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25 de marzo de 2024

De cuando el Nazareno de la Piedad fue sacado a hombros de sacerdotes por las calles de Béjar en tiempos de la Revolución Francesa (1794)

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, 4937, p. 4 (1/03/2024).

        En 1794 Francia llevaba cinco años en ebullición. Durante este tiempo la revolución había desmantelado en el reino vecino el Antiguo Régimen, el feudalismo, los derechos señoriales y los diezmos, y las vidas de los reyes Luis XVI y María Antonieta habían sucumbido bajo la afilada hoja de la guillotina revolucionaria. Lo que para algunos era un proceso necesario para la modernización de las monarquías, para el resto de las coronas europeas representó una afrenta de considerable magnitud y la declaración de guerra de Austria y Prusia contra Francia no se hizo esperar. Mientras tanto, los revolucionarios, divididos en distintas ideologías más o menos aperturistas, se habían organizado en asamblea constituyente y alumbrado una constitución. La primera fase del proceso había sido más atemperada, si podemos llamarlo así, que la que comenzó a fraguarse a partir de 1792 con el inicio de la Convención y el Comité de Salud Pública. 

 

Talla del Nazareno de las Monjas

        Hasta 1794 había estado liderada por los girondinos, partidarios de un cierto orden y una predominancia de los deseos de la burguesía sobre el resto del pueblo. Pero a partir de ese momento, los jacobinos tomaron las riendas del poder, democratizando las instituciones y llevando a cabo una depuración sin límites. El Comité de Salud Pública dirigido por Maximilien Robespierre guillotinó a más cuarenta mil personas en Francia durante el Reinado del Terror. Cualquier sospechoso de actividades contrarrevolucionarias era subido al patíbulo y su cabeza rodaba por el entarimado para regocijo del pueblo. El 27 de julio de 1794, y en medio de una caída de su popularidad, el líder revolucionario fue guillotinado en un movimiento conservador que pretendía restaurar el orden. Es entonces cuando el Directorio impone un cierto orden ante el caos.

2 de junio de 2023

«Por más agua que se gastó». Sobre el incendio que redujo a cenizas la iglesia del convento de San Francisco en 1751

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, 4.900 (5/VIII/2022), p. 4.

 

            ¡Fuego, fuego!, grita un vecino corriendo despavorido por la calle Mansilla. ¿Dónde, dónde?, preguntan varios paisanos alertados por los gritos saliendo de sus refugios en sombra y exponiéndose al implacable sol de una tarde de julio. El temor a que las casas salieran ardiendo era una constante, una espada de Damocles siempre a punto de caer sobre las cabezas. No hace falta una respuesta: una densa columna de humo se alza hacia el cielo por detrás de las casas del lado norte. Sólo existen dos orígenes posibles: las cuestas del río o el convento de San Francisco. Por la gravedad de los rostros, la realidad más negra se les echa encima. Decenas de personas acuden al fuego, haciendo cadenas, traspasando de mano en mano baldes, cubos, tinajas, damajuanas. Son jornaleros, bataneros, tejedores, comerciantes, mendigos, ganapanes; flamencos e ingleses, españoles y portugueses; mujeres de mala vida y beatas, hiladoras y tenderas; sacerdotes, frailes, milicianos, buscavidas. Bejaranos ayudando codo con codo, de diversas procedencias y lenguas. El llamamiento se ha extendido como la pólvora y paisanos de todas las parroquias se tiznan de ceniza. Hasta el duque don Joaquín, presente en Béjar por aquellos días de julio de 1751, se interesa por el pavoroso incendio que está reduciendo a polvo su querido convento de San Francisco. A caballo se desplaza desde el palacio ducal con rostro preocupado bajo su peluca empolvada a la moda. Al día siguiente es el obispo de Plasencia, don José Ignacio Cornejo, también a caballo, quien se acerca a contemplar el destrozo. 

 Vista aérea del convento de San Francisco de Béjar. Foto aquí

            Así nos lo narra fray Liciniano Saez, archivero de la Casa de Osuna a finales del siglo XVIII[1]. Aquel monasterio de orígenes medievales, engrandecido por los distintos señores de Béjar a finales del siglo XVI, de cuyos últimos años se puede fechar su magnífico claustro, quedaba destruido en buena parte por un incendio declarado a las dos de la tarde un día de julio de 1751. El foco comenzó en una celda situada encima de la portería y no pudo controlarse hasta el final de la jornada, extendiéndose por el edificio claustral «por más agua que se gastó». La ruina afectó al lado sur del convento es decir, a la iglesia de origen medieval, reedificada por Francisco II hacia 1570[2], y las celdas adyacentes al claustro. Una visión anterior al incendio la proporciona la Vista de Béjar de Ventura Lirios en 1727. Según las fuentes «apenas se pudieron sacar las ymagenes, pereçiendo lo demás con el organo, libros del coro, retablos y otras cosas». Hasta las cabezas de madera de las campanas de la espadaña acabaron destruidas. 

26 de mayo de 2023

La fundación del convento de la Piedad, las donaciones de la duquesa fundadora y la procesión del Corpus (2ª parte y final)

 Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, 4884 (3/XII/2021), p. 4.

 

        Siguiendo con las donaciones realizadas por la duquesa Brianda Sarmiento de la Cerda a su convento de la Piedad, hizo entrega de un palio de tela de oro amarillo y encarnado con goteras bordadas para procesiones y otras ceremonias religiosas en las que fuera preciso salir de los muros del convento. Con destino a la capilla regaló un conjunto de seis tapices «de figuras de juicio y salve», relacionadas con el paisaje bíblico del Juicio Final. Para aliviar el frío de las losas de piedra del suelo, hizo donación de una alfombra grande que compró en la almoneda realizada con los bienes del obispo de Plasencia, don Andrés de Noroña[1]. La lista de paños para el convento se cierra con dos de brocado[2] y otro de terciopelo negro para los sepulcros que hubiese en la capilla mayor, es decir, para los de los propios fundadores y los de sus sucesores y miembros de la Casa. De hecho en el propio documento se cita a varios ilustres difuntos presentes y futuros, tales como los mencionados fundadores y dos hijas del matrimonio ya fallecidas: la marquesa de Ayamonte Ana Felisa de Zúñiga Sarmiento e Isabel de Zúñiga, cuyos huesos reposaban en el convento de la Anunciación y fueron trasladados al de la Piedad. 


Lignum Crucis de Valladolid

 

            En cuanto a las reliquias, necesarias para la celebración de la misa, la duquesa Brianda Sarmiento de la Cerda entregó todas las que se encontraban en su oratorio privado, guarnecidas en plata en sus relicarios, hasta un total de once, así como un retablo pequeño de plata con figuras de oro, quizás portátil. La más importante de ellas era un Lignum Crucis o trozo de la cruz de Cristo que salía en la procesión del Corpus. En este sentido inserta una cláusula específica en su testamento que ordena su cesión durante ese día por parte de las monjas, aunque su veneración a lo largo del año fuera en la capilla del convento. En el inventario figura una cabeza de una virgen, también de su oratorio, guarnecida en plata, y una lámpara del mismo metal para la capilla mayor. Del gusto por el coleccionismo de reliquias y su relevancia para la fundación de centros religiosos, solo es necesario fijarse en la concentración de las mismas en el monasterio regio de San Lorenzo de El Escorial.

13 de mayo de 2023

El Terno Rico del Corpus de Santa María la Mayor: el regalo de una duquesa de Béjar cuya identidad se omitió a lo largo de los siglos

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, 4.896 (03/VI/2022), p. 4.

 

     En la iglesia de Santa María la Mayor de Béjar se conservan valiosas piezas de ropa litúrgica. El paso del tiempo apenas han hecho mella en ellas y cuando se tiene la suerte de contemplarlas, el asombro por su estado de conservación y, por qué no decirlo, la pregunta de cómo han llegado a la actualidad aflora a los labios. Un precioso terno rojo nos incita a acariciar su terciopelo, a recorrer con los ojos sus bordados de delicadas flores sobre seda blanca, a apreciar cada puntada invisible, a trazar visualmente los entrelazados que unen unos motivos con otros, a imaginar qué habilidosas manos llegaron a crear tanta maravilla

Detalle del bordado de la casulla del Terno Rico


      La pieza que nos atrae de esa manera es el Terno Rico o Terno del Corpus. Un terno es un conjunto de vestiduras litúrgicas utilizadas por los sacerdotes antes del Concilio Vaticano II, aunque en la actualidad pueden ser usadas en ocasiones solemnes. Según el Diccionario de Autoridades de 1729 «privativamente se toma por el vestuario uniforme de los tres, que celebran una Missa mayór, ò assisten en esta forma à alguna funcion Eclesiástica». Los tres oficiantes de la misa eran el sacerdote, el diácono y el subdiácono, y las piezas de que constaban eran la casulla, la dalmática, la estola, el paño de cáliz, el paño de hombros, el manípulo y la capa pluvial. Sin entrar a explicarlas con detenimiento, quiero centrarme en su historia, en su donante y en su función. 

8 de abril de 2023

La Virgen de los Dolores, una talla de Francisco González Macías recuperada en 2017 por la Vera Cruz de Béjar

  Autora: Carmen Cascón Matas

 

          En noviembre de 1966 el escultor bejarano Francisco González Macías[1] estaba concluyendo la exposición de algunas de sus obras en la Sala Grifé Escoda de Madrid. Durante los años precedentes había reducido su actividad artística hasta que comienza de nuevo a rodar en ese año, pues entrega un Cristo Crucificado a la Casa de Caridad costeada por Ángel Rodríguez Olleros. Esta noticia, y la restauración de su Cristo Yacente del Sepulcro y el Amarrado a la Columna (nos imaginamos que se trata del depositado en el Museo «Mateo Hernández» realizado en escayola y el de la ermita del Humilladero de Candelario respectivamente), demuestran que el artista pasó un tiempo en Béjar.


            No eran años boyantes para González Macías. Tenemos que tener en cuenta que había tenido taller abierto, primero en Salamanca y después en Madrid, y de ahí había regresado a Béjar por un descenso palpable en el número de encargos. No se había decantado por la temática religiosa de manera exclusiva durante esos años, aunque así podamos deducirlo de las obras hasta ahora nombradas, sino que también había tocado el retrato para ornato público, las alegorías y los animales. Los materiales variaban siendo la piedra y la madera los más frecuentes en las obras de nuestro escultor, dependiendo de la finalidad última de sus esculturas. A partir de la guerra civil se había centrado en la imaginería religiosa en madera, dado que eran las cofradías y los donantes privados sus principales clientes. 

28 de febrero de 2023

El Ecce Homo de la iglesia desaparecida de San Andrés de Béjar y otros apuntes

 Autora: Carmen Cascón Matas

       Hace unos días tuvimos noticia del interés por restaurar un pequeño cuadro de solo 30 centímetros de lado que se guarda celosamente en la iglesia parroquial de Santa María la Mayor de Béjar[1]. Quizá su calidad artística no sea notable, pero sí es interesante la historia que lo acompaña. Al respecto de su valor artístico, es posible que si se restaura podría aparecer la firma de su autor o, con la eliminación de repintes, encontrarnos con alguna sorpresa agradable en cuanto a su calidad originaria. 

Ecce Homo de la desaparecida iglesia de San Andrés

            Empecemos por analizarlo.  Representa un Ecce Homo de la mitad del torso hacia arriba, con la vista baja hacia su derecha y con una soga atada al cuello. Un halo circunda su cabeza de cabellos largos, ligeramente ondulados y cobrizos. Su figura destaca sobre un fondo oscuro, amarronado. Es posible que a su izquierda aparezca representada una columna. El estado de conservación es deficiente, con repintes aplicados en algún momento, faltas de materia pictórica en algunas zonas localizadas por pérdida y oscurecimiento general de la pintura por oxidación de los barnices y la suciedad adherida

 Ecce Homo de Luis de Morales (hacia 1565). Fundación Banco Santander

23x15 cm.

El modelo general responde al muy difundido por el pintor extremeño Luis de Morales y que tanto predicamento tuvo en la segunda mitad del siglo XVI con variantes (con o sin columna, con o sin soga al cuello o en las muñecas, presencia de capa roja o azul, caña y corona de espinas, del torso para arriba o de figura entera, mirando hacia la derecha o hacia la izquierda, o con los ojos hacia el cielo)[2]. Es arriesgado decir que este Ecce Homo de Béjar saliera de su mano porque la calidad es muy inferior a la de Morales y así podríamos estar ante un lienzo de seguidor o de taller que siga el modelo del maestro. La autoría nos es, de momento, desconocida. Gómez-Moreno sorprende al declarar sobre esta pintura «su factura y color, así como la disposición de la figura, recuerdan las obras de Morales, pero nada conozco suyo tan correcto, clásico y bello»[3]

 Ecce Homo. Taller de Luis de Morales. Museo del Prado

40x28cm.

            La historia del cuadro es interesante para Béjar porque procede de la parroquia desaparecida de San Andrés, un edificio que se situaba a extramuros de la villa, al final de Barrio Neila[4], cerca de la Puerta de la Traición, también desaparecida. Y tenemos constancia de ello porque una persona anónima escribió en el reverso a lápiz su procedencia, su situación en el retablo de la mencionada iglesia y que fue transportada a la de Santa María en 1703 por el clérigo Antonio Ortiz de Zúñiga. De este apunte podemos decir que este retablo se componía de cuadros en todo o en parte y solo se salvó este pequeño fragmento. 


Ecce Homo de Luis de Morales. Museo de Badajoz.

La iglesia de San Andrés debió de adquirir cierta importancia a lo largo de la Edad Media: primero porque tenía un hospital propio, que luego fue englobado en el de San Gil en 1573, y segundo porque ser párroco de San Andrés aparejaba el cargo de arcipreste de Béjar. Con la dependencia de esta parroquia a la de Santa María la Mayor con el proceso de reducción parroquial de 1568, fue perdiendo relevancia y acabaría arruinada hacia 1703, el año en que se traslada el cuadro, quedando de ella el cargo testimonial de arcipreste y cura de San Andrés, la cruz parroquial que acabó en la iglesia de Santa María (y que ahora se saca como principal de la parroquia en la procesión del Corpus Christi) y este lienzo. Que desapareció antes de 1727 explica que en ese año Ventura Lirios no la representase en su Vista de Béjar[5].

La devoción a San Andrés debía de haber calado hondo entre los bejaranos porque era procesionado junto con otras tallas de santos en la procesión del Corpus Christi[6]. Además se celebraba por su festividad una feria que desapareció en 1642 al quedar englobada en la general de septiembre y trasladarse a Aldeanueva del Camino. En esta feria de San Andrés se vendía y compraban cerdos y reses en la zona de la Solana[7]. Otro apunte de su relevancia en Béjar es que una de las torres del palacio ducal llamaba el nombre de Cubo de San Andrés

 Ecce Homo de Luis de Morales. Museo del Prado

73x50cm.

Detengámonos también en la cruz procesional de San Andrés por figurar en su reverso la figura de este santo. Siguiendo el excelente trabajo sobre platería realizado por Roberto Domínguez Blanca[8], se puede afirmar que es una gran obra de orfebrería en plata de principios del siglo XVII. Al ser imposible por fechas que proceda de esta desaparecida parroquia , ya reducida a Santa María desde 1568 como hemos comentado, quizá su precedencia sobre la de Santa María derive de seguir el arciprestazgo de Béjar vinculado a este desaparecido templo.



[1] Ya estaba allí en 1939 según don Juan Muñoz García. «Datos para nuestra historia. Sobre el templo y sobre la parroquia de Santa María». Béjar en Madrid, 1939, p. 3.

[2] Sobre este lienzo consultar Roberto DOMÍNGUEZ BLANCA y Mª Carmen CASCÓN MATAS. «El arte en Béjar desde el Medievo hasta 1900», en Historia de Béjar volumen II, Centro de Estudios Bejaranos y Ayuntamiento de Béjar, 2012, pp. 481-547. Aquí 488 y 489.

[3] Manuel GÓMEZ-MORENO. Catálogo monumental de la provincia de Salamanca. Caja Duero, Salamanca, 2003, p. 409. Recogido en el anterior.

[4] Robustiano GARCÍA NIETO. «Contribución al estudio de la Historia de Béjar». La Victoria, Béjar 1919, p. 124.

[5] Ceferino GARCÍA MARTÍNEZ. Un paseo por el Béjar del siglo XVIII. Madrid, 1987, 95 págs.

[6] Alejandro LÓPEZ ÁLVAREZ. Ideología, control social y conflicto en el Antiguo Régimen: El derecho de patronato de la Casa ducal sobre la procesión del Corpus Christi de Béjar. Centro de Estudios Bejaranos y Ayuntamiento de Béjar, 1994, 201 págs.

[7] OSUNA,C.233,D.191-192. Petición del concejo de la villa de Béjar (Salamanca) al duque para que autorice emplear los 8 maravedíes por cabeza que se cobran en la feria de San Andrés en la construcción de unos arcos para el suministro de agua a la villa a través del valle de Corredera.

[8] Roberto DOMÍNGUEZ BLANCA. La platería del Renacimiento en Béjar. Centro de Estudios Bejaranos y Ayuntamiento de Béjar, 2009, 340 págs.

 

14 de febrero de 2023

Desvelado el origen napolitano y ducal de los bustos del Ecce Homo y La Dolorosa de San Juan Bautista de Béjar

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, 4.893 (20/IV/2022), p. 5.


Madrid se cocía en su propio jugo bajo el sol inclemente de julio. Mientras los arrapiezos se refugiaban a la sombra de los aleros de los tejados y los matasiete esperaban a que cayera la noche para sacar las espadas de sus vainas, la duquesa viuda de Béjar Mª Alberta de Castro y Portugal yacía en su lecho de muerte. La que fue recibida con todo regocijo por sus súbditos bejaranos a su llegada a Béjar, la que había matrimoniado con el Buen Duque don Manuel de Zúñiga y Guzmán, la que había gozado de los lujos de la corte, la que había presumido de marido por su ardor guerrero y su piedad, la que había llorado incontables lágrimas por su muerte en el asalto de Buda (Hungría), la que había recibido pésames de reyes, emperadores y papas, la que había posibilitado la llegada de los maestros flamencos a Béjar, comprendió que se moría a sus 41 años y dictó testamento ante el escribano público Agustín López Cabezas el 19 de julio de 1709[1]

 

 

La monarquía pendía de un hilo y los españoles se hallaban inmersos en una guerra que parecía no tener fin en aquel año. Felipe V, el nieto de Luis XIV, defendía el trono que le había legado en su testamento el último Habsburgo, Carlos II, un hecho que no admitía el partidario austracista, el archiduque Carlos de Austria. Los reyes de Europa luchaban por una hegemonía que a todas luces parecía acaparada por Francia.

31 de enero de 2023

Una talla de Mª Auxiliadora con mucha historia

 Autor: Francisco Tejeda Blázquez

    La talla de la Virgen Mª Auxiliadora que hoy podemos contemplar en la iglesia de El Salvador fue traída por los primeros salesianos que llegaron a Béjar sobre el año 1886 posiblemente de manos del primer director  Vicente Sekiralli (1896-1898) o de  Epifanio Fumagalli, segundo director (1899-1906).

 

    Fue un obsequio a la fundadora del colegio Felisa Esteban Rodríguez. La imagen fue construida en los talleres de Sarriá (Barcelona). 

20 de diciembre de 2022

Un lienzo del pintor Bartolomé Román de 1639 en una iglesia bejarana

 Autora: Carmen Cascón Matas

            Hasta 2010, en que fue restaurado por el taller de Las Edades del Hombre, el lienzo Nacimiento de Cristo con San José y Ángeles (según lo tituló Gómez Moreno, citando al párroco de San Juan Bautista, don José María Santamera Tejedor, en su catálogo de obras de principios del siglo XX) era desconocido para la mayoría de los bejaranos. La razón no era otra que pendía en la sacristía de esta iglesia, un espacio al que accedían un ramillete de fieles además de los sacerdotes, y que en realidad no era tal hasta un incierto momento. Me explico: la sacristía original se situaba (y sitúa aunque no se utilice para ello) adosada al presbiterio por su lado sur[1]. Mandada construir por la insalubridad de la anterior por el obispo de Plasencia don Pedro González de Acevedo, dejó de actuar como tal quizá porque se abrió una puerta de acceso desde la calle que servía para descongestionar el templo en momentos de mucho aforo. Y esta decisión se pudo tomar porque existía otro espacio, en este caso adosado al presbiterio en su lado norte, para tal cometido: la capilla privada de los Muñoz de Aguilar


            De fundación y uso privado, la capilla sepulcral de los Muñoz de Aguilar se construyó en torno a principios del siglo XVII. Sus principales promotores fueron Antonio de Sotomayor, Juan Muñoz de Aguilar, tesorero y canónigo de la catedral de León, y Diego Muñoz de Aguilar, Caballero de la Orden de Alcántara. Dentro de la capilla existe grabada una inscripción sobre pizarra en la que se lee:

Un pecador sacerdote fundo esta capilla y otras obras pías.

F A ORATE PRO EO 1609

E lo enterrase en ella a de ser con licencia del patrón

y su noble y cristiano viejo etc.

El patrón lo a de ser y sacar con persona noble.

Diego muñoz Año 1631.

14 de noviembre de 2022

La Congregación de los Luises en Béjar y una fotografía inédita

 Autora: Carmen Cascón Matas

      Me sorprendía ayer Antonio Sánchez Sánchez, coleccionista y compañero del Centro de Estudios Bejaranos, con la fotografía de una talla, para mí desconocida, que se veneraba en la iglesia parroquial de San Juan Bautista de Béjar. Y lo digo en pasado porque de esta talla no queda a día de hoy rastro alguno. Además, en la albúmina, de autor desconocido por cierto, no aparecía la advocación de la imagen, una cuestión imprescindible para intentar encontrar información acerca de ella. 


 

       Recurriendo a David Hernández y al párroco de la mencionada iglesia, don Roberto Hernández, conseguimos saber que se trataba de San Luis Gonzaga. Y a partir de ahí "solo" tenemos que reconstruir la posible historia social y religiosa vinculada a ella. Este jesuita italiano que vivió en la segunda mitad del siglo XVI (1568-1591) era hijo del marqués de Castiglione y de Marta Tana de Santena, una joven dama de la reina española Isabel de Valois, tercera mujer de Felipe II. Pero lo que más nos interesa de su vida es que la vivió con intensa piedad, tanto que fue ordenado jesuita, y que murió muy joven, con 23 años, a causa de la peste en Roma. Su iconografía coincide plenamente con la albúmina que nos muestra Antonio Sánchez: vestido de sacerdote con roquete, rasgos jóvenes, un crucifijo en la mano y rodeado de lirios, que significan la inocencia

10 de septiembre de 2022

La tabla de la Virgen de la Antigua, una de las dos obras que representan a Béjar en la nueva edición de Las Edades del Hombre en Plasencia

Autores: Carmen Cascón Matas y Roberto Domínguez Blanca

 Publicado: Béjar en Madrid, 4.895 (20/V/2022).


          El 11 de mayo de 2022 los reyes inauguraron la última exposición de Las Edades del Hombre, Transitus, con sede en Plasencia. En esta ocasión se han seleccionados dos obras del extenso y variado patrimonio de Béjar y sus localidades de ámbito histórico: la tabla de la Virgen de la Antigua, atesorada en la iglesia de Santiago, y el Cristo de un jovencísimo Mateo Hernández, guardado entre los muros del templo del Pilar y San José. Recordamos que no han sido las únicas piezas de nuestro entorno expuestas en Las Edades del Hombre: en 2007 se expusieron el Cristo Yacente, también de la iglesia de Santiago, y la cruz procesional de plata de la parroquia de Candelario, en la edición de Ponferrada; en 2009, el busto de La Dolorosa de San Juan Bautista en Soria; y en 2016 una tabla del retablo de San Gil en Toro. 

 Tabla de la Virgen de la Antigua de Béjar restaurada. 

Foto sacada de aquí

            El origen de la Virgen de la Antigua se ha vinculado por la historiografía a la toma de Sevilla por las mesnadas locales en 1248, pero dicha explicación es desafortunada ya que la tabla original, que se encuentra efectivamente en la catedral de Sevilla, no se ejecutó hasta el siglo XIV. Otra explicación más plausible es su relación con el linaje de los Zúñiga: Pedro de Zúñiga, señor de Béjar y alcalde mayor de Sevilla, adquirió gran cantidad de bienes muebles en la capital andaluza que obligaron a permanecer largas temporadas en ella a distintos miembros de la familia. Que adquirieran gran devoción por la virgen sevillana y que mandaran hacer una copia para trasladarla a Béjar es un motivo sencillo y quizá el más convincente para explicar la presencia de esta iconografía en la villa. 

5 de septiembre de 2022

Cuando la investigación histórica sirve para recuperar una pieza artísitica relevante para la ciudad

     Autora: Carmen Cascón Matas     

      Produce satisfacción observar que la investigación histórica tiene a veces una aplicación práctica. Que nuestros desvelos por dar a conocer y difundir el pasado de nuestra ciudad da a veces sus frutos. Que las horas que nos pasamos en archivos y bibliotecas tiene una recompensa. Que el ejercicio de escritura, de recopilación de datos y de lectura bibliográfica sirve para que en algunos casos nuestro trabajo se vea recompensado. Sin embargo, esta labor callada las más de las veces no es reconocida o conocida. En este caso, un cúmulo de casualidades han llevado a que un pequeño tesoro artístico vuelva a casa, si acaso alguna vez estuvo en Béjar, que quizá sí en la vivienda de algún bejarano. 

Pieza adquirida por la cofradía de la Virgen del Castañar ya restaurada


          En marzo de 2022 publiqué en Béjar en Madrid una investigación que llevaba tiempo escribiendo sobre la imagen más antigua que se conserva de la Virgen del Castañar, que se remonta a 1767 y que habéis podido leer en entradas anteriores. A ella remito para las notas al pie, referencias bibliográficas y documentales de esta entrada, y que recomiendo que leáis porque esta entrada es un mero resumen. 

3 de septiembre de 2022

«Para excitar la devoción a Nuestra Señora». Sobre las primeras estampas y grabados de la Virgen del Castañar (2ª Parte y final)

 Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, nº 4890 (04/III/2022), p. 4.


        Desglosando la trayectoria artística y profesional de Manuel Salvador Carmona, el autor de la estampa más antigua de la Virgen del Castañar que se conserva, no hay duda de que estamos ante uno de los mejores grabadores, por no decir el mejor, de la Ilustración en España. Y volvemos a la misma pregunta: ¿quién y por qué se encargó una estampa de la Virgen a tan insigne artista? El dispendio por el trabajo salió por la nada desdeñable cifra de 60 doblones de oro, una cantidad que no hemos hallado en el libro de la cofradía, lo cual nos induce a pensar que no fue ésta la que encargó el grabado

 

Manuel Salvador Carmona. Imagen sacada de aquí


 Grabado de la Virgen del Castañar de Béjar

 por Manuel Salvador Carmona, 1756

      Carrete Parrondo la menciona en su obra El grabado a buril en la España Ilustrada: Manuel Salvador Carmona, una referencia utilizada por Domínguez Blanca en el trabajo comentado[1]. Por azares del destino, hoy día tenemos la fortuna de poder contemplar su trabajo gracias a que esta estampa fue utilizada por el padre Francisco Yagüe para ilustrar su Historia de la Imagen del Castañar que se venera en la villa de Béjar, publicada en 1795[2] y de la que se conservan algunos ejemplares. La identidad de Francisco Yagüe sigue siendo un misterio. Sabemos que pertenecía a la familia de idéntico apellido dedicada a las manufacturas textiles, quizá hijo de Juan Francisco Yagüe Meluis, cuyo abuelo (en este caso bisabuelo del padre Yagüe) era ni más ni menos que Juan Luis Meluis, maestro flamenco. Cuando escribió el libro sobre la Virgen del Castañar se definía como «maestro pasante de teología y predicador». 

27 de agosto de 2022

«Para excitar la devoción a Nuestra Señora». Sobre las primeras estampas y grabados de la Virgen del Castañar (1ª Parte)

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, 4889 (18/II/2022), p. 4.

         El descubrimiento de uno de los enigmas más interesantes que planean en la historia de la devoción mariana de nuestra ciudad implica el rastreo de la estampa o grabado más antiguo que existe de la Virgen del Castañar. A este respecto sabemos por la investigación de Roberto Domínguez Blanca sobre la construcción del santuario[1], que para sufragar sus obras la cofradía se vio obligada a imprimir estampas de la santa imagen. Su venta otorgaba magros beneficios para tan magna obra, pero si el dinero recaudado se sumaba a las limosnas, la venta de la carne de los toros lidiados y los asientos en la plaza el día de la fiesta, o las “bodas” de la Virgen cuando se veneraba en parroquia de El Salvador[2], el resultado es que se podía continuar con tan loable propósito. Porque los gastos no eran precisamente pequeños si tenemos en cuenta que se edificó el santuario en su totalidad, incluido el presbiterio, la nave y las fachadas, el camarín y la sacristía, se alzaron los tres retablos, el principal y los laterales además de los paneles que cubren la capilla mayor, se costeó el púlpito y la reja, los elementos decorativos en yeso de las bóvedas, los frescos y hasta los confesionarios, tardándose más de un siglo en concluir, concretamente desde 1650 hasta la década de los 70 del siglo XVIII

          

3 de junio de 2022

El desaparecido Rincón del Santo y las misas del Corpus en El Salvador (3ª Parte y final)

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Semanario Béjar en Madrid, 2021.

          El Rincón, o también llamado Rincón del Santo, situado en la esquina de la fachada de la iglesia de El Salvador, mirando al sur y al oeste, justo en mitad del corredor, era utilizado al mismo tiempo como osario. En otro documento del Archivo Histórico Nacional el archivero Fray Liciniano Sáez comenta que las misas se celebraban en el Rincón del Santo «donde havia un Altar mui alto con San Pedro para que todos asistiesen a la Feria del dia la oyesen y para lo que había Bulla Apostholica. Este sitio ha poco se incorporo en la Yglesia del Salvador para meter ornamentos y maderas, y tiene puerta que da a la Plaza[1]».

 Iglesia de El Salvador. En la esquina de la derecha se puede ver el llamado Rincón del Santo, un espacio de planta cuadrada incorporado al edificio del templo.

 

            Atendiendo a esta última anotación y a la anterior de la obra transcrita en el artículo anterior, y entendiendo que era imposible la aplicación de reformas a lo largo de la fachada desde el Rincón hasta la sacristía, es posible que esta transcripción se refiera al cierre del corredor y del espacio dedicado al altar elevado y abierto a la Plaza, llamado Rincón del Santo, y su nuevo uso como tras sacristía. Este conjunto de transformaciones se acometen en 1754 de la mano del maestro cantero Francisco Sino y consistieron en desmontar una torrecilla que allí había, abrir una puerta y una ventana hacia la Plaza (las que podemos ver hoy día), y utilizar ese nuevo espacio para almacenar objetos litúrgicos. El corredor y la tribuna, por tanto, habían dejado de tener sentido por lo que se reutiliza el espacio del Rincón del Santo como almacén o tras sacristía, función que sigue en vigor hasta la actualidad. La razón de este cambio la ofreceremos al lector al final de este artículo.

27 de mayo de 2022

El desaparecido Rincón del Santo y las misas del Corpus en El Salvador (2ª Parte)

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, 2021.

 

        Quien escribe la transcripción que cierra el artículo anterior es Fray Liciniano Sáez[1], archivero de la duquesa de Osuna y de Béjar doña Mª Josefa Alfonso Pimentel, a finales del siglo XVIII y principios del XIX, hombre culto y metódico que poseía la sana costumbre de incluir una página de resumen a modo de portadilla en cada documento y o grupo de ellos, con jugosos comentarios de clara letra, una delicia para los que nos adentramos en los intrincados juegos de la paleografía. Atengámonos a esa descripción: un corredor se desplegaba desde la torre-campanario hasta la puerta principal de El Salvador con acceso desde la tribuna cuya función se centraba en comunicar dos altares, uno situado en su principio, dedicado a San Pedro (veremos que a este espacio se le llamaba Rincón del Santo), con apertura hacia el exterior por medio de una claraboya, y otro sobre la puerta principal[2], adornado con azulejos, dedicado, al menos en el siglo XVIII, a la Virgen de la Paz.

 Detalle del arranque de un arco gótico embebido en la pared 

de la tribuna actual de El Salvador