Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, 4.918 (2/06/2023), p. 4.
No se nos escapa la fuerte presencia militar en una procesión del Corpus en la que nada se improvisaba y el simbolismo en todos sus aspectos era tan relevante. Llama la atención que en ningún momento el alférez estuviera acompañado por los hombres de musgo, una situación que muy bien explicaría la mítica unión entre la conquista de la villa y el ámbito militar representado por el alférez, sino que los hombres de musgo escoltaban al regidor que portaba el estandarte de Béjar.
Fotografía antigua, principios del s.XX, del concejal que lleva la bandera de Béjar. Está flanqueado por los hombres de musgo. Foto de aquí
El capellán del convento de
la Anunciación, Tomás de Lemos en su relación sobre la entrada
de la duquesa Mª Alberta de Castro en Béjar en 1679 nos cuenta:
«Al primero [arco] que es al entrar en la plaza al primero que es al entrar en la plaza sale el Alferez maior que nombran los Duques con el Pendon de Bejar delante dél y dos salvajes vestidos al natural de mohós de las peñas en remembranza de los christianos que vivian entre ellas, y de celebrarse este dia la restauracion de la libertad desta tierra; y hecha la adoracion de la Tria, pone la insignia de su oficio a los pies del Sacerdote, y despues dél el Abanderado el Pendon en la misma forma. El Alferez Mayor es Don Pedro de Ledesma y Zuñiga, y llevó el Pendon Andres Sanchez de Herrera Regidor a quien toco: Acompañanle cinqta y dos Alcaldes con sus varas, el Batallon armado con mosquetes y picas y hecha por todos esta zeremonia se incorporan en la procesion guarneciendola[1]». En otro documento Fray Liciniano Sáez afirma que los hombres de musgo escoltaban solo al regidor que llevaba el estandarte, pues eran pagados por el consistorio y nada tenían que ver con la Casa Ducal en cuanto a su vestimenta y selección[2].
Retrato de don Manuel López de Zúñiga, duque de Béjar, grabado de Romayn de Hooghe sobre dibujo del capitán ingeniero Juan de Ledesma, hacia 1682.
Y a pesar de ese temor que el alférez provocaba entre los bejaranos no faltaron tumultos como el que aconteció en el Corpus de 1635[3] en que se enfrentaron soldados de la Villa y de la Tierra. Fueron varios los muertos y heridos, pues asistían a los actos religiosos entre 600 y 700 soldados. Fray Liciniano cuenta que ese día se dieron cita en Béjar, además de estos milicianos, gentes de toda la Tierra y de aún de fuera a comprar y vender en el mercado de la Plaza Mayor, y viendo el conflicto entre bejaranos y forasteros, que el cronista llama «motín», se unieron cientos de personas en un tumulto que duró hasta la noche, echando abajo hasta las puertas de la cárcel y saliendo los malhechores. El duque Francisco IV decidió que al año siguiente no acudieran las milicias a la procesión y a mayores llevó el pleito ante la Chancillería de Valladolid. Es precisamente este gran tumulto el que propició la intención del duque de aumentar las prerrogativas y el poder de su alférez que comentamos al principio de este artículo: era la guerra a la que aludía Fray Liciniano en su portadilla. Tan graves fueron que a partir de 1636 las milicias convocadas para participar en la procesión solo eran las de la Tierra para evitar posibles tumultos con muertos y heridos. A pesar de estas prevenciones, en 1680 fue muerto un soldado de Candelario que había acudido al llamamiento del alférez[4].
Procesión del Corpus hoy
En el siglo XVIII no faltaron otros conflictos en el Corpus. En 1756[5] el alcaide de la fortaleza (otro cargo que un día investigaremos) José Ramírez, ante la inexistencia de corregidor y ausencia del teniente de corregidor, debía representar a la máxima jurisdicción de Béjar. Daba la casualidad de que el cargo de alférez y del alcaide, esto es, el defensor del Palacio y Fortaleza del Palacio Ducal, recaían sobre la misma persona. Y en mitad de la procesión, en la Plaza, José Ramírez entregó su bastón de mando al regidor decano Miguel Ramírez del Rincón, a quien no correspondía llevarlo, sino al regidor de la Casa Ducal Antonio Pizarro. Éste pidió el bastón al regidor decano y este no quiso cedérselo con el consiguiente escándalo. Visto el conflicto, el XII duque, Joaquín, estableció que en ausencia por enfermedad del corregidor de Béjar, le sustituyera el teniente de corregidor, y éste el alférez, y a su vez el alcaide, o por el regidor de la Casa Ducal, y así sucesivamente en orden de relevancia. Véase que esta situación es más propia del alcaide, pero la traemos aquí por hacer alusión al alférez.
Dejamos al alférez cabalgando sobre su mejor corcel, engalanado jinete y montura con las mejores vestimentas, en la Plaza Mayor, con seiscientos soldados formando bajo el inclemente sol del mes de junio, mientras el Santísimo parte desde la iglesia de Santa María, un momento fijo en la retina, un momento que sigue existiendo sobrevolando sobre el paso del tiempo.
[1] AHNOB. OSUNA,C.255,D.443-444 Copias simples de una relación de fiestas y celebraciones que tuvieron lugar en Béjar (Salamanca) con motivo de la llegada a dicha villa de María de Castro Portugal Borja, mujer del [X] duque de Béjar, Manuel Diego López de Zúñiga Mendoza Sotomayor, en las cuales se efectuaron danzas, coros y arcos triunfales junto a otras actuaciones. Investigado por CASCÓN MATAS, Carmen. Entre su excelencia y sea muchas veces bienvenida. Regocijos, versos y arquitectura efímera en la recepción de la duquesa Mª Alberta de Castro. CEB y Ayuntamiento de Béjar, 2022, 118 págs.
[2] AHNOB, OSUNA,C.246,D.141. Correspondencia remitida por Alonso Hernández, Juan Alfonso de Mogrouejo, Jerónimo Ramírez Nieto y Diego de Herrera al duque de Béjar sobre asuntos relacionados con la procesión del Corpus Christi de Béjar (Salamanca), como apelaciones por delitos cometidos ese día, personas que van a portar estandartes, gastos realizados en dicha fiesta por los abades, limosnas ofrecidas o altercados producidos en la iglesia de dicha villa por los sacerdotes y vecinos, entre otros.
[3] AHNOB, OSUNA,C.242,D.148-153, f. 52. Correspondencia remitida al duque de Béjar de Luis Hurtado de Mendoza, Miguel Ortiz de Herrera, Bernardo González y Antonio Hernández de Arriano entre otros, con asuntos sobre el Corpus Christi de Béjar (Salamanca), el agradecimiento por la elección de abades de dicha procesión o percances ocurridos en la misma. También ha tratado este asunto RIVADENEYRA PRIETO, Óscar. «Sangre y fervor en el Corpus de otro tiempo». Béjar en Madrid, 4.750 (5/06/2015), p. 4.
[4] Ibídem, f. 68. Y el mencionado artículo de RIVADENEYRA PRIETO, Óscar. «Sangre y fervor en el Corpus de otro tiempo». Ibídem, p. 4.
No debería de haber confrontaciones entre los asistentes al acto, siendo una fiesta religiosa. Las confrontaciones entre ellos , deben resolverse alejados de la procesión.
ResponderEliminarFeliz fin de semana. Un abrazo.
Hay personas que solo piensan en aparentar y mostrar el poder que tienen siendo el protagonista en todos actos.
ResponderEliminarNo se que ocurriría aquel año para terminar siendo tan grave la trifulca, pero no hace muchos años en un pueblo de Palencia también llegaron a las manos por llevar al Santo en la procesión.
Saludos.