Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, 4884 (3/XII/2021), p. 4.
Siguiendo con las donaciones realizadas por la duquesa Brianda Sarmiento de la Cerda a su convento de la Piedad, hizo entrega de un palio de tela de oro amarillo y encarnado con goteras bordadas para procesiones y otras ceremonias religiosas en las que fuera preciso salir de los muros del convento. Con destino a la capilla regaló un conjunto de seis tapices «de figuras de juicio y salve», relacionadas con el paisaje bíblico del Juicio Final. Para aliviar el frío de las losas de piedra del suelo, hizo donación de una alfombra grande que compró en la almoneda realizada con los bienes del obispo de Plasencia, don Andrés de Noroña[1]. La lista de paños para el convento se cierra con dos de brocado[2] y otro de terciopelo negro para los sepulcros que hubiese en la capilla mayor, es decir, para los de los propios fundadores y los de sus sucesores y miembros de la Casa. De hecho en el propio documento se cita a varios ilustres difuntos presentes y futuros, tales como los mencionados fundadores y dos hijas del matrimonio ya fallecidas: la marquesa de Ayamonte Ana Felisa de Zúñiga Sarmiento e Isabel de Zúñiga, cuyos huesos reposaban en el convento de la Anunciación y fueron trasladados al de la Piedad.
Lignum Crucis de Valladolid
En cuanto a las reliquias, necesarias para la celebración de la misa, la duquesa Brianda Sarmiento de la Cerda entregó todas las que se encontraban en su oratorio privado, guarnecidas en plata en sus relicarios, hasta un total de once, así como un retablo pequeño de plata con figuras de oro, quizás portátil. La más importante de ellas era un Lignum Crucis o trozo de la cruz de Cristo que salía en la procesión del Corpus. En este sentido inserta una cláusula específica en su testamento que ordena su cesión durante ese día por parte de las monjas, aunque su veneración a lo largo del año fuera en la capilla del convento. En el inventario figura una cabeza de una virgen, también de su oratorio, guarnecida en plata, y una lámpara del mismo metal para la capilla mayor. Del gusto por el coleccionismo de reliquias y su relevancia para la fundación de centros religiosos, solo es necesario fijarse en la concentración de las mismas en el monasterio regio de San Lorenzo de El Escorial.
También entregó un órgano pequeño y un realejo bajo las mismas condiciones, en este caso para la iglesia de El Salvador y la celebración de las vísperas del Corpus y su Octava. La donación se completaba con una cruz procesional con su manga bordada, tres cálices, uno grande y dos pequeños, tres platillos de plata, seis vinajeras, un incensario, un ostiario, todo de plata y dos cruces de oro y plata con astil de ébano, varios candeleros de plata (dos grandes para el altar mayor y varios más pequeños para los laterales), una campanilla y una custodia pequeña del mismo material[3].
Ejemplo de órgano realejo
En el apartado de lienzos, donó una serie de pinturas para que fueran colocadas en el retablo situado en el coro, es decir, el espacio ocupado por las monjas en las celebraciones litúrgicas, velado por unas celosías de madera, como era usual en los cenobios. Dichos lienzos podían colocarse también el espacio dedicado al capítulo. Solo con la mención de esta larga lista de donaciones nos podemos hacer una idea de la riqueza de la capilla del convento en los primeros compases de su existencia. Por otro lado, no podemos dejar de lado la predilección que la duquesa sentiría hacia este cenobio como fundadora del mismo.
Si nos fijamos bien existe una imbricación entre el patronato que a partir de ahora van a ejercer los duques con respecto al convento y la procesión del Corpus, también bajo su ala. Varios regalos de la duquesa deben ser cedidos para su celebración: el órgano pequeño y el realejo para el Jueves de Corpus y su Octava en la iglesia de El Salvador; la reliquia del Lignum Crucis para el cortejo. Y otros elementos se utilizan en la festividad, aunque no de manera privativa ni bajo la cláusula de cesión, como son el palio, la cruz procesional con su manga y el terno encarnado utilizado por el oficiante de la misa y sus acólitos. No es un hecho extraño que los duques regalaran objetos preciosos a un templo, parroquia o capilla bajo la condición de que fuera cedidos durante una celebración, sobre todo el Corpus. Así ocurre también con «el terno rico» de Santa María[4].
Otro ejemplo de órgano realejo
La música era un elemento característico de la procesión del Corpus. Así está documentada la presencia del grupo musical completo del Palacio Ducal, compuesto por 18 o 20 personas entre «voces e instrumentos de bajones, chirimías, Fabotes, Cornetas y tubas con otros ynstrumentos de ayre y cuerdas, que dieron a la Yglesia de Santa María, donde aun duran muchos[5]». Al margen de éste, acudía «un coro de niños portando las insignias de San Pedro, San Pablo y Santiago»[6], pagado por el gremio de los molineros. Al acompañamiento coral e instrumental se sumaban los sonidos del repique de campanas, el estruendo de la trabuca formada en la Plaza por los carpinteros, y las cajas y clarines tocados por la milicia armada que era convocada por el Alférez en los pueblos de Villa y Tierra y que formaban parte de la procesión. El realejo donado por la duquesa Brianda Sarmiento era un órgano de pequeño tamaño con un solo teclado. No sabemos si éste en concreto se sacaba en la procesión portado en unas andas por cuatro hombres, como sí tenemos constancia que se realizaba con un órgano similar donado por el duque Francisco III. Dado que doña Brianda era la esposa de este duque, quizá estemos hablando del mismo que se retiró por encontrarse en muy mal estado en 1712[7] y acompañaría al coro del palacio ducal.
Corpus de Béjar. Foto sacada de aquí
Si bien estas aportaciones ducales a la procesión fueron relevantes, es difícil seguirlos la pista a través del tiempo porque las crónicas más largas en el tiempo en cuanto a la procesión se rastrean en el Archivo Histórico Municipal de Béjar en cuanto que el consistorio debía organizar una serie de elementos de su cuenta tales como la construcción de arcos de follaje, la salida del pendón o la vestimenta de los hombres de musgo, así como la exigencia a los vecinos de que limpiaran el trozo de calle que les correspondía de su vivienda o la asistencia de las milicias concejiles. Pero tenemos testimonios puntuales y fragmentarios de la aportación ducal, en este caso la asistencia del coro del palacio y de los funcionarios de la administración ducal o los regalos que hemos comentado depositados en el convento de la Piedad y cedidos para esta ocasión tan especial.
[1] Nacido en Villareal (Portugal), Andrés de Noroña fue el primer licenciado en cánones de la Universidad de Coimbra y fue rector de la misma. Ocupó primero el obispado de Portalegre y después el de Plasencia en 1581, cuando se produjo la unión entre las dos coronas bajo el reinado de Felipe II. Murió en 1586. Sabemos que pasaba largas estancias en Béjar, sobre todo en verano, en su palacio frente a la iglesia de Santa María.
[2] Según el Diccionario de Autoridades «Tela texida con seda, oro, ò plata, ò con uno y otro, de que hai vários géneros: y el de mayor précio y estimación es el que se llama de tres altos, porque sobre el fondo se realza el hilo de la plata, oro, ò seda escarchado, ò brizcado en flores, y dibújos. Llámase tambien Brocáto: y tomó este nombre de las brocas, en que están cogidos los hilos y torzáles con que se fabríca».
[3] Destacamos el excelente estudio dedicado a la platería de Roberto Domínguez Blanca. La platería del Renacimiento en Béjar. Centro de Estudios Bejaranos y Ayuntamiento de Béjar, 2009.
[4] Sobre este documento del archivo de Santa María habría que hacer un estudio más pormenorizado. Este terno era cedido a El Salvador según disposición ducal en el Corpus y su Octava.
[5] Archivo Histórico de la Nobleza, OSUNA, C.228, D.12-13. Informaciones relativas a ciertos pleitos mantenidos por los duques de Béjar sobre la celebración de la procesión del Corpus Christi en Béjar (Salamanca).
[6] Ibídem.
[7] Alejandro López Álvarez, p. 129.
Muy bien detalladas las donaciones que realizo la Duquesa en especial para la fiesta del Corpus.
ResponderEliminarSaludos.
Así que, en Béjar, también tenemos o tuvimos un Lignum Crucis. Dicen las malas lenguas que son tantos los que hay distribuidos por el mundo que, con ellos, podrían construirse no una, sino varias cruces y aún sobrarían.
ResponderEliminarUn abrazo,
Éso decía Lutero en el siglo XVI, alegando las estafas por compra y venta de reliquias.
EliminarEs impresionante la larga lista de donaciones que esta duquesa regaló para el culto y para el embellecimiento de centros religiosos. No me atrevo a destacar ninguno porque me parecen todos maravillosos.
ResponderEliminarBuen trabajo, Carmen.
Un abrazo.
PD. Perdona, Carmen. Me ha pedido el párroco emérito de Gerena (Sevilla), a ver si podía investigar sobre un Conde de Béjar, que tuvo relación con esta población... ¿Tu sabes algo?, y si es positivo te paso mi correo a ver si me puedes contar algo sobre ello. Gracias.
Resulta que el VI duque de Béjar, Alonso de Zúñiga y Guzmán, murió en Gerena (Sevilla). No es extraño, dada las numerosas estancias de nuestros titulares en la ciudad hispalense al tener propiedades en ella, además de varios palacios y tierras por Andalucía (Córdoba y Huelva principalmente). Lo que desconozco es si le pilló la muerte allí en el traslado hacia alguno de sus dominios o por otras causas.
EliminarGracias por tu pronta respuesta, y entiendo por lo que me dices que se desconoce de que tuviera propiedades aquí, en Gerena, y que puedo descartar también, de que aquí estuviera enterrado, asunto que como ya tu sabrás por la publicaciones que he hecho sobre la cripta de esta parroquia, estoy investigando, y que aún me faltan dos por identificar.
EliminarGracias, de nuevo, y si encontraras algo más, por favor, no dudes en decírmelo.