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24 de enero de 2023

El simpático retrato de Fray Blas Zamarreño y el cumplimiento de su última voluntad en 2016

Autora: Carmen Cascón Matas

    Vamos a remontarnos al año 2016. En sus primeros compases recibo un correo electrónico de Miguel Soto Pardo, colaborador de Béjar en Madrid y bejarano de adopción. Su intención era contactar conmigo para preguntarme una duda y desvelarme la existencia de un retrato cuyo propietario quería donarlo a Béjar, concretamente al ayuntamiento, con la idea de exponerlo en el convento San Francisco. ¿Por qué en este lugar?


 

    Para explicarlo deberíamos empezar antes de nada por describir el retrato. En óleo sobre lienzo y de autor desconocido, representa a un fraile tonsurado con hábito franciscano marrón, propio de su orden, retratado en tres cuartos y con el cuerpo mirando hacia la izquierda. Lo más interesante es la expresión del rostro: es un hombre relativamente joven que mira hacia el espectador con ojos chispeantes y simpáticos, y una sonrisa franca en los labios. El motivo de su alegría no sabemos si se encierra en su carácter o en su acompañante: un loro verde que porta en el dedo índice de su mano izquierda. 

13 de septiembre de 2022

Sobre la lápida romana de Valentino, los primeros bejaranos de nombre conocido y su hallazgo en 1849

   Autora: Carmen Cascón Matas

         En el último mes distintas voces[1], al calor de los axctos culturales organizados por el Centro de Estudios Bejaranos, se han alzado para que el testimonio más antiguo del que se tiene constancia del poblamiento de nuestra ciudad, la estela de Valentino, sea tratado como se merece. A día de hoy esta pieza granítica de 1 metro de largo y 0,40 de anchura se encuentra arrumbada en un rincón del claustro del convento de San Francisco, sin una simple cartela que nos informe sobre su antigüedad e historia, sin protección alguna, y abandonada desde hace años.

 Lápida romana de Valentino

      La referencia histórica primera de esta lápida sepulcral romana la encontramos en el Libro de Actas de Sesiones del Ayuntamiento de 13 de julio de 1849[2]:

            «El Sr. Regidor Síndico hizo a la Corporación una celosa solicitud para que se recoja y traslade a este edificio o al de la Escuela Primaria una losa sepulcral hallada en las paredes arruinadas de Santa María de las Huertas que ratifica la antigüedad de esta población en la época de la dominación de los Romanos, y que debe conservarse para la posteridad».

3 de octubre de 2020

Encuentros y desencuentros entre Prim y Béjar (4ª Parte): una de cal y una de arena

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Semanario "Béjar en Madrid" , nº 4.816 (04/01/2019), p. 4.

      El general catalán, como venimos recordando en este trabajo, mantenía en su cabeza, plagada de asuntos de gobierno, dos compromisos: visitar Béjar e indemnizar a las familias azotadas por la muerte. Como ya hemos desarrollado la primera, veamos la segunda. Pronunciada ante Olleros y Lozano el 12 de octubre, la confirmación de la indemnización se recibe desde la Capitanía General de Castilla la Vieja (sección 2ª). José Martínez, el Capitán General, reproduce una carta enviada por Prim desde Madrid el día 3 de noviembre de 1868 y recibida en Valladolid en la que manifiesta [1]


            En vista de su escrito que me ha dirigido la extinguida Junta de la Ciudad de Béjar haciendo una estensa reseña de los sucesos ocurridos en la misma con motivo del pronunciamiento y defensa de aquella población y manifestando que por todos los hechos allí acaecidos espera que el Gobierno acordará medios para proporcionar auxilios de tantos desgraciados e indemnizarles de los perjuicios que han sufrido, disponiendo que la Ciudad añada a sus timbres los de Liberal y Heroica y que se cree una distinción que el propio tiempo que perpetúe tanta abnegación y heroísmo, sirva de recompensa a todos los habitantes que tomaron parte en la defensa, el Gobierno ha tenido por conveniente resolver lo que sigue =

28 de marzo de 2018

Aquel verano de 1867 en Béjar (2ª Parte y final)


Autor: Ignacio Coll Tellechea
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2017, pp. 58-61; y http://collcenter.es/aquel-verano-de-1867-en-bejar/

       El 29 de agosto de 1867, los militares decidieron seguir el rastro de los fugados, saliendo el grueso de la tropa en su búsqueda y quedando 70 guardias y tres oficiales como retén en la ciudad. Cuando esto ocurrió, los revolucionarios bejaranos que permanecían en el municipio tocaron las campanas de las iglesias. La llamada surtió efecto, y mientras en las calles se montaban barricadas, la partida de Valle, Guijo y Aniano regresó a la llamada convenida y puso cerco a los militares. Tres horas duró el enfrentamiento, en el que perdieron la vida tres guardias y varios resultaron heridos. Especialmente dificultosa fue la toma de la Iglesia de El Salvador, en cuya torre los uniformados se hicieron fuertes. Para conseguir que se rindieran, los sublevados quemaron pimientos en su base, de forma que la humareda resultante motivó su intoxicación y el abandono de las armas.

        Tras la euforia de aquel mínimo triunfo, los rebeldes se hicieron con el control de la ciudad y se aprestaron a organizar la defensa, sabedores de que un contingente importante de tropas se acercaba para acabar con la insurrección y tomar de nuevo el mando.

      Tenían razones para preocuparse, porque una columna compuesta por más de 1.500 efectivos de los cuerpos de infantería, caballería y artillería estaba a punto de llegar a Béjar, alertada por los sucesos de los días anteriores. Al conocerlo, los rebeldes acumularon armas, en número de unas 400, fortificaron las zonas clave con barricadas y se llegaron a desenrollar varias calles para utilizar las piedras como improvisados proyectiles.

 Tropas Infantería 1863
Imagen sacada de aquí

8 de mayo de 2017

Una nueva publicación recoge los artículos publicados por Nicomedes Martín Mateos en la Revista de España (1871-1887)

 Autora: Carmen Cascón Matas

          El Centro de Estudios Bejaranos tuvo el placer de presentar una nueva publicación el viernes día 5 de mayo a las 8 de la tarde en el Casino Obrero. Se trata de Nicomedes Martín Mateos en la “Revista de España (1871-1887)”. Filosofía, sociedad y educación, el primer volumen de un total de dos cuyo autor es José Mª Hernández Díaz, catedrático de Historia de la Educación de la Facultad de Educación (USAL). 



           El acto se inició con unas palabras del presidente del Casino Obrero, Julio González, y de la presidenta del Centro de Estudios Bejaranos, Josefa Montero García, que agradeció a los asistentes su presencia e hizo una pequeña presentación de la obra y del autor.

10 de marzo de 2015

Béjar: de villa a ciudad (1850) (3ª Parte y final)



Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2013, pp. 65-69.

La concesión


            El 27 de mayo de 1850 Isabel II firma en el Palacio Real de Madrid el Real Decreto por el cual Béjar pasaba de ser una villa perdida y casi anónima del sur de la provincia de Salamanca a una Ciudad del Reino


            El ministro de la Gobernación, José Luis Sartorius, envía una carta ese día a Sánchez Ocaña informándole de queS.M. la Reina (q.D.g.) se ha dignado espedir el Real Decreto siguiente= En consideración a los servicios prestados por la villa de Béjar durante la última guerra civil, y a las demás circunstancias que en la misma concurren, de conformidad con lo informado por el Consejo Real vengo en concederle el Título de Ciudad. Dado en Palacio a 27 de Mayo de 1850= está rubricado de la Real mano= el Ministro de la Gobernación del Reino, el conde de San Luis= de Real Orden lo traslado a V.S. para su inteligencia, la del Ayuntamiento de Béjar y demás efectos correspondientes= Dios g.a.V.S. muchos años. Madrid, 28 de mayo de 1850[1]”. 
  

   Isabel II

    La noticia, dado que Sánchez Ocaña había sido el principal interlocutor por su posición y amistad con Juan Bravo Murillo, debía pasar por sus manos antes que por las de nadie: el juego político no podía dejarse al libre albedrío. Todo estaba milimétricamente estudiado: la estrategia, el día, la persona. No descartamos que para que la solicitud llegase a aprobarse se hiciesen llegar bellos presentes a la reina, a los ministros, al propio Sánchez Ocaña, quien no veía la hora de comunicarlo para que se le recordase por los siglos, para que su villa de nacimiento pasase a ser esplendorosa ciudad gracias a su intervención

2 de marzo de 2015

Béjar: de villa a ciudad (1850) (2ª Parte)



Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2013, pp. 65-69.

El expediente


            ¿De quién partió la idea de solicitar el título de ciudad? En la sesión de 4 de enero de 1850[1] se dice que José Sánchez Ocaña ofreció “la probabilidad de conseguir de S.M. la real gracia de que esta noble, leal y antigua Villa reciba el dictado de Ciudad que merece su población y el renombre de su industria fabril de lanas” y la corporación aprueba la puesta en marcha del proyecto. ¿Es entonces casualidad que durante la década anterior se estén haciendo mejoras en la villa? Dadas las pistas que hemos ofrecido anteriormente creo que no. Es posible entonces que el sueño rondase en las cabezas de los hombres más preclaros de la población, sobre todo desde que la villa fabril se destacó en la defensa del trono en los hechos de 1838.

 Isabel II


            ¿Cuál era el procedimiento a seguir? Según los cauces oficiales se debía redactar un expediente al efecto, uno, y no dos como son los que se conservan el archivo municipal. El primero de ellos fue redactado probablemente en Béjar en pocos días, unos 18, por un buen conocedor de la Historia de Béjar que echa mano de un libro sobre nuestra industria textil del que extrae varios párrafos, en una práctica propia de los historiadores. Se envió entonces a Madrid, al despacho de Sánchez Ocaña, quien es posible que lo utilizase para hacer valer su proyecto en la corte mientras los cauces oficiales, sumamente lentos, se ponían en marcha y fue, en suma, el que firmó Isabel II. El segundo fue escrito por la Comisión nombrada al efecto por el ayuntamiento, llegando en abril a la Diputación Provincial de Salamanca –quien suponemos no le haría mucha gracia que Béjar obtuviera el título de ciudad, pues es precisamente en abril de ese año cuando el ayuntamiento pretendió unirse a la provincia de Ávila por la “prevención que existe en la capital de la Provincia contra este pueblo laborioso e industrial, tal vez por innoble emulación[2]- siguiendo el cauce establecido por la administración. Esta institución debía aprobarlo y elevarlo al ministerio, quien lo dio por bueno pero lo marginó con respecto al remitido a Sánchez Ocaña en enero

23 de febrero de 2015

Béjar: de villa a ciudad (1850) (1ª Parte)



Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2013, pp. 65-69.


        Mientras Béjar vive su puesta de sol, mientras el declive se muestra en su apogeo, mientras la industria textil cabecea en el duermevela de la agonía, mientras el comercio echa el cierre, mientras inclinamos la cabeza, no ante Salamanca, tocada y hundida, sino que rendimos pleitesía a Alemania, hubo un tiempo en que Béjar, sin necesidad de calles asfaltadas, autovías, luz eléctrica o altos edificios de ladrillo, solo gracias a su poderoso empuje fabril y por ser cuna de influyentes personajes, fue capaz de conseguir el título de Ciudad, una denominación que le venía grande por entonces pero a la que después se ajustó como un guante. 

 


           

     1850 fue un año marcado por grandes noticias. La villa, aún bajo la opresión señorial, se encontraba inmersa en la vorágine de la industrialización. Contaba con una población de 4.393 almas, se satisfacían impuestos al estado por valor de 170.000 reales[1], el negocio fabril marchaba a buen ritmo, las enhiestas chimeneas se alzaban hacia el cielo desafiantes, boqueando y vomitando el sudor de las máquinas, y el Manchester Castellano no daba abasto para alojar entre sus muros a inmigrantes deseosos de una vida mejor. La burguesía enriquecida, su dueña y señora, ansiaba dar un aire novedoso a la villa desprendiéndola de las características provincianas y rurales dominantes. Los esfuerzos no se debían limitar, empero, al quehacer diario del consistorio al contarse con la presencia perenne de un diputado en el Congreso de los Diputados, bien de carácter progresista, bien conservador, según los vaivenes caóticos de un gobierno que rolaba bien a los caprichos de una Isabel II siempre tendente al moderantismo o al progresismo gracias a presiones y golpes militares. La llave para que las voces de la burguesía bejarana se hiciesen oír se guardaba en el bolsillo de su representante en Madrid, siendo cierto también que otros personajes influyentes manejaban ocultos hilos para que los planes saliesen a pedir de boca.

5 de enero de 2015

Política, filosofía y educación según Nicomedes Martín Mateos




Autor: José Mª Hernández Díaz
Catedrático de Historia de la Educación

  Se cumplen ahora 125 años de la muerte de don Nicomedes Martín Mateos (Béjar, 1806-1890), quien finaliza su ciclo vital el 7 de enero en la ciudad que le vio nacer, y donde desarrolló su actividad profesional, filosófica y ensayística durante la mayor parte de su vida. Su obra y persona es una invitación permanente para pensar, también en el inicio del nuevo ciclo anual.




  El lector debe recordar que don Nicomedes fue para Béjar una personalidad moral e intelectual insustituible en su siglo, y hoy continúa siendo uno de esos iconos de quienes tanto echamos en falta  para encontrar caminos correctos de valores de ciudadanía.  Por citar solamente alguna de sus actuaciones públicas, mencionemos que desempeñó con respeto y éxito reconocido  la alcaldía de la entonces activa e industriosa ciudad serrana, promovió y dirigió la creación en 1852 de la Escuela Industrial (con el tiempo ha evolucionado hasta la actual Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial), organizó mejor que nadie el mapa escolar de Béjar en su momento, impulsó los espacios de sociabilidad y la creación de Ateneos (entre otros el actual Casino Obrero), representó en todas sus actuaciones públicas la honestidad y la eficacia, que le convirtieron en referente de consulta y práctica de vida para sus conciudadanos. Sus opiniones siempre eran merecedoras de respeto, atención y consulta.

6 de enero de 2014

Nicomedes Martín Mateos y los espacios de sociabilidad




El bejarano Nicomedes Martín Mateos (15 de septiembre de 1806 -7 de enero de 1890), filósofo, alcalde, educador y ciudadano ejemplar, entre un abultado cupo de méritos y rasgos que bien podríamos ampliar, y no es el caso, era un pensador reflexivo, y con frecuencia lo hacía en soledad, pero era también un hombre de acción que creía en la fuerza transformadora del grupo.




Alguien escribió de él, con desacierto, que era huraño y solitario, confundiendo el necesario aislamiento, y a veces la soledad, que requiere pensar, escribir y estudiar en profundidad, lo que Martín Mateos hizo de manera verdaderamente profunda y exitosa. Un ejemplo para nuestro presente, sin duda, cuando parece que todo ha de ser ruidoso, fácil  y superficial. Por el contrario, él apostaba por la lectura reposada, la reflexión, el estudio y la palabra apropiada, y desde luego por la pedagogía del esfuerzo, concepto que existe bien definido en nuestro diccionario de la RAE, pero que resulta difícil de aplicar en muchos procesos de aprendizaje, dentro y fuera de la escuela, desde la primaria a la educación superior. 

7 de diciembre de 2013

El esplendor cultural de Béjar en la segunda mitad del siglo XIX



Autor: Javier R. Sánchez Martín 
Publicado: Semanario Béjar en Madrid,  nº 4.270, 16 de enero de 2004




Béjar sufrió una auténtica eclosión industrial, económica y cultural a lo largo del siglo XIX, acentuándose ésta en su segunda mitad. El eje de todo el movimiento lo constituía la industria textil, principalmente lanera, alrededor de la cual giraba la vida de la ciudad. Según ha documentado Rosa Ros, la revolución industrial llegó a Béjar en 1824 cuando fueron importadas las primeras máquinas de hilar y cardar. Dice Madoz que “se trajeron de Bélgica y Sajonia perchas, cepillos y lustres, aparatos para cardar e hilar, escardar y la primera máquina con que se elaboraron bayetas de todas clases y colores”. Gabriel Rodríguez López relata, en relación con este auge, que “ante los buenos resultados obtenidos, muchos molinos harineros que había en las orillas del río Cuerpo de Hombre se fueron transformando en fábricas de paños”. 

 Interior del Teatro Cervantes de Béjar inaugurado en 1857

7 de enero de 2013

Nicomedes Martín Mateos o la honestidad política



   
 Autor: José María Hernández Díaz, catedrático de la Universidad de Salamanca


          El 7 de enero recordamos el aniversario de la muerte de Nicomedes Martín Mateos (Béjar, 1806-1890), el intelectual más señero de la historia contemporánea de Béjar, el filósofo espiritualista capaz de sostener debates de gran altura con los mejores filósofos españoles y europeos del siglo XIX, defensor de la industria textil, fundador de la Escuela Industrial de Béjar (1852), alcalde reconocido por todos, impulsor de excelentes escuelas primarias, escritor concienzudo, pensador original, jurista  de peso, promotor del Casino Obrero,  ciudadano ejemplar por encima de todos sus méritos.

      Nuestro filósofo escribió y polemizó en las mejores revistas de la época, difundió temas y nuevos problemas y soluciones para los ciudadanos de su tiempo en periódicos de orientación liberal, y ejerció en definitiva un magisterio incuestionable sobre todos sus conciudadanos, desde la humildad, la tolerancia, el diálogo, el trabajo concienzudo. Puede y debe ser considerado por todo ello como uno de los grandes educadores de la sociedad bejarana del siglo XIX, pero también ejemplo vivo para las generaciones posteriores.


Fotografía de don Nicomedes conservada en el Casino Obrero

      Antes de recluirse en lo que él llama "su cantón bejarano" (allá por los años 1840), Nicomedes había sufrido en carne propia las dentelladas de la política madrileña, en el seno del partido liberal progresista. Quedó muy decepcionado de aquella etapa, por lo que renunció para siempre a la política de altos vuelos que se masticaba en Madrid. Vió seguramente muchas conductas inadecuadas que chocaban con sus sólidos fundamentos éticos. Y al no callarse resultó víctima del proceso cainita que se vive en los partidos políticos en las instancias centrales del Estado. Por ello regresó a su Béjar natal, y desde allí ejerció su magisterio y su forma particular de hacer política, la del día a día, y la de resolver los problemas públicos de forma dialogada, tolerante y eficaz.

24 de octubre de 2012

La Escuela Elemental de Artes y Oficios de Béjar (1ª Parte)




Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2010, pp. 45-48.

Introducción

La Escuela Industrial Elemental de Béjar nació en 1852 de la mano de la burguesía local, del ayuntamiento y de la diputación de Salamanca dentro de una fase de prosperidad de la industria textil local. En efecto, según José María Hernández Díaz la erección y sostenimiento de las Escuelas de Artes y Oficios en la España de la Restauración es el resultado del apoyo prestado por diversas iniciativas populares, privadas, eclesiásticas, municipales o de la Administración central (en mucho menor grado ésta) que intervienen en el tema de manera muy desigual[1]
La idea no era nueva en nuestra localidad pues a lo largo de la primera mitad del siglo XIX se habían realizado varias intentonas de implantar una enseñanza manual básica con resultado siempre negativo[2]. El modelo no era privativo de Béjar; sólo había que mirar al resto de España para implantar unas ideas puestas ya en marcha en otros lugares y copiadas a su vez de Europa, sobre todo de la Francia anterior a la Revolución Francesa y a la Inglaterra de la industrialización[3]. No obstante, la implantación de las enseñanzas técnicas en España no se plantea hasta la llegada de la industrialización, un proceso irregular por ser regional y parcial. El objetivo consistía en alfabetizar a la masa obrera a nivel elemental y otorgarle unos conocimientos básicos técnicos adecuados y adaptados a las necesidades de la industria. Con ello se obtenía un doble beneficio: conseguir mano de obra cualificada y mejorar la cantidad y calidad de los paños fabricados. Hemos de tener en cuenta que Béjar contaba con 200 fábricas abiertas productoras de unas 754.600 varas de paño anuales y que daban empleo a 4.000 personas, según dejó escrito Pascual Madoz quien nos visitó en 1849[4]


Fabril Militar de Béjar
              El 20 de julio de 1852, y mediante real orden auspiciada por el Ministro de Fomento Miguel de Reynoso, se autorizó la apertura de la Escuela Industrial Elemental de Béjar con un presupuesto inicial de 48.000 reales[5]. El primer director de la Escuela, don Nicomedes Martín Mateos -filósofo de reconocimiento internacional y bejarano de nacimiento-, pronunció el discurso inaugural en el originario edificio de la institución, una construcción - hoy desaparecida- compartida con la Escuela de Primeras Letras situada en la calle Mansilla, en el mismo solar de la actual Plaza del Mercado. Posteriormente se trasladaría a la calle Quebradilla de San Francisco[6]