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26 de noviembre de 2021

La catedral de Salamanca contiene un retablo y una lápida en honor a un bejarano

 Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, 2019.

            Las sorpresas asaltan a cada poco, endulzando o agriando la vida con regalos inesperados o envenenados según sea su cariz. El pasado oculto asalta al historiador cuando descubre un tesoro documental entre los legajos polvorientos de un archivo tradicional, en las fichas informatizadas de uno moderno, ante la pantalla de un ordenador en los registros digitalizados o visitando un lugar significativo. Incluso en una charla con los amigos, que en estos tiempos todo puede ser. El hallazgo que motiva este artículo surgió en una conversación, en este caso de guasap, una modalidad no incluida en la lista precedente. La historiadora Teresa López Hernández había descubierto una lápida de pizarra, inserta en una pared de la catedral de Salamanca, con una inscripción referida al mayorazgo de Francisco Pizarro y Pedraza y a un personaje, «vezino de Bexar». ¿En la catedral de Salamanca?, le pregunté. Sí, en la capilla de Santa Catalina

 Lápida y retablo de Francisco Pizarro y Pedraza, en la capilla de Santa Catalina de la catedral de Salamanca

20 de febrero de 2021

Mas vale no ofender a la Justicia: la conclusión del escandaloso episodio del carruaje de don Antonio Pizarro y Pedraza (2ª Parte y final)

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, 4.828 (05/07/2019), p. 4.

       Los hechos acaecidos el 6 de agosto de 1738 llegaron hasta los oídos ducales, imaginamos que en forma de rumor a los pocos días de ocurridos, y también de forma oficial a través de una denuncia interpuesta ante él por el Corregidor. Así del 20 de agosto se conserva un documento que describe lo acontecido y no precisamente siguiendo la versión recogida por el Consistorio, una versión en la que, recordemos, el primo de Antonio Pizarro había acudido a los regidores para solicitar la apertura de la puerta de paso del coso por la desembocadura de la calle Mayor, petición que se concedió, sino que “hizo romper y derribar una barrera para que entrase en dicha Plaza en el coche su mujer, hermana y criadas[1]”. Su violenta actuación “pudo ocasionar una sublevación de todos ellos

 


Escudo de los Pizarro según el libro de Juan Bautista de la Calle dedicado aAntonio Pizarro y Pedraza en 1756

Y el mismo escudo en una tumba de la rama Pizarro en Gibraleón (Huelva)

13 de febrero de 2021

Más vale no ofender a la Justicia: la conclusión del escandaloso episodio del carruaje de don Antonio Pizarro y Pedraza (1ª Parte)

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, 4.827 (21/06/2019), p. 4.

        Escándalo mayúsculo fue el que protagonizó el potentado Antonio Pizarro y Pedraza cuando, soliviantando a los procuradores del Ayuntamiento y provocando gran escándalo público, se encabezonó en que su carruaje debía pasar por medio de la cerrada Plaza Mayor en día de fiesta y toros. De tal suceso escribimos años ha un artículo[1] del que hoy pretendo ofrecer al lector una visión aumentada y corregida, pues entonces manejé para la construcción de los hechos la versión que del Ayuntamiento se conserva, mientras que hoy podemos añadir la historia vista desde el lado de los funcionarios ducales. 


           Mas comencemos por el protagonista de los hechos. No podría definirse a don Antonio Pizarro y Pedraza[2] como un cualquiera. Había visto la luz en 1714 en Gibraleón (Huelva), señorío de los Zúñiga, vástago de un linaje hidalgo cuyos orígenes radicaban en dicha villa onubense. Desde el siglo anterior una de sus ramas, vinculada a la Casa Ducal por desempeñar labores de funcionariado, se había asentado en Béjar destacándose poco a poco por sus propiedades, influencias y riquezas. Ambos dominios ducales presumían de pertenecer a la esta familia de potentados y se podría decir que se habían hermanado por tal causa.

17 de diciembre de 2018

El hermanamiento entre Béjar y Gibraleón a través de un linaje hidalgo de la Edad Moderna: los Pizarro (4ª Parte y final)

Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: revista Cultural de Gibraleón nº18, diciembre de 2015.


     Como comentamos con anterioridad, Antonio Pizarro heredó a la muerte de su abuelo y de su tío, el mayorazgo o vínculo fundado por el primero, Francisco Pizarro y Pedraza. En él se incluían 1.734 ovejas, 281 corderas, 43 cabras y 20 chivas. Además se integró en su patrimonio, al menos en vida, el palacio del mayorazgo situado frente al desaparecido convento de las monjas dominicas de la Piedad

 El palacio de los Pizarro es el edificio de la izquierda del lienzo de soportales

      La edificación, de gran empaque, ocupa la mayor parte del lienzo norte de dicha plaza, otrora espacio presidido por el Palacio Nuevo de los duques, luego convento. A imitación de su señor y de las obras que se estaban llevando a cabo en esos momentos en la Plaza Mayor, con la edificación de los soportales que aún perviven, los Pizarro, Francisco Pizarro, el abuelo, y Antonio Pizarro, el nieto, costearán la construcción de un palacio, digno de su mayorazgo y linaje, con soportales, cuadra, bodega, patio cuadrangular y capilla particular

3 de diciembre de 2018

El hermanamiento entre Béjar y Gibraleón a través de un linaje hidalgo de la Edad Moderna: los Pizarro (3ª Parte)


Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista Cultural de Gibraleón nº18, Dic. 2015



Los Pizarro: el mayorazgo, sus propiedades y el palacio en Béjar


      La presencia de los Pizarro en el Béjar de la Edad Moderna, sobre todo entre los ss. XVII y XVIII, es constante: ejercen de padrinos de los hijos otros hidalgos, poseen extensas propiedades, molinos, tierras y rentas. Pero sin duda se les puede englobar en la lista de la nobleza tradicional, mas dedicada a mantenerse del trabajo que obtienen de sus tierras o de las rentas de sus molinos que a la inversión en las manufacturas textiles. Esta actividad, desarrollada desde la Edad Media en Béjar, viene a eclosionar en este momento gracias al patrocinio de los Zúñiga. Es entonces cuando algunos propietarios, deciden a imitación del duque invertir sus escasos ahorros en la compra de uno o dos telares. Las ganancias que les reporten serán sólo un complemento para sus pequeñas economías familiares[1]. Estos precarios comienzos se transformarán significativamente en el siglo posterior, convirtiendo Béjar en un foco industrial del oeste peninsular.



 Río Cuerpo de Hombre

       El caso de los Pizarro es abiertamente diferente: seguían manteniendo los ideales y privilegios de la nobleza castellana, lejos del trabajo manual y los negocios, fuera de los ideales ilustrados imperantes, atada a las rentas de la tierra, de la ganadería y de los beneficios extraídos de sus molinos.

26 de noviembre de 2018

El hermanamiento entre Béjar y Gibraleón a través de un linaje hidalgo de la Edad Moderna: los Pizarro (2ª Parte)

Autora: Carmen Cascón Matas 
Publicado:  Revista Cultural de Gibraleón (Huelva) nº17. Junio de 2015

         En 1713 dejará este mundo Francisco Pizarro y Pedraza y en 1729 le seguirá su esposa doña Ana López Dávila, según la partida de defunción, muerta “de repente”. Al fallecimiento de su padre heredará el mayorazgo de los Pizarro y el vínculo de los López Dávila, como hemos comentado, su hijo Francisco Pizarro y Pedraza quien, como clérigo, no tendrá descendencia legítima.

 Iglesia de El Salvador. Béjar

      A la hora de redactar su testamento en 1734 designará como heredero del mayorazgo a su sobrino Antonio Raimundo, hijo de Juan Vicente. El segundón de la familia había casado en tres ocasiones con mujeres nacidas en Gibraleón y con todas ellas tuvo descendencia, primero con María Camacho y Blanco, después con Mª Josefa Ojeda y Rivera y por último con su prima Mª Agustina Pizarro y Acorso. Nos interesa mencionar a algunos de ellos porque seguirán consolidando los intereses familiares en ambas villas hermanas. Con María Camacho y Blanco, Juan Vicente había tenido en Gibraleón en 1714 a Antonio Raimundo Pizarro y Pedraza, quien heredaría el mayorazgo fundado por su abuelo Francisco Pizarro y Pedraza en Béjar, como hemos dicho. Mientras sus hermanos José (habido con su prima Mª Agustina Pizarro Acorso), Francisco Tadeo (Gibraleón, 1737-1799), Antonia, Isabel, Juan Antonio (casado también con su prima Mª Antonia Pizarro y Acorso, nacido en Gibraleón y muerto en Béjar) y María (casada con el onubense José de Mora y Negro) permanecían Gibraleón, él se apartaría de la senda del linaje en tierras andaluzas para seguir la política de engrandecimiento familiar en tierras salamantinas. 

19 de noviembre de 2018

El hermanamiento entre Béjar y Gibraleón a través de un linaje hidalgo de la Edad Moderna: los Pizarro (1ª Parte)

Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista Cultural de Gibraleón (Huelva) nº 17. Junio de 2015

       El apellido Pizarro resulta familiar a cualquier bejarano y no es la razón primordial que lo luzcan muchos paisanos en su carnet de identidad, no. Con el nombre de Pizarro se han bautizado a unos soportales situados en la antigua plaza del convento de monjas dominicas de la Piedad, fundado por los duques de Béjar a finales del siglo XVI en el antiguo Palacio Nuevo, hoy desaparecido. En el devenir cotidiano, en el transcurrir lento de las estaciones, cientos de bejaranos lo recorren arriba y abajo a lo largo de la calle Mayor, el eje principal que comunica el antiguo centro neurálgico de la villa, la plaza Mayor, y el moderno, La Corredera con su Parque Municipal a su vera. 

 Portales de Pizarro

       Pocos de ellos, sin embargo, saben que están pasando a la sombra de una antigua casa de mayorazgo que nada tiene que ver con el conquistador extremeño Francisco Pizarro y mucho con un linaje que vivió generación tras generación al servicio de la Casa de Zúñiga, entre Herrera, Belalcázar, Burguillos y sobre todo Gibraleón y Béjar. 

10 de marzo de 2010

Unos versos para Antonio Pizarro y Pedraza

Autora: Carmen Cascón Matas


Ya tratamos en este blog la vida de dos personajes bejaranos, abueno y nieto, Francisco y Antonio Pizarro y Pedraza. De ese artículo intentaré hacer un resumen para refrescar memorias y centrarnos en un poema que no tiene desperdicio.

El primero, oriundo de Gibraleón y perteneciente al estado de los hijosdalgo, viene a Béjar a finales del siglo XVII, más o menos a partir de 1679. Poseedor de multitud de propiedades entre las que se encontraban huertas, viñas o molinos, desempeñó cargos de importancia en el consistorio, como teniente de corregidor o alcalde del estado de los hijosdalgo. Matrimonió en segundas nupcias con una mujer de familia hidalga bejarana, quizás con la intención de enraizar más firmemente su supremacía económica y social sobre la villa (aunque nunca sin presentar batalla de poder sobre su señor natural, el duque). Se llamaba Ana López Dávila del Castillo y descendía del mismo tronco familiar que el canónigo de Plasencia Bartolomé López Dávila. Un hermano de ésta, Manuel, también casaría con un miembro del linaje de los Pizarro, María, hermana de Francisco.

  Portales de Pizarro. Béjar

De su enlace nacieron numerosos hijos, cuyo desglose ya fue realizado en el artículo que mencionamos. Nos interesa la figura de Juan Vicente que marchó pronto a Gibraleón y casó allí con María Camacho. Uno de los frutos de su matrimonio fue Antonio Pizarro y Pedraza, quien a la muerte de su abuelo hereda toda su hacienda, posesiones y mayorazgo.

9 de agosto de 2009

El carruaje de Antonio Pizarro y Pedraza


Autora: Mª del Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, 10 de julio de 2009.


Aquella tarde del 6 de agosto de 1738, sobre el suelo de nuestra Plaza Mayor, gentes variopintas transitaban de un lado a otro bajo un sol de justicia. Chapines de mujeres nobles acariciando el basto suelo, botas de cuero de andares marciales, pies ennegrecidos de niños vagabundos, zapatos agujereados de trabajadores gremiales y aterciopelados negros de los miembros del Cabildo Eclesiástico, fino raso del calzado a la última moda, campesinas alpargatas de esparto. Vocerío de tenderos. Una flauta, una voz echada al aire por un contador de historias ambulante. Un predicador sobre un cajón reúne a cien oídos atraídos por temas marianos. Olor a sudor, pan recién hecho, a añil en las manos de un aprendiz de tintorero, al efímero aroma a jazmín que se desprende de una figura aristocrática, esfumada tras el humo impregnado por perdices asadas.


"El cacharrero" de Francisco de Goya
Museo del Prado

Sensaciones desprendidas un 6 de agosto, día de la Transfiguración, fiesta titular de la iglesia de El Salvador celebrada como todos los años con misa mayor, instalación de mercadillo y una corrida de toros en la Plaza Mayor. Sí, en la Plaza con mayúsculas y no en la plaza del Castañar construida en 1711. No es de extrañar por dos motivos. Por un lado porque en las plazas de muchas poblaciones españolas se celebraban corridas de toros gracias a estructuras efímeras que se levantaban para la ocasión o de un espacio dedicado permanentemente a ello. Según el trabajo de José Muñoz dedicado a la Plaza Mayor, existía un espacio llamado la Pedrera, situado más o menos en la Plaza de los Aires, que desempeñaba tal función desde el siglo XVI. Por otro, hay que hacer constar que la plaza de toros del Castañar era propiedad de la cofradía de la Virgen y sólo se utilizaba en las fiestas de nuestra patrona con el fin de recaudar los fondos necesarios para edificar el santuario. Así la Plaza Mayor seguía siendo el centro de los espectáculos taurinos organizados por el Consistorio, incluidos los que culminaban las fiestas mayores de las parroquias.

14 de enero de 2009

Francisco y Antonio Pizarro (2ª Parte)


Autora: Mª Carmen Cascón Matas
Publicado:Béjar en Madrid, nº 4.463. Septiembre de 2007.


A la muerte de Francisco Pizarro y Pedraza hereda sus posesiones, cargos y títulos su nieto Antonio Pizarro y Pedraza (era habitual entre las familias hidalgas de la época mantener el apellido familiar de generación en generación), hijo de Juan Vicente Pizarro (nacido en Béjar en 1679) y de María Camacho(natural de Gibraleón). Aunque Juan Vicente, hijo de Francisco, había nacido en Béjar, se trasladaría pronto a Gibraleón de donde era oriundo el apellido familiar y allí casaría y nacerían sus hijos. Suponemos que Antonio viviría allí su infancia, trasladándose a Béjar una vez que fue declarado legítimo heredero de las posesiones del abuelo. La preeminencia social de la familia se mantuvo en vida de éste: Antonio será nombrado Regidor Perpetuo del Ayuntamiento de Béjar.

A su llegada a Béjar en 1732, Antonio casó con su sobrina Ana María Pizarro, natural también de Gibraleón y de la que no tuvo hijos. El enlace consanguíneo viene a ser una muestra mas de la endogamia característica en las familias nobles de la Edad Moderna.

Portales de Pizarro (casas)

7 de enero de 2009

Francisco y Antonio Pizarro (1ª Parte)



Autora: Mª Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, nºs 4462. Septiembre de 2007


Todo bejarano, que se precie de serlo, al que se le mencione el apellido Pizarro, relacionado con un lugar de nuestra ciudad, le viene a la cabeza la imagen de los Portales que se alzan en la Plazuela de la Piedad. Pero estoy segura de que la mayoría ignora el motivo de esta denominación y la historia familiar que conlleva. Quizás algunos respondan que tiene que ver con Francisco Pizarro, el famoso conquistador del Perú, pero nada más lejos de la verdad.

A finales del siglo XVII un hidalgo proveniente de la ciudad de Gibraleón, enriquecido y emparentado con la nobleza, hace su aparición en Béjar. Sobra decir que con seguridad viene llamado por el Duque de Béjar, pues entre sus muchos títulos y señoríos poseía el de señor de Gibraleón. El hidalgo se llamaba Francisco Pizarro y Pedraza. Su nombre empieza a aparecer en la documentación que manejamos a partir de 1679, citándosele como poseedor de numerosas rentas, tierras, (viñas, huertas, .molinos..) beneficios y títulos de carácter civil, tales como alcalde de los hijosdalgo (representante de la nobleza de la Villa de Béjar en el consistorio) o teniente de Corregidor.

De su vida privada conocemos bastante: casó en primeras nupcias con Ana María Sevilla, de la cual tuvo una hija llamada María Francisca, y tras la muerte de ésta, casó de nuevo en Béjar con Ana López Dávila del Castillo en 1675. Esta señora era natural de Béjar y pertenecía asimismo a una de las familias de mayor prestigio en nuestra villa. Había nacido en 1653 y era hija de Juan López del Castillo López Dávila y de María González. La realización de este matrimonio por parte de Francisco Pizarro poseía una intención claramente integradora y una voluntad de lograr el reconocimiento social entre la nobleza bejarana, maniobra además que se refuerza por partida doble, pues una hermana de Francisco, María Pizarro y Pedraza, casará con un hermano de Ana, Manuel López Dávila. Otro de los hermano de Ana, Antonio era sacerdote beneficiado de la iglesia de El Salvador.

Casas de los portales de Pizarro