Amigos de Béjar y sus historias

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11/07/2025

Convento de la Piedad. De maitines a vísperas (4ª Parte y final)

Autor: Óscar Rivadeneyra Prito

Publicado: Béjar en Madrid.  

        El proceso de desamortización de bienes eclesiales formó parte de las medidas de política liberal llevadas a cabo durante el reinado de Isabel II. Estas supusieron el cambio de manos de un sinfín de propiedades rústicas que habían engrosado durante siglos el patrimonio de la Iglesia. El estado decidió expropiar esas tierras e inmuebles, mayormente abandonados y sin uso, y sacarlos a subasta con el objeto de lograr que los nuevos dueños los labraran y revivificaran. Por distintos razonamientos en los que no nos extenderemos los historiadores han concluido en que las pretensiones buscadas por Mendizábal, promotor de la desamortización, no solo no se lograron sino que el efecto final resultó perjudicial para la economía española. Además de las tierras entraron en los lotes de subastas, innumerables conventos, abadías, monasterios, etc. cuya decadencia se venía poniendo de manifiesto desde hacía años y la desamortización terminaría por condenar a la ruina o a su definitiva desaparición.

 


Julián Yagüe. Foto sacada del blog Los Abdones. 

         Los tres conventos de Béjar fueron abandonados por los religiosos y salieron a subasta a partir del año 1836. La naturaleza de las familias que los adquirieron difiere bastante de la de los que compraron los lotes del monte Castañar años después, en la desamortización de los llamados bienes comunes. Los adquirientes de los conventos fueron individuos cuyas actividades económicas estaban vinculadas directamente con la industria textil y guardaban entre ellos algún grado de parentesco. El de San Francisco y el de la Anunciación fueron adquiridos por Anselmo Olleros Pérez y Juan Sánchez de Adrián[1], mientras que el del Piedad lo fue por parte de Julián Yagüe[2] pasando, tras su muerte, a sus hijas. En la década de los 70 del siglo XIX figuran como titulares de este convento los cuñados Cipriano Rodríguez-Arias, Nicolás Rodríguez Vidal, Jerónimo Gómez-Rodulfo y José López del Moral, casados con cuatro de las hijas de Yagüe, Manuela, María, Ángela y Rufina respectivamente[3]. En el año 1870 los cuatro fabricantes registran su propiedad para realizar una división cuatripartita por medio de un sorteo, pasando, con el tiempo, la parte de Jerónimo a su hijo Juan Gómez-Rodulfo Yagüe. Cada uno de los propietarios quería definir con exactitud lo que le correspondía con la intención última de construir viviendas[4]

7/11/2025

Semblanza política de Nicolás Rodríguez Vidal (1ª Parte)

 Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

Publicado: Béjar en Madrid,  

        El complejo entramado político e ideológico que se despliega a lo largo del siglo XIX en España, fundamentalmente a partir de las Cortes de Cádiz, tiene en algunos de los políticos bejaranos del momento ejemplos muy representativos. La figura de Nicolás Rodríguez Vidal a la que dedicaremos este artículo, como patriarca de uno de los linajes familiares más importes de la época, nos parece singular para entender la evolución social del Béjar de aquel siglo enlazándola con la del resto de la nación. Su carrera como jurista primero y su acceso a la representación política nacional después, al tiempo que se desarrolla como fabricante en su ciudad natal, nos servirá para intentar definir la ideología en la que se movieron los hombres destacados del selecto grupo industrial de Béjar en aquellos años, algo que terminaría por influir en los vaivenes de la actividad textil y por extensión a todos los sectores que en nuestra ciudad estaban implicados en ella.    


 Foto de Nicolás Rodríguez Vidal. Web del Senado. 

        Nicolás Rodríguez Vidal nació en Béjar en 1809, era hijo de Alfonso Antonio Rodríguez,[1] regidor del Ayuntamiento de Béjar en los tiempos de la Guerra de Independencia, y de Josefa Vidal. Por parte paterna sus bisabuelos eran oriundos de Casatejada, pequeña población cacereña cercana a Navalmoral de la Mata, y por parte materna estaba enraizado en los más rancios abolengos de Béjar remontables hasta el siglo XVI

7/04/2022

Una visita regia de dos horas o cómo fue el paso de Alfonso XIII por Béjar un 24 de junio de 1922

 Autora: Carmen Cascón Matas

Un 24 de junio de hace cien años Béjar vivió una jornada especial con la visita del rey Alfonso XIII en su regreso de su famoso viaje a Las Hurdes. No era el primer monarca que paseaba por las calles de la Muy Leal y Muy Noble Ciudad, pues otros le habían antecedido en el tiempo, véase Enrique IV[1] o los Reyes Católicos. Habían pasado muchos siglos, empero, para que un miembro de la familia real se interesara por nuestros montes hasta que la infanta Isabel de Borbón, La Chata[2], pusiera sus reales pies en la Fonda España en dos ocasiones, en 1916 y 1929, o la infanta Paz de Borbón lo hiciera en 1912[3]. Entre los monarcas castellanos y las dos damas, se puede enmarcar la visita de su coronado sobrino. Harían falta otros cincuenta años para que otro rey, en ese caso Juan Carlos I, regresara a la Ciudad Estrecha

 Alfonso XIII en La Corredera y el famoso reloj

Béjar en Madrid

Es el 3 de julio de 1922 cuando La Victoria[4] edita un número especial con los pormenores de tan ajetreados días. El cronista, a lo largo de tres páginas, detalla con exactitud lo acontecido en Béjar, de tal manera que podemos reconstruir a la perfección lo que dio de sí la real visita, sin perder la perspectiva de que su crónica no está exenta de una pátina o un velo de condescendencia, omitiendo errores o críticas si las hubo. También hace lo propio Béjar en Madrid[5], el periódico de la competencia, pues si La Victoria era eminentemente católica y monárquica, Béjar en Madrid se definía como liberal de orden por aquellos años. Llama la atención que uno de los primeros apuntes de La Victoria, tras recordar las visitas reales que le precedieron, es disculpar a la corporación municipal porque «no hubo apenas tiempo de preparar un recibimiento digno, hasta el extremo de que el pueblo, en confuso revoltijo de todas las clases sociales, apenas permitía marchar al automóvil real», una situación que no produce enfrentamientos y que sugería una paz social que dudo mucho de que existiera. Una descripción idílica que nos hace reflexionar[6]

10/19/2019

Los saltos hidráulicos de la cuenca media del río Cuerpo de Hombre (2ª Parte). Navahonda


NAVAHONDA


Autor: Ignacio Díez Elcuaz
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2010.

La fábrica Navahonda fue creada en 1842 por Cipriano Rodríguez Arias, aún se conserva la fecha sobre la entrada de uno de los pabellones del complejo industrial. Desde sus orígenes, la fuerza motriz era la hidráulica. Tal vez en su solar hubiera con anterioridad un molino, pero de los tiempos previos a la producción textil sólo se conserva una fuente de 1816. Su construcción fue un proceso progresivo, pues hay pabellones fechados en 1844, 1845, etc. Todos ellos presentan un magnífico estado de conservación, con unos criterios que debían ser tomados como modelo de referencia en las intervenciones sobre el patrimonio arquitectónico.

 Fábrica de Navahonda (Béjar)


Con motivo de la pretensión de Gregorio Ortín de construir un nuevo salto hidráulico, Gerónimo Rodríguez Yagüe solicitó, a su vez, a la Jefatura de Obras Públicas autorización para aumentar la altura de su presa de Navahonda, respaldado en el acuerdo al que había llegado con el mencionado Gregorio Ortín, por el cual este último se comprometía a no reclamar un recrecimiento de la presa en 32 centímetros de altura. 

 Pabellón de Navahonda