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29 de agosto de 2023

Nuevos datos sobre "El pino de Béjar" de Darío de Regoyos

        Autora: Carmen Cascón Matas    

    Hace unos días volvía a la palestra digital el lienzo El pino de Béjar, del pintor impresionista Darío de Regoyos, expuesto en el Museo del Prado. En su red social de twiter la pinacoteca lo elegía “obra del día” de su colección expuesta a ojos del público. Su estancia en el Prado es relativamente reciente al haber sido donada por el coleccionista Hans Rudolf Gernstenmaier junto a otras once obras pictóricas en 2019. La tela recoge como centro de la composición un pino fuertemente iluminado por la luz, de tal manera que la sombra de su tronco destaca sobre la pared de un murete que se desarrolla por detrás, ocupando sus sillares la mitad del lienzo. En la mitad derecha, tras el muro que concluye, se abre la sierra de Béjar, nevada a trechos, con el monte del Castañar verde y frondoso a sus pies y una línea de chopos enmarcando, suponemos, un camino. A las plantas del árbol gigante, se ampara una humilde huerta, quizá de patatas, ya en sombra. 

 El pino de Béjar. Darío de Regoyos. Museo del Prado

            Contamos hace un tiempo[1] que el artista, uno de los máximos exponentes del impresionismo en España, había recalado en Béjar y en Candelario en el año exacto de 1900, llegando a nuestra ciudad en tren desde Salamanca. Gustaba de viajar y recorrer distintos puntos del país, cuyos pueblos, gentes y costumbres dejaba plasmadas en el lienzo. En su obra no eran ajenos temáticas tales como el choque de la modernidad con la tradición y eran frecuentes elementos novedosos como el ferrocarril, los puentes de hierro y los avances de la técnica.

19 de diciembre de 2019

Unamuno en Béjar

 Autor: Antonio Gutiérrez Turrión
 
        No, no se trata de ninguna resurrección ni de ninguna aparición milagrosa del personaje. Lo único que quiero es dar noticia y dejar constancia de la exposición que ha preparado, presentado e inaugurado la Universidad de Salamanca en el Convento de San Francisco de Béjar, en recuerdo de las relaciones entre Unamuno y Béjar. Entre bambalinas y como comisario, José Antonio Sánchez Paso, a quien tanto le va la marcha de todo lo que suene a Béjar, territorio en el que se mueve como casi nadie.
 
 
 
           A veces los astros se conjuntan y se ponen de acuerdo en orbitar a la vez, las sinergias andan siempre esperando turno y se activan en cuanto pueden. Quiero decir que la ocasión era propicia para esta exposición, tal vez a raíz de la película de Amenábar, Mientras dura la guerra, que tanto ha influido para recuperar, sobre todo en los niveles populares, la figura del rector Unamuno. En todo caso, bien se merece, en cualquier tiempo y ocasión, que se revisen su figura y su aportación al pensamiento.
 

3 de diciembre de 2017

Un libro recoge la biografía del anarquista bejarano José Mª Blázquez de Pedro (Patriletras)



Autora: Carmen Cascón Matas

El libro José Mª Blázquez de Pedro. Un anarquista entre dos mundos (Béjar, Panamá, Cuba), de Ignacio C. Soriano Jiménez y Miguel Íñiguez, está editado por la Asociación Isaac Puente de Vitoria y el Centro de Estudios Bejaranos, a propuesta de los autores, organizó su presentación en Béjar al ser ésta una biografía de un bejarano casi desconocido para el gran público. El acto tuvo lugar en el Casino Obrero el 24 de noviembre. 

 Portada del libro


Antonio Gutiérrez Turrión, miembro del CEB, en una charla amena con Ignacio Soriano Jiménez, propuso una serie de eventos trascendentales en la vida de José María Blázquez de Pedro, desgranando entre ambos su intensa trayectoria vital y salpicándolos con la lectura de fragmentos de sus artículos. Así los presentes pudimos transportarnos a aquel Béjar de 1875 en que nació en el seno de una familia conservadora y religiosa; asistimos a su transformación de ideas a raíz de su estancia militar en Cuba donde fue testigo de las injusticias que cometía el ejército contra el pueblo llano y sufrió las privaciones del soldado raso; volvimos con él a Béjar y después a Salamanca a estudiar tres años de Filosofía y Letras en la Universidad; sin acabar la carrera llevamos nuestros pasos con él a Madrid durante un tiempo, donde fue encarcelado y conoció a otros anarquistas; regresamos de nuevo a Béjar, donde abre la librería “La Racional” en los portales de Pizarro y somos testigos de una actividad frenética a la hora de publicar artículos en revistas y periódicos nacionales e internacionales, de fundar periódicos como “Patria y Letras” (de ahí su apodo de Patriletras), “La Dinamita” o “Cultura y Tolerancia” y de asentar las bases del Ateneo Bejarano; asistimos en suma a la predicación de sus ideas anarquistas basadas en la tolerancia, la defensa del débil y de la mujer, y la lucha frenética contra el clericalismo. 

24 de abril de 2017

Haim Bejarano viaja a Béjar (2ª parte y final)



Autor: Ignacio Coll Tellechea 

      Bejarano alcanzó la máxima dignidad religiosa en 1920, cuando fue nombrado Gran Rabino de Turquía, cargo que le permitió conocer y tratar al último sultán de aquella nación, Mehmet VI, y al joven general que modernizó el país, Mustafa Kemal, Atatürk. Precisamente bajo el mandado de este Turquía vivió un proceso de secularización que afectó también a los judíos, que se vieron expuestos con frecuencia al hostigamiento de los medios afines al poder, como cuando les acusaron de ponerse a las órdenes del Gobierno de España por escribir una carta de adhesión a un homenaje a Cristóbal Colón.

 Haim Bejarano

      Su interés por España y por la cultura de sus ancestros le llevó a contactar con destacados intelectuales españoles a comienzos del siglo XX. Todo comenzó tras conocer al doctor Ángel Pulido, médico y senador vitalicio español que visitó las comunidades sefarditas del entorno del Danubio en 1903. Fascinado por la preservación del idioma y la cultura de aquellos judíos que le hablaban con ecos del siglo XV, Pulido dedicó el resto de su vida a ejercer de defensor de aquellos compatriotas expatriados, a los que admiraba y a quienes presentaba al rey Alfonso XIII como potenciales socios comerciales de España en todo el arco mediterráneo.

29 de marzo de 2012

Una reflexión sobre la eterna polémica enseñanza pública/ enseñanza privada: Unamuno y la Escuela de Industrias de Béjar (1909)

Autora: Carmen Cascón Matas
       

       La Escuela Industrial de Béjar fue fundada en 1852 gracias al esfuerzo de un pensador y prohombre nacido en la ciudad, don Nicomedes Martín Mateos, con el apoyo, eso sí, de la burguesía, ayuntamiento y diputación dentro de un proceso de expansión de las enseñanzas técnicas que se estaba consolidando en España. La idea no era nueva, pues España se estaba sumando tarde a un modelo ya implantado en Gran Bretaña o en Francia desde hacía medio siglo. El objetivo consistía en alfabetizar a las masas obreras, por lo menos en lo que se refería a la enseñanza elemental, y obtener de ese modo una mano de obra cualificada adaptada a la industria. 

Unamuno

            La primera intentona de Escuela Industrial en Béjar sucumbió en 1868 por falta de entusiasmo y recursos económicos por parte de la diputación provincial. Sin embargo, los intelectuales bejaranos no se dieron por derrotados, abriendo una Escuela Municipal con el apoyo del consistorio y de la Sociedad Económica de Amigos del País con las mismas premisas que la fenecida. En 1886 sus esfuerzos se vieron recompensados al ser integrada como Escuela de Artes y Oficios oficial y en 1900 al ser reconocida como una de las nueve primeras Escuelas de Artes e Industrias de España junto a las de Madrid, Alcoi, Gijón, Cartagena, Las Palmas, Terrasa, Vigo y Vilanova i la Geltrù. 

4 de diciembre de 2011

D. Pedro Dorado Montero, un penalista salmantino nacido en Navacarros (3ª Parte)


Autor: Javier R. Sánchez Martín
Publicado en  “Béjar en Madrid”, nº 4.413, 13/10/2006.


Desde principios del siglo XX, y poco a poco, Dorado Montero se irá replegando cada vez más sobre sí mismo, dedicándose a una agotadora actividad intelectual. Así, sólo el epistolario que posee el Archivo Histórico de la Universidad está compuesto por unas 2.300 cartas y tarjetas postales que le fueron escritas entre los años 1890 y 1918. Por ejemplo, se cartea con frecuencia con Giner de los Ríos, con Azorín, con el criminalista Rafael Salillas, con el político Joaquín Costa, y un largo etcétera. Además de contestar a su mucha correspondencia, se dedicaba a escribir artículos para revistas especializadas, que constituían una de sus fuentes de ingresos para complementar su precaria economía, aunque a veces se queja del poco rendimiento económico que obtenía de ellos en comparación con el gran esfuerzo que le costaba elaborarlos. Otro complemento económico lo consigue mediante la realización de  traducciones especializadas, pues domina el alemán y el italiano, cosa poco frecuente en la época.

Volvía a Navacarros en los veranos buscando la tranquilidad del campo, y gustaba de ir todos los días hasta un huerto que tenía al lado de la Casa del Concejo, que la familia donó al municipio para zona de recreo. Iba allí para su esparcimiento y distracción, pero también para pensar y, quizá, para hallar la paz de espíritu que no encontraba en Salamanca. Algunas veces le acompañaron hasta el pueblo amigos salmantinos, entre los que dicen que estaba Unamuno.

Aula "Pedro Dorado Montero" en las Escuelas Mayores

Su carácter, cada vez más retraído, y su apartamiento voluntario de la vida social durante un largo período de tiempo, harán que muera casi olvidado el 26 de febrero de 1919, a las ocho y media de la mañana. Pero fue precisamente su muerte la que le rescató del olvido social. En efecto, narra El Adelanto que a su entierro civil asistieron miles de personas, a pesar de la mañana lluviosa, con gran despliegue de banderas socialistas. Entre ellos, muchos estudiantes y obreros. La comitiva partió de su casa, cercana al río Tormes, atravesando la Plaza Mayor, camino del cementerio civil. Allí fue enterrado en una sencilla fosa, precisamente al lado de Mariano Arés, su antiguo profesor de Metafísica. Entre los asistentes estaba Unamuno, quien improvisó un corto pero sentido discurso, que comienza: «Enterramos hoy, los ciudadanos de Salamanca, a este hombre civil, amigo, maestro y consejero de todos; a este hombre que trabajó por la redención de los delincuentes, porque sabía entender, mejor que nadie, aquellos versículos de “no juzguéis para no ser juzgados, porque en la medida que juzgaréis seréis juzgados”. Y lo enterramos en esta tierra sagrada y bendita, tierra bendecida y sagrada por los que aquí reposan, bajo el mismo cielo que a todos cobija, bajo su luz, que a todos nos ilumina por igual.»