Autor: Agustín B. García Gómez
En estos días en los que el valle del río Jerte, hermano de los valles del Cuerpo de Hombre y del Ambroz, valles trillizos nacidos a los pies de la Sierra de Béjar, visten las mejores galas florales de sus cerezos que a tantos visitantes atrae, uno no puede por menos que recordar las palabras del viajero Antonio Ponz que en 1775 en su recorrido por España y al llegar al valle del Cuerpo de Hombre escribió aquello de
“La Villa de Béjar, está puesta sobre una alta loma entre las sierras, que llaman también de Béjar, incomparablemente más elevadas, y son en las que tiene fin, por el lado opuesto, el valle de Plasencia, unidas al puerto de Tornavacas. La subida a la villa es rápida, y penosa: la mayor parte está cercada de un rio, que llaman Cuerpo de Hombre, y nace en un paraje de la serranía, llamado Navamuño”.