Autor: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.625. 5 de Noviembre de 2010.
*Texto conmemorativo del 349º Aniversario del nacimiento de Carlos II (6 de noviembre de 1661), auspiciado desde el blog Reinado de Carlos II.
Las caras de los bejaranos que, en una mañana de un día y de un mes del año 1691, pululaban por las cercanías de la iglesia de San Juan reflejaban asombro. Las mujeres se detenían con sus cestas bajo el brazo para mirar a los desconocidos. Los chiquillos y rapazuelos corrían delante de los carros y las mulas repletas de bultos, saltando, cantando, como si de una fiesta se tratara. Se convocó al cura párroco para que preguntara a los extranjeros si eran de la religión de Nuestro Señor. Nadie lo dudaba, pues era voluntad de la señora duquesa el que se asentaran en la villa y ya se había lanzado a los cuatro vientos el arribo de los “maestros flamencos”, como se les llamaba.
Durante años el trasiego de extranjeros en Béjar se hizo corriente y, lo que había llamado la atención a los bejaranos, pronto se convirtió en un hecho habitual, por lo que los carros repletos de equipaje ya no eran recibidos por nadie, si acaso por las mujeres que cosían al sol de la mañana, los mendigos que pedían limosna o los tesoreros del duque que tenían la obligación de velar por ellos. Hacia 1720 en las calles de la villa se escuchaba hablar en castellano, en valón, francés, flamenco, alemán o inglés.
El duque de Béjar, Manuel I, muchos años antes, entre 1669 y 1676, convertido en una suerte de “exótico señor industrialista” había intentado promover una fábrica de paños propia. En Béjar no era extraña la manufactura textil, pues ya desde la Edad Media existía una producción artesanal de paños bastos. La experiencia se saldó con un fracaso rotundo. La producción de la misma estaba destinada únicamente al consumo de la propia casa ducal, demanda que era del todo insuficiente y oscilante. Sin embargo, la vinculación de los duques con las manufacturas textiles, siguiendo los ideales impulsados desde la corona, estaba ya profundamente arraigada.
Después de la muerte de Manuel I en Buda, las duquesas viudas de Béjar, Teresa Sarmiento de la Cerda y su nuera Mª Alberta de Castro y Portugal, decidieron atraer a partir de 1691 a maestros extranjeros para que se instalasen en la villa, a modo de empresarios independientes y a la vez controlados indirectamente por la Casa Ducal. La iniciativa es buena prueba del interés por continuar el proyecto. La medida debió de causar un gran impacto para una población inmersa en sí misma, sin apenas relación con el exterior. Las duquesas firmaron en Madrid un contrato en el que facilitaban a los maestros fabricantes fondos y lo necesario para instalarse en Béjar, comprometiéndose estos a cambio a enseñar sus técnicas textiles a los naturales de la villa. El proyecto volvió a fracasar (los maestros venidos en 1691 acabaron marchándose), pero la experiencia se volvió a practicar en oleadas sucesivas hasta que se saldó con el éxito hacia 1720.
Sin embargo, no podríamos comprender la creación de estas manufacturas sin tener en cuenta la voluntad de Carlos II, de don Juan José de Austria, del conde de Oropesa o del duque de Medinaceli de fomentar el desarrollo económico para salir de la profunda crisis económica heredada del reinado anterior. Se ha llegado a insinuar la idea de la existencia de un “reformismo austriaco”, precedente del “reformismo borbónico”. Estos ideales iban calando poco a poco entre políticos que estaban enfrentados en los ámbitos cortesanos, lo cual induce a pensar en los deseos reformistas de las cabezas pensantes del reino.
En general las medidas se centraron en reducir los gastos de la Hacienda y la reforma monetaria. Sin embargo, lo que más nos interesa para el caso bejarano es la creación de la Junta de Comercio y Moneda, una de cuyas misiones consistía en fomentar el comercio y la industria con el establecimiento de maestros extranjeros o redactar ordenanzas destinadas al fomento de la industria por medio de la reducción de las importaciones, entre otras.
La llegada de maestros procedentes de otros países católicos promovía la expansión de su conocimiento técnico en los reinos hispánicos y a la vez permitía un recorte general de las importaciones procedentes del interior, al ser posible la compra de productos de similar calidad dentro del territorio. El resultado de las medidas fue desigual, pues los gremios de muchas localidades se opusieron totalmente al proyecto.
En cuanto a la nobleza, se hacía necesario que ésta tomase partido, que se pusiera a la cabeza de las reformas e intentase implantar en sus señoríos mejoras encaminadas en este sentido. El problema estribaba en la incompatibilidad entre el estatuto nobiliario y sus privilegios y la práctica de las actividades gremiales. Era impensable que un noble se inmiscuyese en asuntos económicos fuera de la supervivencia natural basada en las rentas producidas por sus tierras, cabezas de ganado, bosques y otros rendimientos derivados de sus monopolios feudales. El 13 de diciembre de 1682, Carlos II emitió una pragmática sanción por la cual declaraba que “el haber mantenido fábricas de sedas, paños, telas y otros tejidos no ha sido ni es contra la calidad de la nobleza, inmunidades ni prerrogativas de ella”. De hecho se ha llegado a relacionar esta medida con Manuel I, posible manera que tuvo el rey de dignificar los esfuerzos de éste por implantar su programa reformista y posibilitando la explotación de la fábrica sin merma de su nobleza.
Por otro lado, hemos de contemplar el hecho la experiencia bejarana como un ejemplo que se sale de las reglas habituales de fomento de las manufacturas desde el estado. La monarquía hispánica intentó a finales del siglo XVII y durante todo el siglo XVIII atraer a maestros tintoreros con el fin de desarrollar el sector lanero a imagen y semejanza de Flandes, Inglaterra y Francia. Sin embargo, el bejarano fue uno de los pocos casos en que una casa nobiliaria se puso al frente del proyecto.
Lo que queda sin contestar es la causa, el por qué la Casa Ducal se embarcó en esta empresa. ¿Pura magnanimidad? Por un lado, el impulso de la pañería fina significaba un cierto despegue económico de sus señoríos (pues el proyecto no sólo afectó a Béjar, sino a otras localidades próximas como Hervás o Becedas, y amuchos otros de sus dominios como Gibraléon o Capilla) Por otro, la propia Casa Ducal se beneficiaba en su propio bolsillo, pues desde finales del siglo XVII poseía el monopolio del Tinte Ducal situado en Béjar, privilegio éste que obligaba a todos los fabricantes a pasar por él ineludiblemente en esta fase del proceso productivo. A ello hay que añadir la imposición de una alcabala que gravaba los paños producidos en Béjar aunque su venta se produjera fuera de la villa.
El reinado de Carlos II se considera clave en el despegue económico que eclosionó de manera definitiva durante el siglo XVIII, al igual que sirve para comprender la ideología de la Casa Ducal a la hora de emprender la tarea de impulsar el desarrollo de las manufacturas en sus estados.
BIBLIOGRAFÍA:
CASCÓN MATAS, Mª C.: “Aportaciones a la historia de los Maestros flamencos”. BenM nº 4.491, abril de 2008.
CONTRERAS, J., SIMÓN TARRÉS, A., GARCÍA CÁRCEL, R.: Historia de España. La España de los Austrias I. Auge y decadencia del imperio español (siglos XVI-XVII), vol. 6, pp. 555- 561.
ROS MASSANA, R: “Migraciones artesanas, política señorial y cambios en la especialización productiva en la industria lanera de Béjar, 1691- 1782” Univ. de Salamanca. Stud, hist., H.a mod., 14, pp. 191-205.
ROS MASSANA, R: La industria textil lanera de Béjar (1680- 1850) La formación de un enclave industrial. Junta de Castilla y León, 1999.
YUN CASALILLA, B.: “Del centro a la periferia: la economía española bajo Carlos II”. Univ. de Salamanca. Stud, hist., Hª. mod., 20, pp. 45-75.
Durante años el trasiego de extranjeros en Béjar se hizo corriente y, lo que había llamado la atención a los bejaranos, pronto se convirtió en un hecho habitual, por lo que los carros repletos de equipaje ya no eran recibidos por nadie, si acaso por las mujeres que cosían al sol de la mañana, los mendigos que pedían limosna o los tesoreros del duque que tenían la obligación de velar por ellos. Hacia 1720 en las calles de la villa se escuchaba hablar en castellano, en valón, francés, flamenco, alemán o inglés.
El duque de Béjar, Manuel I, muchos años antes, entre 1669 y 1676, convertido en una suerte de “exótico señor industrialista” había intentado promover una fábrica de paños propia. En Béjar no era extraña la manufactura textil, pues ya desde la Edad Media existía una producción artesanal de paños bastos. La experiencia se saldó con un fracaso rotundo. La producción de la misma estaba destinada únicamente al consumo de la propia casa ducal, demanda que era del todo insuficiente y oscilante. Sin embargo, la vinculación de los duques con las manufacturas textiles, siguiendo los ideales impulsados desde la corona, estaba ya profundamente arraigada.
Después de la muerte de Manuel I en Buda, las duquesas viudas de Béjar, Teresa Sarmiento de la Cerda y su nuera Mª Alberta de Castro y Portugal, decidieron atraer a partir de 1691 a maestros extranjeros para que se instalasen en la villa, a modo de empresarios independientes y a la vez controlados indirectamente por la Casa Ducal. La iniciativa es buena prueba del interés por continuar el proyecto. La medida debió de causar un gran impacto para una población inmersa en sí misma, sin apenas relación con el exterior. Las duquesas firmaron en Madrid un contrato en el que facilitaban a los maestros fabricantes fondos y lo necesario para instalarse en Béjar, comprometiéndose estos a cambio a enseñar sus técnicas textiles a los naturales de la villa. El proyecto volvió a fracasar (los maestros venidos en 1691 acabaron marchándose), pero la experiencia se volvió a practicar en oleadas sucesivas hasta que se saldó con el éxito hacia 1720.
Sin embargo, no podríamos comprender la creación de estas manufacturas sin tener en cuenta la voluntad de Carlos II, de don Juan José de Austria, del conde de Oropesa o del duque de Medinaceli de fomentar el desarrollo económico para salir de la profunda crisis económica heredada del reinado anterior. Se ha llegado a insinuar la idea de la existencia de un “reformismo austriaco”, precedente del “reformismo borbónico”. Estos ideales iban calando poco a poco entre políticos que estaban enfrentados en los ámbitos cortesanos, lo cual induce a pensar en los deseos reformistas de las cabezas pensantes del reino.
En general las medidas se centraron en reducir los gastos de la Hacienda y la reforma monetaria. Sin embargo, lo que más nos interesa para el caso bejarano es la creación de la Junta de Comercio y Moneda, una de cuyas misiones consistía en fomentar el comercio y la industria con el establecimiento de maestros extranjeros o redactar ordenanzas destinadas al fomento de la industria por medio de la reducción de las importaciones, entre otras.
La llegada de maestros procedentes de otros países católicos promovía la expansión de su conocimiento técnico en los reinos hispánicos y a la vez permitía un recorte general de las importaciones procedentes del interior, al ser posible la compra de productos de similar calidad dentro del territorio. El resultado de las medidas fue desigual, pues los gremios de muchas localidades se opusieron totalmente al proyecto.
En cuanto a la nobleza, se hacía necesario que ésta tomase partido, que se pusiera a la cabeza de las reformas e intentase implantar en sus señoríos mejoras encaminadas en este sentido. El problema estribaba en la incompatibilidad entre el estatuto nobiliario y sus privilegios y la práctica de las actividades gremiales. Era impensable que un noble se inmiscuyese en asuntos económicos fuera de la supervivencia natural basada en las rentas producidas por sus tierras, cabezas de ganado, bosques y otros rendimientos derivados de sus monopolios feudales. El 13 de diciembre de 1682, Carlos II emitió una pragmática sanción por la cual declaraba que “el haber mantenido fábricas de sedas, paños, telas y otros tejidos no ha sido ni es contra la calidad de la nobleza, inmunidades ni prerrogativas de ella”. De hecho se ha llegado a relacionar esta medida con Manuel I, posible manera que tuvo el rey de dignificar los esfuerzos de éste por implantar su programa reformista y posibilitando la explotación de la fábrica sin merma de su nobleza.
Escudo de los Zúñigas, proveniente del destruido
edificio del Tinte Ducal
edificio del Tinte Ducal
Por otro lado, hemos de contemplar el hecho la experiencia bejarana como un ejemplo que se sale de las reglas habituales de fomento de las manufacturas desde el estado. La monarquía hispánica intentó a finales del siglo XVII y durante todo el siglo XVIII atraer a maestros tintoreros con el fin de desarrollar el sector lanero a imagen y semejanza de Flandes, Inglaterra y Francia. Sin embargo, el bejarano fue uno de los pocos casos en que una casa nobiliaria se puso al frente del proyecto.
Lo que queda sin contestar es la causa, el por qué la Casa Ducal se embarcó en esta empresa. ¿Pura magnanimidad? Por un lado, el impulso de la pañería fina significaba un cierto despegue económico de sus señoríos (pues el proyecto no sólo afectó a Béjar, sino a otras localidades próximas como Hervás o Becedas, y amuchos otros de sus dominios como Gibraléon o Capilla) Por otro, la propia Casa Ducal se beneficiaba en su propio bolsillo, pues desde finales del siglo XVII poseía el monopolio del Tinte Ducal situado en Béjar, privilegio éste que obligaba a todos los fabricantes a pasar por él ineludiblemente en esta fase del proceso productivo. A ello hay que añadir la imposición de una alcabala que gravaba los paños producidos en Béjar aunque su venta se produjera fuera de la villa.
El reinado de Carlos II se considera clave en el despegue económico que eclosionó de manera definitiva durante el siglo XVIII, al igual que sirve para comprender la ideología de la Casa Ducal a la hora de emprender la tarea de impulsar el desarrollo de las manufacturas en sus estados.
BIBLIOGRAFÍA:
CASCÓN MATAS, Mª C.: “Aportaciones a la historia de los Maestros flamencos”. BenM nº 4.491, abril de 2008.
CONTRERAS, J., SIMÓN TARRÉS, A., GARCÍA CÁRCEL, R.: Historia de España. La España de los Austrias I. Auge y decadencia del imperio español (siglos XVI-XVII), vol. 6, pp. 555- 561.
ROS MASSANA, R: “Migraciones artesanas, política señorial y cambios en la especialización productiva en la industria lanera de Béjar, 1691- 1782” Univ. de Salamanca. Stud, hist., H.a mod., 14, pp. 191-205.
ROS MASSANA, R: La industria textil lanera de Béjar (1680- 1850) La formación de un enclave industrial. Junta de Castilla y León, 1999.
YUN CASALILLA, B.: “Del centro a la periferia: la economía española bajo Carlos II”. Univ. de Salamanca. Stud, hist., Hª. mod., 20, pp. 45-75.
Madame, me ha encantado. Vaya aportación de lujo desde su Bejar natal. Resulta una pagina brillante, y ademas muy cercana a usted, por la importancia que tuvo para su propia persona la llegada de esos maestros flamencos :)
ResponderEliminarBuenas noches, madame
Bisous
Muchas personas por lo que leo se propusieron sacar esta economia e industria a flote...dicen que la union hace la fuerza y la historia se encarga de demostrarnoslo.
ResponderEliminarfantastico trabajo.
Besos
Carmen,muchísimas gracias por tu entrada para conmemorar el 349º aniversario de Carlos II. Sabes que la esperaba desde hace tiempo.
ResponderEliminarSin duda, la entrada de los flamencos de 1691 tiene que ver con el reformismo del Conde de Oropesa ya que la nuera de la duquesa debía ser familia suya (por el apellido Portugal)...la primera, la de 1669-1676 estaría relacionada con la medidas de Juan José de Austria.
Un beso y gracias otra vez.
Me ha parecedio interesentísima esta entrada sobre las reformas que se intentaron hacer en el mundo artesanal y comercial en la época de Carlos II; para que luego se diga que no se hizo nada en este reinado. Muy completa, la verdad, la entrada. TE has adelantado a la fecha del aniversario, no? Bueno, que tengas un gran fin de semana.
ResponderEliminarMe parece sumamente interesante tu aportación en este tema monográfico planteado por el amigo Carolvs para conmemorar el aniversario del nacimiento de Carlos II. Muy original y bien documentado.
ResponderEliminarEso sí, creo que a esta hora Mariana de Austria no había roto todavía aguas.
Un saludo.
¡Me hubiera gustado estar en Béjar cuando llegaron los flamencos! Debió ser algo alucinante. Y ¿qué pensarían los recién llegados? Supongo que aquellas primeras familias terminarían por unirse con las bejaranas y por vuestras venas correrá ahora esa sangre mezclada. Se me antoja una aventura apasionante. Un abrazo, querida amiga.
ResponderEliminarUna gran entrada, Carmen.
ResponderEliminarSin lugar a dudas es el inicio perfecto para esta colaboración en homenaje al Rey Carlos II.
Un saludo!
Me acabo de enterar de que los que llegaron en 1691 se marcharon después... Buen artículo, nos ha aclarado de una forma general y dentro del contexto nacional una parte de nuestra historia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Que acertada la pragmática sanción del rey Carlos comprendiendo la necesaria colaboración de la nobleza en proyectos industriales. Ha sido muy interesante el artículo sobre los intentos de industrialización de tu comarca, importando los conocimientos tecnológicos, con la contratación de maestros extranjeros.
ResponderEliminarUn abrazo.
Como yo con Torrelaguna desde tu blog te has tenido que ceñir al entorno de una villa para esta entrada sobre Carlos II y te ha quedado perfecta.
ResponderEliminarUn saludo de otro participante.
Muy interesante entrada y, como siempre, muy bien escrita. No parecen malas las ideas puestas en práctica para el desarrollo económico, aunque la oposición de los gremios era de esperar.
ResponderEliminarSaludos
Eres desde lurgo una enciclobedia. Vaya cultura latuya. Te envidio. Me ha encantado leerte de verdad.
ResponderEliminarMuy bien documentada.
Un beso y buen finde
Excelente unión la de los flamencos con los bejeranos. Impensable en una ciudad como la mía en sus tiempos, da una idea de como debía ser la producción fabril en una gran población como fue la tuya.
ResponderEliminarUn abrazo¡
Vaya, que contento estará nuestro Marqués de la Gabachade :)
ResponderEliminarLos gremios siempre chinchando, Carmen. Excelente entrada. Un beso
Interensatísima historia que nos hace comprender mejor la tradición textil de Béjar, hoy lamentablemente perdida por otras circunstancias.
ResponderEliminarGran labor de documentación, Carmen.
Besos.
Paños de historia, amiga, paños de historia.
ResponderEliminarSaludos y un abrazo.
Para aprender es mejor hacerlo de los mejores y los flamencos en aquella época eran los reyes de los textiles de calidad...
ResponderEliminarBuena lección de historia nos has dado hoy.
ResponderEliminarMe hubiera gustado conocer Béjar tan políglota y con tanto trasiego, no como está hoy.
Sabía que fueron los flamencos los que trajeron la industria textil aquí, pero no que les costara tanto tiempo introducirla.
Siempre han tenido fama los paños de Béjar.
Un beso
Fue un tímido intento de reformismo el de los Habsburgo intentando potenciar la economía hunbdida de la monarquía, pero parece que los duques de Bejar supieron aprovechar esa reforma.
ResponderEliminarUn saludo, Carmen.
Me imagino que el primer intento fracasó pues vieron a los flamencos no como maestros de los cuales aprender sino como competencia presente y futura.Somos reacios a abrirnos a cuestiones innovadoras y siempre he pensado que una de las causas (entre otras de gran importancia) del fracaso textil bejarano ha sido la falta de innovación.
ResponderEliminarBesitos.
Salgo encantado de tanta historia, para un pequeño aficionado todo esto de hoy es alucinante.
ResponderEliminarUn abrazo y genial entrada.
Como simpre amiga Carmen me deja asombrada con sus maravillosas entradas. Béjar es una villa con una rica historia sin duda alguna.
ResponderEliminarfeliz fin de semana
besitos
Su artículo es interesantísimo. Quedan además de manifiesto el interés de la nobleza, al menos de parte de ésta, por las cuestiones económicas, la práctica mercantilista en España y las innovaciones que se perfilan en el reinado de Carlos II.
ResponderEliminarUn saludo.
Debió ser muy enriquecedor la aportación de los maestros llegados de otras tierras. Fracaso o éxito a nivel económico, seguro debió ser buenísimo a nivel cultural.
ResponderEliminarUn abrazo
Madame Minuet: la importancia de la llegada de los maestros flamencos fue importante para la villa de Béjar en general, porque la actividad textil ha tenido mucha relevancia a los largo de trecientos años en Béjar. Ahora, por desgracia, sólo se mantienen en pie contadas fábricas que subssiten como pueden ante el empuje del sudeste asiático.
ResponderEliminarLa propuesta de Su Majestad me vino de perillas para explicar el contexto de tales medidas y el papel que tuvo la Casa Ducal bejarana.
Besos
Mª Ángeles y Jose: en realidad era poner en marcha una manufactura de paños de una calidad muy superior a la que existía en la villa. Béjar poseía unas condiciones geográficas (abundancia de agua y proximidad con las dehesas extremeñas) excelentes para el desarrollo del textil, pero quién sabe. Quizás esta actividad se hubiese acabado perdiendo si no es por la llegada de estos maestros que potenciaron otra forma textil de mayor proyección externa.
ResponderEliminarSaludos
Carlos II: pues ahora que me dice del emparentamiento de la duquesa con el conde de Oropesa es una buena idea para investigar... A ver qué resultados obtengo. Sería una buena manera de explicar la buena acogida que tuvo la idea reformista por parte del duque de Béjar.
ResponderEliminarBesos y felicidades por el éxito de su iniciativa
Paco Hidalgo: era otra forma de ver el reinado de Carlos II, una iniciativa provechosa que se sale de la mala prensa que posee este monarca.
ResponderEliminarUn saludo
Cayetano: me he adelantado porque no podía colgarla el sábado por la mañana y, como no me fío de la programación de las entradas, por eso ha visto la luz un pco antes de lo debido. Le he provocado el parto a la reina, vaya, jejej
ResponderEliminarSaludos
Isabel Romana: no te falta razón, querida amiga. Parte de esas familias flamencas se asentaron en Béjar y otros pueblos de la comarca y casaron muchos de sus componentes con bejaranos de la villa. Algunos aún podemos presumir de ser sus sucesores, jejej De hecho, algunos pueden presumir incluso de apellido flamenco.
ResponderEliminarBesazos
Pablo D.: me alegro de que te haya gustado.
ResponderEliminarUn abrazo
Juan Carlos: eso es lo que nos cuenta Rosa Ros en su libro sobre la pañería bejarana. Parece ser que hubo tres oleadas de maestros extranjeros y sólo la última tuvo un éxito completo.
ResponderEliminarAbrazos
Desde la terraza: me parece fascinante pensar que el duque de Béjar se puso a la cabeza de la nobleza española en este sentido, comprometiendo sus privilegios y su honor de pertenencia a un estamento arriesgándose a poner en marcha este proyecto industrializador. Parece un Carlos III del siglo XVII, ¿verdad?
ResponderEliminarY, por cierto, los intentos industrailizadores acabaron siendo un éxito.
Saludos
Jose Eduardo de Vicente: me alegra haberte conocido a ti y a tu blog a partir de esta iniciativa.
ResponderEliminarUn saludo
Xibelius: sí, pero esa oposición no les valió de nada frente al todopoderoso duque de Béjar. Al final salieron favorecidos todos que es lo que importa.
ResponderEliminarSaludos
Katy: me alegro mucho de que te haya gustado y no me lances tantos piropos, que me pongo colorada.
ResponderEliminarUn besazo
Javier Peralta: por cierto, que no sólo vinieron flamencos a Béjar por entonces a enseñar el arte de la pañería fina, sino también ingleses, alemanes, franceses y holandeses.
ResponderEliminarBesos
Almalaire: creo que a Su Majestad le habrá gustado. No en vano la idea de dedicarlo a este tema es cosa suya....
ResponderEliminarBesazos
Jota Ele: veo que conoces la importancia que tuvo la pañería bejarana en otros tiempos y su desaparición casi total desde hace unos 30 años...
ResponderEliminarSaludos
Hiperión:gracias por tu comentario.
ResponderEliminarUn saludo
José Luis de la Mata: sí, desde la Edad Media los flamencos eran los mayores y mejores productores de paños.En la Revolución Industrial la cosa cambió y los ingleses les tomaron la delantera... Pero, ésa es otra historia.
ResponderEliminarUn saludo
Laura M.:yo también desearía poder asomarme a un agujerito para poder ver la llegada de los maestros flamencos a Béjar y las caras que pusieron los bejaranos en un primer momento. Creo que se esta historia se podría extraer un buen guión para hacer una película, ¿no te parece?
ResponderEliminarUn abrazo
Dissortat: los duques la supieron aprovechar para extraer tajada de ella, por medio de impuestos con lo que frieron a los fabricantes a lo largo de los siglos. Pero al final les salió el tiro por la culata, pues serían estas familias burguesas quienes rompieron su monopolio del tinte y acabaron tomando el poder durante el siglo XIX. Pros y contras de una idea genial.
ResponderEliminarSaludos
Juana María: no te falta razón en lo que dices, aunque no he notado ningún signo que me de a entender ningún sentimiento xenófobo hacia los extranjeros. Quizás el experimento salió mal por el excesivo control del duque y la escasa demanda interna de los paños ducales.
ResponderEliminarEn otro orden de cosas, la falta de innovación ha sido una de las causas de la crisis a lo largo del siglo XIX y XX (porque durante dos siglos ha durado la agonía del textil bejarano con momentos de gloria)
Besazos
Senovilla: me alegro de que te haya gustado y bienvenido a este espacio.
ResponderEliminarUn saludo
Magnolia: pues por raro que te parezca, la historia de Béjar está prácticamente sin estudiar. Menos mal que hay muchos buenos historiadores para ponerse manos a la obra (muchos colaboran en este espacio).
ResponderEliminarBesos también para ti
Retablo de la vida antigua: la actitud del duque de Béjar da mucho que pensar porque era uno de los nobles de mayor relevancia durante la Edad Moderna, sobre todo durante el siglo XVI, pero con una particularidad, estaba prácticamente arruinado. ¿Quizás por ello se embarca en la empresa? Puede ser...
ResponderEliminarUn saludo y gracias por tu comentario
Carmensabes: es un tema, este que dices del intercambio cultural, que no está estudiado. A ver si alguien toma el testigo...
ResponderEliminarSaludos
Impresionante entrada Carmen.
ResponderEliminarUn punto de vista diferente a la habitual centrada en la belleza y potencia sexual de nuestro Carlos II.
Un placer.
Excelente reseña.
ResponderEliminarenjundiosa y didàctica.
un abrazo.
Isra: muchas gracias por tu comentario y bienvenido a mi espacio.
ResponderEliminarSaludos
El Gaucho Santillán: lo mismo digo de tu entrada. Sabes que puedes venir a este espacio cuando quieras.
ResponderEliminarSaludos
Eso de "Extraño Señor Industrialista" es solo la estupidez de esa epoca, apoyar la industria es lo mejor que hay, si pudo hacer de Pilar una gran ciudad, puede hacer cualquier cosa...jajaja.
ResponderEliminarEspectacular artículo, lo espero en la Gaceta en la cual sueles escribir.
Un beso
Pasó veloz a saludarte y disfrutar de otro pedacito de mi querida Béjar.
ResponderEliminarAndo ajetreada, disculpa mi tardanza.
Un abrazo!!
Mi querida Carmen ,bellos textos ,bellas imágenes y mágicas investigaciones. Es muy llamativo como innovaban en la industria.
ResponderEliminarGracias por tu dedicación.
Un beso lleno de colores.
Don Matu: pues no es mala idea ésa, la de publicarlo también en el Béjer en Madrid, jejeje
ResponderEliminarComo ves el duque de Béjar se podría considerar un aristócrata-empresario adelantado...
Besos
Silvia: me alegro de tu visita.
ResponderEliminarUn abrazo
Loli Martínez: enmarco ese beso lleno de colores que me mandas para recordarlo siempre.
ResponderEliminarBesazos
Los maestros flamencos fueron grandes sabios, por eso, no es de extrañarse que su influencia dejara grandes aportaciones.
ResponderEliminarMadeleine de Maupin: desde luego que eran unos sabios en cuanto se refería a pañería fina y a tintado de piezas de paño. De hecho tenían un gran prestigio en esta materia desde la Edad Media.
ResponderEliminarBesitos
También fueron excelentes pintores. El detalle de la forma y el uso del color de sus cuadros, son envidiables.
ResponderEliminarMadeleine de Maupin: Parece que los flamencos son buenos maestros en todo: en paños finos y en pintura, lo cual dice mucho de ellos.
ResponderEliminarBesos