrero de 1913). La antesala de la Gran Huelga de los Siete Meses en Béjar

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, n.º 4.960 (21/02/2025), p. 4.

A mi bisabuelo Bernabé, a quien tanto admiro 

por su templanza, bondad, sabiduría, humildad y generosidad. 


    Apenas había principiado el año 1913 cuando en plenas fiestas de Carnaval se produjo un motín popular, cuya crónica pormenorizada fue recogida por el periódico La Ciudad [1]. Gobernaba los destinos municipales el partido Unión Bejarana, un grupo político que había surgido en 1911 con el pacto entre personas de distintas ideologías, aunque en él primaban los conservadores. Su intención era crear una alternativa cercana, es decir, netamente bejarana y de apariencia plural, para hacer frente al gobierno de la Conjunción Republicano-socialista que llevaba al frente del ayuntamiento desde hacía algunos años. Abanderaba la propuesta el periódico La Victoria y la espoleta de su creación fueron los sucesos del Corpus de 1911 y la inasistencia de la corporación a las festividades religiosas [2]. Al no concurrir el Ayuntamiento a la cita tradicional del Corpus Christi de ese año, un grupo de bejaranos se presentaron en el consistorio demandando la bandera y la presencia de los tradicionales hombres de musgo, provocando una agria polémica que se tradujo en opiniones contrarias en la prensa local de la época. Las elecciones –no democráticas– de finales de 1911 dieron la victoria a la Unión Bejarana, eligiendo los concejales por votación entre ellos al que habría de ocupar la silla de su presidente, finalmente el abogado Bernabé Sánchez-Cerrudo Agero, una situación extraordinaria, pues el alcalde solía ser impuesto por el gobernador civil entre los individuos de la lista más votada. Se da la circunstancia de que precisamente el nuevo alcalde había sido el abad del Corpus en los sucesos comentados. 


 

Revista Nuevo Mundo. La foto recoge la visita de la infanta Paz de Borbón a Béjar en 1912. A la derecha el alcalde Bernabé Sánchez-Cerrudo. Foto sacada de aquí

    La situación social y económica de Béjar no pasaba por sus mejores momentos en aquellos primeros compases del siglo XX. La industria textil sufría una grave crisis desde finales del siglo XIX por la exclusividad de su producción orientada en el paño militar, la maquinaria obsoleta y la deficiencia en las comunicaciones, y el paro obrero era prácticamente insoportable. Las huelgas eran constantes, como demuestran las de varios sectores del textil en 1901, la de bataneros y percheros en 1902, la de los tejedores de 1903 o la huelga de los siete meses de 1904 [3]. A tal gravedad había llegado la situación que familias enteras emigraban a América [4]. 

2/28/2025

Pueblos sin gente / 2 (1ª parte). La Redondilla cerca de La Garganta (ca. 1446-1900)

Autor: José Muñoz Domínguez

En el caso de la Redondilla, o simplemente Redondilla, no hay ninguna duda sobre su localización, recordada y transmitida durante generaciones por los habitantes de la Garganta con refrendo de algunos restos materiales conservados. De acuerdo con ese legado generacional, y también con las noticias aportadas por investigadores locales, el despoblado se encontraría un par de kilómetros al norte de la Garganta (en realidad, poco más de un kilómetro por cualquiera de los caminos de acceso), en un altozano orientado hacia Extremadura y atravesado o circundado en su origen por dos vías de comunicación de relativa importancia, hoy incluidas en rutas de senderismo bajo el nombre impropio de San Antón (figs. 1 a 3 y nota 1). 

 Localización del antiguo despoblado de la Redondilla cerca de La Garganta, con círculo en color para los restos visibles todavía; en tono rojizo superpongo el área del despoblado que se cartografió en 1900 (elaboración propia sobre imagen satelital de Google Maps, 2024).

 

Izquierda: restos de mampostería del despoblado y vistas hacia el valle del río Ambroz (foto de Explogabi, 2023, publicada en Wikiloc; link en nota 1). Derecha: señalización de la llamada Ruta de senderismo de San Antón (foto de Nacho-izma, 2024, publicada en Wikiloc; link en nota 1).
 

A pesar de ello, poco se ha investigado sobre este lugar, apenas lo recogido hace décadas por Pedro Majada Neila en su Cancionero de la Garganta (2) y la breve reflexión antropológica de José María Domínguez Moreno (3), utilizada años después por José Manuel López Caballero (4), un panorama desalentador y trufado de leyendas sobre el que trataremos de aportar alguna luz a partir de la documentación de archivo y la cartografía que hemos conseguido recopilar.

 

2/21/2025

El sobrino del duque de Béjar que se hizo cargo de los funerales de Hernán Cortés

 Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

          Por no existir retratos suyos, se suele confundir a Juan Alonso Pérez de Guzmán y Zúñiga, VI duque de Medina-Sidonia y referente de esta nota, con su nieto y sucesor cuasi homónimo Alonso Pérez de Guzmán y Zúñiga, de quien sí existe un retrato que está en el palacio de Medina-Sidonia de Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, realizado tres años antes de la muerte del duque por el florentino Francesco Giannetti, pintor de cámara de la Casa de Medina-Sidonia. Curiosamente, hay también un grado de homonimia entre los nombres de las madres de ambos nobles, siendo la del primero Leonor de Zúñiga y Guzmán, hermana de Álvaro de Zúñiga, I duque de Béjar, y la del segundo Leonor de Zúñiga y Sotomayor, hija de doña Teresa de Zúñiga, III duquesa de Béjar, y de su esposo Alonso Francisco de Sotomayor, V conde de Belalcázar.
 

El retrato que lleva a la confusión entre abuelo y nieto (este es el nieto) y que no pinta en este artículo

        Dicen que mientras enterraban a Cortés, su hijo Martín Cortés y Zúñiga murmuraba por lo bajo: ¡Hipócritas, dónde estaban cuando mi padre necesitaba de ustedes! al estrechar la mano que le tendían los nobles que se acercaron a expresarle sus condolencias. El hijo del conquistador de Nueva España y de su segunda esposa doña Juana de Zúñiga, sobrina del II duque de Béjar, manifestaba así su desprecio por quienes nunca visitaron a su padre en la reclusión de sus últimos años en el villorrio sevillano de Castilleja de la Cuesta.