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5 de diciembre de 2020

De cuando, en ocasión de una epidemia de peste, atendió a los enfermos don Mateo Jareño de la Parra, un médico de gran valía y posterior fama (1679)

 Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.845 (20/03/2020), p. 4.

 

 Prolija es la documentación generada en Béjar durante el largo periodo de la guerra hispano portuguesa de independencia de Portugal, la llamada Guerra de Restauración Portuguesa, que duró 28 años entre 1640 y 1668. Al ubicarse nuestra villa en las proximidades de la frontera entre las dos coronas, bajo el cetro de la Monarquía Hispánica, no estuvo exenta de los embates de uno y otro bando, sobre todo por el tráfago de soldados. La desolación y la violencia, el hambre y la miseria se cebaron entre nuestros conciudadanos.


¿Irían los médicos de Béjar de esta guisa para tratar a los enfermos de peste?

 

            Una de las secuelas más funestas del conflicto residió en la propagación una epidemia cuyo origen se trasladó por unanimidad a las tropas extranjeras que pululaban por doquier. En efecto, entre 1678 y 1681 se desató uno de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, la peste[1]. Los enterramientos contabilizados de personas adultas por este mal en las parroquias de la Villa, sin contar los conventos, ascendieron a 507 y en el conjunto de la Villa y Tierra a 1.386.

29 de mayo de 2020

Béjar y la gripe de 1918


Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

       Rastreando en la red antiguas notas sobre el tema, aparecen también algunas recientes que rememoran el suceso y entregan puntos de comparación. Lo primero son los síntomas, similares a los actuales del coronavirus: fiebre alta, tos, dolor de cabeza, dificultad para respirar, cansancio y dolor corporal. Y el mismo vehículo de contagio: la tos.


 


Bolsamania.com



       Después de referirse a la situación general de la provincia, Carlos Javier Salgado Fuentes, doctor en Ciencia Política por la Universidad de Salamanca, dice lo siguiente sobre Béjar en su artículo La epidemia de gripe de 1918, publicado en Salamancartvaldia.es el 20 de marzo pasado:  

12 de mayo de 2019

Uso, consumo y arquitectura de la nieve en torno al jardín (2ª Parte)

Autor: Juan Antonio Frías Corsino
Publicado: Actas de las IV Jornadas “El Bosque de Béjar y las Villas de Recreo en el Renacimiento. Béjar 2002. Grupo Cultural San Gil. Salamanca, 2003. ISBN 84-923043-3-2. 


   La compleja infraestructura comercial para dar abastecimiento de nieve a los núcleos urbanos durante todo el año, especialmente en los meses calurosos, y el carácter adquirido de producto de uso cotidiano según el pensamiento de la época, originó una serie de estructuras muy organizadas en las que un elevado número de personas participaban en el entramado. Sobresaliendo las agrupaciones de trabajo comunitario, y las más organizadas sociedades mercantiles como en Barcelona en el s. XVIII la Compañía de la Neu de San Celoni o en Madrid más tardía la Sociedad Anónima de Neveras del Guadarrama, y en Francia la Compañía General de Glaciares de París, y la Sociedad General de Glaciares de los Alpes. 

        El transporte se realizaba con caballerías, aislando la nieve con paja, cueros e incluso textiles de gran batán, apareciendo también la figura del porteador de nieve. En tierras bejaranas el oficio de nevero lo ejercían un buen numero de moradores, recogemos como ejemplo documental que en 1632, en la relación de las penas que se aplicaron a quienes desviaron el agua de “El Bosque” aparece entre otros infractores Pedro Martín Fraile, de oficio nevero [1]. 

 Nevateros

         El potenciamiento del consumo obligó en algunos casos a localizar y transportar la nieve desde puntos muy distantes entre sí, hasta el caso de fletar embarcaciones desde Barcelona a Mallorca, de Alicante a Argel y Orán. Incluso de Mataró a Cádiz. Se establecieron rutas marítimas desde Noruega a América del Sur, Alejandría y Túnez. Se hizo necesaria la expansión constructiva de la red de pozos de nieve por toda la geografía para dar solución a los problemas de abastecimiento y gran consumo. Aparecen así las neveras o pozos de montaña, aprovisionamientos de gran capacidad ubicados en montañas de elevada altitud, relativamente cercanas a los núcleos urbanos. La red de distribución se complementa con las neveras urbanas para el abastecimiento local y comarcal. También surgen las neverías o nevaterías como puntos de recepción para pequeño almacenamiento y despacho comercial.

17 de diciembre de 2018

El hermanamiento entre Béjar y Gibraleón a través de un linaje hidalgo de la Edad Moderna: los Pizarro (4ª Parte y final)

Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: revista Cultural de Gibraleón nº18, diciembre de 2015.


     Como comentamos con anterioridad, Antonio Pizarro heredó a la muerte de su abuelo y de su tío, el mayorazgo o vínculo fundado por el primero, Francisco Pizarro y Pedraza. En él se incluían 1.734 ovejas, 281 corderas, 43 cabras y 20 chivas. Además se integró en su patrimonio, al menos en vida, el palacio del mayorazgo situado frente al desaparecido convento de las monjas dominicas de la Piedad

 El palacio de los Pizarro es el edificio de la izquierda del lienzo de soportales

      La edificación, de gran empaque, ocupa la mayor parte del lienzo norte de dicha plaza, otrora espacio presidido por el Palacio Nuevo de los duques, luego convento. A imitación de su señor y de las obras que se estaban llevando a cabo en esos momentos en la Plaza Mayor, con la edificación de los soportales que aún perviven, los Pizarro, Francisco Pizarro, el abuelo, y Antonio Pizarro, el nieto, costearán la construcción de un palacio, digno de su mayorazgo y linaje, con soportales, cuadra, bodega, patio cuadrangular y capilla particular

27 de febrero de 2017

Entre la Medicina y el Derecho: Nicolás Sánchez de las Matas, un bejarano en el balneario de Archena (1803-1869)



Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid,  nº 4.762 (7/10/2016), p. 4.

El nombre de Nicolás Sánchez de las Matas nos es, quizá, desconocido en el entorno bejarano, pero eso no quiere decir que este nacido en Béjar resulte extraño en el territorio nacional. De hecho, en Murcia existen varias publicaciones centradas en este personaje[1]. La marcha de su ciudad natal le privó de ser recordado, quizá solo acaso por su familia, y ese fenómeno de olvido les es común a muchos otros bejaranos que vagan aún navegando en la leve línea que divide el reconocimiento de la más absoluta de las desmemorias. Y lo podemos fácilmente comprobar a través de la consulta de la bibliografía: aquí ni una línea; en Murcia, como digo, varios artículos, al margen de los libros que él mismo publicó en vida, reeditados algunos de ellos recientemente. 

Foto antigua de la fachada de las Escuelas Mayores de la universidad de Salamanca
Foto sacada de todocolección.net


Nicolás Sánchez de las Matas vio la luz en Béjar a principios del siglo XIX, en 1803, imaginamos que en el seno de una familia pudiente que bien le pudo costear su marcha a Salamanca y sus estudios en la Facultad de Medicina y de Filosofía de la Universidad. Sólo poseyendo este dato tan escueto podemos vislumbrar la curiosidad por saberes tan dispares, ciencias y letras, que demostró a lo largo de su vida nuestro biografiado, lo cual demostró a través de distintas publicaciones. Sus ansias por aprender parecían no  tener límites y podía compaginar estudios variados de manera simultánea. Comprobémoslo a través de su currículum: en 1826 se licenció en Medicina por la Universidad de Salamanca y un año más tarde conseguía de manos de la misma institución académica el título de catedrático de Instituciones Filosóficas. Por fin, en 1828 se doctoró en Medicina en el Real Colegio de San Carlos de Madrid

16 de septiembre de 2014

Un caso de locura y muerte en la Fuente de la Romana de Candelario




Autora: Mª Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, 01/08/2014, 4.708.

     Un día 22 de julio de 1735 ocurrió un suceso que convulsionó, imaginamos, a Candelario y Béjar[1]. Adentrémonos en la neblina opaca que, como un leve velo de sombras, separa el pasado del presente; olvidémonos de los grandes hechos históricos, de las hazañas de los grandes nombres esculpidos a fuego e imaginémonos en Candelario hace trescientos años, ejercicio fácil si atendemos a lo bien conservado que se encuentra el caserío del pueblo en la actualidad, casi como luciría entonces. 

 Casas de Candelario


Eran las diez de la noche cuando unos golpes en la puerta a modo de llamada interrumpieron la tranquila y calurosa velada del alguacil mayor don Francisco Dejado y Venero en Béjar. Un hombre, entre nervios y balbuceos, a trompicones, fue capaz de narrar que Juan Fraile, vecino de Candelario, “salio a ora de ponerse el sol con una pistola en la mano como viendo de las gentes, azia el Canpo y que llegando a una fuente se disparo con el, caio en tierra y se ha reconocido estar muerto”. Don Francisco, ante la gravedad del caso, echó mano al sombrero y al capote, montó su viejo caballo y, avisando al escribano Esteban García, pusieron rumbo a Candelario adonde arribaron a las once de la noche. Junto a la ermita del Humilladero les recibieron los testigos, entre otros el alcalde Ventura Ballejera y el cirujano Antonio Bueno. El alguacil de Béjar inquirió a los presentes sobre el lugar donde se encontraba el cadáver y todos a una se dirigieron hacia la Cuesta de la Romanay junto ael pilar deella estaba muerto naturalmente Juan Fraile, veçino que fue de este lugar”. El escribano, a petición de don Francisco, procedió a poner por escrito la descripción de la escena: el finado “estaba boca arriba con el brazo derecho destendido e inclinado azia dicho lado derecho; y el Brazo Hizquierdo echado sobre el pecho; y un jugon blanco que tenia puesto tenia junto a la tetilla de dicho lado siniestro tenia un vraço rendondo y alrededor deel negro como de polbora”.

23 de febrero de 2013

El doctor Ramiro Arroyo y la lucha contra la gripe española (2ª parte y final)



           

Autor: Javier R. Sánchez Martín
Artículo: ¿Quién fue Ramiro Arroyo?
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de la Cámara de Comercio de Béjar, 2011.


             D. Ramiro hablaba bien el francés y se defendía en inglés y alemán, por lo que fue contratado por la Escuela Industrial para dar clases de francés y de otras materias, faceta en la que también destacó, ganándose el aprecio de sus colegas y de sus alumnos.


            En 1918 obtuvo por oposición una plaza de inspector provincial de Sanidad, pero antes de tomar posesión renunció a ella para no tener que abandonar Béjar. 


            Una prueba de fuego importante para él y para todos sus compañeros de la profesión médica habría de llegar en ese mismo año en que, pudiendo hacerlo, había desistido de abandonar Béjar. En efecto, en septiembre de 1918 llegó a Béjar la famosa epidemia de “gripe española” (Spanish flu virus), cuyo nombre se demostró que era completamente inapropiado, pues muy probablemente se originó en Estados Unidos. Para hacerse una idea de la letalidad de la epidemia a nivel mundial, baste decir que, desde su detección en la primavera de 1918, mató a al menos cuarenta millones de personas aunque hay medios que afirman que la mortalidad fue más alta aún. En España pudieron fallecer hasta 300.000 personas, si bien las cifras oficiales redujeron las víctimas a 147.114. 

 Víctimas de la gripe española en un hospital cercano a Fort Riley (Kansas) en 1918


            En la provincia de Salamanca la cifra de mortalidad estuvo entre 3.000 y 6.000 personas y en Béjar la epidemia causó también estragos. En efecto, en relación con nuestra ciudad El Adelanto publicó que había habido 4.560 afectados y 225 defunciones. El Béjar en Madrid está de acuerdo con la primera cifra, pero eleva la segunda hasta 365. Si la primera de las cifras es fiable al tener Béjar por entonces unos 9.200 habitantes, querría decir que la epidemia afectó a alrededor de la mitad de la población. Respecto a las defunciones, si tenemos en cuenta que en 1918 hubo 258 nacimientos y 522 de funciones, es decir 225 defunciones más que en 1917, la cifra de decesos por la epidemia pensamos que podría estar más cercana a la que proporciona El Adelanto que a la que da Béjar en Madrid, si bien no la hemos podido asegurar. De cualquier forma, más de doscientos muertos en poco más de dos meses en nuestra localidad supone una cifra muy importante de decesos.

17 de febrero de 2013

El doctor Ramiro Arroyo y la lucha contra la gripe española (1ª Parte)




Autor: Javier R. Sánchez Martín
Artículo: ¿Quién fue Ramiro Arroyo?
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de la Cámara de Comercio de Béjar, 2011.





            A veces te encuentras que una calle lleva el nombre de una persona que seguramente fue muy conocido en la época en que vivió, pero que, andando el tiempo, poca gente recuerda quién fue.


            Eso es lo que pienso que sucede con el personaje que da nombre a la calle Ramiro Arroyo. Por eso y porque creo que debe hacerse justicia a tan eminente y desinteresado médico, me he decidido a escribir sobre él. Si con estas líneas contribuyo a rescatarlo del injusto olvido en que se halla, me daré por bien pagado.

 Foto de Ramiro Arroyo. 
La Victoria, 28/11/1925



            Ramiro Arroyo Samaniego nació en un pueblecito cacereño, llamado Valdehúncar. Su padre, Emilio Arroyo, también médico, estaba destinado en esa localidad, aunque enseguida se trasladaría al cercano Navalmoral de la Mata (Cáceres), donde la familia fijaría su residencia. D. Emilio falleció cuando Ramiro era muy pequeño, por lo que quedó bajo la tutela de su madre, Felipa Samaniego.

29 de octubre de 2010

Sobre el estallido de un tumulto en Béjar causado por un conflicto entre matasanos (2ª Parte y final)


Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.608. 9 de julio de 2010.


        El título real del artículo es "Sobre el estallido de un tumulto en Béjar y sus principios, de que tuvo buena culpa un asunto de matasanos y en el que se vieron implicados varios galenos, el consistorio, un abuelo famoso y otros a los que ahora me referiré".


       Mientras tanto, con las deudas planeando sobre sus cabezas y con dos médicos titulares ejerciendo sin cobrar sueldo para no cargar más al pueblo de impuestos, en sesión de 30 de octubre de 1760, el consistorio acordó escribir una carta a Gonzalo de Sanabria y Montero, galeno en Almendralejo. Para que dejara su puesto y se trasladara a Béjar se le ofrecieron 600 ducados de salario anuales, advirtiéndosele que debería aceptar como socio a Andrés Castellano, “por ser esta Villa de mucha población”, y advirtiéndole que “ahora no recibirá pago alguno”. La decisión es tomada por el consistorio unilateralmente, obviando la deuda arrastrada (15.000 reales que le debían a la viuda del anterior galeno, mas el salario del nuevo cobrado a los bejaranos por medio de impuestos, “una carga muy grabosa”) y retirando del cargo a Marcelino Antonio Quintana, quien no cobraba estipendio, por cierto.

Un matasanos de la época

 

24 de octubre de 2010

Sobre el estallido de un tumulto en Béjar causado por un conflicto entre matasanos (1ª Parte)



Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en madrid, nº 4.606 (25/VI/2010).


       El título real del artículo es "Sobre el estallido de un tumulto en Béjar y sus principios, de que tuvo buena culpa un asunto de matasanos y en el que se vieron implicados varios galenos, el consistorio, un abuelo famoso y otros a los que ahora me referiré".



     La táctica de recoger firmas con el fin de presentarlas a una autoridad competente para presionar en caso de interés general no es privativa del siglo XX, ni del XXI. Los sucesos acaecidos en Béjar durante el mes diciembre de 1760, con tumulto de vecinos incluido, nos mostrarán que es práctica antigua y no invención de la modernidad.

       Una extraña tranquilidad reinaba en el ambiente exterior aquella mañana. El cielo aparecía cargado, encapotado y densamente blanco. El viento había dejado de ulular y empezaron a caer los primeros copos, pesadamente, sin prisa. Los tejedores, que sentados en sus banquetas movían los brazos mecánicamente y con maestría a fin de empujar la lanzadera correctamente para pasar el hilo de la trama a través de la urdimbre, no se resentían a pesar del frío. Varias mujeres con los dedos poblados de sabañones y los labios amoratados permanecían concentradas hilando, mientras el aprendiz iba y venía con sacos, madejas y alguna que otra regañina del maestro del taller. Un potente olor a lana penetraba por las fosas nasales mezclado con polvo, más los trabajadores apenas se daban cuenta de esta molestia por ser curtidos en tales aromas. A pesar de que la puerta del corral permanecía abierta de par en par, más que nada para dejar entrar algo de calor procedente de la hoguera allí avivada, lo que realmente penetraba era un humo sucio que tiznaba las paredes, negras como el hollín y que se entremezclaba con el aroma a pelo de oveja y polvo.



Escudo de la Real Fábrica de Paños de Diego López