Mostrando entradas con la etiqueta Ángel Reig González. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ángel Reig González. Mostrar todas las entradas

24 de junio de 2022

"La máquina del tiempo. Relojes con vida". Los relojes de la familia Reig de Béjar (2ª Parte)

 Autor: Manuel Álvarez-Monteserín Izquierdo

 Fotografías del autor.

Sin crear escuela propia, sí supo enseñar Ángel Reig González a sus hermanos el oficio, fundamentalmente a Pedro, y a sus hijos Julia y José Ángel, siendo este último quien realmente se dedicó de lleno a esta actividad. Actualmente posee una de las mejores colecciones de relojes de la provincia, de tipologías muy diversas. Su hermana Julia fue, tal vez, la única mujer dedicada durante unos años a la relojería en Béjar.

 

Relojes de la colección de José Ángel en su emplazamiento original

La clientela de Reig era muy diversa y se extendía a prácticamente todos los sectores de la población bejarana. Siempre comentaba que a nivel particular, había en Béjar muy buenas piezas de relojería. Entre las marcas de prestigio y conocidas, tenía la exclusiva de Omega. Una manera de promocionar esta marca u otras era a través de una rifa: varios clientes se asociaban en torno a un buen reloj y cada semana entregaban una cantidad en concepto de anticipo a cuenta, y Reig les adjudicaba un número, de tal forma que el atractivo, a parte del reloj, era que alguien con la primera cuota podría llevarse el reloj y el resto seguir pagándolo.

17 de junio de 2022

"La máquina del tiempo. Relojes con vida". Los relojes de la familia Reig de Béjar (1ª Parte)

 Autor: Manuel Álvarez-Monteserín Izquierdo

      Desde los comienzos de la prehistoria, el hombre ha tratado de gestionar su vida y actividad controlando el transcurso de los días a través del ciclo del sol, las fases de la luna o fenómenos astronómicos, y para ello se valió de distintas observaciones en la naturaleza, teorías y artilugios. Una de las primeras referencias literarias que encontramos sobre relojes solares es el “Cuadrante de Achaz” del siglo VII a.C. y mencionado en la Biblia. Se trataba, dicho de una forma muy sencilla, de unos pequeños peldaños que, en función de la sombra que proyectaban, nos informaban del movimiento del sol y del transcurso del día.

 

            En el siglo XII aparecen algunos cuadrantes de sol con la división eclesial del día solar, y en el siglo XV comienzan a ponerse en iglesias y catedrales. Estos relojes solares se basan en la sombra que proyecta un gnomon o estilo sobre una superficie con una escala graduada que nos indica la posición del sol. Prácticamente hasta el siglo XIII el ser humano medía el tiempo con relojes e agua o clepsidra, y de arena, cuya construcción está ligada al soplado del vidrio. Los primeros relojes mecánicos aparecen pasado el año 1300. Es en el transcurso del siglo XV cuando el concepto hora tiene sentido como unidad del tiempo. El siglo XVI desmenuza aún más la hora, contemplándose las fracciones minuto y segundo. A lo largo del siglo XVII el reloj como pieza individual se incorpora al ser humano y siempre entre personas de nivel adquisitivo alto, pues también plasmaba la función de distinción entre los ciudadanos.