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15 de febrero de 2014

Las mujeres-fabricante bejaranas del siglo XVIII. ¿Independencia o sometimiento social? (4ª Parte y final)




Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2011, pp. 81-86.


              Las mujeres de las familias artesanales limitaban su trabajo al cuidado de los hijos y de la casa, siendo excepcionales aquellas que se dedicaban en exclusividad al negocio fabril, pues no recibían una educación enfocada hacia ello. Con todo, estaban tan involucradas en las tareas de sus maridos que, a veces, se hacía la vista gorda dentro de la jerarquizada estructura gremial cuando la mano de obra escaseaba, dejándoseles participar en labores de hilado o acabado siempre y cuando pertenecieran sus maridos al gremio[1]


        Merecen una mención aparte las mujeres-fabricante que dirigían el negocio familiar tras el fallecimiento de su cónyuge, o bien si no existían herederos directos o bien por minoría de edad de los hijos habidos dentro del matrimonio o de enlaces anteriores. Los gremios admitían a las mujeres de los fabricantes fallecidos seguir regentando los negocios del agremiado [2], aunque siempre controlando que esta situación no se prolongase más allá del paso a la mayoría de edad de sus hijos varones. 

8 de febrero de 2014

Las mujeres-fabricante bejaranas del siglo XVIII. ¿Independencia o sometimiento social? (3ª Parte)



Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2011, pp. 81-86.


Es curioso constatar que en los estudios sobre el textil bejarano del siglo XVIII es frecuente encontrar una fuerte presencia de mujeres al frente de los negocios dedicados al ramo, como ya advertimos en la introducción a este mismo artículo. En general, el papel femenino en la sociedad de la Edad Moderna dependía de los varones que conformaban el círculo familiar (padre, hermanos, marido e hijos), los cuales les mantenían económicamente, correspondiendo ellas con su fertilidad y organizando la casa de manera diligente. Según Richard Steele, ensayista del siglo XVII, "una mujer es una hija, una hermana, una esposa y una madre, un mero apéndice de la raza humana" [1]


1 de febrero de 2014

Las mujeres-fabricante bejaranas del siglo XVIII. ¿Independencia o sometimiento social? (2ª Parte)



Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2011, pp. 81-86.



            Pero, para comprender el papel de las mujeres en el contexto texil del siglo XVIII, se hace imprescindible narrar algunas pinceladas de la historia de las manufacturas en Béjar. El proceso productivo fabril se había iniciado muy probablemente en el siglo XIII [1], aunque el resultado no fuese ni mucho menos eficiente habida cuenta de que la manufactura existente se centraba en la tejeduría basta; es decir, en la fabricación de paños de lana de escasa calidad (materia prima, por cierto, procedente de Extremadura) destinados única y exclusivamente al consumo interno. El 15 de septiembre de 1500 los Reyes Católicos aprobaron la “Pragmática de los paños” [2], de la cual se aprovecharon las manufacturas bejaranas para avanzar tímidamente en su producción, limitada a pequeños talleres con dos o tres telares a lo sumo Ya por entonces la Casa Ducal bejarana demostró un cierto interés en el desarrollo económico de sus estados con un fin no de carácter altruista, sino más bien con miras a obtener un beneficio propio. Buena muestra de esto que decimos es que en el siglo XVI los Zúñiga construyeron un batán, un lavadero y un tinte en el río Cuerpo de Hombre, el venero de riqueza de la población, a la vez que iniciaron la monopolización del proceso del tintado de los paños, obligando a todo aquel que quisiera otorgar color a sus telas a pasar por el tinte de propiedad ducal, pagando una tasa por su uso.


25 de enero de 2014

Las mujeres-fabricante bejaranas del siglo XVIII. ¿Independencia o sometimiento social? (1ª Parte)


Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2011, pp. 81-86.

Introducción



            Guardo una cierta predilección por los estudios históricos relacionados con la historia textil de Béjar y, sobre todo, por las publicaciones de la historiadora experta en este tema la gerundense Rosa Ros Massana. Recuerdo que, cuando me regalaron el libro La industria textil lanera de Béjar (1680- 1850). La formación de un enclave industrial [1], lo devoré con ansia, asombrada por la cantidad y calidad de datos inéditos que ofrecía sobre aquellos primeros pasos de las manufacturas en nuestra villa, los personajes involucrados en ella y sus quehaceres, más allá de datos concretos de producción o consumos. Aquellos “maestros flamencos”, en cuyas aventuras me había zambullido de adolescente gracias al cómic de José Muñoz Domínguez [2] de idéntico título, se hacían tangibles fuera ya de la tinta y los diálogos enmarcados en globos y “bocadillos”; se convertían en seres de carne y hueso, fabricantes con viviendas y obradores reales, con cifras relacionadas con la producción, extraídos de testamentos y protocolos notariales. Y, sin embargo, los maestros extranjeros no fueron los únicos protagonistas del desarrollo textil bejarano previo al alumbramiento de la “Manchester Castellana” o "La Perla de Castilla", tal y como se ha denominado  a la Béjar del siglo XIX. Su testigo fue tomado por unos bejaranos ávidos de aprender, de enriquecerse, de mezclar su sangre con la de aquellos extranjeros venidos por obra y gracia, primero de las duquesas viudas doña Teresa Sarmiento de la Cerda y doña Mª Alberta de Castro y Portugal, y después del duque don Juan Manuel II. Nombres castellanos y forasteros se entremezclaron en un proceso imparable de fusión de intereses, negocios y familias. 

 "La encajera", Vermeer de Delft

23 de febrero de 2009

Una mujer del siglo XVIII fabricante y mecenas (2ª Parte)


Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, nº 4521. Noviembre de 2008


La amiga de Antonia Hernández Ajero, María Peña García, natural de Candelario, había tenido una trayectoria personal parecida a la de Antonia, pues había enviudado al poco de casarse con Francisco Sánchez Barruelo, sin tener tiempo de darle ningún vástago. María tomó el nombre de María de Jesús, a la vez que hizo votos de pobreza, castidad y obediencia, ganando su sustento hilando. Por ambas vías conocería, suponemos, Antonia a María, tanto por su fama de santidad como por la dedicación al textil, aunque en distinta medida. La una pobre y extremadamente beata, la otra rica y con aspiraciones piadosas; la una le dio a la otra lo que le faltaba; las uniría la viudedad, la devoción y la lana.

La Morala, llamada así por su apellidos maternos, García Morales, experimentaría en casa de Antonia las experiencias místicas que todos conocemos por los relatos de don Juan Muñoz, visiones aquellas en las que vio a la Virgen sentada a los pies de la cruz, sosteniendo en los brazos a Su Hijo muerto, en medio de un coro de ángeles que cantaban el himno del Stabat Mater Dolorosa. María relató después que la Virgen le dijo: Vengo para concederte lo que me pides. Coloca en la iglesia del Convento San Francisco una imagen mía en la que yo esté representada tal como aquí me ves. Y diciendo esto, sacó una llave y, por la llaga del costado,abrió el pecho y habló: Aquí está el amor. Pon aquí tu corazón. 



Virgen de las Angustias. Iglesia de Santa maría la Mayor

16 de febrero de 2009

Una mujer del siglo XVIII fabricante y mecenas (1ª Parte)



Autor: Mª Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.520. Noviembre de 2008



Antonia Hernández Ajero nació en Béjar en 1714 y, si nos interesa realizar una reseña sobre ella, nos es por otra cosa que por ser una mujer mezcla de fabricante de paños y beata, propietaria de obrador y viuda compungida, mecenas de las artes como medio de devoción y protectora de la Orden Terciaria Franciscana de mujeres en nuestra Villa. Una combinación de caracteres que el lector entenderá a medida que contemos algunos de los episodios de su vida.

Lo de los paños a Antonia le venía de familia, tanto propia como política, pues había nacido en una familia eminentemente manufacturera. Su padre, Antonio Hernández Ajero Sánchez de las Matas, había prosperado como fabricante de paños a finales del siglo XVII, momento en que la Casa Ducal injerta en la red lanera bejarana a los maestros flamencos. El negocio debía de irle viento en popa, aún teniendo en cuenta que en aquella época los talleres eran modestos, pues se componían de unos pocos telares y con una mano de obra eminentemente manual. En suma, la manufactura bejarana todavía se podría adjetivar de artesanal, aunque el impulso que tomó en el siglo XVIII llegará a ser tal, que bien se puede considerar parte de la base de la industria pañera bejarana de los siglos XIX y XX.