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13 de abril de 2015

Aquellas bejaranas que se fueron a Alemania en los años sesenta (4ª Parte y final)



Autor: Javier R. Sánchez Martín

La etapa posterior al cierre de la Wülfing


        Desde 1997, a poco de producirse el cierre de la empresa, una Asociación compuesta por antiguos empleados de ésta se puso a trabajar para construir el Museo Wülfing. Uno de sus objetivos fue conservar el edificio principal, de piedra y ladrillo, las chimeneas, el puente de acero, el laboratorio, el gran archivo de muestras de tejidos, algunas de las máquinas textiles y, por supuesto, la magnífica máquina de vapor que fue durante años el corazón energético de la fábrica. Este generador de vapor funcionó desde principios del siglo XX hasta 1946 y se conserva todavía en la ubicación original. Existe también una turbina Francis de 1922 que, modernizada, sigue en funcionamiento. Por ello, con el tiempo se pretende también musealizar la historia de la producción de energía en la fábrica durante el largo período de su funcionamiento. 


       Estas acciones postreras demuestran que la Wülfing no fue para los habitantes de la zona una fábrica más de las que comienzan su andadura, funcionan durante algunos años y finalizan su ciclo vital sin pena ni gloria. Al contrario, la empresa fue todo un símbolo de progreso industrial para los ciudadanos de Remscheid-Lennep-Dahlerau y, por supuesto, también para los españoles, austríacos, italianos y de otras nacionalidades que encontraron su destino laboral en la Wülfing y que convivieron en absoluta armonía con los naturales de la zona durante muchos años.

El Museo lo llevan antiguos empleados de la empresa.

Con nuestro guía, antiguo empleado de la Wülfing, visitando el Museo


      Además, la vetusta fábrica se encuentra en un lugar privilegiado, en el entorno del río y rodeada de verdes laderas arboladas, como si fuera una pequeña isla industrial centrada en la antigua fábrica-villa, todo ello constituyendo un conjunto bien conservado. Hoy día, parte de los antiguos edificios se encuentran ocupados por empresas vivas dedicadas a actividades que no tienen que ver con el textil.  


        Pues bien, a este lugar llegábamos en coche un frío día de enero de 2009. Nos costó un gran esfuerzo localizar la fábrica, pues no está fácil de encontrar y, salvo una señora que nos dio indicaciones en un inglés rudimentario, los demás nos atendían muy amablemente, pero en alemán, con lo que, aunque sabíamos que estábamos muy cerca, no había forma de terminar de encontrarla.

6 de abril de 2015

Aquellas bejaranas que se fueron a Alemania en los años sesenta (3ª Parte)

Autor: Javier R. Sánchez Martín 


La mítica empresa Johann Wülfing & Sohn


La empresa a la que se incorporaron estas bejaranas entre 1960 y 1962 era la “Johann Wülfing & Sohn” y disponía por entonces de tres factorías en un radio de unos 7 km. Una estaba en Dahlhausen y otra en Dahlerau, en la cuenca del río Wüper, afluente del Rhin, en una zona cuya orografía recuerda en cierto modo a la del lugar conocido como Navazo. La tercera estaba en la ciudad de Lennep. Entre todas disponían de hilatura de estambre, de carda y de tejiduría, además de tintes y de acabados. Es decir, era lo que se conoce como una empresa vertical.


Pero la Wülfing no era una empresa cualquiera, sino que se trataba de una de las sociedades textiles más antiguas del mundo. Había sido fundada en 1674 por Gottfried Wülfing (1651-1721) originariamente en la ciudad de Lennep. En 1774 adoptó el nombre de Johann Wülfing & Son, que correspondía al de su propietario y a la vez director, así como a su hijo. 

 Foto actual de una parte de los edificios de la Wülfing.


Aunque inicialmente la empresa fue la clásica spinnerei (hilatura) y estaba ubicada en Remscheid-Lennep, en 1816 instaló una nueva hilatura-tejeduría en la cuenca del río Wupper -en lo que luego fue Dahlerau-, con objeto de aprovechar la energía del agua de este río, afluente del Rhin.


De esta forma, la compañía se convirtió a principios del siglo XIX en una de las mayores fábricas textiles de Alemania y formaba una especie de mundo aparte, un pueblo con todos sus servicios, organizado alrededor de la factoría.

23 de marzo de 2015

Aquellas bejaranas que se fueron a Alemania en los años sesenta (2ª Parte)


Autor: Javier R. Sánchez Martín

Solución al paro: la emigración. Las pioneras bejaranas.



En España, y también en Béjar, vuelve a hacer su aparición la emigración. Así, entre 1960 y 1975, siete millones de españoles abandonaron sus lugares de origen para tratar de encontrar un trabajo en las zonas más ricas de España (Madrid, Cataluña, País Vasco,…), aunque hubo entre dos y tres millones que lo hicieron al extranjero, la mayoría a otros países europeos, como Alemania, Francia, Suiza… 


Las divisas que aportaron fueron el maná que alimentó la economía española durante años. Sin estos dineros, duramente ganados, difícilmente podría haber logrado España el grado de desarrollo económico conseguido en los años sesenta.


Muchos de esos españoles fueron a Alemania, donde el colectivo de nuestro país llegó a ser el segundo, después de los italianos. ¿Quiénes fueron los artífices que hicieron posible esta emigración organizada? Los personajes claves son Miguel de Lis, delegado de Trabajo y Emigración, Enrique Sorribes, agregado laboral de la embajada de España en Bonn y, en el caso concreto de Béjar, el jefe de personal de la histórica Wülfing, Horst Kubiak, que había coincidido en los campos rusos de prisioneros con soldados de la División Azul española.


En casi todos los casos se fueron legalmente, con un contrato de trabajo firmado en la mano, sabiendo incluso que allí iban a desarrollar tareas que ya conocían de sobra, en un guill, selfactina, bobinadora o continua de hilar. En fin, nada diferente a lo que habían hecho hasta ahora. Pero en Alemania les esperaba una sociedad bastante distinta a la que ellas conocían, con un idioma y unas costumbres muy diferentes a las que había en la España de la época.


Las primeras bejaranas salieron de la puerta del Bar Pepe, después (y hasta hace bien poco) Bar Sol, a las cuatro de la mañana del día 19 de marzo de 1960. En Salamanca recogieron a unas cuantas más hasta sumar un total de 43. Imagínenselas a una hora tan temprana, con las brumas del sueño aún rondando sus ojos -si es que durmieron algo esa noche-, acompañadas de sus familiares y algunas de sus novios o maridos (de las 43, tres eran casadas). Supongo que a la mayoría de ellas la situación les parecería irreal, hasta me atrevería a decir que un poco absurda, y que estarían tratando de dilucidar si habían tomado la decisión correcta. Seguro de que, cuando montaron en el autobús, a alguna de ellas les daría ganas de bajarse y terminar con la aventura antes de comenzarla. No obstante, Kubiak, verdadero artífice de este lance, viajaba con ellas, animándolas y ocupándose de los detalles del viaje.





Foto 1. En la foto están, entre otras, Paquita, Marta, Berta, Pilar y Carmen delante de la conocida como Residencia de españolas en la Wülfing.

16 de marzo de 2015

Aquellas bejaranas que se fueron a Alemania en los años sesenta (1ª Parte)

Autor: Javier R. Sánchez Martín,
profesor y miembro del Centro de Estudios Bejaranos 


Un homenaje


Por las ferias de San Miguel del año 2008 el Ayuntamiento de Béjar realizó un homenaje y proclamó “Ciudadanas Ilustres” a aquellas pioneras bejaranas que partieron un día del lejano 1960 con dirección a Alemania. Las primeras que lo hicieron fueron cuarenta y tres mujeres y salieron en autobús en marzo de 1960, en dirección a Remscheid, cerca de Lennep. No era un viaje cualquiera; se trataba en algunos casos de buscar allí el trabajo que aquí no encontraban, en otros de buscar mejores salarios y en otros de seguir a sus maridos o novios que habían decidido realizar antes que ellas ese viaje que sabían de difícil retorno, al menos a corto plazo.

Todas y todos se fueron pensando que sería sólo para unos años, quizá hasta que ahorraran lo suficiente o, quizá, hasta que en su añorado Béjar mejoraran las expectativas laborales.

Pero, a pesar de que trabajaron duramente en Alemania para construir un futuro en España, en la mayoría de los casos éste nunca llegó o, al menos, no como esperaban.

Foto 1.- Esta es la conocida foto que se hicieron las primeras expedicionarias al llegar a Remscheid, acompañadas de Horst Kubiak (a la derecha, en un discreto segundo plano).

La situación en Béjar en 1959-60

A finales de 1959 la situación del textil bejarano era difícil. La emblemática firma Rocamora acababa de cerrar la última de las empresas que le quedaba, de todas aquellas que había puesto en marcha a partir de su llegada a nuestra ciudad, en 1937. Por aquel entonces la Guerra Civil Española prácticamente acababa de empezar y Béjar era el único centro textil de cierta importancia que había quedado en la conocida como “zona nacional”. Aquí llegaron los hermanos catalanes Santiago y Enrique Rocamora Moratonas para poner en marcha inicialmente una hilatura de estambre, industria de la que carecía Béjar pues THESA aún no había logrado poner en marcha la suya. El cierre de esta última empresa, conocida popularmente como la Fabril de Rocamora, por su ubicación, pero comercialmente denominada “Industrial Lanera S.A.” (ILSA), dejaba en la calle a más de cien personas. Pero con esta quiebra acababa también una etapa de desarrollo industrial intensivo que empezó en 1936 y que a finales de la década de los cincuenta comenzaba a mostrar síntomas claros de agotamiento.