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14 de junio de 2015

La infanta Paz de Borbón en Béjar

Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto
Publicado: Semanario Béjar en Madrid, nº 4.718 (5/12/2014), p. 4.

El recuerdo de las visitas regias a nuestra ciudad ha quedado señalado en el calendario honorífico de los acontecimientos. La última vez que un miembro de la Familia Real estuvo entre nosotros fue el 21 de junio de 2001 cuando la Reina doña Sofía reinauguraba el teatro Cervantes (la “cajita de música” en sus propias palabras) tras años de restauración. Diecisiete años antes, junto con su esposo el Rey Juan Carlos I, Béjar recibía su visita oficial. Antes, mucho antes, hizo lo mismo Alfonso XIII, y aun aquellas infantas, populares y castizas, de cuando los hombres rizaban sus bigotes y planchaban sus levitas, y los anchos sombreros tocaban el peinado de las damas[1]. Son muy recordadas las dos visitas que la Infanta Isabel de Borbón “La Chata”  realizó en 1916 y 1929, pero casi olvidada  la que su hermana, la Infanta Paz de Borbón y su esposo el príncipe alemán y doctor Luis Fernando de Baviera, habían realizado con anterioridad, el 14 de septiembre de 1912

Infanta Paz de Borbón

Paz de Borbón era hija de la reina Isabel II y de su esposo Francisco de Asís (aunque este último probablemente no era su padre biológico), y por lo tanto hermana del rey Alfonso XII. Llevaba ocho apellidos Borbón a sus espaldas y con ellos todo el casticismo y cercanía que siempre se le atribuyó a su estirpe. Era escritora, poetisa y pacifista, en tiempos aún de espada y muerte; muy atenta a los problemas de España (que no eran pocos), en especial al de la pobreza. La relación de este matrimonio con Béjar y con la provincia de Salamanca no era ni casual ni reciente. La profunda religiosidad de la dama había sido el cauce de acercamiento a nuestra zona desde que se interesara por el estado de las obras de la Basílica de Santa Teresa en Alba de Tormes, cuyos problemas económicos intentó paliar sin los resultados deseados. Un factor más humano de esta cercanía a Salamanca tenía que ver con que el secretario personal de la Infanta, y una de sus personas de mayor confianza, era Gonzalo Sanz, clérigo natural de Miranda del Castañar con quien tuvo la oportunidad de conocer in situ la realidad de las zonas rurales de esta provincia. La Infanta fue testigo en estas tierras del atraso secular del campo, todo ello en un país que hasta hacía muy pocos años presumía de imperial.