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2 de junio de 2023

«Por más agua que se gastó». Sobre el incendio que redujo a cenizas la iglesia del convento de San Francisco en 1751

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, 4.900 (5/VIII/2022), p. 4.

 

            ¡Fuego, fuego!, grita un vecino corriendo despavorido por la calle Mansilla. ¿Dónde, dónde?, preguntan varios paisanos alertados por los gritos saliendo de sus refugios en sombra y exponiéndose al implacable sol de una tarde de julio. El temor a que las casas salieran ardiendo era una constante, una espada de Damocles siempre a punto de caer sobre las cabezas. No hace falta una respuesta: una densa columna de humo se alza hacia el cielo por detrás de las casas del lado norte. Sólo existen dos orígenes posibles: las cuestas del río o el convento de San Francisco. Por la gravedad de los rostros, la realidad más negra se les echa encima. Decenas de personas acuden al fuego, haciendo cadenas, traspasando de mano en mano baldes, cubos, tinajas, damajuanas. Son jornaleros, bataneros, tejedores, comerciantes, mendigos, ganapanes; flamencos e ingleses, españoles y portugueses; mujeres de mala vida y beatas, hiladoras y tenderas; sacerdotes, frailes, milicianos, buscavidas. Bejaranos ayudando codo con codo, de diversas procedencias y lenguas. El llamamiento se ha extendido como la pólvora y paisanos de todas las parroquias se tiznan de ceniza. Hasta el duque don Joaquín, presente en Béjar por aquellos días de julio de 1751, se interesa por el pavoroso incendio que está reduciendo a polvo su querido convento de San Francisco. A caballo se desplaza desde el palacio ducal con rostro preocupado bajo su peluca empolvada a la moda. Al día siguiente es el obispo de Plasencia, don José Ignacio Cornejo, también a caballo, quien se acerca a contemplar el destrozo. 

 Vista aérea del convento de San Francisco de Béjar. Foto aquí

            Así nos lo narra fray Liciniano Saez, archivero de la Casa de Osuna a finales del siglo XVIII[1]. Aquel monasterio de orígenes medievales, engrandecido por los distintos señores de Béjar a finales del siglo XVI, de cuyos últimos años se puede fechar su magnífico claustro, quedaba destruido en buena parte por un incendio declarado a las dos de la tarde un día de julio de 1751. El foco comenzó en una celda situada encima de la portería y no pudo controlarse hasta el final de la jornada, extendiéndose por el edificio claustral «por más agua que se gastó». La ruina afectó al lado sur del convento es decir, a la iglesia de origen medieval, reedificada por Francisco II hacia 1570[2], y las celdas adyacentes al claustro. Una visión anterior al incendio la proporciona la Vista de Béjar de Ventura Lirios en 1727. Según las fuentes «apenas se pudieron sacar las ymagenes, pereçiendo lo demás con el organo, libros del coro, retablos y otras cosas». Hasta las cabezas de madera de las campanas de la espadaña acabaron destruidas. 

22 de mayo de 2020

Un conflicto de escudos en Baños de Montemayor: los Zúñiga frente a los Carvajal (3ª Parte y final)

Autor: Miguel Sánchez González


Como decíamos casi al principio el conflicto de los escudos se dilató tanto que mientras se dirimía subió al trono Felipe II, un nuevo duque heredó la corona de Béjar, don Francisco, y un nuevo obispo fue elegido en Plasencia, don Pedro Ponce de León. En otro documento expedido por la Audiencia de la Chancillería de Valladolid se vuelve a tratar a petición del nuevo obispo[1].




Inicio de la ejecutoria 1165-47



“Executoria a pedimyento del obispo de Plasençia

Octubre 1569

Don Felipe al nuestro justiçia mayor y a los de nuestro consejo presidente e oydores de las nuestras audiençias... salud e graçia. Sepades que el pleito criminal paso e se trato en la nuestra corte y chançilleria... entre el reverendo en chrpto padre don Gutierre de Carabajal, obispo que fue de Plasençia... y Françisco de Ribera, alcalde mayor que fue de la villa de Bejar, y Lope de Balmaseda, alguazil en ella, y Françisco Martin, escrivano... se querello criminalmente contra don Françisco de Çuñiga e doña Teresa su muger, duques de Bejar, e Françisco de Ribera, su gobernador...”.