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1 de octubre de 2022

Un nieto de Teresa de Zúñiga, III duquesa de Béjar, mártir en Japón

 

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

Los sentinelese son un puñado de habitantes ancestrales de una isla remota en el océano Índico. Por la belicosidad con que defienden su aislamiento y ser considerados "un grupo tribal particularmente vulnerable" desde el punto de vista biológico, el gobierno indio "prohibió cualquier intento de contactarlos y estableció un área restringida de tres kilómetros alrededor de la isla". El 17 de noviembre de 2018 la medida fue burlada imprudentemente por el joven proselitista cristiano estadounidense John Allen Chau, de 27 años, que pereció acribillado por flechas en el momento de desembarcar en la playa, ayudado por pescadores sobornados. La historia guarda sorprendente similitud con la del misionero agustino español Pedro de Zúñiga y Velasco, relatada extensa y detalladamente en Cristiandad del Japón y dilatada persecución que padeció, de fray José Sicardo, 1698, publicada íntegra en la red.   

  

Monumento a los mártires de Japón en Nagasaki, detalle. 

Es.gaudiumpress.org

11 de septiembre de 2021

Diego Antonio de Viga, un bejarano conspirando en Manila

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, 2020.

            De vez en cuando un apellido sonoro emerge en el pozo del olvido para ser rescatado por azares del destino. Sonábame el de Rodríguez de Viga por haber sido difundido tiempo ha en un artículo por don Juan Muñoz García en este mismo periódico, entonces semanario, en 1936[1]. Venía a cuento de que el arcediano de Béjar y canónigo de Plasencia, Francisco de Viga, o Rodríguez de Viga, tanto da, había edificado a su costa una casa contigua a la entonces ermita del Castañar con el fin de que sirviese como hospedería al mismo tiempo que como casa para un sacerdote y confesor que atendiese las necesidades del culto a la Virgen, pues existía desde antiguo un casero o ermitaño que velaba por la decencia y limpieza del recinto. Corría entonces el año 1691 y la postura del edificio se remató en once mil reales que pagaría de su costa. Los terrenos, a la par que el permiso de construcción, los solicitó el arcediano al obispo de Plasencia, el cual tuvo a bien aprobar tan piadoso proyecto. Don Juan Muñoz añadía en su escrito que Rodríguez de Viga había nacido en Béjar y que sus bienes eran ingentes, tanto es así que entre sus títulos de propiedad figuraban los terrenos de Los Picozos. La idea de asentar una comunidad religiosa adyacente a la entonces ermita del Castañar no era nueva porque el canónigo Bartolomé López Dávila había intentado lo propio a principios de ese mismo siglo XVII con los carmelitas descalzos, pero el proyecto no cuajó[2]

Primera imagen de Manila, Sacada de aquí